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Ecología de la competencia discursiva: el delicado equilibrio del ciclo de la(s) norma(s) lingüística(s), la educación, la lectura, el lenguaje de los medios y el control de calidad de los textos

Ecología de la competencia discursiva: el delicado equilibrio del ciclo de la(s) norma(s) lingüística(s), la educación, la lectura, el lenguaje  de los medios y el control de calidad de los textos

Hace unos pocos días, en el balance que la Fundación del Español Urgente (Fundéu) hacía de su primer año de existencia, Joaquín Müller, director de la institución, decía de la situación del idioma en los medios de comunicación:

«No es alarmante pero sí al menos preocupante», porque se observa «cierta despreocupación» por el uso correcto del español y hay «una falta de sensibilidad hacia el idioma, y eso parece ilógico» dado que el idioma «es un instrumento básico del periodismo».

Y el director de la RAE y presidente de la Fundéu, Víctor García de la Concha, aseguraba:

esa falta de sensibilidad que ha observado la Fundéu «es un pecado “contra natura” porque los medios de comunicación escritos y orales son nada más y nada menos que lengua, están hechos de palabras», y son estas empresas las que deben tener «una mayor conciencia de la responsabilidad» que supone el patrimonio de la lengua, compartido por veinte países.

En una noticia posterior sobre la Memoria de la Fundéu del 2005, García de la Concha y Alberto Gómez Font (coordinador general de la Fundéu) concluían:

El exceso de confianza que suele tener el periodista en sí mismo, la premura con la que se trabaja y «el fallo del sistema educativo de base» son algunas de las causas que están detrás de los errores que se cometen a diario en los medios de comunicación de habla española [...]. «Hoy llegan a la universidad alumnos que, en otras épocas, no habrían superado el bachillerato elemental», dijo el director de la RAE tras subrayar la importancia de unos buenos planes de enseñanza. La inseguridad en las concordancias, la abundancia de leísmos, el empleo de queísmos (supresión de la preposición de en expresiones como estar pendientes que, estar seguros que), mezcla constante del estilo directo e indirecto (más en la prensa escrita) y una entonación inadecuada en los medios audiovisuales, son algunos de los errores detectados por la Fundéu en su Memoria del 2005.

Hoy, en cambio, Francisco Muñoz, secretario general de la misma Fundéu, extrae las siguientes conclusiones del seminario «Los medios de comunicación y su papel de directores del futuro de la lengua española», organizado por la Fundéu y celebrado durante los días 20 al 22 de este mes en San Roque (Cádiz) y en el que participaron también Alberto Gómez Font y Humberto López Morales (secretario general de la ASALE):

[...] hasta hace muy poco los medios de comunicación no se habían preocupado por «preservar la norma culta del lenguaje», lo que ahora es cada vez más usual, sobre todo en los medios escritos, y mediante los manuales de estilo.
El secretario general de la Fundéu aseguró que los conferenciantes se mostraron optimistas sobre el uso del lenguaje que hacen los periodistas e incidió en que, en la mayoría de los casos, el registro culto de los autores de narrativa tiene la misma calidad que la de los medios escritos.

(Los subrayados son nuestros.)

¿En qué quedamos? ¿Tanta prisa hay por legitimar a los medios de comunicación como nuevos instrumentos de legislación lingüística (también en Latinoamérica) y unidad idiomática, y a los libros de estilo periodísticos como nuevas biblias del buen español global, que ni tiempo tienen los agentes de la actual política lingüística española de pactar juicios comunes? ¿Les valdría como sugerencia recuperar el no tan viejo discurso, según el cual la norma culta y unitaria del español escrito se fija en el uso mediante los efectos sinérgicos de una exigente y continuada instrucción lingüística de los hablantes, del fomento adecuado y esforzado de la lectura y de una esmerada expresión idiomática de los medios de comunicación masiva (en los que no debería perderse definitivamente de vista la figura del corrector profesional)?

Sirvan también, como guía de declaraciones más congruentes por parte de nuestras autoridades lingüísticas, estas palabras del lingüista Francisco Marcos Marín en el capítulo «Pluralidad del español en los Estados Unidos de América» del Anuario 2005 del Instituto Cervantes, El español en el mundo:

La escasa dedicación a la lectura afecta a todas las lenguas, pero más a las más débiles y, especialmente, afecta a través de la prensa diaria. Con un bajo índice de lectura de los diarios, roto además a favor de los contenidos deportivos, la prensa en español vive en situación limitada y se sostiene gracias a un decidido apoyo de las comunidades locales y sus anunciantes. Las bajas cifras del libro y la lectura en España y en Latinoamérica son conocidas, la cultura en español es, en buena medida, una cultura oral. Las lenguas cuestan dinero; una lengua internacional, como el español, reditúa en el terreno económico, pero padece en el cultural, lo que aconseja, si se quiere mantener como seña de identidad, que esos beneficios se inviertan en cultura.

 

Silvia Senz (Sabadell, Cataluña, aún en España)

1 comentario

Ana Lorenzo -

Yo, desde que la RAE anda diciendo que es normativa a veces y otras veces que no lo es, veo clarito que una organización no suele tener una sola voz con la que expresarse, así que no me asombra que en la Fundéu uno diga que la rapidez del escrito de prensa le quita calidad y otro diga que le ve la misma que a la de los escritos de narrativa. De todas formas, últimamente, si excluimos algunas editoriales, yo empiezo a pensar que esa calidad equivalente puede estar motivada: por que los editores no terminan de contratar correctores bien pagados y así la narrativa padece una buena gripe correctoril que la deja temblando y con bufanda; por que cada vez hay más medios, o el mundo se nos hace más pequeño y vemos más medios, y si esos medios entran por curiosidad al vademécum de la Fundéu, al DRAE (los dos en línea) y consultan por correo-e, lo que antes le solucionaba el Pepito de la mesa de al lado, hoy se lo soluciona (sin libros) un experto.
Quiero creer que esto es ir por buen camino. Aunque yo también echo de menos un poco de consenso en la RAE y en instituciones de las que dependo para mi trabajo y a las que normalmente acudo.
Un saludo.