Blogia
addendaetcorrigenda

La (no) formación del corrector y editor de textos (en castellano) en España

La (no) formación del corrector  y editor de textos (en castellano) en España

 

Cuando, hace pocos días, en Infoedicat nos hacíamos eco de la sesión inaugural de la 10.ª edición del Postgrau de Correcció i de Qualitat Lingüística, la 5.ª del Postgrau d’Assessorament Lingüístic en els Mitjans Audiovisuals y la 4.ª del Màster en Correcció i Assessorament Lingüístic de la UAB a cargo del eminente lingüista Joan Solà (cuyo Tractat de puntuació, por ejemplo, me enseñó a mí a puntuar también en castellano), sentí una sana envidia. Cierto que ningún lingüista que trabaje como corrector o asesor va a tener un futuro dorado. Pero, al menos, un corrector y asesor lingüístico de catalán podrá tener la dignidad y la seguridad que le ofrece una formación reglada y de grado.

En esta bitácora hemos hablado muy a menudo de la precaria y desasistida situación del profesional del texto (en castellano) en el mundo de la edición de libros o de prensa, por centrarnos sólo en medios escritos (véanse especialmente las secciones «Oficios de libro», «Edición y calidad» o «Agonías profesionales»). ¿La razón? La adaptación del sector a un cambio tecnológico (la autoedición), que llegó de la mano de la irrupción de un modelo de explotación salvaje del negocio editorial. Durante el largo periodo de acomodo a la digitalización de la producción, los gremios de editores españoles que ofrecían formación continuada especializada prácticamente abandonaron la capacitación en el campo de la tipografía, la corrección y la edición de textos, para dedicarse a la formación de técnicos en autoedición. De los dos principales, diez años estuvo el Gremio catalán sin ofrecerla y no nos consta que el de Madrid haya reemprendido este tipo de formación. Desde hace más de 15 años, casi vacías las plantillas de correctores y editores de oficio, quienes aspiraban a esta clase de instrucción han debido conformarse con una oferta siempre insuficiente y a menudo deficiente de cursos privados impartidos en academias y asociaciones profesionales, o con la escasa atención que posgrados y másteres de edición han prestado a este importante campo, puntal básico del oficio de editor desde el momento en que el valor añadido que puede ofrecer un promotor editorial a todo texto que publica es una mejor lectura.

Para más inri, no se avista un futuro mejor. La urgencia de formar profesionales capaces de acometer el proceso de digitalización de toda la cadena del libro parece que vuelve a arrinconar la formación de correctores y editores de texto, pese a que lo que seguimos leyendo, en un e-book o donde sea, es fundamentalmente texto, y a que los modelos de trabajo textual canónicos siguen estando básicamente vigentes.

Esta situación, ya de por sí grave para la calidad de los textos en lengua castellana, empeora si tenemos en cuenta que, más allá de los valiosísimos libros de consulta que, durante años de brillante, solitario y meritorio esfuerzo, nos ha proporcionado José Martínez de Sousa, no hay a la vista dignos sucesores del maestro. ¿Cómo encarar ese vacío bibliográfico que nos espera? No lo sabemos. Quienes alguna vez nos hemos planteado la necesidad de continuar con la tradición de manuales de estilo generales y compendios ortográficos y tipográficos implantada por él, hemos topado con una cruda realidad: aun teniendo parte de la preparación y disposición necesarias, escribir obras de esta talla exige un sacrifico y un esfuerzo descomunal que, de hecho, el sector no pide. Al menos en España.

En algunos países latinoamericanos con más tradición formativa (caso especial de la región rioplatense), se toman las cosas un poco más en serio. Por poner algunos ejemplos, en Argentina existe oferta diversa de carreras de Corrector de tres años de duración (véase el caso no exclusivo del I. Mallea). Gracias a los esfuerzos de Pilar Chargoñia y un nutrido y perseverante grupo de correctoras uruguayas, la Universidad de la República cuenta ya con una tecnicatura de Corrección de dos años.

Mientras, en esta España que tanto se llena la boca con el valor económico del idioma, ese petróleo que no es siquiera carbonilla, correctores y editores de texto en castellano seguimos en caída libre.


Silvia Senz

 

3 comentarios

Silvia -

El de Solà es muy recomendable, aunque esté en catalán.

Rosa -

Hola:

Hace tiempo que busco algún manual sobre puntuación en español. ¿Este de Solà es recomendable? ¿Sabéis de algún otro?

Muchas gracias,
Rosa

A&C -

El asunto es que no se ha querido explotar comercial y sectorialmente la calidad, por pura codicia y miopía. Es un plus que el sector de lectores fieles y constantes agradecen y que permitiría al editor blindar su territorio de los múltiples intrusos que se le vienen encima (aunque se olvidaba de citar a los agentes literarios, Martín Gómez los enumeraba hace poco: http://www.elojofisgon.com/2009/10/si-el-negocio-de-google-es-la-publicidad-%C2%BFde-quien-sera-el-de-los-libros/ )

Llegará un momento en que ya no estarán a tiempo y verán su mundo inundado de competidores a los que no podrán oponer ningún valor añadido.