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La nueva RAE, un espejismo de representatividad, neutralidad ideológica, laboriosidad y modernidad, 8: del inconsenso al expolio

La nueva RAE, un espejismo de representatividad, neutralidad ideológica, laboriosidad y modernidad, 8: del inconsenso al expolio

(Entradas precedentes de esta serie: 1, 2, 3, 4, 5, 6 y 7.)


Desde que en el 2004 arrancara oficialmente la nueva política lingüística panhispánica, cuyas directrices quedaron plasmadas en un documento impreso limitadamente distribuido en el IV CILE (Rosario, Argentina) y parcialmente reflejado en la web de la RAE, las autoridades académicas siempre han fundamentado este nuevo rumbo en dos ejes principales:


  • colaboración y consenso entre las 22 academias de la lengua española y
  • cierta admisión (progresiva) de las variedades americanas, a condición de estar presentes en el habla culta y la lengua escrita no exclusivamente literaria.


Pese a que, desde la Española, suele insistirse en que la mencionada colaboración interacadémica ha sido posible gracias al desarrollo de las telecomunicaciones, lo cierto es que ha tenido más que ver con ello la voluntad de las academias correspondientes de América y Filipinas de convertirse en socias de la Española y de participar con pleno derecho en la normativización del castellano, persiguiendo un modo de colaboración en pie de igualdad que no se alcanzará del todo hasta que la redacción del borrador de las obras académicas, su dirección y su conclusión deje de ser privilegio exclusivo de la Española.

La voluntad de las 21 academias americanas y filipina de pintar algo en la norma del español empezó a hacerse efectiva en 1951 y desde entonces han tenido que recorrer un largo trecho, no exento de tensiones y obstáculos, hasta lograr participar, ya iniciado el siglo XXI, en la realización del Diccionario panhispánico de dudas (ya vimos que no hubo participación en el caso de la Ortografía vigente). Prueba de ello se encuentra en los debates que rodearon la constitución de la Asociación de Academias de la Lengua Española (Asale) y en cada una de las memorias de los sucesivos congresos de academias, sobre los que se preparan muy reveladores estudios.

El trabajo interacadémico no ha sido, pues, un camino de rosas, y pese a que en el discurso público de la RAE y la Asale suele insistirse en que las relaciones interacadémicas son armónicas, de vez en cuando trascienden a lo público documentos internos que muestran la enorme dificultad que representa elaborar una norma para un ámbito lingüístico tan extenso cuando, además, hay que conciliar voluntades, personalismos, ambiciones, pareceres e incluso necesidades de planificación tan dispares.

Si alguna vez el lector de esta nota se ha preguntado por qué las obras panhispánicas tienen tan poca coherencia interna en sus criterios normativos y en sus soluciones, este debate sobre la tildación diacrítica entre la Academia Mexicana de la Lengua (AML) y la Real Academia Española (RAE) con motivo de la Ortografía que está en preparación le resultará iluminador: Felipe Garrido: «¿Solo o sólo? ¿La Real Academia Española o la Academia Mexicana de la Lengua?», 1 y 2, Justa, de lector a lector, n.º 7 (noviembre del 2009), «Cabos sueltos» (en línea). Versión completa en el blog de Pedro de los Ángeles. Citado también en la web de la Fundéu (de donde también hemos tomado la imagen):


La Real Academia Española (RAE) ha propuesto que el acento diacrítico que ponemos en sólo cuando significa únicamente, para distinguirlo del solo que quiere decir no acompañado, se suprima. Y que lo mismo se haga en los demostrativos sustantivos. El argumento básico es que el contexto es suficiente para entender el significado de estas palabras, diferente según sea su función gramatical.

La Academia Mexicana de la Lengua (AML) se opone a esta modificación, pues considera que los casos de posible confusión son abundantes y que debe protegerse la claridad de lo que se escribe ante todos los hablantes de la lengua, aun aquellos que tienen una menor preparación gramatical.

Justa presenta aquí los documentos que han intercambiado las dos academias, y que se han hecho llegar a todas las demás academias del español. [...]


Si se lee detenidamente el texto que sigue a lo citado, podrán observarse dos asuntos capitales a la hora de conocer la naturaleza de estas instituciones y de la política panhispánica:


  • Que en un aspecto de grafía relacionado con la categoría gramatical que ya debería haber quedado consensuado y resuelto en la recientísima Nueva gramática de la lengua española (2009-2010) sigue sin haber acuerdo, al menos entre la RAE y la AML, que mantienen posturas diametralmente opuestas: a favor de la total supresión la RAE, y a favor de la restitución de la tilde diacrítica (hoy, reservada a los casos de ambigüedad) la AML.
  • Que pese a que todas las obras académicas carecen de bibliografía (cita de las fuentes teóricas consultadas), la RAE reconoce autoridades externas sobre cuyo trabajo sustenta sus propuestas:


[...] esta solución ha sido ya defendida y aplicada en su escritura por muchos autores y ortógrafos. A modo de ejemplo citaremos lo que a propósito de solo dice Manuel Seco en su Diccionario de dudas y dificultades de la lengua [...]. Y uno de los autores que más ha escrito sobre ortografía del español, Martínez de Sousa, también defiende la supresión definitiva como la solución más adecuada.



Cabe señalar que, por lo que sabemos de fuentes fiables, en el borrador de la nueva Ortografía es obligatorio citar todas las referencias bibliográficas empleadas para justificar las decisiones, explicar las normas, etc. Pero nada apunta a que esas fuentes acaben siendo citadas en la obra ya concluida e impresa.

Este expolio de la obra ajena ha sido ya denunciado por diversas voces (1 y 2). Como ya tratamos aquí, el propio vídeo promocional del Diccionario panhispánico de dudas (DPD) mostraba encima de la mesa de los redactores de la obra ejemplares de diversas obras de Manuel Seco y José Martínez de Sousa:


 


 

 

El director de la academia argentina, Pedro Luis Barcia, reconocía así el uso de estas y otras obras (por otra parte plenamente reconocibles en el DPD):


[El DPD] Es la obra más completa y amplia en su género, pues contiene unas siete mil entradas que se han basado en tres fuentes: a) las obras afines precedentes, como el caso de los valiosos diccionarios de dudas gramaticales, de Manuel Seco, de José Martínez de Sousa, de Fernando Corripio, de Albertos, etc., el Manual del español urgente, de EFE, los libros de estilo de muchos medios de comunicación, etc. [...]


A pesar de este reconocimiento extraoficial, el DPD —tanto en su versión impresa como en línea— carece de un repertorio de obras consultadas, y la única nómina de autores y obras que ofrece es la que corresponde a las citas realizadas en el cuerpo del diccionario para ilustrar la norma con ejemplos de uso real, en su mayoría extraídos de los corpus académicos. Exactamente lo mismo ha ocurrido con la Nueva gramática de la lengua española, para cuya realización nos consta que diversos especialistas ofrecieron generosamente al equipo académico obras en prensa, que no han sido citadas (como ninguna otra), atentando con ello contra la regla de deontología científica más básica e incurriendo en un expolio intelectual que cuesta comprender que no sea denunciado de manera contundente por la comunidad lingüística. Y todo por mantener la imagen pública de omnisciencia que la RAE cultiva desde hace siglos como garantía de un constante ascendiente sobre el hablante.


Silvia Senz

4 comentarios

Fernando G. Toledo -

La supresión de la tilde en «sólo» aun en casos de ambigüedad representa un verdadero desprecio por los recursos del español escrito. Igualmente, el hecho de que aún sea una «recomendación» la supresión, me parece debería servir para que las Academias de cada país se opusieran con argumentos frente a un atisbo de decisión sin argumento alguno.

Petúfar -

Soy partidario de tildar siempre que signifique 'solamente'. Los niños hablan a medialengua y se les entiende casi siempre. Sin embargo a nadie se le ha ocurrido decir que hay adoptar ese tipo de habla en aras de la simplicidad. ¿O no, Silvi y Marce?

Marcela -

Yo no tildo el "solo" adverbial salvo para resolver casos de ambigüedad. Y eso, para no alejarme de la norma. En realidad, hubiera preferido que se optara por eliminar el tilde en todos los casos.
Creo que hay que aprender a vivir con la ambigüedad. Como correctores de estilo, es posible mitigarla, pero eliminarla del todo sería casi imposible (siempre encontrarás algún lector a quien no le quede claro). Además, en el caso de "solo", yo creo --y no porque me lo diga la RAE o cualquier otro real académico-- que los casos de ambigüedad son mínimos. El contexto no se limita solo a la oración en que aparece este adverbio sino a todo lo que viene antes y después.
Marcela Robaina
Montevideo

Silvia Senz -

Añado en comentario mi postura sobre el tema de debate interacadémico:

Yo sí tildo el "sólo" adverbial. En corrección de obras literarias me resulta más conveniente mantener la tide que eliminarla y tener entonces que reemplazar el adverbio por un "solamente" o por un giro de la frase para resolver casos ambigüedad (que sí suelen darse más de lo que se defiende). Digo que me resulta más conveniente porque de ese modo no altero la expresión genuina del autor.
Eso sí: los casos de ambigüedad en los demostrativos son efectivamente más raros, y en cambio mantener la tilde da pie a más errores de los que pueda evitar (particularmente ante el relativo "que"). Aun así, yo mantendría la norma como está: con al menos la potestad de poner la tilde en caso de ambigüedad.
No obstante, en honor a la verdad, la postura de la AML me parece muy congruente: si nos ponemos a eliminar tildes diacríticas, hagámoslo de forma general; si no, mantengámoslas. Me parece digna de elogio, además, la manera de la AML de rebatir la argumentación de la RAE, terriblemente pobre e inconsistente; el recurso a la autoridad de Martínez de Sousa y Seco muestra, de hecho, la falta de reflexión propia sobre el asunto.