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Sombras del «panhispanismo»

Por qué las connotaciones históricas del término panhispanismo despiertan suspicacias sobre la nueva política panhispánica de las academias de la lengua y desaconsejan el empleo de palabras afines.

1. Sobre el significado histórico de panhispanismo y su filiación ideológica:

Fernando Ortiz: «El panhispanismo», en: La Reconquista de América. Reflexiones sobre el panhispanismo, París: Librería de Paul Ollendorf, p. 5. (Citado en Mely del Rosario González Aróstegui: «Fernando Ortiz y la polémica del panhispanismo y el panamericanismo en los albores del siglo XX en Cuba», Revista de Hispanismo Filosófico, vol. 8):

El panhispanismo [...] significa la unión de todos los países de habla cervantina no sólo para lograr una íntima compenetración intelectual, sino para, también, conseguir una fuerte alianza económica, una especie de zollverein (asociación), con toda la trascendencia política que ese estado de cosas produciría para los países unidos y en especial para España, que realizaría así su misión tutelar sobre los pueblos americanos de ella nacidos.

Antonio Teodoro Reguera Rodríguez: «Fascismo y geopolítica en España», Cuadernos Críticos de Geografía Humana, año xvi, núm. 94, julio de 1991:

Si [a principios de los años cuarenta del siglo xx] España había tenido un pasado imperial que la elevó a la categoría de “gran entidad geopolítica del Universo”, si conservaba revalorizada una situación geofísica óptima, si estaba implantando un nuevo régimen que imponía la uniformidad del sistema político sobre todos los pueblos peninsulares —incluido Portugal por similitud de regímenes— y era filial de otros que estaban adueñándose de Europa, y si el crecimiento demográfico era un reflejo de la potencialidad biológica del pueblo y del estado, entonces cabía pensar en una nueva versión de una Hispanidad floreciente llamada a cumplir misiones históricas, tal y como se había señalado con insistencia desde la Falange. Estos son precisamente los argumentos que recoge J. Vicens Vives en su tesis del panhispanismo, concluyendo así su obra España. Geopolítica del Estado y del Imperio.

Con el mismo carácter de síntesis que en esta obra, fueron reproducidas las claves de este movimiento panhispanista en la revista italiana Geopolitica, con el título de “Panispanismo”. En una breve presentación que hace la revista se valora esta obra de J. Vicens Vives como “síntesis del pensamiento geopolítico de los geógrafos de la nueva España” (Vicens Vives, 1940b,p. 295). Como tal movimiento de unificación, el panhispanismo apela a la idea de Imperio para extender los valores de la Hispanidad y con ellos la presencia de España en su mundo. Ahora bien, ¿de qué idea imperial se trata? Aquí es donde salen a flote las aspiraciones y las limitaciones, porque J. Vicens Vives habla de Imperio en el sentido clásico y mediterráneo; es decir, el Imperio puede o no ser territorial, ya que se define por el “predominio del espíritu y no de la economía, y en el que la unidad se logra a través de afinidades morales y no por la opresión material”. Los elementos geopolíticos que impulsarían este movimiento de unificación serían, en palabras de J. Vicens Vives, el idioma y la raza, teniendo así el panhispanismo “sólidos puntos de arranque en la Biología y en la Historia”. En términos geográficos, el movimiento de unificación panhispanista debería proyectarse preferentemente hacia América del Sur, “tierras y paisajes de epopeya donde la Hispanidad ha de cumplir de nuevo una misión histórica”. El criollismo y el panhispanismo —sigue señalando J. Vicens Vives en el último capítulo de su obra— habrían de ser los factores de la nueva estructuración del equilibrio americano, reconstruido sobre la base de que el Centro y el Sur de América se emanciparan del “imperialismo del dotar”, protegido por la Secretaría de Estado de los Estados Unidos al garantizar los intereses de las grandes empresas norteamericanas en toda la zona. [...] En la apoteosis final del panhispanismo sentencia J. Vicens Vives—, España no ha de limitarse a ser la cabeza de puente de América y África en Europa, sino que “ha recabar para sí sola, exclusivamente, el honor y la gloria de estructurar la Hispanidad en el Universo” (Vicens Vives, 1940, p. 211). Desde el momento que el panhispanismo no incluye en sus actitudes las reivindicaciones territoriales como cuestión esencial, marca unas diferencias apreciables con otro de los movimientos más conocidos de la misma familia, el pangermanismo. Sin embargo, algo hay que los une en una relación que podría ser de hermandad o de filiación: los principios. Si el idioma y la raza eran las energías geopolíticas que impulsaban el movimiento de unificación panhispanista, según J. Vicens Vives, el objetivo del pangermanismo de agitar el sentimiento nacional alemán se apoyaba en los parentescos raciales y culturales de todos los germanos. Y aun —lo comprobaremos mas adelante— las vinculaciones entre ambos serán más estrechas cuando, para “purificar” las Hispanidad, se hagan algunas propuestas xenófobas.

2. Sobre los peligros del actual panhispanismo académico:

Victoriano Colodrón Denis: «La lengua española veranea en Santander. (Crónica de dos cursos en el Palacio de la Magdalena)», Cuaderno de Lengua: crónicas personales del idioma español, núm. 40, 25 de julio de 2005, Majadahonda (Madrid):

En los últimos años del siglo —explicó el experto en enseñanza del español [Francisco Moreno], ahora en la Universidad de Alcalá— ha irrumpido con fuerza la visión panhispánica del idioma, fundada en tres realidades: la lengua española se siente “como una” en todo el mundo hispánico; no existen graves rechazos por los hablantes de las variedades del español distintas de la propia; y hay una tendencia clara a la homogeneización gracias a los medios de comunicación social. Este panhispanismo es el que inspira la nueva política lingüística de las academias de la lengua, que tuvo su primer fruto en la Ortografía de 1999, continuó con la edición del diccionario de 2001 y pronto mostrará nuevos resultados, como el esperado Diccionario panhispánico de dudas. Francisco Moreno concluyó su charla alertando de los riesgos del panhispanismo: en primer lugar, el empobrecimiento de la lengua, por la posible tendencia a una excesiva uniformización en desmedro de la diversidad; y en segundo lugar, las tentaciones “neoimperialistas” que pueden acompañar a este nuevo modelo de política lingüística (o la sola percepción en algunos países de su existencia, aunque sea una percepción equivocada, es decir, la preferencia de una “unanimidad mal entendida” en lugar de unas “mayorías consensuadas”).

Jaime Otero: «Los argumentos económicos de la lengua española», ARI, núm. 42/2005, 31/3/2005, Real Instituto Elcano de Estudios Internacionales y Estratégicos:

Seguramente es España, entre los países hispanohablantes, el que está en mejores condiciones de obtener provecho económico de la difusión del español, por su capacidad productiva, por el desarrollo de sus industrias culturales, por su posición geográfica intermediaria entre continentes y por un cierto prestigio cultural que conserva entre las naciones de habla hispana. De un modo quizá parecido al de Irlanda, el mayor crecimiento relativo de España en Europa podría relacionarse no sólo con las ayudas comunitarias o los beneficios de una política monetaria favorable, sino también con la pertenencia a una gran área lingüística y cultural que ha favorecido el progreso de algunas de las industrias más dinámicas de la economía dentro del sector de los servicios.

De hecho, los esfuerzos oficiales que se han invertido tanto en la cohesión interna de la lengua como en su promoción internacional —Asociación de Academias, Instituto Cervantes, Congresos de la Lengua— han tenido un marcado protagonismo español, que no se ha producido sin recelos por parte de otros países hispanohablantes. No deja de ser cierto que para los sucesivos gobiernos españoles, la defensa del idioma no ha sido sólo una apuesta comercial, o no principalmente, sino que es sobre todo una cuestión de interés nacional, una causa “que dista de ser estética, y llega a ser decididamente política”, como argumentaba Fernando Lázaro Carreter en la apertura del Congreso de Sevilla.

Si de la comunidad lingüística y de la difusión internacional del español puede España sacar partido político y ganar influencia en el mundo, es asunto de otro debate. En cualquier caso, es claro que, político o económico, el español no es asunto exclusivo de España, donde vive apenas uno de cada diez hispanohablantes, y ni siquiera de los países donde es la lengua oficial o mayoritaria. El mundo de la empresa es libre y en torno a la industria del español se han creado intereses en todos aquellos países donde su enseñanza ha alcanzado cierta difusión. Son pocas las multinacionales de la edición, de la comunicación o de la producción de contenidos culturales que no hayan entrado de un modo u otro en el mercado hispano. Así lo han comprendido autoridades y empresarios españoles, y la misma conciencia ha empezado a extenderse por los principales países hispanohablantes, o al menos esa parece ser la intención de los itinerantes Congresos de la Lengua. [...]

El lema del Congreso de Rosario ha sido identidad lingüística y globalización. El presidente de la Academia Argentina de Letras declaró que los debates del congreso buscarían la integración de dos objetivos: la adaptación de la lengua a los cambios globales sin perder su unidad comunicativa, y el respeto a sus “sustratos aborígenes” y a las distintas expresiones literarias. Una palabra clave en Rosario fue plural. Los hispanohablantes desean verse como una comunidad lingüística en la que caben una amplia variedad de lenguas y culturas. Como dijo el profesor Julio Ortega, de la Universidad de Brown, el español es lo que el quechua y el catalán, el nahuatl y el gallego tienen en común. [...] Trece años después del Congreso cero, en Sevilla, el español sigue teniendo buenas perspectivas, pero también presenta algunas sombras. Los países hispanohablantes tienen en conjunto un índice de desarrollo humano (renta, esperanza de vida y nivel educativo) medio alto, pero aún padecen graves desigualdades sociales y obstáculos institucionales al desarrollo. En muchos países hispanohablantes crece la conciencia del peso internacional de la lengua, y con ella también los esfuerzos por hacer compatibles el aumento de los niveles educativos y de integración social con el respeto a las culturas minoritarias.

 

(Artículos relacionados:

«Norma, libros de estilo, cultura escrita y monopolios lingüísticos»

«Diversidad lingüística hispanoamericana, español como recurso económico y políticas lingüísticas institucionales» )

5 comentarios

efe -

en mi opinión, la unión hispana pasa en primera instancia por la caida del estado español y la proclama en libertad de los pueblos que la forman. significaria la muerte de ese imperialismo que duro tantos siglos y abriria puertas para un entendimiento de los pueblos.
las españas unidas en el respeto y la libertad pudieran ser el gran frente de batalla con el mundo anglosajon.
Galiza, Espanha

Pilar Chargoñia -

Es mi deseo en el día de hoy, otro 12 de octubre, que los congresos de la lengua se hagan con un 90 % de integrantes provenientes de los países americanos de habla española. Entonces será posible un buen uso de la unidad en la diversidad...
Saludos desde Montevideo (Uruguay)

Eiztarigorri -

Es interesante observar la poca percepción de la hispanidad como fenómeno humano. La descripción del panhispanismo desde la perspectiva histórica muestra las posibles limitaciones del planteamiento pero que un planteamiento sea mejorable no significa que sea rechazable. La sociedad española ha pasado de considerar el mundo hispánico como un objeto de España a considerar a la propia España como un objeto de Europa. Los griegos divididos enrtre si por la política se consideraban unidos por la cultura, la lengua y la religión hasta el punto de imaginarse como una comunidad con una Patria común frente a los persas cuando se produce el conflito entre los griegos de Jonia y el Imperio internacional persa. Me duele que España haya pasado de una arrogante prepotencia frente al mundo hispánico a dar la espalda a su propio pasado e incluso a renegar de su pasado panhispánico para disolverse en esa nada que es Europa. De la prepotencia al euroservilismo.

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