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Edición bochornosa

Edición bochornosa

Acabo de leer Los ojos de Greta Garbo, relatos, de Manuel Puig (Seix Barral, Biblioteca Breve, Buenos Aires, 1997, segunda edición).

Es un libro de 143 páginas, de las cuales unas 12 tienen fotos a toda página de Greta Garbo, de la colección de Manuel Puig. Son hermosas fotos, que habrían dado lugar a un hermoso libro.

Pero... este libro no tuvo corrector. Aseguro que no tuvo corrector, no que trabajó en él un corrector descuidado o incapaz, porque ni el peor corrector deja con tilde todos los ti.

La primera página termina con un pose- que sigue a la vuelta con la sílaba er, modo en que logra formarse el verbo poseer. A este estrambótico corte de palabras suceden otros como re-alidad, cre-adora, ide-ado, y puntos finales en oraciones que terminan con signos de interrogación o exclamación. Sobran y faltan tildes, por supuesto, y hasta la diéresis en vergüenza. El apellido del traductor y prologuista figura de dos maneras distintas. Y los errores de estilo no los comento.

En definitiva: una edición bochornosa.

El libro cuesta en Buenos Aires el equivalente a 5 dólares. Calculo que tendrá unos 150 000 caracteres. ¿Costo de la corrección? Variable, pero modesto.

Virginia Avendaño (Buenos Aires, Argentina)

viraven@educ.ar

1 comentario

Javier Dávila -

Hagamos un ejercicio de proyección:
Imaginemos una cultura entera con ediciones de pésima calidad. Se me dirá que el material de los libros actuales no sobrevive más de 75 años. Muy bien. Se me dirá que de tantos millones de ejemplares que se imprimen, pocos quedan. De acuerdo. Se me dirá, en fin, que ahora imágenes y sonidos sustituyen la conversación silenciosa de un libro. Cierto. Pero insisto: imaginemos una cultura entera, la de hoy, la nuestra, con ediciones de pésima calidad. Una cultura en la que antes de abrir un libro, ya sabemos que no será fácil llegar a la otra orilla.
Por el camino de la mala calidad se llega muy lejos y no siempre se sabe el camino de regreso. Las secuelas son inmensas para la educación, la vida pública y la privada, el entendimiento entre los pueblos, el esencial acto humano de pensar. El desprecio por la corrección idiomática en el afán ciego de medrar en un mercado caótico y difícil de explotar acabará por dejar una marca en nuestra cultura. Lo hace ya.