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Inquilinos de la cultura: del préstamo al alquiler

Inquilinos de la cultura: del préstamo al alquiler

Yo tenía casi terminado un artículo en que les presentaba una hermosa guía de animación a la lectura escrita por Joan Carles Girbés, editor en la Fundación Bromera. Es una guía gratuita para el público y que se edita gracias a la Academia Valenciana de la Lengua, la Consejería de Cultura, Educación y Deportes de la Generalidad Valenciana y la propia Fundación Bromera, una entidad dedicada al fomento de la lectura. Si visitan su página web, encontrarán unas propuestas didácticas muy bien planteadas para quien quiera sacar partido de un libro en una lectura con un grupo de niños o adolescentes —están en valenciano, como la guía, pero con un poco de ánimo y con un diccionario (en internet yo aconsejo internostrum) no se nos resistirá mucho; y siempre puede uno acudir a un amigo, anímense—. La guía se titula Leer para crecer: Guía práctica para hacer lectores a los hijos —tendrán que fiarse de la traducción libre que he hecho yo de la original, en este artículo al menos; pero en alguna página web pueden encontrarse con fragmentos en catalán— y va dirigida, por supuesto, a los padres. Pero... no, en este artículo no tenemos más remedio que dejar para otro día la maravillosa guía, el precioso tema de la lectura y su fomento desinteresado por parte de muchas instituciones y muchas sociedades, sobre todo dirigido a los niños... Todo lo que yo quería compartir con ustedes. ¿Por qué? Por una contradicción tremenda. No es una paradoja, no: es una contradicción y, aun así, los políticos europeos, concretamente los que elaboraron el Informe de la Comisión al Consejo, al Parlamento Europeo y al Comité Económico y Social sobre el derecho de préstamo público en la Unión Europea, y los que ahora reclaman su cumplimiento en España no se avergüenzan ni se lo piensan dos veces, pese a las muchas manifestaciones en contra por parte de bibliotecarios, escritores... e incluso políticos españoles y extranjeros. Y es que no salimos de Málaga y entramos en Malagón.

Todos intentando que nuestros niños lean, por puro amor a la especie, de verdad, por desbordamiento de la alegría, por contagio del placer y la adicción; el ministerio de un país, de otro, asociaciones desde Cataluña a Colombia, de Valencia, de Venezuela, investigando e investigando sin cesar y ofreciéndonos los resultados y los recursos gratuitamente, con todo el trabajo que hay detrás de lo que ponen a disposición de padres, maestros, colegios, expertos, bibliotecas... ¡Qué les voy a contar!...

Ahora, de buenas a primeras y si nadie lo remedia, las bibliotecas tendrán que pagar a los autores por el préstamo público. Si ustedes eran de los que se habían llevado las manos a la cabeza por el canon al soporte digital y esperan con ilusión la impugnación de esa locura de ley de propiedad intelectual surgida de no se sabe qué intelectos, empiecen a olvidar que vayan a hacer caso de quejas que atañen a mundos hasta ahora inexplorados y en los que Google y el proyecto Gutenberg aún andan dando palos de ciego —aunque palos— ,cuando en esta ya tradicional transacción que era la de lectura por libros se atreven a exigir dinero por libros, que cambia mucho la cosa; la cambia tanto que no sé por qué me molesté en explicar a mi hija que esto no era una videoteca, cariño, es una biblioteca, de biblio = libro; y aquí no se alquila porque no se paga, como en el videoclub, aquí se toma en préstamo. Ya, ya, a ver quién es el guapo que se lo cuenta ahora.

Quiero citar palabras de Blanca Calvo en su intervención en el II Congreso Nacional de Bibliotecas en las Jornadas que se celebraron contra el préstamo de pago en bibliotecas:

Cuando hace unos meses empezamos a informar a la sociedad sobre el peligro que se venía encima, mucha gente no nos entendía: había que repetir lo de que hay sectores que quieren obligar a las bibliotecas a pagar por los préstamos que hacen, de tan absurdo que eso parece la primera vez que se escucha. Yo voy a llevar el absurdo un poco más allá: Si se considera normal que las bibliotecas paguen a los autores, alguien tendría que pagar a los bibliotecarios que consiguen prestar muchos libros de un determinado autor, y alguien tendría también que pagar a los usuarios que se llevan muchos libros y así generan ingresos para los bibliotecarios que prestan mucho y así generan ingresos para los autores… Si ese mundo absurdo llega a ser realidad no duden de que será un mundo sin servicios públicos. Las bibliotecas desaparecerán, se quedarán por segunda vez en nuestra historia en el terreno de los sueños.


He comenzado citando el párrafo con el que Blanca Calvo termina su discurso, y lo he hecho para que puedan ustedes reaccionar ante la tontería del pago por el préstamo en las bibliotecas públicas; yo me he quedado tan estupefacta cuando he visto que la Unión Europea no puede eximir a España del cumplimiento de la directiva europea. Tal directiva es del 2002 y en ella se explica que la diversidad de préstamo público en los países miembros es, en esa época, brutal en cualquier aspecto: en los objetos prestados, en las instituciones exentas del pago por préstamo, en los intereses culturales y académicos de los países... Lean
Instituciones de préstamo exentas del derecho de préstamo público:

La mayor parte de los países hacen uso de la posibilidad de eximir a determinadas instituciones de préstamo del derecho de préstamo público.

Irlanda, Italia y los Países Bajos disponen de una exención para determinadas bibliotecas. En Irlanda no se produce infracción alguna del derecho de préstamo público en caso de préstamo de artículos sin remuneración por parte de establecimientos educativos y establecimientos a los que tiene acceso el público. En Italia están exentas las bibliotecas y fonotecas de propiedad pública. En los Países Bajos las bibliotecas están exentas de la obligación de pagar una remuneración por el préstamo a los deficientes visuales, al igual que las instituciones educativas y de investigación. Italia concede una exención de cualquier derecho de préstamo público a las bibliotecas de titularidad estatal que prestan libros, CD y discos.

El Reino Unido también exime del derecho de préstamo público a determinadas bibliotecas públicas y establecimientos educativos.

En España y Portugal existe una amplia exención que incluye a museos, archivos, bibliotecas, hemerotecas, fonotecas y videotecas que pertenezcan a organismos de interés público de carácter cultural, científico o educativo sin ánimo de lucro, y establecimientos educativos que pertenezcan al sistema educativo español; esta lista incluye, de hecho, a la mayor parte de las instituciones de préstamo abiertas al público. Finlandia, por su parte, exime a todas las bibliotecas públicas y a las que se dedican a fines docentes o de investigación.

Bélgica y Luxemburgo tienen todavía pendiente la aprobación de nuevos decretos, que se prevé que establecerán la exención para determinadas categorías de establecimientos.

(El subrayado es mío.)

En el año 2004, la Comisión Europea denuncia a España ante el Tribunal de Justicia de la Unión Europea:

El Abogado explica que España ha argumentado que, en el presente caso, «la consecución de objetivos culturales prevalece sobre el objetivo de garantizar a los autores unos ingresos suficientes» y que «el legislador español tuvo en cuenta el hecho de que el uso de las bibliotecas públicas en España está muy por debajo de la media europea».

No obstante, agrega que la normativa europea no autoriza a los países a establecer una remuneración «nula» e insisten en que, en cualquier caso, las excepciones no pueden incluir en la práctica todos los establecimientos potencialmente sujetos al pago.

A mí me encanta eso de que el legislador español trate de usar como atenuante el que el uso de las bibliotecas públicas en España esté muy por debajo de la media europea; ¿no les parece a ustedes una actitud muy española? Me enternece. Lo malo es que habrá que parar la animación a la lectura, como sugerían hace poco Javier Marías y Espido Freire —aunque creo que lo sugerían como estrategia de choque, no para que la gente no leyera—, o nos vamos a quedar sin atenuantes que alegar.

Si leen completo el alegato de Blanca Calvo o si ven la lista de firmas de autores, verán que los escritores no están de acuerdo con este pago que exige la directiva europea; como dice Blanca, con lo poco que hoy en día dura un libro en una librería y con lo que le gusta a un autor ser leído, estar en una biblioteca es, para todos ellos —es cierto que no todos han firmado, pero no se conoce ninguna lista de autores que apoyen el préstamo de pago— la mejor manera de llegar a los lectores y un gran orgullo. Amén de que ser escritor nunca ha estado reñido, más bien al contrario, con ser lector; y un gran lector ¿cuándo no tiene necesidad de acudir a una biblioteca, ya sea en busca de un libro agotado, ya a cotejar con otra edición una que tenga él?

Atención, que puede que no necesariamente nos repercuta el pago directamente, contante y sonante, y no nos enteremos mucho, pero eso no quiere decir que no exista: pregunten, indaguen dentro de unos meses. Alguno dirá: por ahí podía haber empezado, y respirará tranquilo. No respiren tranquilos, que el que no pase al usuario en forma de «Préstamo: tres libros durante un mes, no renovable: 1 euro por libro sección infantil y juvenil, 2 euros sección narrativa, 3 euros secciones poesía, biografías, teatro y especializadas. Otros materiales: por favor, pregunte en el mostrador» no quiere decir nada más que el que asume el coste es el presupuesto de la biblioteca, es decir, el presupuesto del Ministerio de España, los presupuestos de las comunidades autónomas (en la red de bibliotecas públicas) y los presupuestos municipales (en las bibliotecas dependientes de los ayuntamientos): su dinero, señores, nuestro dinero; el siempre escaso presupuesto de las bibliotecas con el que los bibliotecarios hacen juegos malabares para nutrir y gestionar los fondos, tener personal con el que atendernos, formarnos, ayudarnos a encontrar lo que sea que buscamos y animar a la lectura a niños y mayores. Si ese presupuesto hay que gravarlo con un pago por préstamo, habrá que ser mago para conseguir adquirir siquiera un ejemplar al año.

Bueno, no puedo decirles que no lloren, que no se mesen los cabellos... pero sí puedo recomendarles que visiten el Seminario de Literatura Infantil y Juvenil, en el que hay recogida de firmas contra el préstamo de pago, información sobre las Jornadas contra el préstamo de pago en bibliotecas, y miles de enlaces más sobre asuntos concernientes a esto. También pueden hacer, además, lo que he hecho yo esta mañana: acercarse a la biblioteca y coger en préstamo gratuito aún lo que buenamente quieran: yo, un cuento y dos novelas; ustedes, ese libro que siempre olvidan o ese CD que el otro día descubrieron; aprovechen, que no cuesta nada.

Y de regalo, el primer párrafo de la intervención de Blanca Calvo, que cita a Federico García Lorca:

No sólo de pan vive el hombre. Yo, si tuviera hambre y estuviera desvalido en la calle no pediría un pan; sino que pediría medio pan y un libro. Y yo ataco aquí violentamente a los que solamente hablan de reinvindicaciones económicas sin nombrar jamás las reivindicaciones culturales que es lo que los pueblos piden a gritos. Bien está que todos los hombres coman, pero que todos los hombres sepan. Que gocen todos los frutos del espíritu humano porque lo contrario es convertirlos en máquinas al servicio del Estado, es convertirlos en esclavos de una terrible organización social.

Federico García Lorca. «Fragmento del discurso pronunciado con motivo de la inauguración de la Biblioteca de Fuentevaqueros.»

[Sigue aquí.]

Ana Lorenzo, Rivas Vaciamadrid (España)


7 comentarios

Alenis -

¡Dios mío...!

MijacK -

existe otra posibilidad. que el autor que quiera cobre su parte y asi los dan browns estaran en fnacs y no en bibliotecas

Ana Lorenzo -

Primero, el problema esta vez no lo plantea nuestro estado, sino la legislación europea y la resolución de la Comisión: arguez, kchopein, miren los enlaces.
Segundo, Gonzalo, efectivamente el problema es que el pago a los autores recae en un raquítico presupuesto para las bibliotecas, como todo presupuesto para cultura y educación comparado con otros presupuestos del estado (me da igual del español, del francés, del chino... ) o de los de las comunidades. Pero es que los mismos autores quieren que la posibilidad de estar en las bibliotecas no les sea entorpecida: a ellos les supone una difusión entre lectores antes de la fama y después, una consagración, una pervivencia de sus libros en una sociedad en la que el tiempo medio de vida de un libro en la librería está en unos tres meses (excepto bestsellers), una forma de sobrevivir a descatalogaciones... Hay tantas ventajas para autor y lector. En realidad lo más justo sería ver si los derechos de autor o los editores trabajan hoy con márgenes justos. ¿No? El tema da mucho de sí, esto es un, como bien dices, la punta de un iceberg, o de varios. Un abrazo.

Gonzalo García -

La frase última ha quedado coja: "si no se introducen nuevos gastos...". Un abrazo.

Gonzalo García -

Por hacer de abogado del diablo: diría que el problema no es que se pague a los autores (que tampoco lo veo como algo malo en sí mismo), sino que se recorte un presupuesto de por sí bastante deficiente. Así que yo lo enfocaría de otro modo: para mí el problema esencial es la racanería de los fondos de los que viven las bibliotecas públicas. Si no se introducen nuevos se evita un mal añadido, pero no por eso se arregla el mal mayor.

arguez -

Desde el momento que la ministra de industria dice que hoy en día no existe la creación sin industria, no se puede esperar otra cosa del estado que la defensa de la industria (lo material) frente a la difusión de la cultura (lo relativo al espíritu humano). La lucha es cada vez más desigual...

kchopein -

Desde el momento que la ministra de cultura dice que hoy en día no existe la creación sin industria, no se puede esperar otra cosa del estado que la defensa de la industria (lo material) frente a la difusión de la cultura (lo relativo al espíritu humano). La lucha es cada vez más desigual...