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Lecciones magistrales de disección: el anticipo caserónico de la «Nueva Gramática de la Lengua Española»

Lecciones magistrales de disección: el anticipo caserónico de la «Nueva Gramática de la Lengua Española»

La RAE quiere mostrarnos que trabaja y que emplea en algo productivo los caudales que recibe a espuertas: casi cuatro millones de euros sólo de nosotros, los hablantes y contribuyentes españoles (véase aquí, p. 20); muchísimo más de sus benefactores privados (y sirvan como muestra este botón y este Botín), que deben de estar ansiosos por tener ya esa norma unitaria del español, panhispánicamente consensuada, pues, como afirmaban los dos últimos directores de la Docta Casa y recogía Jaime Otero[1] en este artículo:

«La presencia hispánica, actual y futura, en el concierto o desconcierto del mundo, depende decisivamente de la unidad idiomática», decía el entonces director de la Real Academia, Fernando Lázaro Carreter, en la inauguración del Congreso de la Lengua de Sevilla de 1992. Para el actual director, Víctor García de la Concha, «nuestra fuerza, nuestra riqueza y nuestro futuro es América Latina, y por eso la política lingüística debe ser panhispánica» (declaraciones a El País, 3 de mayo del 2004). La globalización tiende a reducir el número de lenguas internacionales de comunicación. Y al igual las empresas que invirtieron en América Latina, para sobrevivir hay que crecer, «hay que ser una lengua de uso de gran número de personas, tener un idioma unitario, estar muy presente en las tecnologías y ser una lengua importante en la diplomacia y los foros internacionales».

Es tal el fervor académico por poner en nuestras manos pruebas de su productividad, y de contribuir con su labor uniformadora a incrementar el (supuesto) valor económico del español que, a su ya conocida política de publicación por goteo del código normativo del español,[2] añade las prácticas más astutas del márquetin editorial moderno, con la prepublicación de un anticipo en pdf de su incesantemente anunciada Nueva gramática de la lengua española.

Para utilidad de los lectores de A&C, nuestro erudito filólogo de guardia, Jordi Minguell, nos ofrece esta minuciosa disección de lo que parece una más que probable rana académica:

 

Primera fase de la disección: incisiones cutáneas de la pared torácica y abdominal

He abierto deprisa el anticipo de la gramática de la RAE y, al examinarlo, me he encontrado con diversas anomalías.

En la presentación se afirma: «La norma de corrección no la proporciona un solo país, sino que tiene carácter policéntrico». Pocos renglones después se asevera que se va a describir «la norma culta común del español general».

El concepto de norma policéntrica se puede entender de dos modos:

1) Se trata de una norma única, concertada por distintos centros en perjuicio de determinados usos.

2) Se trata de una norma variable, establecida por acuerdo de distintos centros.

Si bien no se define el concepto de norma culta (algo verdaderamente arduo), los autores de la gramática no dudan de que el castellano general tenga UNA SOLA norma culta, visto que el anticipo disponible es una colección de variantes, de entre las que los autores suelen «recomendar» una. Tras la recomendación está, de hecho, la norma única.

Así, pues, parece que debe creerse que estos autores hacen propia la definición 1 de norma policéntrica y parece harto probable que esta cacareada norma policéntrica sea precisamente eso: una norma única concertada por el Caserón Neoclásico de Los Madriles y los Virreinatos de Ultramar.

No solo los redactores parecen estar convencidos de que el castellano tiene una sola norma culta, sino también de que tiene UN SOLO ESTÁNDAR. En efecto, escriben: «Registrar aquellas variantes conversacionales de la lengua no estándar atestiguadas en el mundo hispánico [...]». Evidentemente, no definen el concepto de estándar (otro cometido —parece— muy arduo).

 

Segunda fase de la disección: incisiones musculares y sección de la cintura pectoral, y descripción general de las vísceras

Adentrémonos ahora en el detalle anatómico de la morfología normativa.

Claramente normativa es la gramática respecto al género no marcado para seres animados: «Se trata del masculino», dicen los autores. Yo no puedo estar más que
de acuerdo, porque este es el funcionamiento del castellano. Con esta norma la RAE se pronuncia de modo claro sobre el mamarracho este del lenguaje «no sexista».

La escritura, sin embargo, traiciona de vez en cuando el pensamiento no manifiesto de los redactores de la gramática. Dicen: «En el lenguaje de la política, en el administrativo, en el periodístico, en el de los textos escolares y en el de OTROS MEDIOS OFICIALES [...]». Diríase que, para los redactores, los escritores de textos escolares y los periodistas pertenecen a los «medios oficiales». Los redactores no explican algunas decisiones léxicas que me resultan incomprensibles. Recogen fiscala, jueza y jefa al lado de la fiscal, la juez y la jefe, pero no queda claro por qué optan. Sin embargo, desaconsejan asistenta social, aun reconociendo que es una forma difundida. No aceptan soldada como femenino de soldado, pero sí perita como femenino de perito. Del mismo modo, tienen documentado miembra como femenino de miembro, pero desaconsejan su uso.

A propósito de miembro, los redactores escriben esta comicidad: «El sustantivo masculino ‘miembro’ designa ciertas extremidades articuladas». Enseguida pensé: «¿Donde estará la articulación del pene, llamado también el miembro o miembro viril? Hallándome en tanto berenjenal, acudí al DRAE para ver qué dice de pene. Reza esta obra: «Miembro viril». Voy a miembro y no encuentro miembro viril. Sin embargo, encuentro esta acepción de miembro: «Órgano de la generación en el hombre y en algunos animales». Esta definición es muy cómica, por dos razones:

1) Hombre (género no marcado) indica a la humanidad, por lo que la RAE cuenta que las mujeres tienen pene.

2) Procrear significa «perpetuar la especie», por lo que la RAE dice que el pene es el único órgano necesario para reproducir la especie.

Los redactores del anticipo son poco precisos. Escriben: «Los pronombres personales tónicos [...] y todos los átonos, a excepción de lo, la y sus plurales, se comportan gramaticalmente, EN CIERTA MEDIDA [¿qué significará?], como los sustantivos comunes en cuanto al género». Pocos renglones después, la situación cambia, desaparece la «cierta medida». En efecto, se lee: «Parece apropiado entender, por consiguiente, que las formas de concordancia descritas ponen de manifiesto que los pronombres personales arriba mencionados se comportan como los sustantivos en cuanto al género». ¡Qué exactitud!

Encuentro encantador que el adelanto se refiera al castellano de España llamándolo «español europeo». Notoriamente, Europa está repleta de países donde se habla normalmente el castellano. Algo así como las Américas, vaya.

Hablando del género de ánade y de áspid, el anticipo menciona solamente los nominativos de los étimos (anas y aspis), que al lego en latín y etimología ni siquiera le sugieren por qué a partir de tales forma el castellano llegó a las de ánade y áspid. El colmo de la inutilidad es que los redactores indican la longitud de las vocales de los étimos: dos breves en anas, breve la i de aspis. Copiaron, copiaron muy bien: de hecho, los diccionarios latinos no indican la longitud de la a de aspis, porque es larga por naturaleza, al aparecer ante dos consonantes.

Si los redactores del anticipo querían decir algo a los lectores al citar los étimos, debían haberlo hecho en acusativo, del cual derivan: aspidem (con i breve, que indica que la tónica cae en la vocal anterior) y anatem (con la segunda a breve, que indica que la tónica cae en la vocal anterior). Aun no sabiendo latín ni gramática histórica, los acusativos dan indicaciones mucho más certeras sobre las formas castellanas.

El adelanto no se ahorra alguna que otra afirmación arriesgada. Por ejemplo, dice: «Corresponde a los diccionarios, como es obvio, informar del género que presentan los sustantivos, no del sexo que poseen los individuos que estos pueden designar». ¿Cómo habrá que definir las palabras oveja, vaca, yegua y demás heterónimos? ¿Cómo habrá que definir, por ejemplo, la palabra mula, que no es un heterónimo. Como se quiera; pero, como cuentan los del Caserón Neoclásico, el hacerlo no es cometido de los diccionarios.

El anticipo, remitiendo a un parágrafo aún no escrito (el del adjetivo) habla de «uso anafórico de ‘mismo’» («Con el mismo tono de siempre») y de uso intensivo o enfático («Lo autorizó el mismo Sr. Presidente»). Cabe esperar que, en el parágrafo sobre el adjetivo, los redactores expliquen qué es el «uso anafórico». A ojo de buen cubero, diría que muchísimos de los potenciales lectores de la obra no tienen nada claro lo del «uso anafórico».

Y luego los egregios hablan de furbo. Perdónalos, Padre, porque no saben lo que dicen. Hablan de un inexistente club italiano «Firenze». Querían decir «Fiorentina», pero, como se dice en mi tierra, «Tot és bo el que l’olla cou» (bueno es todo lo que el puchero cuece). Tras señalar que la mayor parte de equipos de fútbol italianos se designan con el artículo femenino, los caserónicos redondean desde lo alto de su torre ebúrnea: «En italiano se suple en estos casos el sustantivo femenino squadra». ¡Pues no, señor! Se suple sencillamente società o associazione, palabras que figuran casi siempre en la denominación oficial de los clubes.

Hubiera hecho bien la Corporación siguiendo el ejemplo de la nueva gramática del catalán que elabora la Secció Filològica del IEC y permitiendo a los expertos discretas disecciones previas de su gramática preceptiva.

Jordi Minguell, Roma



[1] Investigador de Lengua y Cultura del Real Instituto Elcano, una fundación privada cuya tarea fundamental es «realizar un estudio exhaustivo de los intereses de España y de los españoles en la sociedad internacional, para ponerlo al servicio de la comunidad», y cuyo patronato presenta curiosas coincidencias con los benefactores de la RAE que financian sus trabajos.

[2] Recordemos que, en los dos últimos años, la RAE y las academias hispanoamericanas asociadas han sacado a la luz el Diccionario del estudiante (con Santillana), el Diccionario panhispánico de dudas (o DPD; con Santillana) el Diccionario esencial (con Espasa) y, durante el reciente IV CILE, el Diccionario práctico del estudiante (una mínima adaptación para América del académico Diccionario del estudiante, que, según comentan en la página de Santillana, no se vende en España, aunque sí se siga vendiendo en algunos países de Latinoamérica el Diccionario del estudiante original). Todas estas obras, sin anular la validez normativa del Diccionario (2001), la Gramática (1931) y la Ortografía (1999) vigentes, han ido avanzando paulatinamente algunas de las novedades de norma que incorporarán el nuevo Diccionario académico (previsto para el 2013), la nueva Gramática (prevista para el 2008) y la nueva Ortografía (prevista para marzo del 2007), de tal modo que, para conocer la norma actual del español hay que manejar hoy al menos seis obras distintas (dos de ellas no libremente consultables por línea).

Pero lo más grave no es esa dispersión y goteo de la norma culta del español, sino las clamorosas contradicciones que se detectan entre unas obras académicas y otras, la ausencia de criterios y metodologías comunes y diversos errores de bulto, que están llevando a la RAE —según se cuenta en los mentideros lingüísticos— a plantearse la corrección, a menos de un año de su publicación, de la versión en línea del DPD, lo que invalidaría su primera edición en papel, que en sólo cinco meses se convirtió en superventas.

3 comentarios

Pedro -

Su artículo está realmente bien: científico y consecuente; le felicito por él.
Permítame hacerle una pregunta: ¿cuál es su opinión sobre la "Gramática descriptiva de la lengua española". Gracias de antemano.

Pedro Pablo -

Un artículo muy interesante, bien redactado y argumentado con propiedad. Las abundantes referencias en forma de enlaces lo dotan de un interés mayor, si cabe. Esperemos que esta nueva gramática sea, en su conjunto, una gran obra.

Un saludo.

Pedro.

Ana Lorenzo -

Jordi, me ha gustado mucho tu artículo, sobre todo por lo que tiene de constructivo: si la RAE tuviera una forma de trabajar similar a la del IEC (y creo que es un ejemplo que deberíamos imitar, los aciertos de una institución similar tan cercana), en que dejara que sus publicaciones apareciesen en la red para que los que trabajan con la lengua expresaran sus ideas y correcciones, como has hecho tú hoy aquí, la RAE y todos ganaríamos mucho. Aún está a tiempo de cambiar y rectificar, que es de sabios.
Un beso