Las crisis del panhispanismo, 2: la endémica debilidad de las academias latinoamericanas
La escasa autoridad de la que gozan las academias de la lengua correspondientes en sus propios países y su situación de subordinación a la Española y a los intereses de la política lingüística española es bien conocida, incluso en estos tiempos de pretendido trabajo «en pie de igualdad». Pero quizá el mayor inconveniente con el que topa la estructura de coordinación interacadémica ya no es la falta de independencia y fuerza de las academias latinoamericanas, sino la precariedad financiera y estructural de muchas de ellas, particularmente de las centroamericanas, como es el caso de la Academia tica (cuya web, por otra parte, es más que decente, valga decirlo):
Miembro de Academia tica denuncia ‘trato vergonzoso’
Fernando Durán Ayanegui critica falta de sede y de presupuesto ‘dignos’
Ministerio de Cultura señala que nunca ha recibido un reclamo oficial
Pablo Fonseca Q. | pfonseca@nacion.com
El secretario de la Academia Costarricense de la Lengua (ACL), Fernando Durán Ayanegui, criticó severamente el trato que el Gobierno de la República da a esta institución cultural.
En un artículo de opinión publicado el pasado domingo en La Nación , Durán dijo que el presupuesto actual tiene a la ACL “en un estado cercano a la lipidia” y que eso es “vergonzoso”.
También indicó que el presupuesto asignado se rige bajo controles “indebidos y humillantes”.
Asimismo, Durán afirmó que la ACL es “más maltratada por el gobierno” que las de los demás países latinoamericanos.
Para el 2009, el Ministerio de Cultura asignó a la ACL un monto de ¢2.471.920.
Sin sede. Según recordó Durán, el Convenio Multilateral sobre la Asociación de Academias de la Lengua Española, ratificado por Costa Rica en 1963, obliga al país a dotar a la ACL de una sede y un presupuesto “dignos”.
La administración Pacheco (2002-2006) decidió que la sede de la ACL sería el antiguo edificio del Banco Anglo en avenida central, entre calles 1 y 3, en San José.
Esa Administración invirtió ¢110 millones en su restauración, pero no alcanzaron para terminar los trabajos. Desde entonces no se ha invertido más en ellos.
La Nación quiso conversar sobre esta situación con María Elena Carballo, ministra de Cultura. Sin embargo, ella designó a la oficial mayor, Maribel Salazar, para dar las declaraciones.
Salazar dijo que para este año existe una partida de ¢300 millones para invertir en el edificio.
No obstante, aceptó que ese monto es insuficiente para todos los trabajos y que se ignora cuándo estarían listas las obras, “pero no será este año”.
Sobre el control de los fondos, Salazar dijo “entender perfectamente la frustración” de Durán, pero agregó que los requisitos los señala la Contraloría General y “se debe cumplir con ellos”.
Salazar negó que el Ministerio haya recibido una queja formal de la ACL sobre los fondos asignados anualmente o la falta de sede.
Alberto Cañas, presidente de la ACL, aceptó la ausencia de una queja formal. “Pero sí han recibido la queja de la Real Academia Española (RAE). La RAE se le quejó a don Óscar Arias, en Madrid, delante del Rey. Es el único país que no ha cumplido el tratado de 1963”, explicó el presidente de la ACL.
Dos visiones. Cañas aclaró que ni con la actual Administración ni con jerarcas anteriores han tenido ningún problema o enfrentamiento. “La ACL no tiene ninguna queja de la actual Ministra”, aseguró.
Una opinión distinta expresó Durán cuando La Nación lo contactó vía electrónica para ampliar sus declaraciones.
“El Gobierno, por medio de la ministra de Cultura, nos ha estado dando ‘atolillo con el dedo’ y es absolutamente cierto que la ACL se encuentra más desamparada que la de cualquier otro país americano”, escribió Durán.
Actualmente, la ACL sesiona en la Biblioteca Nacional.
“¿Para qué vamos a pedir presupuesto, si no tenemos una sede? Si tuviéramos una sede, abriríamos una biblioteca al público, tendríamos que pagar luz, tendríamos una secretaria... ahora no tenemos dónde poner ni siquiera un teléfono”, explicó el presidente de la ACL.
Cañas dijo que desde hace años la ACL solicitó como sede la antigua Estación del Ferrocarril al Atlántico o el costado sur de la Antigua Aduana.
“Para el estado en que estamos no necesitamos mucha más plata, esa es la verdad, pero la obligación de Costa Rica es darnos una sede”, añadió Cañas.
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