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¿En qué español se publica en Estados Unidos?

¿En qué español se publica en Estados Unidos?

Hace ya años, publicamos en esta bitácora una serie dedicada a la imagen del español en Estados Unidos y al fomento de su prestigio mediante la promoción de la industria cultural en español, una política de acción exterior especialmente encarada por el Gobierno español y por algunos de los principales sellos editoriales peninsulares, que abre las puertas a un extensísimo mercado.

Ya entonces nos sorprendíamos de que en ningún foro, curso, informe, portal o cualquier tipo de lugar de debate e información sobre la situación del libro en español en EE.UU. se prestara la más mínima atención a un elemento tan capital para el acercamiento a ese mercado como es la variedad de español en la que conviene publicar para los hispanohablantes del país.

La población latina de Estados Unidos, no siempre hablante de español como primera lengua, es un complejísimo bullidero lingüístico de variedades y lenguas en contacto (y de etnias e identidades culturales), como ha descrito recientemente John Lipski en Varieties of Spanish in the United States (hábilmente reseñado por José del Valle en contraste con el megalómano artefacto propagandístico que es, en muy buena medida, la Enciclopedia del español en Estados Unidos, promovida por el Instituto Cervantes y coordinada por el académico y director de la ASALE, Humberto López Morales). En situaciones tan diversas y tan poco estables, resulta tremendamente difícil saber qué modelo de lengua escrita resulta aceptable para el lector al que nos dirigimos, con cuál se identifica, cuál comprende y asimila con más facilidad. Sin embargo, las editoriales necesitan contar con un modelo de referencia que guíe el tratamiento textual de lo que publican, que agilice y simplifique su sistema productivo y que se adapte a sus necesidades de mercado. Y es justamente esta cuestión fundamental la que no suele tratarse nunca al hablar de la edición en español en Estados Unidos.

Sabemos que la Academia Norteamericana de la Lengua da pasos incansables para promover el «buen español panhispánico» entre los hispanos del país (esta extensa y polémica entrevista de Malín Falú a sus principales miembros da buena muestra de sus desvelos: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7); pero la esencia purista y elitista de la lengua que proponen difícilmente cuaja entre una población que vive en una situación diglósica desfavorable a sus lenguas de origen o de familia, cuyas hablas tienen bien poco reflejo en la norma culta panhispánica y que, ante las filípicas académicas, bien se encogen de hombros y siguen con sus prácticas verbales habituales, bien se inhiben del uso de cualquier variedad de castellano y completan el tránsito hacia el monolingüismo anglófono.

No obstante esta palpable y dinámica diversidad, me consta que las editoriales españolas que han desembarcado en el mercado estadounidense raramente hacen esfuerzos de acomodo a la realidad (o realidades, más bien) lingüísticas de los hispanos y sencillamente exportan producciones realizadas según un modelo de lengua peninsular. Nada que decir de las obras con un evidente componente literario, escritas originalmente por autores españoles; pero el resto de producciones deberían adaptarse al lector estadounidense, cuyo perfil, por otra parte, es tan variado como desconocido.

Uno de los pocos estudios que han sabido comprender la importancia de la variedad de referencia en la publicación de libros (La edición en español en Estados Unidos: estado actual, retos y dificultades, promovido por el portal Ediciona) confirma mi percepción sobre la desidia de los editores españoles y explica la solución de compromiso por la que suelen optar en su práctica editorial los sellos autóctonos que publican en español:

En cuanto a las traducciones al español de libros escritos en otras lenguas hay que hacer una distinción entre las que se realizan en España y las hechas por editoriales de origen no hispano en Estados Unidos. Una consecuencia de la enorme diversidad de orígenes de la población hispana de Estados Unidos es la existencia de diferencias importantes en el español que hablan quienes pertenecen a ella, lo cual plantea un problema al traducir obras escritas en otras lenguas para introducirlas en el mercado estadounidense. Al respecto Aída Bardales explica que «en los libros para adultos se procura utilizar un español muy neutro. Hay que tener en cuenta que si el traductor es colombiano, luego sería bueno que el editor fuera mexicano y que quien hiciera la última revisión del texto fuera un argentino de manera que entre todos se creara un equilibrio. Cuando yo era editora y mandaba a traducir una novela a veces me sucedía que se la pasaba a un traductor argentino y luego a mí me tocaba corregir la traducción y aunque al traductor se le daba la instrucción de utilizar un español neutro —usar el “tú” en lugar del “vos”, por ejemplo— siempre había vocabulario que no se entendía. Cuando contrastaba un término con mis compañeros que eran de otros países y ninguno lo entendía empezaban los problemas porque teníamos que tratar de adivinar su significado». De acuerdo con Teresa Mlawer, como «no hay duda de que la población inmigrante que habla en español en Estados Unidos proviene de Latinoamérica y principalmente de México» se evita el libro editado en español de España para que los lectores latinos puedan leerlo sin ninguna dificultad. No obstante, cuando las editoriales españolas introducen sus libros en el mercado estadounidense suelen utilizar las mismas ediciones que han hecho para España en lugar de adaptar las traducciones al estándar lingüístico hispanoamericano. Por otro lado y tal como lo explica Aída Bardales, para reducir costes las editoriales estadounidenses que hacen libros en español muchas veces «trabajan con traductores que están fuera de Estados Unidos en parte porque les sale más barato y porque ya tienen conexiones con ellos. Hay otras que tienen sus traductores en Estados Unidos, lo cual es mucho más caro».


Esta opción por un español neutralizado escrito (que selecciona, en la medida de lo posible, lo más común al área hispanohablante; es decir, que preferirá papa a patata por ser la opción mayoritaria) no ha de resultarnos extraña: es la misma por la que se han decantado tradicionalmente los medios de comunicación en español que emiten en Estados Unidos y que constituyen un foco de irradiación de modelos de lengua de fuerte calado entre la población latina. Conociendo el papel referencial y la amplia capacidad difusora de usos lingüísticos de estos medios entre su audiencia estadounidense, las academias, por medio de la Fundéu (española y hoy también mejicana), también han intentado llevar el agua a su molino, actuando directamente sobre la capacitación lingüística de los periodistas hispanos estadounidenses, siempre guiados por el ideario unitarista y expansionista que así reumía Álex Grijelmo (Defensa apasionada del idioma español):


Hablan español [...] 25 millones de personas en Estados Unidos que han dejado tan lejos a los dos millones de hispanos que lo empleaban allí en 1940, a los 10 millones de 1976 y hasta a los 17 millones de 1984. Todos ellos han creado una plaza mayor estadounidense a la que acuden 500 periódicos, 152 revistas, 94 boletines y 205 casas editoriales. Los diez principales diarios en español llegan cada día a 500.000 lectores; dos canales de televisión, Telemundo y Univisión, se unen a las emisiones de Televisa para hispanos, y la música latina inunda los transistores de Miami pero también los de Nueva York. 1 = Los medios de comunicación que ya se han consolidado podrán servirles de sustento para la unidad de su lengua. Y ningún papel como el que le corresponde al diario El Nuevo Herald, hijo adolescente del Miami Herald que se ha independizado para pasar de la función de suplemento del diario inglés a la edición propia en español. Su lenguaje de prestigio habrá de servir como referencia para crear ese idioma español de Estados Unidos, porque podrá haber un español de Estados Unidos como hay un español de Argentina y un español de Bolivia. Un español, en cualquier caso, que reconozca los genes de las palabras y cuyos cromosomas se puedan relacionar entre sí para crear de ese modo una música gramatical inteligible por todos los demás hispanohablantes.

 

[NOTA AL PIE DEL TEXTO CITADO:]

1. Datos extraídos de la ponencia presentada por Xosé Castro Roig ante e Hunter College, de Nueva York, y del Anuario del Instituto Cervantes.


El recurso a la neutralización, lejos de convertirse en una panacea para el editor, es, como ya he dicho, una solución de compromiso. Todo el que haya tenido que enfrentarse al reto de reducir al mínimo los localismos de un texto en español (de autoría o de traducción) sabe que no existe un método establecido ni obras o recursos accesibles y de referencia principal, aun contando con trabajos tan útiles y meritorios como la base de datos de Varilex (pese a su perpetua incompleción). La experiencia y el trabajo en colaboración acaban siendo, como señalaba Aída Bardales, el apoyo principal del adaptador. Paradójicamente, el abuso del término español neutro, del que suele hablarse alegremente sin saber muy bien en qué consiste y a menudo confundiéndolo con el español estándar académico, lleva a algunos responsables de publicaciones a creer que puede neutralizarse cualquier clase de texto y a encargar alegremente trabajos de neutralización sin dar al profesional mínimas indicaciones del resultado esperado.

Este fue el caso de mi primer contacto con el mundo editorial estadounidense. Hace ya unos años, me llegó un anuncio de uno de los sellos de Random House en Nueva York, en el que se solicitaban traductores y correctores de español. Los candidatos a correctores de estilo debían superar la prueba de pasar a español neutro un texto literario, del que ofrezco un fragmento. Como verán rápidamente, se trataba de una tarea tan absurda como imposible, encargada por una editora que no tenía ni papa de ninguna clase de español, y que me negué a realizar previendo una retahíla de futuros encargos de pesadilla, en los que tendría que romperme los cascos para intentar reducir la genuina expresividad del estilo original a un despacho de la CNN:

¿Cómo explicarte lo de Pedro Infante? Si eres mexicana o mexicano y no sabes quién es, deberían atarte a una estufa ardiente con reata de yuca y chicotearte a olote picudo mientras te tengan zambutiado en un barril de fideo batido. Si perteneces a otra raza y etnia cultural, pues ya es hora de que sepas del más famoso de los cantantes y actores mexicanos.


En definitivas cuentas y como deja bien patente La edición en español en Estados Unidos: estado actual, retos y dificultades, en el mercado del libro en español en los EUA no es oro todo lo que reluce ni hay recetas para el éxito; incluso, en lo puramente lingüístico, hay que hacerse con pico, pala e ingenio para acceder a él.


Silvia Senz

1 comentario

LauraC -

me encantó el artículo! completísimo... yo publiqué una explicación breve del tema...
http://blog-de-traducciones.spanishtranslation.us/espanol-neutro-2009-10-27.html