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La nueva RAE, un espejismo de representatividad, neutralidad ideológica, laboriosidad y modernidad, 9: de instrumento del panhispanismo a propiciadora del neopanhispanismo

La nueva RAE, un espejismo de representatividad, neutralidad ideológica, laboriosidad y modernidad, 9: de instrumento del panhispanismo a propiciadora del neopanhispanismo

(Entradas precedentes de esta serie: 1, 2, 3, 4, 5, 6,  7 y 8.)


La RAE, instrumento del panhispanismo decimonónico:

 

[...] en la década de 1852-1862, esta burguesía comercial consiguió aumentar constantemente el comercio con América, lo que llevó a pretender establecer unos vínculos con los nuevos países basados en elementos comunes de cultura. La pretensión de aumentar el comercio, disponer de puertos de acogida favorable para la abundante mano de obra de potencial emigración y acelerar el movimiento de reconocimientos consiguió que se generara la conciencia de fortalecer los vínculos entre España y los países americanos tomando como plataforma la pervivencia de una herencia cultural y unos mismos usos y costumbres. [Isidro Sepúlveda: El sueño de la madre patria: hispanoamericanismo y nacionalismo, Marcial Pons, 2005, p. 63.]


Si los comerciantes forman la vanguardia de la ofensiva americanista que emprende la burguesía española en la década de los [18]50, detrás de ellos, auxiliándoles logísticamente, proporcionando ideas, se encuentran los intelectuales y diplomáticos que protagonizan una «cruzada cultural», según Van Aken, caracterizada por el desarrollo de la doctrina del panhispanismo y los proyectos diplomáticos de crear una Unión Hispánica. [L. López-Ocón Cabrera  (1982): «La América. Crónica Hispano-americana: Génesis y significación de una empresa americanista del liberalismo democrático español», Quinto Centenario, 4 (1982), 137-174; p. 161.]



No era de extrañar, por tanto, que los defensores del hispanoamericanismo tomaran la comunidad idiomática como una de las bases esenciales sobre las que edificar sus proyectos unionistas. Incluso quienes poco o nada tenían que ver con este movimiento no podían dejar de apreciar la importancia que en todos los órdenes tenía la utilización del mismo idioma en las dos orillas atlánticas. [...] para todos ellos la utilización de un idioma común contaba con tres valores fundamentales. = El primero de ellos era la constatación de valores psicológicos que la lengua tenía [...]. La lengua era el gran archivo psicológico donde los pueblos conservan sus valores comunes; por lo que creaba por sí misma una comunidad intelectual que, en cuanto tal, no podía ser penetrada por quien desconocía la lengua. [...] = Un segundo punto de análisis mostraba el valor integrador de la lengua. Los hispanoamericanistas veían en ella el principal medio del que se había servido la España colonizadora para forjar, de una variedad dispersa de civilizaciones y sociedades, una única comunidad integrada.  [...] La capacidad de influencia que España pudiera mantener en América dependía del mantenimiento del castellano [...]; e incluso se hacía depender la continuidad de la identidad de las naciones americanas del mantenimiento del castellano como lengua materna [...]. Trascendencia no menor tenía el sostenimiento de la lengua como elemento identificador de esa comunidad, lo que no era otra cosa que el seguimiento de una de las bases estructurales del nacionalismo esencialista. Para el hispanoamericanismo, la aceptación del idioma como elemento fundamental de la comunidad cultural trasatlántica era una de las bases incuestionables, razón por la que su reiteración en la publicística y los discursos llegó a ser un lugar común.  [
Isidro Sepúlveda: El sueño de la madre patria: hispanoamericanismo y nacionalismo, Marcial Pons, 2005, pp. 214-217.]

 


Junto a estas personalidades y las actuaciones que desde la iniciativa privada conformaron el surgimiento del hispanoamericanismo, una de las campañas que más incidencia tuvo en el acercamiento entre España y las repúblicas americanas fue la emprendida en 1861 por la Real Academia de la Lengua. En América se venía produciendo un profundo y en ocasiones agrio debate sobre la importancia del idioma para la identidad nacional de los nuevos Estados. [...] el debate quedó establecido entre quienes mantenían la necesidad de completar la independencia política de la metrópoli española con la separación del idioma castellano y los que propugnaban la continuidad [...]. Esta disputa sobre las lenguas nacionales acumuló el resentimiento de autores americanos por la indiferencia con que se contemplaban sus obras desde la Península, argumentando que la causa de ello era el desdén [...] español hacia América. Con una visión acertada, a todo lo anterior la Real Academia respondió con una política que rompía el monopolio hasta entonces mantenido por filólogos y literatos españoles; la decisión tenía tanta trascendencia en las relaciones de España con las repúblicas americanas como en el interior de la misma España, pues incidía directamente en una de las bases del nacionalismo español, que paradójicamente a largo plazo encontró menos obstáculos a su hegemonía en el continente americano que en el interior del territorio español [...]. En 1866 la Real Academia ya tenía seis académicos correspondientes en América y a partir de 1873 se decidió crear academias correspondientes, siendo la primera la establecida en Bogotá.
[Isidro Sepúlveda: El sueño de la madre patria: hispanoamericanismo y nacionalismo, Marcial Pons, 2005, pp. 68-69.]


La RAE, propiciadora del neopanhispanismo globalizador:

 

En cuanto al presupuesto, siempre es, por definición insuficiente en una institución de este tipo. Nosotros recibimos una parte del presupuesto del Estado lo sabe su señoría porque tienen que aprobarlo, que viene a ser menos de la mitad de lo que realmente gastamos. El resto lo recabamos de ayudas. El Director de la Academia es un continuo mendicante. Tenemos en este momento, como sabe, la Fundación pro-Real Academia Española, cuyo presidente de honor es Su Majestad el Rey. La idea era que se constituyera un capital fundacional importante cuyas rentas pudieran mantener las actividades pero, naturalmente, el bajón de los intereses ha hecho que esa ayuda, aunque considerable, se haya quedado corta, como ocurre en todas las fundaciones. = Por tanto, lo que estamos haciendo es buscar ayudas para cada uno de los proyectos que tenemos. Y vamos a hacerlo y estamos haciéndolo con rigor, es decir, si nosotros queremos reformar los americanismos vamos a Endesa, que tiene intereses en Hispanoamérica, y le decimos que vamos a hacer este trabajo, y vamos a hacerlo en tanto tiempo, y le ofreceremos a usted detallada cuenta de cómo gastamos su dinero. = En la Academia trabajan en este momento más de cien personas, pero aparte de eso nos encontramos con el gran problema de las academias americanas y sus limitaciones presupuestarias, y tenemos que estar ayudándoles porque creemos en la Comunidad Iberoamericana de Naciones. [Víctor García de la Concha (director de la RAE), en comparecencia ante el Senado español (2002). (España. Cortes Generales: «Sesión núm. 301 de las Comisiones: Comisión de Educación, Cultura y Deporte (martes, 11/06/2002)», Diario de sesiones del Senado, VII Legislatura).]

 


Otro hecho concurrente: el renovado papel del español como elemento vertebrador de la comunidad hispánica de naciones. No es algo nuevo ni tampoco aislado, pero hoy adquiere contornos mejor perfilados y más vigor. = Hay que situarlo, enseguida, dentro de lo que acertadamente se ha llamado «reencuentro del mundo iberoamericano» (SANGUINETTI, 2007). Un reencuentro con componentes económicos, sociales y políticos bien definidos: principalmente, la masiva irrupción de multinacionales españolas en las economías de América Latina –escuela de estrategias de internacionalización para aquellas gracias, entre otras cosas, a la lengua compartida–; los flujos migratorios de iberoamericanos hacia España; los reforzados programas españoles de cooperación para el desarrollo; en fin, las anuales Cumbres Iberoamericanas de jefes de Estado y de Gobierno, ya cerca de su vigésima convocatoria, y la creación, todavía reciente, de la Secretaria General Iberoamericana. Todo ello, es verdad, conforma una especie de agrandada base material del actual acercamiento, de la revitalizada afinidad, de la multiplicación de intercambios que evoca el término reencuentro. = Donde este, sin embargo, se está produciendo más plenamente es en el terreno del idioma, merced a toda una serie de actuaciones que han ampliado y hecho más consistente el repertorio de normas e intereses compartidos en y sobre la lengua común. Suman aportes públicos y privados, iniciativas académicas y patrocinios de grandes empresas, trabajo especializado de lingüistas de alta cualificación y capacidad gestora. Todo ello al servicio de lo que es un verdadero programa de política lingüística panhispánica, cuyo cometido es fácilmente enunciable: la elaboración compartida –por las veintidós Academias de la Lengua Española de los tres grandes códigos que sustentan e ilustran la unidad del español: el código léxico del diccionario, el código gramatical y el código ortográfico (GARCÍA DE LA CONCHA, 2006). = Fundamental, mas aún, determinante para llevarlo a buen puerto está resultando la fuerza emprendedora y el indiscutido liderazgo de la Real Academia Española, que ha revitalizado de paso la Asociación, creada en 1951, de las correspondientes corporaciones académicas nacionales. Asociación que, a su vez y en colaboración con el Instituto Cervantes, ha encontrado en los Congresos Internacionales de la Lengua Española –en Zacatecas, 1998; en Valladolid, 2001; en Rosario, 2004; en Cartagena de Indias, 2007– un escaparate excepcional para proyectar socialmente su voluntad de preservar la «unidad en la variedad» del condominio lingüístico que es el español. = Los resultados de ese compartido empeño de quienes corporativamente son los valedores de la lengua, los logros de esa suerte de ambiciosa empresa intelectual transoceánica van mucho mas allá de lo estrictamente académico, siendo lo ahí conseguido de la máxima importancia. [
José Luis García Delgado, José Antonio Alonso y Juan Carlos Jiménez: «Introducción: razones de oportunidad», en Economía del español, Barcelona: Ariel, col. Fundación Telefónica, 2007, pp. 11-20).]

 



Como ya he señalado en trabajos anteriores realizados en colaboración con Luis Gabriel-Stheeman (J. del Valle y Gabriel-Stheeman, 2002),[...] al analizar la imagen del español desarrollada por las mencionadas instituciones [RAE e Instituto Cervantes], nos encontramos, en primer lugar, con que aparece insistentemente caracterizado como lengua de encuentro, como instrumento de comunicación que posibilita un diálogo y una convivencia armónica propios, aparentemente, de una patria común. Este principio lo formulaba así, de forma concisa pero extraordinariamente elocuente, Víctor García de la Concha, [...] actual Director de la Academia: «Es realmente emocionante cómo la lengua está sirviendo de lugar de encuentro y no sólo como canal de comunicación. La lengua nos hace patria común en una concordia superior» (citado en El País, 9 de julio del 2000). [...] = La segunda idea que perfila la imagen del español en la política lingüística a la que aquí me refiero afirma el carácter internacional del mismo. Esta proyección global del idioma se deriva no sólo de su presencia en los países que constituyen el mundo hispánico sino, y muy especialmente, de su capacidad de expansión. [...] la expansión del idioma se suele justificar más bien invocando los valores universales que se le atribuyen, tanto político-culturales, como hemos visto en el párrafo anterior, como económicos, como veremos en el que sigue. = Las virtudes conquistadoras de la lengua son buenas compañeras de la tercera y muy valiosa propiedad que se le asigna: su condición de recurso económico [...] el español como producto anhelado por extranjeros ansiosos de aprenderlo y con ello incrementar su capital cultural; el español como instrumento publicitario, como imagen de marca que hace un producto más apetecible; y el español como basamento de la identidad panhispánica que invita y legitima las inversiones e intervenciones españolas en las Américas. [José del Valle (2005): : «La lengua, patria común: Política lingüística, política exterior y el post-nacionalismo hispánico», en Roger Wright y Peter Ricketts (eds.): Studies on Ibero-Romance Linguistics Dedicated to Ralph Penny, Newark [Delaware], Juan de la Cuesta Monographs (Estudios Lingüísticos n.º 7), pp. 391-416.]


Desde el punto de vista del comercio, la lengua común se erige [...] en una variable determinante [...] dentro de los flujos actuales de mercancías. [...] En el caso del español [...], la comunidad de lengua —y de lazos interpersonales, históricos y culturales que ésta procura— ha sido un factor decisivo, sin el cual es imposible explicar el enorme montante de flujos de inversión orientados hacia América Latina desde el decenio de 1990. Los países de habla hispana han sido, además, el gran «banco de pruebas» de la internacionalización empresarial de España en pocos años. [...] Los dos ejes de cohesión hoy más activos en el mundo iberoamericano son la internacionalización empresarial y la política lingüística panhispánica de la Asociación de Academias de la Lengua Española. [...] Hacer buena empresa a escala internacional equivale, hoy por hoy, no sólo a generar beneficios, sino sobre todo a ensanchar lazos y fronteras del idioma, puesto que constituye un ingrediente cultural y social que va más allá incluso de cualquier consideración económica: una política lingüística común y fuerte es un factor vertebrador y un garante de pautas culturales compartidas y de valores socialmente duraderos y prevalecientes entre Europa y América. [César Alierta, (presidente ejecutivo de Telefónica S. A.) (2010): «La lengua española como elemento aglutinador de intercambios comerciales», V Congreso Internacional de la Lengua Española, sección II, «Lengua española: política, economía y sociedad», sesión plenaria; Valparaíso (Chile).]




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