Blogia
addendaetcorrigenda

A Mario Taboada, in memoriam (homenaje particular)

Hace sólo un día la casualidad quiso que releyera un comentario en este blog, ya de hace unos años, de una de esas personas a quienes siempre valía la pena leer y considerar, se estuviera de acuerdo o no con él, gustara o no lo que dijera, se le apreciara más o menos. Pensé al leerlo que su autor, Mario Taboada, tenía ese don de la sabiduría intuitiva, innata, que pocos tienen, y que por ser intuitiva surge cuando surge pero siempre cala en los demás. 

Mario, el Quincaller, murió repentinamente hace 13 días. Lo he sabido ahora. No dudo de que su muerte habrá sido y es muy lamentada entre los que lo conocieron y entre los que, sin conocerlo, lo trataron. Quienes no lo conocieron sabrán apreciar lo que dice de él el modo en que intercedió en una de las trifulcas que se dan con demasiada frecuencia en los debates sobre el mundo de la lengua, particularmente en la Hispania, como él decía:

 

Autor: Quincaller

Como lector profesional y escriba ocasional, os leo con cierto pavor. No hay otro país donde la lengua sea motivo de tales, talísimas, malas leches. Algo tiene que estar muy podrido para que los profesionales de la lengua pidan que se reglamente la corrección. Tan absurdo es esto como la euforia imperial de los adalides panhispánicos y los innumerables enchufados que danzan en derredor de esa entelequia. En el fondo, es el mismo autoritarismo enraizado. Lo dijo uno (quizá Cernuda): Pobre Hispania, donde hasta los anarquistas son autoritarios. Yo propongo que se ejerza el derecho a callarse, el derecho al silencio. ¿Os imagináis una Hispania callada? Pues el ruido contamina, pudre, destruye. Lo digo yo, que no soy nadie, pero lo digo porque es cierto.

 

Quedas en la memoria, Mario.

 

Silvia Senz

6 comentarios

Fernando Carbajal -

Vaya. Algo leí sobre que uno se cree inmortal hasta que le toca. Espero que Mario se haya ido sin pensar lo contrario. Pena y recordatorio de nuestra levedad.

Ana Lorenzo -

Y sí, como dicen Pilar y Javier, estaba con los «listeros» siempre, cuando uno opinaba igual, cuando uno opinaba distinto: le podía más la curiosidad y el intercambio de opiniones, la buena discusión o charla, aderezada con buena música, que el tener razón. Por eso los barecitos que creó eran tan agradables y en ellos se estaba tan bien. Nos ha dejado huérfanos, pero de repente. Se te va a echar de menos, Mario, la tira.

Pilar Chargoñia -

A pesar de las distancias físicas que intervienen en las comunicaciones electrónicas, hemos hecho grupos internacionales sólidos en afectos e intercambio de habilidades gracias a unos pocos. Uno de ellos, uno de los mejores "integradores culturales" nos ha dejado huérfanos. Gracias, Mario, por tu sabiduría de aunar la libertad absoluta del pensamiento con la curiosidad infinita, la sensiblidad para entender a los demás, la delicadeza en el trato. Desde Uruguay y en su recuerdo, envío mi abrazo a quienes conformamos esta familia virtual.

Jesús -

«No hay otro país donde la lengua sea motivo de tales, talísimas, malas leches.»

No estoy seguro de la condición única, pero sí produce cierto pavor que a veces se le ocurran a uno pensamientos parecidos. No ser único es lo que provoca cierto pavor.

Descanse en paz.

Marta Pintos (mallory) -

Asombrados estamos todos ante la inesperada noticia. Ya sabe el hombre su pequeñez ante el infinito. Agradecida estoy de haber tenido la oportunidad de conocerlo aunque más no sea a través de sus escritos en este mundo cibernético, a veces tan virtual, otras tan real.

Javier Dávila -

Qué tristeza la muerte de Mario. Hay que agregar que siempre fue un buen amigo, incluso en las divergencias.
Cultivaba tantos intereses, que nunca le faltaba algo para compartir con los otros.
Qué pena que nos quedamos sin él y sin su voluntad permanente de dialogar e intercambiar ideas.