El IV Congreso Internacional de la Lengua $pañola, un fenomenal expositor de nóminas editoriales
Que, como dicen en Desde el Aula, «la Real Academia Española es una empresa que se maneja como tal, y quienes conducen sus destinos piensan y se mueven como vulgares gerentes» no es ya nada nuevo. Al menos no en esta bitácora. Que, como señalan en el suplemento cultural de El Mundo, la RAE y Santillana repitan «la jugada [del Congreso de Rosario] en el IV Congreso de la Lengua Española, en Cartagena de Indias, con Gabo como reclamo» no es tampoco extraño, ni para esta bitácora ni para ese diario, el cual, desde la migración de los productos de la RAE a Santillana (propiedad —¿por poco tiempo?—, del grupo de comunicación rival: Prisa), no tiene reparo en poner en evidencia el constante maridaje de lo público y lo privado que acompaña la política lingüística española desde que el español es un recurso económico. Eso sí: sólo, según vemos, en lo que atañe y beneficia a Santillana:
[...] el afán didáctico y recaudador de la Real Academia y Santillana vuelve a incendiar el mundo editorial, a cuentas de la nueva edición de Cien años de soledad de García Márquez [...] con la ministra Calvo como presentadora y todos los medios del Estado bailando a su son, confundiendo lo público y lo privado, el bien general y el interés de una empresa bien privada... Porque Mondadori (editorial de la obra del Nobel) también lanza su «edición original conmemorativa», reproduciendo la portada de 1967, y existen mil ediciones (Castalia, Cátedra, Espasa, De Bolsillo, Altaya, Pearson Alhambra, Círculo de Lectores, Edhasa, Montaña Mágica, Plaza & Janés, Orbis, RBA... ), aunque en este caso, la de la RAE se enriquezca con una semblanza de Álvaro Mutis, una introducción de Carlos Fuentes, parte del ensayo que sobre Gabo hizo Vargas Llosa en Historia de un deicidio y un estudio de Claudio Guillén, al parecer su último escrito antes de morir.
Lo que sí es menos corriente es señalar que en todos, absolutamente en todos los congresos internacionales de la lengua española (véanse CILE I, II, III y IV) que promueven la RAE (fundación española de financiación semipública) y el Instituto Cervantes (organismo público español), incluso desde ese prolegómeno a los sucesivos encuentros internacionales que fue el Congreso de la Lengua de Sevilla —celebrado en un año cargado de simbolismo: 1992—, la tónica general es abordar el análisis del español actual desde el punto de vista de su dimensión económica e industrial, y plantear su unidad y diversidad en términos de compatibilización y extensión de mercados. (Todo muy en sintonía con los esfuerzos e inversiones del Gobierno español [vía ICEX] por promocionar internacionalmente la imagen de España mediante las industrias culturales patrias.) No en vano entre sus participantes —muchos de ellos también patrocinadores desde el Congreso de Valladolid— se encuentra fácilmente a representantes de la banca y las industrias españolas (y, en muy menor medida, americanas) de energía y telecomunicaciones, amén de a todos aquellos que operan en los ámbitos que conforman el ERE (turismo lingüístico y enseñanza del E/LE, edición, cine, música, tecnología lingüística...).
De todos ellos, en el CILE de este año (ya el cuarto) que está a punto de inaugurarse en Cartagena de Indias (Colombia) —y aunque el diario El Mundo obvie señalarlo—, no sólo Santillana hará su agosto de la mano de la RAE, con la edición especial (y presentación con golpe de efecto) de Cien años de soledad y con el lanzamiento del Diccionario práctico del estudiante (una adaptación para América del académico Diccionario del estudiante, que, según comentan en la página de Santillana, incluye los «americanismos» más usuales y extendidos, y no se vende en España, aunque sí se siga vendiendo en América el Diccionario del estudiante original desde el 2005). Aunque ya no sea su sello Espasa la editorial exclusiva de la Docta Casa, el Grupo Planeta también financia el magno acontecimiento y, al igual que otros patrocinadores-expertos recaudadores como la SGAE —que se encargará de amenizar musicalmente el encuentro—, está firmemente dispuesto a sacarle rendimiento promocional.
¿Cómo? Llevando de paseo a buena parte (60) de sus autores en nómina —algunos de los cuales participarán en los paneles del congreso—, del brazo de unos pocos autores de su competidor Santillana (14), y organizando con unos y otros un apretadito programa de tertulias sobre literatura, lengua y edición. Como no podía ser menos, por la parte académica no faltarán a la cita «insignes» escritores y académicos, como Juan Luis Cebrián, ni «apasionados» divulgadores del lenguaje como Álex Grijelmo. A fin de cuentas, lo importante es celebrar (y asegurarse de) que el español da y dará mucho de sí, y por ello la tarta del festejo tiene generosas raciones para unos y otros.
Sinceramente, teniendo en cuenta quiénes son sus promotores, a mí me encantaría ver qué se dice en las charlas «Lo comercial y lo literario en las letras americanas y españolas» (día: lunes, 26/03/2007; hora: 15.30, lugar: Casa Bolívar, Banco de la República, Centro Histórico; participantes: María Cristina Restrepo, Ángela Becerra, Antonio Skármetta, Javier Moro y Andrés Trapiello), «Gramática y ortografía en la literatura contemporánea» (día: martes, 27/03; hora: 11.00; lugar: Universidad Libre, barrio Pie de la Popa; participantes: Héctor Aguilar Camin, Ángeles Caso, Andrés Trapiello y Raúl Vallejo) y «El español de España y el español americano: ¿es posible un español neutro?» (día: martes, 27/03; hora: 15.30; lugar: Colegio Mayor de Bolívar, Centro Histórico; participantes: Enrique Serrano, Carolina Sanín, Milton Fornaro, Antonio Soler y Juan Esteban Constaín). Sería todo un placer ver cómo los interesados analizan el trabajo editorial —por llamarle algo— que la ortografía y la gramática de las obras que publica Grupo Planeta suele poner en evidencia. O cómo han de hacer malabarismos para loar el «equilibrio» entre su contenido comercial y literario. O cómo justifican plantear siquiera el asunto de ese engendro desnaturalizado llamado español neutro en un terreno, el editorial y literario, presuntamente fértil para la bibliodiversidad y la linguodiversidad; por mucho que esta charla se dé en el marco del nuevo CILE y por mucho que el principal objetivo de la RAE sea garantizar la unidad del idioma y para ello se sirva de un código normativo que —incluso en estos tiempos de diplomático panhispanismo— persigue la mayor neutralización posible de la variedad.
Pero tendré que quedarme con las ganas. Como a los funerales, a este acontecimiento sólo se invita particularmente, y no hemos sido los miembros de esta bitácora reclamados para participar en esa nueva cita de la lengua €$pañola. Y como tampoco asistir en calidad de público está a nuestro alcance, habrá que esperar a que otros más afortunados nos cuenten...
Silvia Senz (Sabadell)
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