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Grupos editoriales y de comunicación/Grups editorials i de comunicació

Razones de la norma mediática para la divergencia

Razones de la norma mediática para la divergencia

[Avance de una publicación en curso.]

A finales de la década de 1970, en los medios de comunicación de masas españoles empezaron a proliferar libros de estilo que no siempre seguían las pautas académicas. En aquel momento, resultaba difícil hacerlo: la labor de la RAE estaba (aún más que hoy) francamente desfasada, presentaba clamorosos huecos y evidentes inconsistencias, estaba muy alejada de la conducta lingüística de una sociedad democratizada, y resultaba por todo ello inadecuada para muchos campos de expresión. Así lo reconocía el académico Fernando Lázaro Carreter en su discurso «Los medios de comunicación y la lengua española», pronunciado durante la Primera Reunión de Academias de la Lengua Española sobre el Lenguaje y los Medios de Comunicación (Madrid, 1985):


[...] nuestro Diccionario [...] tiene rasgos heredados de la tradicción establecida por la Academia misma. [...] es selectivo por naturaleza [pero] tampoco realiza un determinado modelo de selección, sino que es confeccionado según criterios de consenso, el cual depende de la cambiante composición de las Academias, y de circunstancias aleatorias que conocemos bien. Reducimos el caudal léxico circulante a un promedio de aquel que los académicos nos formamos individualmente de nuestro particular ideal de lengua, aunque sea controlado por los datos objetivos que proporcionan nuestros insuficientes ficheros. El impulso casticista sigue moviéndose, cuando para otorgar plaza a una palabra nueva o a una nueva acepción, pedimos que sea acreditado su empleo por textos solventes, o aplazamos su introducción hasta que obtenga ese crédito. Por su parte, el purismo nos impide ceder ante vocablos extranjeros comúnmente empleados e insustituibles —de hecho, insustituidos— porque su catadura gráfica o fónica proclama ostensiblemente su extranjería. Pero, a la vez, mantenemos centenares de vocablos no usados ni usables, arcaicos, sólo presentes en viejos textos a cuyo desentrañamiento, pensamos, debe contribuir el Diccionario; o conservamos dialectalismos o localismos causalmente allegados. No es firme [...] el criterio para inventariar términos técnicos y científicos, y definimos, por ejemplo, el ácido múriático, pero no el lisérgico, de terrible presencia en las lenguas actuales. La fundamental aportación de voces americanas tampoco es fruto de una actividad sistemática. Por esta y otras razones, nuestro Diccionario representa una extraña idealización del léxico hispano, en el que conviven sincronía y diacronía, voces comunes y extravagantes, modalidades diastráticas y diatópicas que no se justifican más que otras ausentes; y en la que pueden producirse omisiones asombrosas, por el modo del trabajo lexicogáfico, que no procede a revisiones y rastreos metódicos. El resultado es que la lengua reflejada en el Diccionario no se ha usado nunca, ni se usa, en parte alguna; y que la lengua que se usa sólo parcialmente está en él. [P. 30.]

[...]

Hasta hace poco, el Diccionario académico era testimonio de una cultura, dirigido a los participantes, actores o receptores, en esa cultura. Su simple posesión constituía una señal de aceptación, y hasta cualificaba a su posesor como miembro efectivo o desiderativo de aquella determinada comunidad cultural representada por el código académico. Este era, y aún sigue siendo, rasgo de identidad de un grupo, todo lo extenso que se quiera, pero ya no el más influyente en los destinos de la lengua. Por lamentable que resulte, hay que reconocerlo. = Esa nueva sociedad es mucho menos literaria que la de antaño; sus modelos lingüísticos no suelen ser, o no lo son tanto, los grandes escritores, multitudinariamente desconocidos, sino la prensa y los programas de radio y televisión. Y, por tanto, también hemos de prestar atención a esos modelos, si nos importa describir la lengua real. Es bien sabido que una gran parte del lenguaje periodístico, o es oral, o tiende a la oralidad. En la misma medida, se aparta de los estilos formales o literarios anteriomente dominantes. [P. 32.]

[...]

La situacion [idiomática] ha cambiado espectacularmente: la comunicación entre los distintos niveles de lengua es ahora absoluta. Se han disuelto los sólidos muros que mantenían jerarquizado el léxico en virtud de méritos sociales y culturales. Y ese abatimiento de barreras no se ha producido sólo entre las «clases» internas de la lengua, sino también entre lenguas distintas [...] es causa, si no determinante, sí coadyuvante en grado máximo, ese agente mediado de formidable eficacia que son los medios de comunicación. Actúan con diligencia extrema transportando léxico —y otras cosas, pero a él me limito— de lengua a lengua, y de estrato social a estrato social. El cambio lingüístico, antes tan despacioso, puede ser hoy casi instantáneo [...]. La historia de las lenguas ha adquirido un dinamismo nunca conocido, cuyo motor más enérgico es el transistor [...]. [
Pp. 31-32.]

 

Ya desde mediados del siglo XIX, la ideología panhispanista había ido colocando en la misma posición de prioridad que el casticismo y el purismo  (principales desvelos diecicochescos de la institución) el mantenimiento de un determinado ideal de unidad lingüística y cultural de los «pueblos hispánicos», cuya guarda y custodia estaba en manos exclusivas de la RAE. Pero ese ideal, según se ve en las palabras de Fernando Lázaro Carreter, no siempre correspondía con las orientaciones que parecían guiar a la prensa, la radio y la televisión en el siglo XX. Con preferencia sobre el unitarismo, entre los medios escritos y audiovisuales primaban criterios específicos del lenguaje, la comunicación y el negocio periodísticos que no siempre convergían (y siguen si hacerlo) con la norma académica:

1. Los criterios de inmediatez comunicativa (propia de las publicaciones diarias) y de eficacia (propia de todo tipo de medio productivo), que exigen:

  • dar rápida respuesta a aquellas cuestiones de lenguaje escrito y formal que se plantean con frecuencia en los medios y sobre las que no existe referencia suficiente o adecuada, mediante la confección de un prontuario (repertorio normativo) de fácil consulta, desprovisto de aparato teórico-explicativo;
  • agilizar y optimizar, con ello, el trabajo de los redactores, los editores de texto y los (ya casi extintos) correctores.

2. Los criterios de actualidad informativa y especialización, que requieren tomar decisiones sobre usos neológicos y terminológicos a los que la academia no atiende (o no en debida forma).

3. Los criterios estilísticos de:

  • claridad del discurso, que supone una escritura tendente a la concisión y que evite toda grafía o construcción que pueda resultar ambigua o difícilmente inteligible para el público al que el medio se dirige;
  • expresividad, que implica el uso de recursos de captación de la atención del receptor;
  • rigor, que exige usos coherentes e implica asentar criterios de escritura unificados;

4. El criterio de identidad corporativa, que requiere el establecimiento de opciones de grafía propias, que confieran al medio un sello distintivo.

5. Los criterios de proximidad (en los medios no internacionales) y sincronía, que conllevan:

  • De un lado, la adecuación del lenguaje empleado al momento y al lugar, es decir, al uso idiomático contemporáneo que, a juicio del medio, el receptor comparte y considera aceptable, y a la variedad local con la que este se identifica.
  • En zonas bilingües o plurilingües, la inclusión de elementos de otras lenguas que el receptor entiende y reconoce como propias.

6. El criterio de corrección política, que incorpora al tratamiento textual una conducta no discriminatoria, contraria a la que presentaban —y lo siguen haciendo— la Gramática y el Diccionario académicos.

Por mucho que la RAE pretenda ampliar su influencia en los medios, con la participación de académicos en los libros de estilo de prensa (el propio Fernando Lázaro Carreter fue, en este sentido, pionero), en el Departamento de Español Urgente de Efe (hoy, Fundéu) o por medio de convenios como el que convertía el Diccionario panhispánico de dudas en obra de referencia para diversos medios españoles e hispanoamericanos, lo cierto es que la especificidad e independencia de criterio de estos, las limitaciones e incongruencias que la norma académica sigue relevando y la constatada ausencia de guardianes idiomáticos en los medios de comunicación siempre los llevarán por líneas divergentes de la norma académica.


Silvia Senz

Quan voler és poder: "La Vanguardia", "El Mundo Deportivo" i l'"Sport", en català

Quan voler és poder: "La Vanguardia", "El Mundo Deportivo" i l'"Sport", en català

 

Si Mahoma no va a la muntanya (malgrat les provocacions dels pinxos del barri), Google i la xarxa social li fan d’escoltes.

 

Comunicació21.com
7/10/2008

Uns anònims tradueixen la premsa del grup Godó i el diari Sport en català


Uns desconeguts han utilitzat el traductor de Google i han traduït els webs de La Vanguardia, El Mundo Deportivo i de l’esportiu del grup Zeta, Sport en català. En un comunicat asseguren que és una “mesura de protesta” contra els grans mitjans de comunicació catalans que encara “prescindeixen de la llengua del país”. Les pàgines web mantenen el seu aspecte original tot i que hi apareixen algunes errades que per defecte delaten la utilització del traductor automàtic. Ahir a les sis de la tarda, l’edició digital de La Vanguardia obria amb una notícia relacionada amb la davallada a les borses europees. La traducció del mot castellà “bolsas” es va fer automàticament per “bosses”.

Els autors d’aquesta traducció han acusat els esmentats diaris de “manca de voluntat” i que d’aquesta manera eviten que “tothom pugui exercir el seu dret a informar-se del que passa al seu país i a la resta del món, en català”. Els webs en català són accessibles a partir d’uns enllaços que hi ha a la pàgina www.encatala.net.

 

Així anuncien la seva iniciativa aquests bon minyons del ciber-escoltisme català:

 

"Un mitjà de comunicació no pot prescindir de la llengua del seu país..."

 

La Vanguardia ens ha tornat a enredar amb falses promeses d’una edició en català que mai no arriba.
Fer una nova edició del diari en paper es, certament, costós, tot i que de ben segur que l’esforç es veuria recompensat tal i com ho han demostrat altres mitjans catalans com El Periódico que ja fa temps que ha batut al seu competidor en nombre de lectors...
Fer una edició "digital" en la llengua del país, però, es només una qüestió de voluntat i es evident que a La Vanguardia aquesta voluntat li ha mancat sempre.
Tot i així, estem convençut que, finalment, La Vanguardia i tots els mitjans de comunicació del nostre país que encara prescindeixen de la seva llengua, acabaran veient que no poden viure permanentment d’esquena a la societat catalana.

Mentre aquest dia arriba, a enCatala.net podeu trobar les edicions en català que aquests mitjans ens neguen ... Donem les gràcies al servei "Google translate".

La Vanguardia en català: http://lavanguardia.encatala.net/

L’Sport en català: http://sport.encatala.net/

El Mundo Deportivo en català: http://mundodeportivo.encatala.net/

 

Això demostra que el que cal no són ajuts públics, sinó simple voluntat emprenedora i respecte pel lector.

Lara Bosch, la nostra creu

Lara Bosch, la nostra creu

Del bloc de l'Hèctor López Bofill:

 

Les nostres creus

29.06.2007 ! 05.00 h

Si l’any passat vam haver de suportar la concessió de la creu de Sant Jordi a aquest exemple de catalanitat i de compromís amb el país que es diu Javier Godó (conde de Godó), aquest any no ens hem quedat curts veient com el Govern d’Entesa en la seva formació de gala li estrenyia la mà a aquest agent del subdesenvolupament nacional anomenat José Manuel Lara Bosch.
Astora la poca capacitat de reacció i la poca vocació transformadora d’aquesta Generalitat composada per partits d’esquerres que es barreja i honora la mateixa gent que Pujol havia flirtejat, amb la diferència que, com a mínim, el pujolisme no havia caigut en l’humiliació de reconèixer-los amb distincions patriòtiques.
L’afer de les creus de Sant Jordi revela amb tota cruesa la dinàmica política i cultural en la qual s’està caient d’ençà de la constitució del nou Govern: un silenci convertit en evaporació ideològica que acaba reforçant els poders fàctics immobilistes de sempre. Per dir-ho de manera més gràfica: imitar l’estratègia pujolista però encara pitjor perquè no s’obté res a canvi ni en termes nacionals ni, per descomptat, en termes socials. Així doncs, l’emancipació nacional ha de venir de la mà del president del Círculo de Economía? D’un dels principals actors implicats fins a les celles en la frenada de l’Estatut? D’un d’aquests descendents dels ocupants que van treure tacada amb la situació de dominació franquista i que serien els primers en deixar-se subornar pels poders fàctics espanyols si aquests encara tinguessin la intel·ligència de voler-los comprar?
Veure algunes autoritats de l’independentisme català al costat d’aquests espècimens no deixa de provocar el més justificat dels alarmismes. Què els fa pensar que triomfaran allà on Pujol va fracassar? Hi ha elements d’infraestructura mental nacional que impedeix tot
a mena d’acord amb aquesta gent. Si busquen en José Manuel Lara un recolzament que ja no té res a veure amb una política de “desconnexió” amb Espanya sinó la simple promoció personal, també val a dir que s’equivoquen. Perquè aquesta casta es mobilitzi a favor d’algú cal que obtinguin alguna cosa a canvi i la joguina del govern de la Generalitat és massa precària per oferir res que pugui interessar. Segur que amb una creu de Sant Jordi, que vagin a saber on se la penjaran, no n’hi haurà prou.

Frankfurt 07, la cultura catalana y los medios españoles: el fracaso de la fraternidad entre los pueblos de España

Frankfurt 07, la cultura catalana y los medios españoles: el fracaso de la fraternidad entre los pueblos de España

 

[Opinión bien parecida en el blog El Llibreter.]

[Traductor instantáneo en línea CAT-ESP en el menú de la derecha de este blog.]

 

Vilaweb, DILLUNS, 15/10/2007 - 06:00h

El fracàs de la fraternitat

per Vicent Partal (director de Vilaweb)

L’èxit de la cultura catalana a Frankfurt ha propiciat un esclat de fúria mal dissimulada en molts ambients intel·lectuals espanyols, el darrer dels quals un editorial, impagable de tan paranoic i ridícul que era, publicat ahir pel diari El País. Ara, més enllà de l’anècdota, allò que s’ha manifestat aquests dies és un altre gran fracàs de la transició: trenta anys després, tot allò de la «fraternitat dels pobles d’Espanya» se n’ha anat en orris. I això significa que és Espanya, i no nosaltres, qui ha perdut una gran oportunitat. Potser la darrera.

El 1975 els independentistes eren quatre gats, literalment. Potser perquè molts no enteníem allò que de debò passava, però sobretot perquè l’oposició antifranquista havia posat pertot com a divisa secundària després del famós «llibertat, amnistia i estatut d’autonomia», la fraternitat dels «pobles d’Espanya», dels «pobles ibèrics», dels «pobles de l’estat» i tot de variants semblants. L’anàlisi que quasi tothom compartia era que l’opressió nacional era una conseqüència del franquisme i que, mort el règim, era possible d’imaginar un estat en què la convivència entre les nacions fos fraternal i diferent, sense subordinació ni oposició.

És cert que era sobretot des del nostre país que es posava l’èmfasi en això. Hi ha un miler d’anècdotes que expliquen que a Madrid no ho veien igual. En recorde una que conta Eliseu Climent: en el famós concert de Raimon a Madrid un dirigent de l’oposició clandestina li va dir amb desgana que ja ens donarien l’autonomia, als valencians... Encara es movien en la clandestinitat, però ja es pensaven que eren ells qui havien de donar l’autonomia i que els altres hauríem d’estar-los agraïts!

El cas és que han passat trenta anys i, si deixem de banda la descentralització administrativa, no hem avançat gaire. Els espanyols s’irriten per cada pas endavant que fem, per cada acte de normalitat; molts tenim fins i tot la sensació que cada volta s’irriten més. I que s’irriten els espanyol de dreta i els espanyols d’esquerra. I que no hi ha res a fer.

La fraternitat és impossible, si l’altre no sap fer res tret de protestar, renegar i maleir. La fraternitat és cosa de dos; ha de ser cosa de dos, si vol ser. I de fraternals, entre ells no se’n veu ni un, ni mig, ni cap. Aquests dies a Frankfurt podrien haver-se alegrat, els espanyols, del fet que una cultura «espanyola» (fraternalment, si més no) acaparés l’atenció de tot el món, que un escriptor «espanyol» (fraternalment, si més no) com és Quim Monzó triomfara en el discurs inaugural, o que un altre escriptor «espanyol» (fraternalment, si més no) com és Jaume Cabré tinguera el llibre de la Fira, reconegut pels crítics alemanys. No solament no ho han fet, no solament no han expressat gens de satisfacció, sinó que ens han maltractat, ens han insultat, han fet pallassades com ara escriure una columna en turc, han manipulat els fets convertint una sola pregunta d’un sol periodista en una mena de clam contra el català, han amagat tot aspecte positius i han realçat fins a l’exageració qualsevol coseta que no acabara d’anar bé...

Sincerament, ells hi perden. Llegir els diaris nacionalistes espanyols (de Barcelona o de Madrid) ha estat aquests dies una lliçó. Als anys setanta molta gent va mirar de bastir un pont, molta gent des d’ací va creure que una altra Espanya era possible, però avui, i vist com les gasten, tot això és simplement una monumental pèrdua de temps. Ells no tenen gens de ganes ni de ser fraternals ni de ser amables, ni tan sols de ser educats, ni de res de res. I no sé si saben on ens van portant, però cada volta que ensenyen aquesta cara seua, tan visceral, rabiosa i intolerant, també ens allunyen més d’una fraternitat que segurament ells mai no han ni acabat d’entendre. Ja s’ho faran.

 

Vicent Partal, director@vilaweb.cat


Planeta, a los tribunales

Planeta, a los tribunales

Una noticia aparecida en el diario La Opinión de A Coruña, que habla por sí sola:

RECLAMAN QUE SE LES RECONOZCA QUE SON EMPLEADOS DEL GRUPO
Tres trabajadores autónomos denuncian a la editorial Planeta


El juicio celebrado ayer en los juzgados coruñeses es el primero de muchos a los que se enfrentará la editorial por el mismo caso.

M. Pardo. A Coruña


La editorial Planeta comenzó ayer en A Coruña un camino que le llevará por muchos otros juzgados españoles. Trabajadores autónomos que desempeñaban sus funciones para la empresa de venta de libros a domicilio Credsa, comprada hace unos años por Planeta, han demandado al grupo editorial por las pérdidas que para ellos ha supuesto el cambio de jefe.

Los demandantes que ayer expusieron su situación ante el Juzgado de lo Social Número 3 de A Coruña son el responsable de ventas de Credsa para toda la zona del Noroeste, así como los responsables en la ciudad herculina y en León. Según estos trabajadores, Planeta ha llevado prácticamente a la ruina a la empresa que adquirió, por lo que el sueldo de los empleados, que trabajan como autónomos, ha descendido cerca de un 80% por la política empresarial del grupo, según declararon los demandantes en el juicio.

Ante esta situación, los trabajadores reclaman que la empresa les rescinda sus contratos, lo que sólo sería posible si antes el juez considera que los demandantes han mantenido una relación laboral con la empresa no acorde con su situación de autónomos.

Si el juez obliga a Planeta a que les rescinda los contratos, los trabajadores tendrían derecho a cobrar 45 días de salario por cada año de antigüedad, según explica el letrado de los demandantes, Gustavo García, quien calcula que teniendo en cuenta la antigüedad de los trabajadores (todos con más de 30 años), la medida supondría para Planeta un coste de más de un millón de euros.

Además, los trabajadores reclaman que el grupo de empresas se responsabilice de los gastos que tenga que asumir Credsa, que según los demandantes «está arruinada». Gustavo García explicó ayer después del juicio que se han presentado demandas similares en Santiago, Pontevedra, Ourense, Gijón, Oviedo, Madrid y otros ciudades españolas. «Esta es la primera vista que se celebra sobre esta cuestión, por eso es tan importante lo que decida el juez, ya que marcará el camino de las otras demandas», afirmó el letrado.

Si la sentencia reconociese la vinculación laboral de los trabajadores con la empresa, Planeta tendría que pagar la Seguridad Social de todos los empleados que se encuentran en la misma situación, además de las multas correspondientes. Asimismo, el grupo Planeta tendría que hacerse cargo de parte de las pensiones de los trabajadores, que percibirán menos cantidad de la que les corresponde al no haber cotizado la empresa a la Seguridad Social durante los años que estuvieron como autónomos.

En representación del grupo Planeta, al juicio acudió el director de la división de venta directa, quien prefirió no hacer ninguna declaración hasta que se conozca la sentencia.

Los responsables del Grupo Planeta nos deleitan con su sabiduría

En La Vanguardia de hoy , Xavi Ayén resume los comentarios más relevantes de la intervención de Jesús Badenes, director general de librerías del grupo Planeta, en la conferencia inaugural del máster de edición de la Universitat Autònoma de Barcelona (Cataluña, España). Tal vez sea por falta de contexto, pero cuesta dilucidar de qué forma se relacionan estos pares argumentales que Badenes establece:

Antes, los autores que más vendían en España eran todos famosos (Antonio Gala, Terenci Moix, Vizcaíno Casas...), y hoy han sido sustituidos por nombres que eran desconocidos hace tan sólo tres o cuatro años, como Dan Brown, Carlos Ruiz Zafón, Julia Navarro, Matthew Pearl...).

Ante esta reflexión cabría preguntarse primero si Gala, Moix o Casas nacieron ya famosos o adquirieron renombre por idénticas vías que Brown, Zafón, Navarro y Peral. ¿No se referiría Badenes al hecho de que, durante mucho tiempo, el fenómeno del superventas no tenía relevo en España? Será eso, porque luego añade esta explicación a este relevo:

El fenómeno se explica porque la gente que hoy compra libros es distinta, entre otras cosas porque los puntos de venta también son distintos: hace cinco años nadie iba a comprarse una novela al Carrefour.

Parece que la clave del éxito de estos autores son los nuevos hábitos de compra de los lectores, que ahora pueden incluir libros en su carrito del súper. Pero todos estos nuevos medios de explotación del éxito no son, propiamente, su causa, sino su continuación. La mayor parte de los autores superventas no son el resultado de ninguna estrategia ideada por los genios del márquetin editorial; son, por lo general, fruto de la casualidad, del buen olfato de alguno de los pocos editores que aún cumplen con sus funciones y de la cata selectiva de lectores vocacionales que todavía persisten en la búsqueda de productos de su gusto (no precisamente en el Carrefour) y que difunden sus hallazgos mediante la conocida técnica del boca-oreja, independiente de cualquier estrategia comercial.

El máximo ejecutivo editorial del grupo Planeta combatió la idea de que los grandes grupos y las editoriales independientes son maneras distintas de entender la edición: «Un gran grupo, en realidad, no es otra cosa que una federación de editoriales independientes. La única independencia real es la independencia económica, y ésa la persiguen todos».

Poco tiene que ver la independencia económica de una empresa con su categorización dentro del concepto de edición independiente, definido por una filosofía de la edición centrada en el mantenimiento del delicado equilibrio entre promoción cultural-calidad-negocio. Cierto es, sin embargo, que no siempre las pequeñas editoriales son, en este sentido, independientes, pero sí tienen al menos libertad para regirse por criterios editoriales distintos de las políticas generales de maximización de beneficios que marcan la pauta en los grandes grupos.

Tras realizar un repaso de la evolución de los hábitos lectores a lo largo del siglo xx, Badenes admitió que «hoy ha bajado la calidad media de lo publicado, sin ninguna duda, porque es más fácil editar y existe mucha más demanda».

¿Está culpando a las nuevas tecnologías de la baja calidad de los productos editoriales? ¿Puede acaso una máquina decidir qué y cómo se publica? ¿Y acaso el señor Badenes tiene en su poder un estudio secreto sobre índices y hábitos de lectura que explique ese crecimiento de la demanda que menciona? ¿O es que contrapone la demanda actual de libros con la de hace un siglo, tal vez? No, la demanda de libros no ha variado sustancialmente en los últimos 20 años. Sí lo han hecho las políticas de edición marcadas por los grandes grupos, que concentran todas sus energías en la venta del producto (el que sea) y la generación de un beneficio (a costa también de lo que sea) que no corresponde a este sector de la industria cultural. Afortunadamente, el propio Jesús Badenes acaba proporcionando las claves para entender las causas de ese descenso de la calidad:

[...] tras el proceso de reforma que ha sufrido su grupo, está creciendo a un ritmo del 20 % anual en cuanto a facturación, y en el 2005 ha vendido el doble que en el 2001.

Badenes no especificó a qué tipo de reforma se refería. Sería interesante saber en qué ha consistido, aunque todos los que trabajamos o hemos trabajado para su grupo sabemos por dónde van los tiros: recortes presupuestarios de edición y producción, reducciones de plantillas, sueldos paupérrimos de los cargos intermedios, exceso de exigencia a los trabajadores en plantilla o externos, subcontratación o deslocalización incluso de los servicios mínimos que debería mantener internamente una editorial, y descenso de tarifas de colaboradores y proveedores (entre otras maravillas).

Silvia Senz Bueno (Sabadell, Cataluña, España)

Polifemo en Perú

Cuando los gigantes de la edición exportan su cinismo:

24/01/2006

La República
CULTURAL
"Me enamoré de la lectura"
EN LIMA, Francisco Solé inaugura hoy la sede de Planeta