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Tejiendo redes de cultura: las modernas bibliotecas

Tejiendo redes de cultura: las modernas bibliotecas

Las bibliotecas ya no son ese lugar al que se iba a «sacar libros»… Integradas en centros culturales, se han convertido en el punto que aglutina a personas de diferentes edades e intereses, con el nexo de unión de la lectura.

Algunos avances que he observado como usuaria de las bibliotecas:

  1. Mayor riqueza en recursos para los usuarios: ahora ya no sólo se pueden pedir libros en préstamo, sino también música, DVD y CD-ROM.
  2. Mayor número de salas integradas: hay sala de lectura de revistas, sala para medios informáticos (con conexión gratuita a Internet), sala de estudio y sala infantil, que yo haya utilizado.
  3. Variedad de actividades: la biblioteca, en su función de impulsora de la cultura, ahora ya prepara ciclos de cine relacionados con libros, utiliza diferentes celebraciones para ciclos temáticos de lectura.
  4. Impulso para la lectura: además de una sala infantil adecuada para niños, banco para lectura, posibilidad de sentarse en el suelo, entorno visual de gran riqueza y estímulos (el último, un mapa rompecabezas de África, por el libro del mes)... La iniciativa del libro del mes consiste en una exposición con texto e imágenes de un libro infantil especialmente atractivo por su temática, tipografía, ilustraciones, etc.
  5. Aglutinación de personas interesadas: organizan, por ejemplo, «clubes de lectura» que se reúnen periódicamente, para obtener información sobre autores, comentar lecturas, etc. etc.
  6. Apertura a las posibilidades: las sugerencias son bienvenidas Sonriente. La bibliotecaria ya no es esa señora que te dice que el libro que buscas no está, sino que «el libro que buscas no está... disponible, pero que vamos a buscarlo».
  7. Zonas de intercambio: apenas comienzan a aparecer lugares para dejar libros y revistas, en una especie de liberación controlada de libros, para otros usuarios.


Las campañas de fomento a la lectura harían bien en dedicar dinero y esfuerzos a la promoción de las bibliotecas, un punto inicial de acercamiento a la lectura que a veces parece desaprovechado.

Mar Rodríguez (Asturias, España)

3 comentarios

Apócrifo -

¡Oh, no!: ¡Otro título en castellano escrito en esdrújulo inglés¡: "Tejiendo redes de cultura: las modernas bibliotecas" ¿Por qué no "Tejer redes de cultura: etc." o "Cómo y por qué tejer redes de cultura: etc."

Gonzalo García -

Desde donde yo escribo (no importa ahora), algunos de esos avances están pendientes. Pero quiero señalar que no tiene que ver con el tamaño de un pueblo, sino con la voluntad política: en Castilla-La Mancha hay bibliotecas ejemplares en municipios de apenas 2000 habitantes diseminados, por ejemplo: y la gente las aprovecha, las usa y las quiere.

Aparte señalo el punto 7: aquí lo estamos haciendo en la calle, no en la biblioteca, bajo la forma de repartir libros "olvidados" por los bancos del pueblo. Y no hay día en que no haya alguien que los recoja, la verdad.

Un abrazo,

Gonzalo

Javier Dávila -

La función de la biblioteca como centro de reunión se ha desperdiciado y tiene muchísimo camino por andar. De hecho, se aprecian retrocesos, por lo menos en la ciudad de México. Por citar un ejemplo, antes era frecuente que al comienzo de la noche, cuando la biblioteca concluía su horario de servicio, se utilizara el mismo recinto para algún concierto, generalmente con músicos jóvenes, quizá estudiantes de los últimos años de los conservatorios, que estaban más interesados en tocar en público que en cobrar. También había representaciones teatrales; muchos títeres. No es que todo esto haya desaparecido por completo, sino que es poco y además ha perdido vigor y difusión, salvo las proyecciones de películas y las sesiones de "cuentacuentos", popularísimas en México. También se extrañan tantos talleres, cursos y clases, algunos conservadores y prácticos (encuadernación, literatura moderna), otros más variados (modelos tridimensionales de papel, libros de cocina).
La participación del público en las bibliotecas actuales sigue siendo muy pasiva. Por eso hay que insistir en estas iniciativas en que las gente se pueda apropiar de las bibliotecas como centros para convivir, en los que se abran tiempos y espacios en que no haya que guardar silencio. Ni siquiera hace falta tomar un libro, pues el primer paso fundamental es considerar la biblioteca como un lugar al que se puede ir nada más porque sí. No solo es cuestión de presupuestos; también, y sobre todo, es cosa de imaginación. En este terreno de lo imaginario, adonde sepan llegar los libros, allá deben llegar las bibliotecas.