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No sabemos inglés, pero ya somos políglotas

En lo’ pueblô de mi Andalusía

lo’ campaniyerô en la madrugá

me dêpiertâ con su’ campaniyâ

y con su guitarrâ me hasen yorá.

Villancico popular


Bueno, espero que ustedes hayan entendido y apreciado el comienzo del villancico (por cierto precioso, óiganlo si tienen la oportunidad; lástima que yo no escriba música fácilmente, pero me lo anoto en tareas pendientes y trato de hacerles llegar la partitura). Está escrito según la ortografía andaluza. Como lo oyen. Dice García de la Concha «que considerar el andaluz como una lengua propia, tal y como reivindicó recientemente una nueva asociación, es “un soberbio disparate, porque es español puro”», y estoy de acuerdo con él.

¿Cómo es posible que se quiera hacer de una ortografía un millón? ¿Es que nadie les ha dicho que la ortografía es lo que nos mantiene unidos a pesar de las múltiples pronunciaciones y a pesar de la diferencia del léxico? ¿Es que se muere Lázaro Carreter y ya no hay ningún lingüista que pueda hacer que la gente ponga los pies un poquito en la tierra? Porque miren el diálogo de besugos al que nos enfrentamos: «Qrizao, la eñe no ezîtte n’andalú... ezîtte la ni ete bié la ortografía d’arriba qe ê muxo mâ perfetta qe la tuya...Êtta hexa por êppertô...», le dice uno a otro en los comentarios al pie del sitio donde se expone la ortografía andaluza; y el otro replica: «Pueh ehqribe la ese y si qiereh la pronunsia qomo zeta porqe la grafía máh adequada qisá fuese çe sedilla. De toh modoh la sibilante máh usada en Andalusia eh la apicodental, y el fonema qe máh se le aprossima eh la ese. No podemoh qreá una grafía initelihible: Se trata de fasilitá el abla andalusa, no de asé heroglífiqoh fonétiqoh.
»Otra qosa, no puedeh tradusí un nombre propio. Yo soy Crysaor, el iho de Medusa: C (o K)-R-Y-S-A-O-R
»Finalmente, me sua la poyaq lo qe dise qada ehppeerto (porque no ai qonsenso). Yo pronunsio la eñe i se la ehqusho pronunsiá a toh los seviyanoh qon loh qe ablo. No te deher arrahtrá por la iqonoqlahttia de qeré dehtruí el sinbolo de la lengua ehpañola ¡qoÑo!» (los subrayados son míos).

De todas formas, quizá la cosa no empieza aquí, a lo peor empezó con la maravillosa ocurrencia de no defender que el valenciano no era una lengua independiente del catalán; por si ustedes lo dudaban, o sus corazoncitos pueden más que sus cerebros, no, no lo es: es la misma. Llámenlo catalán, valenciano, llámenlo equis pero, por favor, no hagan de las diferencias políticas leyes lingüísticas; no dejen que la defensa de sus particularidades culturales les lleve a arrojar la cultura por la ventana.

Fíjense ustedes: el portavoz del PP, Rafael Maluenda, defiende en el debate de las enmiendas al estatuto posiciones de ésas que uno dice: «Si no lo veo, no lo creo»: «Maluenda señaló que si el Estatuto de Autonomía “dice que la lengua propia de los valencianos se dice [sic] valenciano y que nuestro idioma es el valenciano, la universidad debe admitirlo así”, de forma que, según manifestó, “nosotros no tenemos que ponerlo en el Estatuto como lo dice la universidad, sino todo lo contrario, porque es nuestra carta magna”». A mí me recuerda un poco a un poema de un autor alemán, Christian Morgenstern, que conocí gracias a Primo Levi en su libro Los hundidos y los salvados. En este poema, La realidad imposible, el protagonista es atropellado en una zona donde el tráfico está prohibido; queda malherido, pero con todo y con eso, tras mucho reflexionar, llega a la conclusión de que lo que no está permitido no puede ocurrir. (Esta teoría utilizada por los psicólogos y traída a colación por Primo Levi para explicar el porqué de la negación del pueblo alemán a la existencia de los horrores del holocausto, pueden consultarla, con poema incluido, en esta bitácora, para empezar.) Bueno, cabezonería la de Maluenda, ¿no? Lo que no está permitido por mi cabeza, no puede existir, diga lo que diga la universidad, con todos los catedráticos y especialistas que tenga.

Pues nada, yo propongo que, en vista de tanta escisión del catalán y del español dentro de la península, la RAE, la Fundéu, el Cervantes y quien quiera apuntarse comience una campaña de traslado de la enseñanza del español como lengua extranjera desde este mismo verano: vayámonos a las Américas, a las Centrales y a las del Sur, que tienen un rico sistema lingüístico que aún se mantiene bajo la misma ortografía y sin tanta tontería y tanta gana de hacer agujeritos molestos, llevando la contraria al sentido común allá donde exista vacío legal.

Por si se han quedado con las ganas de aprender andalú, no dejen de visitar este enlace: curso dandalú. Aprovechen para tomarse un fino y unas tapas de ibérico.

Y como dice un amigo, les propongo lo que él me propuso, en vista de que por aquí no tenemos tanta diferencia que nos permita una escisión así, a lo comunidad autónoma —aunque mi madre diga que sacando el vocabulario y la pronunciación chula del chotís...— :

Mecagontó. A partí de txa i pa lo suncesivo me proclamo lingüít·ticamén independán de cualquié otro ésser umano y pienso de jablá en Angélico, mi own idiómar. Si sus queréi de adherí, proposo de folmá una grupasión de trabaho.

Atentamén,

 

Ana Lorenzo (Rivas Vaciamadrid, Madrid, España); con la inestimable ayuda de Silvia Senz Bueno (Sabadell, Cataluña, España) y Ángel Espinosa Gadea (Alicante, España), que no necesariamente comparten las opiniones de la autora, pero que le han proporcionado enlaces, ideas, documentación y mucho ánimo.

10 comentarios

lucia -

hola que haces

Antonio -

Estimado Manolo. Vete fuera de Andalucía a vivir y te darás cuenta. Seguro que no pensarías igual.

Manolo -

Como andaluz y como español, las opiniones que indican que la ortografía deberían reflejar la fonética (incluyendo el acento) me parecen, una gilipollez y una catetada. En cuanto comencemos a enseñar esto en las escuelas (que, en vista del camino que seguimos con el Instituto Andaluz de la Mujer y su lenguaje no sexista pero lleno de errores gramaticales y ortográficos) lo que vamos a conseguir es unos ciudadanos que sepan aún menos que lo que ahora sabemos.
Yo hablo castellano con acento andaluz, y con las palabras específicas de mi dialecto dentro del propio andaluz (onubense), que incluyen términos y expresiones tan ricos como gañafote, camichocho,
"torerito" o "saber más que Briján". Pero eso no impide que sepa distinguir entre ir a cazar e ir a casar (esto último, la verdad, lo hacemos poco los laicos), ni que sepa que "la moto", "la radio" y el "azúcar" se escribe tal cual, y no "la amoto", "el arradio" o "la azúca". Una cosa es la pronunciación, y otra ser un animal de piel basta.
Así que creo que está claro que el que quiera convencernos a los andaluces que debemos escribir tal cual hablamos, o es un inculto o quiere subirse a un carro de nacionalismos pueblerinos que aquí nadie se cree.

ana -

Creía que todos sabíamos que la ortografía era una convención para entendernos (gran adelanto el de la escritura: comunicarse en el espacio y en el tiempo, a pesar del espacio y a pesar del tiempo); y ahora resulta que vamos a tener que inventar un código que refleje cada geolecto. Pues yo voto por uno que refleje cada idiolecto; y para que no sea un disparate, usemos la transcripción fonética, al modo papal, así sí que tendremos nuestro idioma particular pero seremos políglotas cuando nos dé la gana.

Sumpsi -

Como bien comenta Antonio, el desfase entra la norma culta española (basada en la variante castellana) y las otras variantes del español (que ni son menos dignas, ni ejemplos de perversión lingüística) es tremendo. Y la gran paradoja es que esas otra muchas variantes, cuyos rasgos comunes son mayoritarios a los de la castellana, no tengan representación gráfica normalizada, de tal modo que un andaluz o un argentino hablen una cosa y se vean forzados a escribir otra, reponiendo, por ejemplo, en su escrito una distinción morfemática de número gramatical que les es completamente ajena.

Antonio -

Creo que, como andaluz, no hablo mal ni me como ninguna ese del final. Escribo un perfecto castellano, pero no se corresponde con lo que hablo "andalû". Existe un gran problema: en la escuela (por la que todos hemos pasado) se nos enseña castellano escrito y en el lenguaje oral andalû. ¿No existe mayor incongruencia? Y YO, OS LO ASEGURO...NO HABLO MAL....HABLO MI LENGUA, QUE AUNQUE A MUCHOS NO GUSTE, ES EL ANDALÛ.

Gonzalo -

Como al parecer la estupidez es más contagiosa que la gripe de los pollos, en Murcia tenemos que sufrir desde hace un tiempo a estos lumbrericas:
http://www.llenguamaere.com/

Comparado con las barbaridades de esa página (que no creo que haya un solo murciano que sepa descifrar, por cierto), un sopicaldo de la Gallina Blanca es 100% natural.

Marta -

Lo que yo no entiendo es cómo puede ser que se mantenga una ortografía española basada en una de las hablas más minoritarias del ámbito iberoamericano: el habla culta castellana.

Álvaro Roldán -

Recuerdo retazos de la "agria polémica" en el Congreso de los Diputados al respecto de si se admitían o no los códigos de lengua val y bal en las catalogaciones para las "lenguas" valenciana y balear.

Por cierto, soy andaluz y me parece una soberana estupidez pretender hacer de una forma de hablar una forma, mala, de escribir. Los andaluces hablamos como hablamos, ni bien ni mal, a nuestra manera (debería decir a nuestras maneras, muchas y distintas). Nos comemos las des y aspiramos las eses finales, plantamos una ese que sustituye a una ce o hacemos justo lo contrario, pero hasta hoy, a poco que el andaluz tenga cultura, "escribirá" con "cuidado" las des, las eses y hasta las ces después de un par de "cervezas", y lo hará en el idioma que habla, el español, que aunque algunos piensen lo contrario no se escribe igual que se pronuncia.

Mercedes -

¿Ortografía andaluza? Creo que sería más apropiado hablar, simplemente, de transcripción fonética de un texto andaluz.
Totalmente de acuerdo en lo que concierne a la denominación de lengua valenciana.