Políticas lingüísticas de las academias de la lengua hispanoamericanas (o la falta de ellas): Conclusiones
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Las conclusiones de esta serie son bien breves y sencillas de enunciar:
Dentro de las políticas lingüísticas de las academias de la lengua hispanoamericanas no existe el propósito de establecer nuevos centros de estandarización. Sí hay una convicción generalizada de que esta situación debería modificarse.
Muchas veces los rioplatenses tenemos el sentimiento de que «hablamos mal» o de que usamos una variedad del español de menor prestigio respecto de otras variedades. Este sentimiento se pone en evidencia, por ejemplo, en el uso del voseo. La peculiaridad lingüística de nuestra variedad —detallada en Español como lengua extrajera. Aspectos descriptivos y metodológicos de V. Bertolotti y L. Masello— comienza en el momento mismo de la introducción del español en América, ya entre los siglos XVI y XVII, en que se efectúa el poblamiento de la mayoría de las regiones, y se producen grandes cambios en el sistema de fórmulas de tratamiento empleadas en español. En el Uruguay, el tuteo y el voseo se alternan de una manera singular. Dicho con las palabras del profesor Carlos Hipogrosso —Revista de la Educación del Pueblo, n.º 91, 2003, en las cuales he basado las presentes conclusiones—, el sistema educativo formal ha aplicado hasta ahora una política lingüística, implícita en la enseñanza del español como lengua materna, que no ha tenido en cuenta las singularidades rioplatenses. La visión proyectada por el sistema formal sobre la superficie del mundo hispanohablante es monolingüe, anula las diferencias y atenta contra las identidades. Si alguna vez se han reconocido estas formas en las políticas lingüísticas educativas de nuestro país, ha sido para estigmatizarlas colocándolas en un plano de secundariedad y de desprestigio que merece ser revisado.
En la primera entrega de esta serie quedó expresada, con palabras del lingüista y académico Adolfo Elizaincín, la necesidad de un nuevo centro de estandarización que regulara la norma de la variedad rioplatense. En la segunda parte, al documentarse la relación entre las políticas lingüísticas y el contexto sociohistórico, por las sociolingüistas Graciela Barrios y Patricia Pugliese, se deduce que tal estandarización es necesaria, no por imposición autoritaria de los usos normativos propios del español peninsular y ajeno a los usos regionales sino por absorción de los usos literarios y académicos propios. Con las palabras del antropólogo Renzo Pi, en la tercera parte, se estableció una de las principales razones históricas, de raíz étnica, de esta necesidad: más de un tercio de la población tiene origen italiano. También el portugués y el guaraní aportan su caudal lingüístico dentro de la variante rioplatense.
La Academia Nacional de Letras del Uruguay es, como muchas otras academias hispanas, una institución de muy escasos recursos económicos. Esta realidad nacional no permite planificar un centro que se ubique en su capital. Es en Buenos Aires, capital del vecino país, en cambio, donde debería establecerse el centro de estandarización rioplatense. La significativa cantidad de hablantes de esta variedad se calcula sumando la mayoría de los habitantes del país argentino (unos 37 millones de habitantes en total) a la mayoría de la población uruguaya (unos 3 millones de habitantes en total). Es una cifra de peso, que permite distinguir mejor qué se agrupa dentro de ese 90 % de hispanohablantes americanos (unos 340 millones). Parafraseando al escritor español Clarín (1852-1901), nos gustaría proclamar que «La lengua también es nuestra». Hoy día, esta posibilidad se ve acrecentada por la supervivencia de la alianza del Mercado Común del Sur (el Mercosur), desde donde se sigue buscando definir una identidad política regional basada en acuerdos comerciales. Las fronteras lingüísticas, como bien señala Klaus Zimmermann, no coinciden con las fronteras estatales o nacionales.
Si, tal como precisa Félix Córdoba Rodríguez, la primera recopilación de voces americanas fue hecha en el siglo XVI, con el Diccionario de voces americanas, y permaneció, quizá muy significativamente, inédito hasta 1995..., ya es hora de inducir los cambios necesarios dentro de las academias de la lengua hispanoamericanas. Pero la política lingüística española actual, por su lado, soporta la impronta de un probable interés no solo investigativo sino también comercial, enfocado en la capacidad de expansión de una lengua de la que se distingue su «potencial económico». Esta política está siendo llevada adelante por la Real Academia de la Lengua Española, el Instituto Cervantes y sus patrocinadores.
¿Seremos los hispanoamericanos los más dignos herederos del genial Cervantes? ¿Continuaremos esforzándonos en ver en los gigantes, y más allá de los límites de la razón —como en un particular negativo fotográfico revelado en el margen oeste del Atlántico—, no a los gigantes, no..., sino a amables y muy amistosos molinos de viento?
Pilar Chargoñia, correctora de estilo, Montevideo, Uruguay. valchar@adinet.com.uy
3 comentarios
Pilar Chargoñia -
Gracias por permitir estas precisiones, NoImporta.
NoImporta -
NoImporta -
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