Bibliotecas «abierradas», o los libros de ni mírame ni me toques
«Abierrada» es una palabra rara, que podría venir de «aberración», aunque en realidad viene de «ni abierta ni cerrada». En España estamos en época de exámenes y en muchos pueblos y ciudades los ayuntamientos y diversas entidades públicas intentan ofrecer espacios para que los estudiantes se den el último atracón de esperanza. A veces se abren salas de estudio, y a veces, por ahorrar, se abren las bibliotecas pero sin personal bibliotecario. Hay casos en los que uno, por un lado, se alegra: ¿qué hacía la biblioteca cerrada en las tardes de agosto? ¿Dificultamos que los chavales lean justo cuando más tiempo libre tienen? Está el préstamo, de acuerdo; pero la biblioteca es más que una máquina expendedora de libros: es un lugar para mirar, abrir al azar, consultar los fondos no prestables, etc.
Pero hay casos en los que, por ahorrarse el sueldo de unas pocas tardes de bibliotecario, como decía, se «abierran» las bibliotecas, abiertas pero cerradas, abiertas para sentarse pero no para consultar los libros, que no se pueden tocar. ¿Digo tocar? Ni mirar siquiera. Esta muestra de indignación ha llegado al foro IWETEL, y merece la reflexión de los responsables.
Ayer por la tarde acudí a la Biblioteca Municipal Julián Besteiro de Leganés, que en época de exámenes abre sus puertas hasta las 21:45, aunque su horario habitual es de mañana. Mi intención era echar un vistazo a los fondos y, de encontrar lo que buscaba, volver en el horario normal, que es cuando hacen los préstamos. Me dirigí hacia las estanterías que me interesaban, cuando una celadora se acercó para recordarme que no podía llevarme ningún libro porque por la tarde no estaban las bibliotecarias. Respondí que mi única intención era buscar algo de interés, a lo que me contestó que tampoco podía realizar consultas… Sonreí incrédula y repliqué que entonces me limitaría a echar un vistazo, por lo que me advirtió de que ni siquiera podía tocar los libros… Atónita respondí que no tocaría nada, limitándome a mirar los lomos. Desconcertada, comencé a pasear por las estanterías, cuando me percaté de que la celadora, desconfiada, no me quitaba el ojo de encima… Decidí acabar con tan incómoda situación, por lo que me dirigí a los catálogos (de fichas manuales) para realizar mi búsqueda de un modo más profesional, pero inmediatamente la mujer se acercó hasta donde yo estaba para informarme de que tampoco podía tocar los catálogos… No me lo podía creer, así que me acerqué a leer detenidamente los carteles de avisos, los cuales informan de que en agosto el horario habitual de la biblioteca es de mañana, y que en época de exámenes por las tardes se abre como sala de estudio, no existiendo el servicio de préstamo ni consulta de libros más que en el horario habitual. Alegué que los avisos no mencionaban la utilización del catálogo, aunque la mujer, apurada, contestó que ella hacía lo que le ordenaban… La biblioteca se llena a diario hasta los topes con gente preparando sus exámenes y nadie puede tocar los libros, ¡ni siquiera un diccionario, como apoyo al estudio! Me fui perpleja y con una bonita copia de mi reclamación en vez de la signatura que buscaba.
Gonzalo García, Moratalla (Murcia, España)
10 comentarios
Gonzalo García -
Por cierto que en otra biblioteca de La Merced encontré un caso que me pareció raro: en Filología Inglesa, creo, las obras estaban ordenadas en las estanterías por fecha de entrada, con números correlativos, no por temas ni autores. Podías acceder a los libros, pero si por alguna razón no iban los ordenadores o había demasiada cola, era como entrar en las bibliotecas infinitas de Borges.
Elena Pérez -
Gonzalo García -
inquilino -
¿Por qué es imposible acudir a una biblioteca una tarde cualquiera de agosto? ¿Por qué cierran los museos los domingos por la tarde y abren los miércoles por la mañana? ¿Por qué se cierran los polideportivos en agosto y fiestas de guardar?
Si los lugares de ocio cultural se cierran en nuestros momentos de ocio, ¿será que el equivocado es nuestro horario laboral?
Ana Lorenzo -
Son, además, recurso de todo estudiante, de primaria, de secundaria, de universidad, de doctorado, autodidacta... porque ya hemos asumido todos que los fondos no los puede tener uno en casa, ni adquirir una biblioteca sola. Hay que ir a la escolar, a la municipal, a la pública, a la universitaria, solicitar el servicio de préstamo interbibliotecario: aprender desde chiquititos a coger información fuera de nuestros libros.
Si queda tanto por hacer en las municipales, imagínate en las escolares, que ni siquiera existen en muchos colegios e institutos. A ver cuándo los políticos se enteran de que si quieren un país rico necesitan un país formado, y de que eso empieza por invertir en la educación. A veces uno se cansa de repetir tantas veces lo mismo, parece que se desgasten las palabras.
Al menos en las leyes de educación aparecen las bibliotecas; antes, ni eso.
Gonzalo García -
Ana Lorenzo -
Esa situación de abierrada me recuerda a cuando en la biblioteca no estaban aún los libros en libre acceso (les juro que en mi facultad conocí esa situación; qué vieja soy): algunas salas eran puras salas de estudio. Todo vuelve. Me recuerda también a algo mucho más cercano a todos: cuando los centros comerciales abren los cines y no los hipermercados, que mantienen a buen recaudo tras unas rejas; quizá la inversión en rejas y el traslado de las mesas sea tan gravoso como el pagar a un par de bibliotecarios unas horas pero no me extrañaría que llegáramos a ver esta locura. «¿Dónde vas? ¿A la biblio?» «No, voy a la estudioteca hoy, la reja está echada.»
Otra solución es la subcontrata en cuanto se privatice la cultura y se huela que aquí, como en todo, hay dinerito: un par de bibliotecarios con camisetas de pizzarredonda atienden a los que acceden en horario extendido; varias azafatas atienden el quiosquito donde toda la comida y bebida que compran los estudiantes hambrientos es suministrada por esta marca... «¿Y si mañana vamos a estudiar a la del barrio de Pepe? Dice que los superbocatas son mucho mejores, y encima las azafatas son todas venezolanas, están de muerte.»
Gonzalo García -
Aestribor -
En muchas hay aire acondicionado, cuartos de baño en buen estado, espacio para estudio 24h y total libertad.
Si no hubiera sido gracias a esas salas (y me gustaría señalar que hablo desde una visión muy subjetiva) muchos de mis compañeros, amigos, familiares y conocidos no habríamos dispuesto de lugares adecuados para el estudio.
Es cierto que algunas salas están sufriendo desperfectos o que en algún momento (dada la ausencia de responsables) algún grupo de personas arma más follón del debido. Pero tras muchos años disfrutando de esas instalaciones, debo dar las gracias por disponer, al menos, de algún sitio de tales características.
Gonzalo García -