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El presidente de México veta el régimen de precio único del libro

En una nota anterior me referí a la promulgación en México de la nueva Ley de Fomento de la Lectura y el Libro, que instituía el régimen de precio único. Entonces hablaba de las bondades del régimen y señalaba como siguiente tarea superar dos obstáculos inmediatos: la centralización excesiva y problemas de distribución.

Pero en estos días el presidente Fox vetó la disposición del precio único (no toda la ley) basándose en una opinión de la Comisión Federal de Competencia, según la cual, para citar las palabras del director de la comisión, Eduardo Pérez Motta, «el esquema del precio único impediría a todos los participantes en el mercado de los libros ofrecer a los consumidores precios más bajos, aunque estuvieran en condiciones de hacerlo por operar eficientemente, debido a que esta práctica quedaría fuera de la ley». Hace un año, el 5 de octubre de 2005, la CFC ya había hecho pública su oposición, así que no es ninguna sorpresa su postura.En cambio, sí sorprende la metodología que siguió para fundar su opinión. Explica José Ángel Quintanilla, presidente de la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana, que todo lo que hizo la comisión fue consultar en el sitio electrónico de Amazon el precio de dos libros en seis mercados, tres de precio único y tres de precio libre. Con esa «muestra», la comisión concluyó que el precio único aumenta el costo para los consumidores hasta treinta por ciento.

No es el único pecado de la Comisión Federal de Competencia. También pasó por alto la opinión casi unánime de libreros y editores, que viven a diario la concentración del mercado y que tienen que enfrentar la presión de las empresas más grandes por conseguir descuentos que nunca están al alcance de las librerías pequeñas, tanto las especializadas como las que atienden a lectores de ciudades alejadas o poco pobladas. Ignoró también la opinión de intelectuales cercanos al medio editorial. El resultado, como era de esperar, ha sido la reprobación general (para tres ejemplos accesibles, véase el artículo del periodista Fernando Escalante, que da un repaso al veto del presidente, la nota de la poeta Coral Bracho, en la que revisa el régimen del precio único en otros países y el comentario de Alberto Ruy Sánchez, sobre la debilidad de las explicaciones del presidente y sus consejeros).

Las editoriales y las librerías no compiten con precios, sino, por ejemplo, con su catálogo. En las situaciones ideales, compiten también en el terreno de la calidad y el cuidado editorial. El veto del régimen de precio único es una de esas equivocaciones bien intencionadas de las que es difícil retractarse. Por si fuera poco, México empieza estos días la transición del gobierno federal, de modo que no se avizoran cambios en varios meses. Llegará, sin embargo, la hora del arrepentimiento. Seguramente retomaremos el régimen de precio único y, con suerte, daremos otros pasos mejor encaminados. Esperemos que sea pronto.

Javier Dávila, ciudad de México

1 comentario

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Me pareció increible el veto a esta ley y mas las estúpidas razones que dieron. Y ahora a esperar a que se retracten, vivimos en el país del: "ups, me equivoque."