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Revilla y la expansión del español, o a quién beneficia el valor económico del idioma

Revilla y la expansión del español, o a quién beneficia el valor económico del idioma

Revilla dice que en torno al español hay una industria "que no tiene EREs"

16.12.09 | 14:31 h.  Agencia EFE


El presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, ha apuntado hoy al idioma como el "activo" de España para liderar un cambio en el modelo económico y ha afirmado que "en torno al potencial de la lengua española hay toda una industria que no tiene EREs, porque es imparable". [...]

 

Quien haya leído (no sin dificultades) el ya clásico y muy técnico estudio de Ángel Martín Municio sobre el valor económico del español y algunos de los que se han publicado más recientemente, en la misma línea, tendrá mucho que objetar a estas (ya habituales) declaraciones de Miguel Ángel Revilla, ese presidente bigotudo que maravilla. Entre otras razones porque entre la prudencia que muestran las conclusiones de esos estudios y lo que proclaman Revilla y tantos otros hay un auténtico abismo. Lean:

[...] el carácter todavía pionero y experimental de los métodos empleados recomienda cierta prudencia sobre los resultados obtenidos, cuya validez sólo puede evaluarse adecuadamente mediante futuras extensiones y contrastes del trabajo y su discusión en el ámbito científico nacional e internacional. [Francisco Javier Girón González-Torre, Agustín Cañada Martínez: «La contribución de la lengua española al PIB y al empleo: una aproximación macroeconómica», Documentos de Trabajo. El valor ecónomico del español, n.º 11, 2008, p. 31]

Las reservas que se muestran en estos estudios no responden a razones exclusivamente metodológicas. Una de sus limitaciones fundamentales es que obvian el análisis multidimensional con el que hay que abordar el estudio de una lengua en sociedad. En el caso del castellano, sin ir más lejos, pasan por alto:

que los casi 400 millones de hispanohablantes utilizan modalidades mucho más distintas de español de lo que se nos suele asegurar;

que son en buen número bi o plurilingües, y

que tienen filiaciones identitarias, culturas y lealtades también diversas y complejas, a las que a menudo las industrias culturales, que consideran a los castellanohablantes como una masa compacta, monoglósica y homogénea lista para la explotación, no atienden en absoluto (en lo relativo a la industria editorial, v. 1 y 2).

Por no hablar de la objeción más evidente que cualquier persona puede plantear a Revilla: que el castellano es un condominio de los 21 países que lo reconocen como lengua (co)oficial de facto o de iure, y que tienen idéntico derecho a obtener beneficio de lo que pueda dar de sí el idioma en campos como la educación, las (tele)comunicaciones, las industrias de la lengua ( tecnología lingüística, interpretes y traductores...), la industria editorial, los servicios de información y atención al cliente, y la publicidad. Es más: también es un condominio entre las comunidades autónomas españolas que, como la suya, tienen el castellano como lengua propia, y las disputas entre Cantabria y La Rioja que ocasiona la genealogía del idioma así lo demuestran.

Y eso de que la industria del español no tiene EREs ofende directamente a muy buena parte de los trabajadores del Instituto Cervantes que, como ya hemos ido viendo, viven en la pura precariedad y en el puro maltrato laboral. Pero eso nunca lo divulgarán ni EFE ni Revilla. Cualquier aspecto oscuro o criticable de la política lingüística española para el español no trasciende prácticamente nunca a los medios masivos.

En sus obras propagandísticas y en sus apariciones mediáticas, lo que todos los apologistas del valor del español olvidan mencionar siempre es:

que la expansión de este mercado va de la mano del chovinismo, del imperialismo y del nacionalismo unitarista, en detrimento de otros pueblos, de sus derechos y de sus culturas,

y que los réditos (relacionales u económicos) que rinde van mayoritariamente a manos de los intelectuales orgánicos que dirigen el I. Cervantes y sus sedes, y de los cuadros y accionistas de empresas como Telefónica, Grupo Planeta, Grupo Prisa, Endesa, BBVA, La Caixa, Aguas de Barcelona, Unión Fenosa, Grupo Santander, Repsol-YPF, etc. (casi todas ellas presentes en el Real Instituto Elcano [de Estudios Internacionales y Estratégicos], en la Fundéu-BBVA y en la Fundación pro Real Academia), que, con el apoyo público del Gobierno español y valiéndose de la ventaja que les ofrece el idioma, siguen dominando los mercados de Latinoamérica (también el editorial), donde algunas de ellas generan deuda ecológica (1 y 2), deuda social y deudas financieras ilegítimas, son moralmente sancionadas por el Tribunal Permanente de los Pueblos por atentados contra los derechos humanos, logran acceder de forma altamente sospechosa al índice de inversiones ético FTSE4Good Ibexy, y ejercen el control de la palabra (1 y 2).

 

 

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