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Las tribulaciones del verbo 'procesionar'

Las tribulaciones del verbo 'procesionar'

Andaba yo hace unos días pensando en escribir un artículo para las editoras de Addenda et Corrigenda por el cuarto cumpleaños de su bitácora (¡y que cumpláis muchos más!), cuando me llamó la atención el uso que un periodista de televisión hacía del verbo procesionar. La frase en cuestión fue esta: «Desde las tres y media de la madrugada los almonteños han procesionado a la Virgen por la aldea del Rocío…». ¿Qué opinan ustedes? ¿Han dado también un respingo como hice yo en su momento, o les ha parecido una frase normal y corriente?

Antes de que me contesten, debo aclarar que, a pesar de ser un término de acuñación relativamente reciente (no parece que en español tenga más de 30 años), el verbo procesionar no me resulta extraño cuando se emplea como intransitivo: las cofradías, las hermandades, los pasos, los tronos, las imágenes y los nazarenos procesionan en Semana Santa; e incluso figurada o metafóricamente hay aficionados que procesionan —todos en fila— ante las taquillas de un estadio de fútbol,1 o que —como si de una penitencia se tratara— procesionan ante un juez.2 Sin embargo, escuchar que alguien ha procesionado una imagen me sonó tan anómalo como lo sería oír que el Ejército ha desfilado un determinado tipo de misil. En fin, ya digo que no sé si a ustedes les ocurre algo semejante; pero, gramaticalmente hablando, la duda que me asaltó era muy clara: ¿tiene este verbo únicamente el significado de ‘ir o salir en procesión’, o también es común su empleo transitivo con la acepción de ‘sacar en procesión’, y es mi oído el único que se percata del chirrido?

Como lo más sencillo para salir de dudas de este tipo suele ser consultar un diccionario o una obra gramatical que se actualice periódicamente (el uso personal de cada uno puede en ocasiones ser minoritario o incluso antiguo), me dirigí a la página que la Real Academia tiene en internet y tecleé procesionar en su diccionario en línea. Pensaba yo que de esta forma mi duda quedaría resuelta en un par de minutos, al menos en el plano normativo. Sin embargo, lejos de ocurrir así, el resultado que obtuve fue tan sorprendente como decepcionante ya que, según la RAE, «la palabra procesionar no está registrada en el Diccionario». Reconozco que al leer esta frase volví a repetir la consulta para cerciorarme de que no había cometido algún error ortográfico; pero no, el resultado siguió siendo el mismo: para la Academia Española el verbo procesionar no es ni transitivo ni intransitivo ni nada porque ese verbo, simple y llanamente, «no está registrado». La verdad, leyendo esta absurda respuesta del diccionario de español más consultado en la red, no me extraña que muchos internautas todavía se pregunten en los foros digitales si este verbo procesionar existe realmente o si estamos ante el desvarío personal de algún pirado.

El caso es que si el uso de procesionar es tan escaso que la RAE no tiene constancia alguna de él, ¿cómo es posible entonces que en una simple búsqueda en las páginas en español de Google el infinitivo procesionar aparezca nada menos que 90.000 veces, el pasado procesionó 42.000 y el gerundio procesionando 26.000? Por supuesto, no olvido que, al contrario que en Internet donde todo es inmediato y los filtros de formalidad son pocos, la Academia es lenta en esencia, dado que está obligada a comprobar el uso fehaciente y continuado de una determinada palabra antes de incorporarla a su diccionario; pero precisamente por lo fácil que resulta encontrar ejemplos de este verbo en bitácoras, revistas y periódicos digitales —y, ¡ojo!, no sólo en estilos coloquiales—, me sorprendió tanto la ausencia de registros de la RAE. Y más aún cuando comprobé que procesionar ni siquiera figura en el Diccionario panhispánico de dudas, donde su presencia se me antoja inexcusable.

Bastante desconcertado, pues, decidí consultar directamente el CREA, la base de datos que recoge usos literarios y periodísticos hispanoamericanos de los últimos cuarenta años. «No vaya a ser —me dije— que todo se deba al error o al olvido de algún lexicógrafo.» Pero no, en esta base de datos académica el verbo procesionar aparece tan sólo una vez en un artículo del diario español El Mundo fechado en el año 1995. Sin lugar a dudas, aparición tan esporádica justifica que la Academia Española no recoja esta palabra en su Diccionario general, eso es obvio; pero no lo es menos que esta situación se produce debido a una grave negligencia metodológica. Porque es incomprensible que el Corpus de Referencia del Español Actual, la principal base de datos de los académicos a la hora de remozar su diccionario, no contemple ni un solo ejemplo de este verbo en la prensa hispana ¡de los últimos quince años!

Sinceramente, yo les recomiendo a los filólogos de la RAE que hagan dos cosas: primero, que se habitúen a manejar el buscador de Google, ya que en ese periodo de tiempo aparecen miles de entradas en páginas escritas en español; y, segundo, que si no se fían de internet —donde los ejemplos de cualquier escribiente se contabilizan como los del mejor escritor—,3 que se lean entonces alguna publicación en papel de la pasada Semana Santa, donde seguro que encontrarán también ejemplos más que suficientes de este verbo presuntamente indocumentado. En fin, ya se sabe que históricamente la Academia ha obviado usos comunes de los hispanohablantes de a pie mientras privilegiaba como criterio de autoridad los de los propios académicos, especialmente los de los escritores; y de esas lluvias quizás vengan estos lodos.4 Pero, sea por esta causa o por otra que se me escapa, lo cierto es que, con una base de datos como la actual, muchos internautas nos quedamos sin ejemplos para investigar el origen de este verbo,5 que bien pudo haber nacido en el ambiente cofrade de Andalucía (lugar de donde provienen muchos de los ejemplos encontrados en la red) para luego extenderse al resto del país (hay registros datados en León, Valladolid, Madrid, Asturias, Badajoz, Barcelona...), o para saber si arraigará definitivamente en América ya que en este continente el uso es sensiblemente menor que en España.

Todavía, pues, con mi duda gramatical a cuestas, y temiéndome ya que el verbo procesionar viniese acompañado de una cruz penitencial inmerecida, decidí acudir a una segunda fuente normativa, el vademécum que los compañeros de la Agencia Efe tienen en Internet; un diccionario que suele resolver dudas lingüísticas —especialmente a periodistas— de forma clara y fundamentada. Pero, ¡ay!, no así en esta ocasión; porque aunque, a diferencia de la RAE, la Fundéu sí registra el verbo procesionar, lo hace sólo para concluir que su uso: «Es incorrecto, y en su lugar deben usarse expresiones como participar en la procesión, ir en procesión...». Como ven, no son pocas las tribulaciones de este pobre verbo: primero el DRAE lo manda al limbo del ninguneo; y luego, la Fundéu, otro de los organismos normativos de la Academia,6 lo condena al infierno de la incorrección sin ofrecer ni una sola explicación al respecto.

Que conste que comprendo perfectamente —y hablo por propia experiencia— cuán dura e ingrata es la labor lingüística normativa. Sé que no es fácil establecer reglas sobre la corrección o incorrección de un determinado término, y más todavía cuando esos consejos van dirigidos a los periodistas, que viven en un mundo de vertiginosa inmediatez en el que a menudo lo único que necesitan es un «sí, es correcto» o un «no, es incorrecto». Pero, justo por eso, también sé que es imprescindible evitar juicios condenatorios apresurados que no se correspondan con el uso, que es lo que les ha debido de ocurrir a los filólogos de la Fundéu, cuyos motivos para tachar de incorrección al verbo procesionar no alcanzo a adivinar. En principio, porque su formación morfológica parece impecable (el sufijo -ar se emplea comúnmente para verbalizar7 un sustantivo: asesor/asesorar, cincel/cincelar, lesión/lesionar, incursión/incursionar…)8; en segundo lugar, porque su sentido no necesita de mucha explicación, ya que cualquiera lo entiende de inmediato (ventajas de la paronimia); y en tercer lugar, porque, aunque puede que estemos ante un españolismo, su uso está más que comprobado en estilos formales, dado que encontramos múltiples ejemplos en la prensa; ejemplos entre los que se incluyen —como confirmación más que evidente de esta dinámica— teletipos de la propia Agencia Efe.

Por supuesto, sobre este último punto siempre podríamos aducir —al viejo estilo del desaparecido Fernando Lázaro Carreter—9 que los periodistas suelen ser unos díscolos incorregibles que se empeñan en emplear un lenguaje retorcido o incorrecto sólo para llevarnos la contraria a los lingüistas, ¡yo mismo lo he pensado en alguna ocasión!; pero sería justo recordar entonces que en muchas otras ocasiones estos profesionales suelen ser los primeros en recoger un uso nuevo que la gente ha comenzado a emplear porque resulta útil de alguna manera. Y eso es seguramente lo que está ocurriendo con el caso que nos ocupa: Salir, ir, participar o sacar en procesión son locuciones que procesionar resuelve en una sola palabra, y esa es una ventaja considerable.

Entes normativos aparte, veamos ahora qué dicen al respecto de procesionar los diccionarios de uso. Siguiendo la estela del DRAE, el María Moliner tampoco recoge este verbo (al menos en la edición que yo manejo), algo que sí hace en su versión en línea el diccionario Clave, que lo define exclusivamente como verbo intransitivo. Sólo el Diccionario de Español Actual de Olimpia Andrés, Gabino Ramos y Manuel Seco —el más reciente de los diccionarios de uso del español de España— recoge lo que parece ser una evidencia por los ejemplos encontrados en Google: hoy por hoy el verbo procesionar se utiliza tanto en forma intransitiva con el sentido de ‘ir en procesión’, como en transitiva con el de ‘sacar en procesión’. En la red podemos encontrar sin dificultad ejemplos en pasiva: «El crucificado ha sido procesionado» (más de quinientas apariciones) e incluso en pasiva refleja: «Las imágenes se han procesionado» (¡más de cinco mil!). ¿Ocurrirá lo mismo en otras lenguas o es el español un caso especial?

En catalán, por ejemplo, no recogen el verbo processonar ni el metabuscador de la Generalitat, ni el Diccionari de Catalá Didac, ni el Diccionario de la Acadèmia Valenciana de la Llengua, como tampoco figura en el vocabulario medieval del Institut d’Estudis Catalans. Sin embargo, es posible encontrar algunos ejemplos en internet. Son tan escasos, eso sí, que bien podrían tratarse de calcos del castellano. En gallego tenemos una situación similar a la catalana, ya que el Diccionario de la Real Academia Galega tampoco registra este verbo.

Por el contrario, en inglés encontramos to procession en el Merriam-Webster Online Dictionary, que lo considera un arcaísmo tomado del francés medieval con el significado de «to go in procession». La misma definición, «to march in procession», viene a dar el Collins English Dictionary, que también recalca que estamos ante un uso raro y antiguo. No deja de ser curioso que un neologismo para los españoles, sea un término pasado de moda para los ingleses. Y, sin embargo, lo mismo ocurre en italiano; según el Vocabulario de la Academia de la Crusca de 1816, processionare significa: «Andar aitorno a processione, o a guisa de processione; ma è voce inusitada». Así pues, voz rara ya en 1800, que significa ‘salir en procesión’. Por su parte, el Grande Dizionario Italiano Hoepli nos da una definición muy similar de processionare, al que califica como uso poco común: «Andare in processione o come in processione». Veamos, por último, el caso francés. Según el diccionario Larousse, processioner es un uso literario y antiguo que significa: «Marcher, se déplacer en procession». O sea, ‘ir o salir en procesión’; una definición que corroboran y amplian otros diccionarios en línea al definirlo como: «Faire une marche religieuse accompagnée de cantiques et de prières», o, más escuetamente, como: «Aller en procession». Hay que concluir, por tanto, que el español procesionar se corresponde en significado y etimología con el inglés to procession, el francés processioner y el italiano processionare, sin duda porque todos ellos derivan del latín processio, sustantivo derivado, a su vez, del verbo procedere, que significa ‘avanzar’.

Lo más relevante de la comparación anterior es que en inglés, francés e italiano —y he aquí el detalle que arrima un poco el ascua gramatical a mi sardina normativa— procesionar aparece únicamente como verbo intransitivo, por lo que el uso transitivo español parece ser una novedosa excepción que rompe el paradigma compartido con otras lenguas.10 ¿Es esta quizá la razón de que su uso en español chirríe más que el intransitivo? Y, en todo caso, ¿sería ésta causa suficiente para censurarlo o desaconsejarlo? Difícil de contestar sin duda, y por eso les confesaba hace unas líneas que la labor normativa es muy ingrata para los lingüistas. Si somos partidarios de respetar escrupulosamente el uso, entonces podríamos aducir que las imágenes, las reliquias y los pasos son transportados, por lo que la acepción transitiva de procesionar adquiere un sentido muy preciso (sacar una imagen o una reliquia en procesión). Si, por el contrario, somos muy, pero que muy, conservadores, podríamos recomendar dejar esta acepción en cuarentena un poco más, al menos hasta asegurarnos de que no causa un rechazo gramatical mayoritario, lo que sería razón para excluirlo de la norma de corrección. Eso sí, en cualquiera de los casos, los organismos normativos deberían admitir sin dilación la acepción intransitiva;11 sobre todo porque el uso y la aceptación de la gente nos demuestra que ese procesionar semanasantero parece haber venido para quedarse, por más que a algunos todavía les suene un poco raro.

En fin, si es este su caso, no olvide que habitualmente todo lo nuevo suele resultar extraño, y que situaciones parecidas se produjeron con otros neologismos como ningunear o precarizar,12 (y no digamos nada de incursionar) aceptados hoy en día por la Academia a pesar de lo raro que sonaban hace tan sólo unos pocos años; y lo mismo puede que pase con otros verbos en el futuro.13 Además, tenga en cuenta que no existe obligación alguna de emplear aquellas palabras que nos resulten inadecuadas, incorrectas o, simplemente, feas, ya que, como hablantes, tenemos la oportunidad y la libertad de escoger entre un amplio repertorio léxico. En último caso, y como último consuelo, recuerde que aunque algunos neologismos nos desagraden o nos suenen mal, siempre podemos alegrarnos de comprobar cómo nuestra lengua sigue creando palabras y acepciones, señal inequívoca de su buena salud.

 

En Sevilla, a finales de junio del 2010.

 

Luis Carlos Díaz Salgado

 

1 Las orugas llamadas procesionarias reciben este nombre por desplazarse una detrás de la otra; o sea, en procesión.

2 Si es usted periodista, le aconsejo que en su labor profesional sea muy cuidadoso, o cuidadosa, con empleos figurados como este. Estilísticamente, resulta mucho más objetivo y formal decir que las personas comparecen ante un juez u otro tipo de autoridad.

3 El buscador de google puede servir para darnos una idea aproximada del uso de un determinado término, pero su fiabilidad es muy cuestionable, ya que en ocasiones un mismo ejemplo puede aparecer, y contabilizarse, en múltiples ocasiones. Es necesario, por tanto, afinar las búsquedas todo lo posible.

4 Este comportamiento académico, además de elitista, resulta también científicamente cuestionable.

5 Doy por hecho que estamos ante un neologismo ya que el CORDE, la base de datos histórica del español, no recoge ni un solo ejemplo, a lo que debemos añadir que este verbo no figura en ninguno de los diccionarios académicos, antiguos o modernos. Si usted tiene constancia de que procesionar ya se empleaba en siglos pasados, le agradecería por tanto que me hiciera llegar la referencia bibliográfica.

6 Para entender la profunda relación entre la RAE y la Fundación de Español Urgente, baste recordar que Víctor García de la Concha es director de la primera y presidente de la segunda.

7 A pesar de que el DRAE no recoge esta acepción, verbalizar define el proceso por el que un adjetivo o sustantivo se convierte en verbo. Tampoco recoge el DRAE el término verbalizador, que es como se califican los sufijos empleados en el proceso anteriormente reseñado.

8 Es realmente llamativo que este verbo incursionar (realizar una incursión) sí figure en el DRAE, mientras que excursionar (salir de excursión) no esté «registrado», tal y como le ocurre a procesionar.

9 Director en su día de la Real Academia, y uno de los creadores del Departamento de Español Urgente, antecesor de la actual Fundéu, Fernando Lázaro Carreter censuró en su conocido El dardo en la palabra numerosos usos periodísticos, algunos de los cuales están hoy más que asentados.

10 Son escasísimos los ejemplos transitivos que he podido encontrar en francés.

11 El Libro de Estilo de Canal Sur, cuya autoría compartí con José María Allas, recogía y validaba ya en el 2004 el uso intransitivo de este verbo procesionar. Luego la Academia tampoco parece prestar mucha atención a lo que establecen los manuales periodísticos; otro ejemplo de cuánto debería mejorar el CREA.

12 Yo mismo censuré y desaconsejé el uso de precarizar en el Libro de Estilo de Canal Sur del 2004, y lo mismo hice con oscarizar. Hoy en día, y dada su aceptación y empleo, no podría seguir negando la corrección de estos verbos, sólo el primero de los cuales recoge el DRAE. Entono este mea culpa para demostrar que cualquiera que ejerza labores normativas está expuesto tanto al error o al desacierto, como a la crítica; de ahí que las obras normativas deban ser revisadas y actualizadas con cierta regularidad.

13 Pongo como ejemplos últimos y definitivos de esto que digo a verbos como conveniar (firmar un convenio) o recepcionar (¿responsabilizarse una administración de recibir un documento o una obra pública?) que también hace tiempo que llaman a nuestra puerta a pesar de que —cuando menos estilísticamente— resulten bastante discutibles.

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