EL CÁRTEL Y LA HISPANIDAD
La definición es más o menos compartida por todas las escuelas económicas: Un cártel es un “sindicato o agrupación voluntaria de empresas para defender sus intereses. Se deriva de la voz alemana Kartell y las empresas que forman parte del mismo conservan su propia personalidad jurídica, su independencia financiera y no se hallan vinculadas a una administración común. Los carteles proliferaron en Alemania a finales del siglo XIX y comienzos del XX. El cártel nace siempre con la finalidad de limitar la competencia y aumentar los beneficios de las empresas.
El objetivo esencial de un cártel es limitar la oferta disponible, con el objetivo de que los precios aumenten por el juego de la oferta y la demanda.
Así los cárteles fijan los precios del bien o servicio ofertado al mercado, precio que suele ser superior al que cada empresa hubiese fijado en un régimen de competencia, y por tanto los beneficios también son mayores. Apoyándose en lo anterior, el cártel nace para obtener de manera conjunta los mayores beneficios posibles del mercado.”
Luego ¿podemos considerar las multinacionales españolas como un cártel que aplica en América Latina una “defensa comuna de intereses” para “limitar la competencia”, “aumentar los beneficios” y “fijar los precios”? Sin lugar a duda existen cinco sectores de la economía -turismo, obras públicas e infraestructuras, telecomunicaciones, banca y energía (gas, electricidad y petróleo)- donde las multinacionales españolas funcionan como un cártel que controla segmentos enteros del mercado.
Dentro de estos mercados capturados por el cártel español se aplica no sólo una misma política de precios sino que existe una coordinación de sus intereses oligopólicos mediante una batería de instituciones a su servicio. Desde las cámaras de comercio españolas hasta las embajadas, el Instituto Cervantes, el Real Instituto Elcano, la Fundación Carolina y otros organismos públicos y privados, como su periódico de cabecera, El País, controlado desde 2010 por capital norteamericano, se genera una política exterior cuya principal premisa es la protección y defensa de los intereses corporativos hispánicos.
La idea es siempre la misma: extender mediante el lobbysmo o cablideo, la publicidad, la corrupción institucional, la seducción cultural y otros mecanismos de influencia las redes de colusión que permiten sostener los beneficios de este oligopolio a escala continental. Coadyuvando en esta labor no faltan las poderosas redes de emigrantes ibéricos y sus sagas empresariales así como las cien familias que con escasas variantes controlan las economías nacionales y a menudo sus gobiernos. La herencia española, el poder fáctico criollo, el sistema de castas, la influencia de la iglesia católica, siempre de matriz española, así como el malinchismo de las burguesías locales hacen el resto.
Las redes de la hispanidad generaron el esquema del poder en las Américas y pese al fin del imperio español en 1898 su legado persiste a día de hoy.
En la cúpula de este cártel se encuentra su presidente de honor, el rey Juan Carlos I quien, como jefe de estado, asume un papel de defensor y cabildero de las multinacionales española. Explícita labor que ejerce también mediante su rol tutelar sobre todas las repúblicas latinoamericanas gracias a su simbólica y permanente puesto de presidente in pectore de las cumbres iberoamericanas que desde 1991, en Guadalajara, México, marcan el rumbo de la reconquista económica del continente y su subordinación al nuevo eje de poder neoliberal formado por Madrid y Miami, bajo el control directo de Washington.
Un cártel que tiene en la figura de sus consejeros delegados, o presidentes del gobierno español, sus máximos representantes. De Adolfo Suárez a José Luís Rodríguez Zapatero. No hay duda que sin la figura de Felipe González (1982-1995) y su apabullante agenda de favores, contactos y relaciones en América Latina el desembarco del cártel ibérico de los negocios no habría sido posible en toda su extensión y magnitud.
Así pues, la historia de este cártel y sus redes políticas, económicas y culturales es el objetivo central de este libro que pretende en poco más de 400 páginas trazar el recorrido de un poderoso grupo de hombres, empresas y conceptos que tras la conversión de España en protectorado euroamericano soñaron convertir las viejas posesiones en su nuevo espacio colonial. Esta es la larga, compleja y terrible historia de la hispanidad y sus más letales consecuencias: el cártel español.
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