El lápiz del lector corrector
El fenómeno de la mala calidad de los libros que se editan últimamente es tan universal, que ya no podemos leer sin el lápiz del corrector en la mano. No me refiero a tomar notas, dialogar con el autor y armar nuestro propio libro, que era el uso habitual del lápiz. Ahora tomamos el lápiz nada más que para tratar de hacer legible el texto, para saber apenas si es que de veras dice algo.
Mal están las cosas si, en lugar de leer, uno corrige. Esa conocida deformación de nuestro oficio, que antes nos obligaba a cerrar el periódico, ahora nos causa sobresaltos hasta con los productos de editoriales serias. Qué difícil es creer que ni siquiera una persona pase los ojos sobre las planas de ciertos libros, cada vez más numerosos. Pero es más difícil pensar que sí se cuidan las ediciones y que la culpa es de los duendes.
Cuando leí el tercer tomo de Harry Potter, observé algo desde el principio. De la página legal se habían caído todas las haches minúsculas cursivas. Todas. Pensé que sería una jugada de último minuto de los modernos sistemas de impresión; esas cosas pasan. Pero más adelante, en la página 11 se cae la e de la lechuza de HP, H dwig, las dos veces que aparece. Y en la 38 faltan todas las ges. Etcétera. No se me ocurrió sospechar que acaso nadie hubiera leído las planas. Más bien pensé que había comprado una edición pirata, pues se sabe que a veces se cuelan a los canales formales de distribución. Pero no: tiene el pie de Barcelona, el sello sobrepuesto del distribuidor de México y lo compré (lleva aún la etiqueta del precio) en una tienda Sanborns de la ciudad de México.
Esto, que debería quedarse en anécdota, es nada más otro ejemplo de un fenómeno cada vez más común para el lector.
Por tanto, propongo la hipótesis siguiente: los grandes editores aspiran a hacer libros piratas. En su pérdida de contacto con la realidad, han concebido la idea de imitar a los piratas del mundo para ganar más dinero: ninguna calidad, ningún amor por el detalle, ningún respeto por el lector, ninguna consideración con el librero, ningún interés por el trabajo de los que en efecto hacen el libro.
Tal es la causa de que ya no podamos leer, de tanto que tenemos que corregir.
Javier Dávila (Ciudad de México, México)
5 comentarios
Julio A. Juncal -
Ana Lorenzo -
Gracias a dios, mis Harry Potter no tienen graves faltas (porque los lee mi hija, con lo que en vez de ir corrigiendo con lápiz, iría copiando con su memoria visual: vaya desastre). De estilo, miles de libros, pero recuerdo las faltas ortográficas de un libro llamado Por qué los hombres no escuchan y las mujeres no entienden los mapas:la verdad es que era ameno y daba una idea de qué problemas aparecían entre hombres y mujeres y cómo acercar posiciones, pero era imposible de leer: *correcion (por corrección), *lamujeres (por las mujeres), faltas de puntuación que dejaban las frases tan mareadas que no había por dónde tomarlas... No lápiz, sino rotulador negro en mano, de punta fina, para evitarme tanto sufrimiento.
TitaZ -
TitaZ -
Martha Mauri -