Grupo A&C: Silvia Senz
(Font de la imatge: Isa, de Bourgeon.)
[Versió catalana:]
Vaig néixer a Barcelona el mateix any que els Beatles van actuar per primer (i únic?) cop a Espanya.
Després de voltar d’esma per la filologia francesa, penjar la carrera i replantejar-me mil altres opcions acadèmiques, des del teatre fins a la biblioteconomia passant per la geografia, el fet de comprovar que donar classes particulars de llatí em proporcionava ingressos em va fer retornar a la cleda filològica. Després de sis anys de tortura, defugint cap estudi literari, vaig acabar llicenciant-me en filologia hispànica (especialitat: llengua i lingüística) per la UB, en la mateixa promoció que la Montse Alberte.
Vaig optar pel món editorial com a sortida professional perquè, com el llatí, era la via que més possibilitats em donava de guanyar-me les garrofes, encara que fos precàriament, i d’independitzar-me.
Des del 1990 he fet de tot en aquest sector; el que se’n diu de tot: des de corregir galerades d'insuportables tractats de medicina, fins a portar el consultori d'un manga eròtic sota el pseudònim de Yoko Metesaka, passant per la redacció, com a negre editorial, de diversos llibres pràctics, la producció de tot tipus de publicacions, la tria d'originals presentats a premis literaris de LIJ i l'elaboració de projectes editorials.
En un món que «pide mucho por lo suyo y da muy poquito a cambio», com cantava Raimundo Amador, em vaig decidir finalment a abandonar les plantilles editorials per poder pujar els meus fills. Des d’aleshores combino la feina free-lance (correcció, traducció, direcció i coordinació d’algun projecte editorial) amb la docència especialitzada en postgraus d'edició, associacions professionals de traductors i el Gremi d'Editors. I procuro reservar-me temps per escriure (i publicar) sobre edició i llengua, amb finalitats tan descriptives com combatives, que és el que més m'agrada i menys es paga. Ah! I per editar i promoure aquest bloc, en record dels meus bons temps d'editora.
[Versión castellana:]
Nací en Barcelona el mismo año en que los Beatles actuaron por primera (¿y única?) vez en España.
Después de deambular sin rumbo por la filología francesa, colgar la carrera y replantearme mil otras opciones académicas, desde el teatro hasta la biblioteconomía, pasando por la geografía, el hecho de comprobar que dar clases particulares de latín me proporcionaba ingresos me hizo regresar al redil filológico. Después de seis años de tortura, evitando en lo posible cualquier estudio literario, acabé licenciándome en filología hispánica (especialidad: lengua y lingüística) por la UB, en la misma promoción que Montse Alberte.
Opté por el mundo editorial como salida profesional porque, como el latín, era la vía que más posibilidades me daba de ganarme el pan, aunque fuera precariamente, e independizarme.
Desde 1990 he hecho de todo en el sector; lo que se dice de todo: desde corregir galeradas de insufribles tratados de medicina, hasta llevar el consultorio de un manga erótico bajo el seudónimo de Yoko Metesaka, pasando por la redacción en la sombra de diversos libros prácticos, la producción de todo tipo de publicaciones, la criba de originales presentados a premios literarios de LIJ y la elaboración de proyectos editoriales.
En un medio que pide mucho por lo suyo y da muy poquito a cambio, como cantana Raimundo Amador, me decidí finalmente a abandonar las plantillas editoriales para poder criar a mis hijos. Desde entonces, combino el trabajo free-lance (corrección, traducción, dirección y coordinación de algún proyecto editorial) con la docencia especializada en posgrados de edición, asociaciones profesionales de traductores y el Gremi d’Editors. Y procuro reservarme tiempo para escribir (y publicar) sobre edición y lengua, con fines tan descriptivos como combativos, que es lo que más me gusta y menos se paga. ¡Ah! Y para editar este blog, en recuerdo de mis buenos tiempos de editora.
Silvia Senz
11 comentarios
El Enigma -
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Gracias por seguir publicando la palabra
Jordi Lobo -
Llenar páginas, escribir para publicar, con desidia, tú lo has constatado... De ahí la importancia de que la caza para alimentar a tu manada venga de otros lares. Así la escritura no se mediatiza, porque sólo se me ocurren razones fisiológicas para escribir con otros fines que los de escribir, que los de ir creando, paciente, ese mundo que te pertenece.
Gonzalo -
Jordi Lobo -
Pero crear, ya es crear de una manera determinada. Construir algo ya es hacerlo, inexorablemente, de una forma y no de otra. Es decir, no sé si la voluntad de creación no conlleva, necesariamente, una voluntad de estilo; no sé si puede crearse algo sin que su autor se manifieste; luego plasme su voz, luego plasme su estilo.
Gonzalo -
El problema principal es que solo el 1% (por decir algo) de los libros que se publican están escritos por autores con conciencia de serlo. La gran mayoría están escritos sin voluntad de estilo, y por eso no se altera la voluntad de nadie; son libros deficientes, poco cuidados, que agradecen el trabajo para llegar con menos trabas al lector. O lo agradecerían, porque la mayoría de libros se publican tras pasar por una corrección tipográfica, pero no por una revisión lingüística.
Silvia: un abrazo.
Cordialmente,
Gonzalo
Jordi Lobo -
Un corrector, por tanto, no es un maquillador de la voz intransferible de un autor, sino que corrige las incorrecciones que esta comete al manifestarse.
Gracias.
Un saludo,
Ana Lorenzo Pedraza -
Un saludo
Jordi Lobo -
1- Es cierto, maquillar es mejor que suprimir.Entiendo que aclaras mi duda diciendo que sí, que un corrector de estilo, en esencia, es un maquillador de la voz de un autor, en el caso de que tal cosa pudiera hacerse.
O sea, sí, es un maquillador de la voz de un autor, pero, ojo, una voz no se puede maquillar, como entiendo de tu primera frase. Ergo,la pregunta sigue abierta.
2- Corregir el eruptillo de Homero no es alterar su voz, como tampoco cambiar una "b" por una "V". Decirle a Homero que, en lugar de "Canta", sería más idóneo utilizar "Recita", eso cambiaría su voz, porque no es lo mismo que la musa cante a que recite.
Por otro lado, tienes razón, es cuestión de gustos, lo que pasa es que a mí la escritura automática nunca me gustó.
Un beso.
Mamerto -
1. En el caso de que una voz pudiera "maquillarse", siempre luciría más lozana maquillada que suprimida. Un inquisidor individualiza, tortura y quema al hereje, tú te inclinas por abortarlo.
2. Si a Homero, al decir "Canta, oh Musa, la cólera del pélida Aquiles" se le hubiese escapado un eruptillo entre "oh" y "musa", ¿cómo quedaría más alterada la voz del poeta? ¿con eruptillo o sin? Es cuestión de gustos: quizá tú rescatarías únicamente al eruptillo que, al brotar tan espontáneo, constituiría el fruto menos alterado del estilo del autor. Suprimirías a la musa por innecesaria, y al pélida... que se depile.
Un beso.
Jordi Lobo -
Correctores de estilo, todos, o casi todos, con formación filológica. Te agradecería me aclaras dos dudas. La primera, ¿no es un corrector de estilo, en esencia, un maquillador de la voz de un autor y, en ese caso, la evidencia de que tal autor debería haberse mantenido en silencio?
Y dos, ¿puede corregirse el estilo de un autor, su voz, sin alterar lo que esa voz dice?
Un saludo,
Mar Rodríguez -
¡Qué bonita la imagen y qué bueno de leer el texto!
Saludos,
Mar