Blogia
addendaetcorrigenda

El DEA y la visión del mundo de Manuel Seco

El DEA y la visión del mundo de Manuel Seco

Extracto de Esther Forgas Berdet: «Siguiendo pistas: la emergencia de la mujer en el diccionario», en A. M.ª Vigara Tauste (dir.): De igualdad y diferencias: diez estudios de género, Madrid, Huerga Fierro Editores, 2009, pp. 77-96 (cit. de pp. 94-95; los enlaces son nuestros).

[...] El Diccionario del Español Actual, uno de los últimos y prestigiosos diccionarios del español, dirigido por Manuel Seco [M. Seco, O. Andrés y G. Ramos, 1999], se presenta como el reflejo de la lengua viva actual, la lengua hablada en el último tercio del siglo XX, y se basa, para ello, en un corpus propio creado a partir del acopio y selección de textos de todas clases. Es, en ese sentido, un posible heredero del primigenio diccionario de Autoridades, aunque, como aclaran sus autores en la introducción («Características del diccionario», p. XIII), «las citas con que está constituido nuestra fichero de medio siglo fueron tomadas selectivamente [el subrayado es nuestro] de las publicaciones más variadas aparecidas a lo largo de todo ese periodo», ya que «el [diccionario] nuestro, sin dejar de reconocer el peso de la literatura en la cultura y en la lengua de toda comunidad hablante, presta la debida atención a otros factores». Este diccionario, pues, contiene fuentes documentales escritas obtenidas de periódicos, folletos publicitarios, etc., y, especialmente, de textos de padre y madre conocidos, sean literarios o no. Así, en el apéndice II se da cuenta de la base documental empleada y se transcriben 926 fuentes de citaciones, la inmensa mayoría de las cuales son de autores conocidos (y algunas, de más de una firma), presuntas autoridades en el ámbito del lenguaje, personas cuya competencia de uso se supone modélica, tanto en el campo de la novela, la poesía y la dramaturgia, como en el del ensayo, la política y la filosofía.

Pues bien, de esos casi mil autores representados, mil apariciones de personas reales como fuentes documentales, no llega a noventa el número de autoras citadas, no llegan a noventa las voces de mujeres escritoras que emergen en las 4638 páginas del diccionario, en definitiva. O sea, que nos encontramos de nuevo que todo un diccionario «actual», elaborado a lo largo de casi treinta años y que se presenta como reflejo del uso real de la lengua por parte de nuestros y nuestras compatriotas, se elabora a partir de unos datos casi exclusivamente centrado en la escritura masculina. Las cifras son apabullantes: de las 89 presencias femeninas como generadoras de sentido léxico y de norma lingüística ―menos de una décima parte del total de citaciones― solamente encontramos a 27 escritoras; el resto son voces femeninas que provienen de manuales escolares o académicos, de artículos especializados, de prólogos o biografías, de libros de música, ¡de cocina! o, incluso, de panfletos políticos.

Pero hay algo todavía peor, porque si bien es cierto que la proporción entre escritoras de creación y escritores de creación es alarmante, al fin y al cabo las escasas novelistas que aparecen no hablan por sí mismas, sino que lo hacen con la voz de sus personajes, ya que la novela es por naturaleza polifónica y por ello el texto seleccionado en cada lema para su citación no tiene por qué ser representativo del pensamiento de la autora de la obra. En cambio, lo verdaderamente alarmante es que no aparece en parte alguna el reflejo del pensamiento femenino en estado puro, eso es, la filosofía escrita por mujeres o el ensayo femenino, que sería una oportunidad de oro para seguir la pista ―ahora sí― verdadera de nuestras opiniones sobre el mundo y del sentido que las mujeres damos a los distintos vocablos de la lengua. Para ilustrar esta carencia con dos ejemplos paradigmáticos, digamos solamente que Antonio Tovar es considerado «autoridad» en cinco citaciones, mientras que María Moliner solamente lo es en una, y que Pedro Laín Entralgo aparece como generador de citas (o sea, de sentido) en doce ocasiones, mientras que María Zambrano ¡no aparece en ninguna!

 

2 comentarios

María -

No me parece ninguna nimiedad observar que esa obra tiene graves defectos en la selección de textos en su corpus, y que no refleja en absoluto los usos y sentidos que la sociedad española actual da a las palabras, en el registro escrito, sencillamente porque la selección de textos es muy, pero que muy discriminatoria.

Vicente -

¡Qué obsesión! ¿Hay una lengua actual masculina y otra femenina?, ¿por qué ese afán por discriminar?, ¿por qué una obra ingente es machacada por nimiedades?