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Lengua y edición/Llengua i edició

Entrevista a Martínez de Sousa en la revista del Colegio de Traductores Públicos de la Ciudad de Buenos Aires

Entrevista a Martínez de Sousa en la revista del Colegio de Traductores Públicos de la Ciudad de Buenos Aires

Por gentileza del entrevistador, Mariano Vitetta, me ha llegado una reciente, extensa y bien trabajada entrevista al ortógrafo, ortotipógrafo, bibliólogo y lexicógrafo José Martínez de Sousa (Revista CTPCBA, núm. 18 [marzo-abril 2011], pp. 18-20), en la que se muestra su intensiva dedicación al estudio y el trabajo, y se ofrecen sus autorizadas opiniones sobre la deriva actual de la norma del castellano y del mundo de la edición.

De ella extraigo estos fragmentos a propósito de cuestiones ya tratadas en este blog sobre las que en más de una ocasión he podido intercambiar pareceres con el maestro; y, dado el grado de coincidencia, incluso llevar ese interés común a materializarse en un proyecto editorial compartido con él y otros especialistas, del que pronto daré noticia:

Sobre la RAE, la política panhispánica, el modelo normativo actual, la política editorial académica, y la ética y rigor de RAE y Asale, dice Pepe:

—¿Cree que la frecuencia con que la Academia está publicando obras va en detrimento de lo que otros autores independientes pueden producir de propia cosecha?

—Va en detrimento de la propia autoridad académica, porque no se puede mantener autoridad cuando se está llenando el mercado de libros. ¿Cuál es el verdaderamente bueno que te lleva a no errar?

—¿Qué opina sobre el hecho de que la Academia tienda hacia el descriptivismo?

—La Academia no sabe si es prescriptiva o descriptiva. Su papel, por definición, es prescriptivo. Descriptivos son los autores que, aparte de hablar de la ortografía y de la gramática académicas, tratan esas materias desde un punto de vista propio. La Academia ha creído que no hay más puntos de vista que los suyos. Hace unos años, viene aclarando que sus obras son normativas, y entre unas y otras, hay diferencias.


—¿Le parece adecuado que la Academia trate temas de ortotipografía?

—En absoluto, porque no conoce la tipografía. Podrá aconsejarse por otros, pero así como sí puede saber de gramática y de ortografía, de tipografía no, porque no ha trabajado en ello. Puede contratar colaboradores, pero algunos han llegado al absurdo de decir «esto lo hace así el Chicago Manual of Style». Pero ¿¡qué tiene que ver con nosotros eso!? ¿Qué nos importa cómo hacen las cosas en Chicago...?

—¿Qué modelo de Academia es deseable?

—Hoy la Academia escribe de todo, pero solo debe tratar de lo que es su propio campo, que es el lenguaje. La tipografía y la ortotipografía no deberían formar parte de su competencia, más bien eso debería estar incluido en un organismo técnico encargado de ello. Por ejemplo, una academia técnica del texto sería algo bueno.


—¿Qué opina sobre el hecho de que la Academia no incluye bibliografías en sus obras?

—La Academia hace mal. Todo el mundo, cuando se aprovecha de lo que tú has escrito, te menciona. La Academia no tiene la gallardía de decirlo.


—¿En qué medida pueden desobe decerse las normas dictadas por la Academia?

—El escribiente no está obligado a escribir según las leyes académicas. Si lo hace, es porque le reconoce a esa corporación autoridad en la materia.

—¿Qué piensa sobre el lema «unidad en la diversidad»?

—¿Cómo se puede ser uno si son diversos? Publicitariamente le salió muy bien al que lo inventó, pero por lo demás, no... Lo que yo noto es que hay un fenómeno, totalmente entendible, de que el español de Latinoamérica se aleja cada vez más del de la Península.
Este fenómeno es parecido al de Brasil y Portugal. Para bien o para mal, en algunos contratos de edición, ya se especifica que se necesita el español de la Argentina, por ejemplo.

 

Y sobre el perfil ideal del corrector, su situación en el mundo editorial actual y su prospectiva en el futuro digital, añade:

—¿Cuál es la formación ideal de un corrector?

—La formación ideal de un corrector no tiene límites. Tiene que saber de gramática, aunque no se le puede exigir que sepa todo sobre la materia, porque no es un gramático. Tiene que saber mucho de ortografía, materia que debe dominar. Debe conocer la ortotipografía. También debe poseer —le guste o no— conocimientos de cultura general.
Un corrector que no supiera dónde desemboca el Nilo sería inaceptable. Debe conocer a fondo las técnicas de corrección, que varían mucho según la obra que se corrija. Sería ideal que la forma ción fuera universitaria, aunque sea de tres años: una diplomatura.

—¿Cómo ve el mundo de la edición actualmente?

—Desde mis tiempos «primitivos» hasta aquí, el mundo editorial ha cambiado muchísimo. Primero, ya no se tiene el prurito de editar bien; solo se tiene el deseo de editar barato, de ganar lo máximo posible y pagar lo mínimo posible. Ahora, a los editores solo les interesa que el libro salga en la fecha convenida y no importa si hay errores. Sí me gustaría que el mundo editorial fuera otra cosa que ahora no es y que, probablemente, en el futuro sea menos, porque con el libro electrónico vamos camino a que el editor «normal» tenga poco que hacer...

Pepe recuerda, como si el tiempo no hubiera pasado, aquellos días en los que hasta los diarios tenían correctores en planta permanente. Ese fue el entorno en el que llegó a trabajar hasta diecisiete horas diarias, así se formó, por lo que no resulta extraño que, con sus conocimientos del buen hacer editorial, añore esos tiempos que ya pasaron y nunca volverán...

Esperemos que sí vuelvan. Algunos, siguiendo sus enseñanzas, trabajamos en ese sentido.

 

Silvia Senz

El Gran Larousse de la Lengua Española, pirateado

El Gran Larousse de la Lengua Española, pirateado

Con razón el mundo de la edición lexicográfica regresa al papel. Aquí, otra localización de un pirateo al que no es posible resistirse: la edición de 1998 del Gran Larousse de la Lengua Española: «más de 85 000 entradas y 144 000 definiciones, con información precisa y detallada acerca del uso y léxico "actuales" de la lengua española. El diccionario incluye vocabulario especializado, expresiones coloquiales, neologismos, préstamos, así como expresiones y términos compuestos, ejemplos de uso y notas gramaticales».


El futuro de este blog: aclaraciones

El futuro de este blog: aclaraciones

Las reacciones al anuncio de ayer me obligan a hacer algunas precisiones:

1) Este blog no cierra: se paraliza temporalmente y, en cualquier caso, minimizará y focalizará mucho su actividad.

2) Todo su contenido se mantendrá disponible.

3) Pasado un tiempo, se trasladará parte de su temática a un nuevo blog, sólo en catalán. Cuando arranque daremos el aviso también aquí. Quien quiera seguirlo y no entienda esta lengua, puede echar mano de traductores en línea tan eficientes como estos.

4) Permanece abierto y se reactivará el blog hermano Miradas sobre la lengua, donde diversos hispanistas han publicado digitalmente (y lo seguirán haciendo) materiales sobre lengua española con un enfoque crítico, previamente publicados en papel. Tal vez acoja noticias con ese mismo enfoque, sin tratamiento alguno.

5) Como dijimos ayer, privadamente seguimos en la lista LUN, en Infoedicat y en Infoeditexto.

6) Carme Camps (ACEC) ha abierto un blog donde puede trasladarse la parte de denuncia de la situación profesional de traductores, editores de texto y correctores que hasta ahora ha albergado Addenda et Corrigenda: Visibles.

 

Gracias a todos por vuestra atención de tantos años y gracias a los colaboradores que han permitido que esta bitácora mantuviera su interés.

 

Silvia Senz

Curso gratuito «Redacción y edición de textos en castellano» (en editoriales de revistas y prensa)

PROGRAMA

Docente: Silvia Senz

Lugar de realización: Editrain-Gremi d’Editors de Catalunya

Calendario y horario: 20/09/2010-13/10/2010, lunes y miércoles, de 18.30 a 21.30 h

Duración: 20 h presenciales + 24 en línea

 

I. CONCEPTOS BÁSICOS

1. Edición de textos y control de calidad en la edición de prensa y revistas

2. Estilo periodístico

 

II. NORMAS Y REGLAMENTOS

1. Conceptos de norma y reglamento

2. Reglamentos legales que afectan al trabajo de redacción y edición de textos

3. Normas que afectan al trabajo de redacción y edición de textos

3.1. Estándares no lingüísticos y ortotécnicos, y autoridades normativas

3.1.1. Conceptos básicos: estandarización y organismos estandarizadores

3.1.2. Normas ISO y normas del BIPM

3.2. Estándares lingüísticos (terminología y lengua general) y autoridades normativas

3.2.1. Conceptos básicos: lengua, variedad y estandarización lingüística

3.2.2. Estándares terminológicos

3.2.3. La norma académica: criterios de corrección y estado actual

3.3. La norma periodística

3.3.1. Criterios de corrección

3.3.2. Los libros de estilo: concepto y contenido

3.3.3. Armonización de la norma académica y la norma periodística

 

4. Bibliografía y recursos en la Red para la redacción y edición de textos

 

III. DIFICULTADES Y CRITERIOS NORMATIVOS Y ESTILÍSTICOS

1. Plano ortográfico (ortografía usual, ortografía tipográfica, ortografía bibliológica y ortografía técnica)

2. Plano gramatical

3. Plano léxico

4. Plano textual

5. Plano estilístico

6. Plano de transferencia (traducción, transcripción, transliteración y adaptación)

 

IV. TALLER PRÁCTICO



Manual de estilo de "La Prensa" (Managua, Nicaragua, 2005, 2.ª ed.)


Errores, (ultra)correctores y normas: un círculo vicioso (y 2)

Errores, (ultra)correctores y normas: un círculo vicioso (y 2)

A raíz de la entrada de ayer nos ha llegado esta información también relacionada con deslices del académico Diccionario panhispánico de dudas (DPD) en relación con el español tico (de Costa Rica).


El DPD, en la voz incautar(se), dice lo siguiente:


incautar(se).1. Dicho de una autoridad, ‘apoderarse de bienes relacionados con actividades delictivas’. Se acentúa como causar (→ apéndice 1, n.º 10).

2. En el habla culta se usa preferentemente como intransitivo pronominal, con un complemento de régimen introducido por de: «La policía también se incautó de un helicóptero» (Nación [C. Rica] 12.9.96). No obstante, por influjo de verbos sinónimos como confiscar o decomisar, hoy es frecuente, y se considera válido, su uso como transitivo: «Les incautaron tres dosis de cocaína» (Mundo [Esp.] 5.10.95).


La cita del diario La Nación, de Costa Rica, donde se registra el uso pronominal de incautarse, procede del Corpus del Español Actual de la RAE (CREA). Para la forma, tiempo y régimen verbal citado (se incautó de), el CREA muestra 40 coincidencias (casos) en 34 documentos. Según las estadísticas que proporciona el CREA, estos son su distribución geográfica porcentual y el número de casos registrados por país:


País                      %          Casos
ESPAÑA             67,50       27
VENEZUELA     15,00        6
EE. UU.                7,50        3
PARAGUAY       5,00         2
COSTA RICA     2,50          1
PUERTO RICO   2,50         1


Como se ve, sólo uno pertenece a Costa Rica y es justamente el que aparece en el texto del diario La Nación citado por el DPD.


Haciendo una búsqueda más amplia (se incautó, sin la preposición de) el CREA da 79 casos en 70 documentos.


Esta es su distribución geográfica porcentual y el número de casos registrados por país:


País                     %          Casos
ESPAÑA            62,82        49
VENEZUELA    10,25          8
EE. UU.               6,41          5
BOLIVIA            5,12           4
COSTA RICA     2,56          2
GUATEMALA   2,56          2
PARAGUAY      2,56          2
PERÚ                  2,56         2
ARGENTINA    1,28          1
Otros                   3,84         3


Como se ve, hay sólo dos casos para Costa Rica (ambos de 1996, por cierto), uno de los cuales es el que ha servido al DPD para ilustrar el uso intransitivo pronominal de incautar: incautarse. Ambos (o sendos, como diría Javier Marías) corresponden a la misma cabecera: La Nación.


Como se ve también, este uso es mucho más frecuente en España (62,82 %) e incluso (aunque menos) en Venezuela (10,25 %) , Estados Unidos (6,41 %) y Bolivia (5,12 %) que en Costa Rica (2,56 %) . ¿Cómo es entonces que el DPD toma el ejemplo costarricense para certificar este uso, habiendo otros lugares donde es mucho más habitual en el registro escrito (no sabemos si en el habla culta, que es otra cosa)? Hay varias hipótesis explicativas:


1) Que tal vez esta forma no es ciertamente muy usual en Costa Rica, pero el DPD, en su afán panhispánico, utiliza la cita de La Nación para no tener que utilizar la de la zona donde el uso intransitivo pronominal de incautar está comprobadamente extendido: España.


2) Que tal vez este uso es general en el registro escrito de Costa Rica, pero el CREA, que contiene sólo un 50 % de fuentes americanas frente a un 50 % de fuentes españolas (cuando la distribución de hablantes de castellano es de 10 % en España y 90 % en América) no basta para testimoniar esa extensión en los medios ticos.


3) Que el diario La Nación no es un reflejo fidedigno del uso tico, ni escrito ni oral, y no es por tanto una fuente fiable; a pesar de lo cual la RAE y la Asale lo han usado para ilustrar la extensión del empleo de incautarse de sin contrastarlo con otros textos del país o con expertos del español tico.


¿Cuál creen nuestros lectores que es la hipótesis acertada?


Cómo no: la 3. Según los expertos consultados sobre el español en Costa Rica, también conocedores de la historia reciente de su prensa nacional, la forma intransitiva pronominal de incautar es desconocida en el país, tanto como lo era (según vimos ayer) guipur o agujerada. También en este caso su aparición en el diario La Nación en el año 1996 se debe a la presencia en la plantilla del periódico de un corrector de nacionalidad española que seguía como obra de referencia (al igual que tantos otros en la época) el Diccionario de dudas y dificultades de la lengua española del académico Manuel Seco, que a este respecto dice (p. 255 de la 10.ª edición, de 1998, s. v. incautarse): «Construcción: incautarse DE mercancía. Este verbo no se usa como transitivo (incautar la mercancía)».


Si algún lector tiene detectados más casos de involuntaria participación del corrector en la conformación de la nueva norma panhispánica, que nos los envíe, por favor. Hacemos colección.


 


Silvia Senz y Montse Alberte

Errores, (ultra)correctores y normas: un círculo vicioso

Errores, (ultra)correctores y normas: un círculo vicioso

Quienes ya hayan visto la presentación de Ignacio Bosque de la Nueva gramática de la lengua española que acabamos de subir al blog habrán comprobado que en varios momentos hace alusión al empleo, en la elaboración de esa obra gramatical, de los registros de uso idiomático presentes en los corpus académicos y en el de Mark Davies.

Lo que no dice es hasta qué punto esos corpus son fiables ni si los equipos de las academias se ocupan de contrastar la información que obtienen de ellos. En su estupenda reseña del Diccionario panhispánico de dudas, Ricardo Bada nos regaló con dos casos francamente divertidos que muestran cómo un fallo (habitual, por cierto, en el mundo editorial) en la metodología y la deontología de los correctores y editores de Tusquets llevaron a asentar una norma igualmente errónea:


[...] Otra de las dudas que me asaltaban tiene que ver con la justa adscripción de determinados usos a unos ámbitos geográficos. Le escribí, por ejemplo, a la autora costarricense Anacristina Rossi felicitándola como autoridad del idioma cuando descubrí en el DPD una cita de su María la noche, certificando el uso centroamericano de la palabra “agujerada”, pero Anacristina me contestó: "No soy ninguna autoridad de la lengua castellana, apenas procuro manejar más o menos bien la lengüita del entorno tico y unos pocos países aledaños. Me sorprendés con lo de ’agujerada’. Porque lo que recuerdo es que yo escribí ’agujereada’, como se dice en Costa Rica. ¡Si pone agujerada quiere decir que lo corrigieron en [la editorial] Lumen sin que yo me diera cuenta! La autoridad del idioma sería tu compatriota [la editora] Esther Tusquets".
Pocos días más tarde volví a felicitar a Anacristina, ahora porque se la citaba otra vez como autoridad, en la entrada correspondiente a la palabra “guipur”: “A los noventa años arrastrará su belleza perdida como un vestido de guipur”. Pero la autora de María la noche me volvió a contestar que “lo de guipur fue una errata de Lumen, nosotros decimos guipiur, a la francesa, ellos me lo corrigieron, yo lo volví a corregir y no me hicieron caso”. Con lo cual me di cuenta de que al final bien podría terminar escribiendo un artículo sobre la involuntaria contribución de los correctores de Lumen al español centroamericano. […] [Ricardo Bada, «El panhispánico nuestro de cada día», Vasos Comunicantes, 37 (primavera 2007), pp. 106-108; disponible en línea en  http://www.acett.org/documentos/vasos/vasos37.pdf .]

¿En qué español se publica en Estados Unidos?

¿En qué español se publica en Estados Unidos?

Hace ya años, publicamos en esta bitácora una serie dedicada a la imagen del español en Estados Unidos y al fomento de su prestigio mediante la promoción de la industria cultural en español, una política de acción exterior especialmente encarada por el Gobierno español y por algunos de los principales sellos editoriales peninsulares, que abre las puertas a un extensísimo mercado.

Ya entonces nos sorprendíamos de que en ningún foro, curso, informe, portal o cualquier tipo de lugar de debate e información sobre la situación del libro en español en EE.UU. se prestara la más mínima atención a un elemento tan capital para el acercamiento a ese mercado como es la variedad de español en la que conviene publicar para los hispanohablantes del país.

La población latina de Estados Unidos, no siempre hablante de español como primera lengua, es un complejísimo bullidero lingüístico de variedades y lenguas en contacto (y de etnias e identidades culturales), como ha descrito recientemente John Lipski en Varieties of Spanish in the United States (hábilmente reseñado por José del Valle en contraste con el megalómano artefacto propagandístico que es, en muy buena medida, la Enciclopedia del español en Estados Unidos, promovida por el Instituto Cervantes y coordinada por el académico y director de la ASALE, Humberto López Morales). En situaciones tan diversas y tan poco estables, resulta tremendamente difícil saber qué modelo de lengua escrita resulta aceptable para el lector al que nos dirigimos, con cuál se identifica, cuál comprende y asimila con más facilidad. Sin embargo, las editoriales necesitan contar con un modelo de referencia que guíe el tratamiento textual de lo que publican, que agilice y simplifique su sistema productivo y que se adapte a sus necesidades de mercado. Y es justamente esta cuestión fundamental la que no suele tratarse nunca al hablar de la edición en español en Estados Unidos.

Sabemos que la Academia Norteamericana de la Lengua da pasos incansables para promover el «buen español panhispánico» entre los hispanos del país (esta extensa y polémica entrevista de Malín Falú a sus principales miembros da buena muestra de sus desvelos: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7); pero la esencia purista y elitista de la lengua que proponen difícilmente cuaja entre una población que vive en una situación diglósica desfavorable a sus lenguas de origen o de familia, cuyas hablas tienen bien poco reflejo en la norma culta panhispánica y que, ante las filípicas académicas, bien se encogen de hombros y siguen con sus prácticas verbales habituales, bien se inhiben del uso de cualquier variedad de castellano y completan el tránsito hacia el monolingüismo anglófono.

No obstante esta palpable y dinámica diversidad, me consta que las editoriales españolas que han desembarcado en el mercado estadounidense raramente hacen esfuerzos de acomodo a la realidad (o realidades, más bien) lingüísticas de los hispanos y sencillamente exportan producciones realizadas según un modelo de lengua peninsular. Nada que decir de las obras con un evidente componente literario, escritas originalmente por autores españoles; pero el resto de producciones deberían adaptarse al lector estadounidense, cuyo perfil, por otra parte, es tan variado como desconocido.

Uno de los pocos estudios que han sabido comprender la importancia de la variedad de referencia en la publicación de libros (La edición en español en Estados Unidos: estado actual, retos y dificultades, promovido por el portal Ediciona) confirma mi percepción sobre la desidia de los editores españoles y explica la solución de compromiso por la que suelen optar en su práctica editorial los sellos autóctonos que publican en español:

En cuanto a las traducciones al español de libros escritos en otras lenguas hay que hacer una distinción entre las que se realizan en España y las hechas por editoriales de origen no hispano en Estados Unidos. Una consecuencia de la enorme diversidad de orígenes de la población hispana de Estados Unidos es la existencia de diferencias importantes en el español que hablan quienes pertenecen a ella, lo cual plantea un problema al traducir obras escritas en otras lenguas para introducirlas en el mercado estadounidense. Al respecto Aída Bardales explica que «en los libros para adultos se procura utilizar un español muy neutro. Hay que tener en cuenta que si el traductor es colombiano, luego sería bueno que el editor fuera mexicano y que quien hiciera la última revisión del texto fuera un argentino de manera que entre todos se creara un equilibrio. Cuando yo era editora y mandaba a traducir una novela a veces me sucedía que se la pasaba a un traductor argentino y luego a mí me tocaba corregir la traducción y aunque al traductor se le daba la instrucción de utilizar un español neutro —usar el “tú” en lugar del “vos”, por ejemplo— siempre había vocabulario que no se entendía. Cuando contrastaba un término con mis compañeros que eran de otros países y ninguno lo entendía empezaban los problemas porque teníamos que tratar de adivinar su significado». De acuerdo con Teresa Mlawer, como «no hay duda de que la población inmigrante que habla en español en Estados Unidos proviene de Latinoamérica y principalmente de México» se evita el libro editado en español de España para que los lectores latinos puedan leerlo sin ninguna dificultad. No obstante, cuando las editoriales españolas introducen sus libros en el mercado estadounidense suelen utilizar las mismas ediciones que han hecho para España en lugar de adaptar las traducciones al estándar lingüístico hispanoamericano. Por otro lado y tal como lo explica Aída Bardales, para reducir costes las editoriales estadounidenses que hacen libros en español muchas veces «trabajan con traductores que están fuera de Estados Unidos en parte porque les sale más barato y porque ya tienen conexiones con ellos. Hay otras que tienen sus traductores en Estados Unidos, lo cual es mucho más caro».


Esta opción por un español neutralizado escrito (que selecciona, en la medida de lo posible, lo más común al área hispanohablante; es decir, que preferirá papa a patata por ser la opción mayoritaria) no ha de resultarnos extraña: es la misma por la que se han decantado tradicionalmente los medios de comunicación en español que emiten en Estados Unidos y que constituyen un foco de irradiación de modelos de lengua de fuerte calado entre la población latina. Conociendo el papel referencial y la amplia capacidad difusora de usos lingüísticos de estos medios entre su audiencia estadounidense, las academias, por medio de la Fundéu (española y hoy también mejicana), también han intentado llevar el agua a su molino, actuando directamente sobre la capacitación lingüística de los periodistas hispanos estadounidenses, siempre guiados por el ideario unitarista y expansionista que así reumía Álex Grijelmo (Defensa apasionada del idioma español):


Hablan español [...] 25 millones de personas en Estados Unidos que han dejado tan lejos a los dos millones de hispanos que lo empleaban allí en 1940, a los 10 millones de 1976 y hasta a los 17 millones de 1984. Todos ellos han creado una plaza mayor estadounidense a la que acuden 500 periódicos, 152 revistas, 94 boletines y 205 casas editoriales. Los diez principales diarios en español llegan cada día a 500.000 lectores; dos canales de televisión, Telemundo y Univisión, se unen a las emisiones de Televisa para hispanos, y la música latina inunda los transistores de Miami pero también los de Nueva York. 1 = Los medios de comunicación que ya se han consolidado podrán servirles de sustento para la unidad de su lengua. Y ningún papel como el que le corresponde al diario El Nuevo Herald, hijo adolescente del Miami Herald que se ha independizado para pasar de la función de suplemento del diario inglés a la edición propia en español. Su lenguaje de prestigio habrá de servir como referencia para crear ese idioma español de Estados Unidos, porque podrá haber un español de Estados Unidos como hay un español de Argentina y un español de Bolivia. Un español, en cualquier caso, que reconozca los genes de las palabras y cuyos cromosomas se puedan relacionar entre sí para crear de ese modo una música gramatical inteligible por todos los demás hispanohablantes.

 

[NOTA AL PIE DEL TEXTO CITADO:]

1. Datos extraídos de la ponencia presentada por Xosé Castro Roig ante e Hunter College, de Nueva York, y del Anuario del Instituto Cervantes.


El recurso a la neutralización, lejos de convertirse en una panacea para el editor, es, como ya he dicho, una solución de compromiso. Todo el que haya tenido que enfrentarse al reto de reducir al mínimo los localismos de un texto en español (de autoría o de traducción) sabe que no existe un método establecido ni obras o recursos accesibles y de referencia principal, aun contando con trabajos tan útiles y meritorios como la base de datos de Varilex (pese a su perpetua incompleción). La experiencia y el trabajo en colaboración acaban siendo, como señalaba Aída Bardales, el apoyo principal del adaptador. Paradójicamente, el abuso del término español neutro, del que suele hablarse alegremente sin saber muy bien en qué consiste y a menudo confundiéndolo con el español estándar académico, lleva a algunos responsables de publicaciones a creer que puede neutralizarse cualquier clase de texto y a encargar alegremente trabajos de neutralización sin dar al profesional mínimas indicaciones del resultado esperado.

Este fue el caso de mi primer contacto con el mundo editorial estadounidense. Hace ya unos años, me llegó un anuncio de uno de los sellos de Random House en Nueva York, en el que se solicitaban traductores y correctores de español. Los candidatos a correctores de estilo debían superar la prueba de pasar a español neutro un texto literario, del que ofrezco un fragmento. Como verán rápidamente, se trataba de una tarea tan absurda como imposible, encargada por una editora que no tenía ni papa de ninguna clase de español, y que me negué a realizar previendo una retahíla de futuros encargos de pesadilla, en los que tendría que romperme los cascos para intentar reducir la genuina expresividad del estilo original a un despacho de la CNN:

¿Cómo explicarte lo de Pedro Infante? Si eres mexicana o mexicano y no sabes quién es, deberían atarte a una estufa ardiente con reata de yuca y chicotearte a olote picudo mientras te tengan zambutiado en un barril de fideo batido. Si perteneces a otra raza y etnia cultural, pues ya es hora de que sepas del más famoso de los cantantes y actores mexicanos.


En definitivas cuentas y como deja bien patente La edición en español en Estados Unidos: estado actual, retos y dificultades, en el mercado del libro en español en los EUA no es oro todo lo que reluce ni hay recetas para el éxito; incluso, en lo puramente lingüístico, hay que hacerse con pico, pala e ingenio para acceder a él.


Silvia Senz