La riqueza de las lenguas, 14: alternativas a la lengua común como vehículo de intercomunicación
Con la construcción de los Estados nación, las necesidades de intercambio y movilidad de la población —siempre plurilingüe— se habían resuelto, no sin conflicto y resistencia, mediante la elevación de la variedad cortesana de una de las lenguas del país a la categoría de lengua nacional única. En un mundo globalizado, en el que los Estados nacionales han cedido gran parte de su capacidad de decisión y gestión a las organizaciones supranacionales en las que se integran, las políticas de comunicación interlingüe no quedan restringidas a las necesidades internas del país, sino que asumen también necesidades continentales o internacionales, y, siguiendo las nuevas tendencias de planificación lingüística y de gestión cultural que requiere un mundo cada vez más interconectado y abierto, enfrentan además el reto de desarrollar medios de intercomunicación eficientes y a la vez respetuosos con el patrimonio cultural intangible que son las lenguas y con los derechos de sus hablantes.
Disponer de una lengua auxiliar artificial como medio de comunicación entre comunidades lingüísticas distintas sería, sin duda, la mejor opción si su promoción contara con el apoyo de todas las naciones. Siendo la lengua franca una lengua «neutral», no identificable con ningún grupo y fácilmente planificable por su propia artificialidad, daría las mismas oportunidades a todos los hablantes que la emplearan en sus ámbitos de uso y evitaría la situación que se da hoy con la que se ha erigido como única lengua franca de facto en todo el mundo, el inglés: que todos sus hablantes nativos cuentan con una clara ventaja sobre el resto de comunidades en la comunicación internacional de organismos mundiales, de la ciencia y la tecnología, y del mundo empresarial, lo que los coloca en una situación de privilegio y predominio y los acomoda en un empobrecedor monolingüismo.
La situación del inglés como única lengua franca internacional es, sin duda, fruto del poder económico, militar y político adquirido por el mundo anglosajón (particularmente por los Estados Unidos de América), un estatus que está siendo combatido por algunos de los principales bloques lingüísticos mundiales (particularmente por la Francofonía) surgidos de periodos de expansionismo imperial y colonial, que no se resignan a ver limitado su poderío mundial y a ceder el mando al mundo anglosajón, y que reclaman para sí el respeto, la visibilidad y el espacio que cínicamente niegan, en sus países, a las comunidades lingüísticas que se hallan supeditadas a su propio dominio.
Por fortuna, existen proyectos de comunicación interlingüe menos beligerantes que, desde una renovada perspectiva de planificación lingüística que pone el acento en la capacidad innata de los seres humanos para el aprendizaje simultáneo de lenguas, han desarrollado sistemas de educación pluri o sesquilingüe a partir del estudio de la relación y los elementos comunes entre una determinada familia lingüística. Es el caso del proyecto de intercomprensión románica EuroComRom. Este método, basado en un enfoque comunicativo y en el autoaprendizaje, aprovecha las similitudes entre las lenguas de una misma familia lingüística —en este caso, la románica o neolatina— poniendo ejemplos de una serie de correspondencias que se producen de manera regular entre las diversas lenguas con un origen común. Propone siete niveles (llamados tamices) de comparación, cuyo objetivo es que el estudiante relacione las formas de su lengua con las de las otras lenguas de la misma familia, aplicando unas leyes que permiten deducir el significado de los textos en las demás lenguas.
Los siete tamices o niveles de correspondencia son:
1. El léxico internacional, propio del ámbito científico, del deporte, de la política internacional y de las nuevas tecnologías. Una gran parte de este léxico proviene de las lenguas románicas, cosa que supone una ventaja para sus hablantes.
2. El léxico panrománico, constituido por unas 500 palabras que pertenecen al léxico básico y más frecuente de las lenguas románicas. De ellas, 147 son utilizadas en nueve lenguas románicas; otras 260 forman parte del léxico de entre cinco y ocho lenguas románicas, y otras 93 palabras son préstamos del latín culto o bien del germánico.
3. Correspondencias fónicas: este tamiz ofrece los medios para lograr la comprensión de las palabras que, en relación con su lengua originaria, han sufrido una evolución en el sonido que afecta también a la grafía.
4. Grafías y pronunciaciones: la mayoría de las grafías corresponden a los mismos sonidos en las diferentes lenguas románicas, pero hay algunos casos divergentes. En este tamiz se describen aisladamente los sonidos de cada lengua y su representación gráfica.
5. Estructuras sintácticas panrománicas: no hay prácticamente diferencias que dificulten la comprensión en la construcción de las oraciones gramaticales de las diferentes lenguas románicas.
6. Correspondencias morfosintácticas: se estudian la comparación del adjetivo, el artículo, el plural en la flexión nominal, la contracción de preposición y artículo, las marcas de genitivo, dativo y acusativo, y las flexiones verbales (persona, tiempo y modo). La morfología verbal es la más compleja y la que presenta más diferencias en el conjunto de las lenguas.
El método EuroComRom forma parte del proyecto EuroCom que, en la línea de una serie de proyectos europeos de intercomprensión lingüística con una clara orientación multicultural, aglutina métodos de intercomprensión en las tres grandes familias de lenguas europeas (románica, eslava y germánica) y rechaza la idea de la unificación lingüística por imposición —legal o de mercado— de una lengua única entre los europeos.
Por desgracia, este tipo de iniciativas no suelen contar con el apoyo de los países que mantienen un sistema educativo en el que la intercomprensión se logra por medio de una «lengua común», generalmente la del grupo etnolingüístico históricamente en el poder, como es el caso del castellano en España. A pesar de ello, con una perspectiva de futuro que apuesta por este enfoque genealógico, en Cataluña se han desarrollado propuestas de enseñanza integrada de las lenguas catalana y castellana.
Esperemos que, algún día, la política europea multilingüe —como la de la «España plural»— decida pasar de las apariencias a la acción y se inicie con ello una difusión y promoción más decidida de estas iniciativas que acabe evidenciando la obsolescencia de la vieja fórmula de la lengua común única (nacional, europea o mundial). Particularmente en los territorios monolingües, este cambio de paradigma en la concepción, la gestión y la enseñanza de las lenguas requiere, previamente, reeducar a la clase política, a los medios de comunicación, a los educadores y, por medio de ellos, a una ciudadanía anclada en una visión jerarquizada y excluyente de las lenguas (y de sus variedades). Pero también exige despertar las conciencias sobre el excepcional valor cultural y científico que atesoran aquellas lenguas que, como el vasco, quedan aisladas del resto de idiomas de su entorno, un valor que, por sí mismo, justifica la más firme e innegociable política de preservación. En España, las constantes proclamas propagandísticas sobre la imparable expansión del español (o castellano), no por megalómanas menos cuestionadas, no nos permiten albergar muchas esperanzas de avance.
Bibliografía recomendada:
Ceberio, María Elena (2005): «Descubrir otras lenguas con el espejo de la propia. El caso de la “intercomprensión” en el proyecto GALANET», Salta, Argentina [doc. electrónico].
Clua, E., P. Estelrich, H. G. Klein y T. D. Stegmann (2003): EuroComRom. Els set sedassos: Aprendre a llegir les llengües romàniques simultàniament, Aquisgrán: Shaker.
López Alonso, Covadonga, y Arlette Séré (2005): «GALANET: una plataforma de enseñanza multimedia interactiva para la intercomprensión en lenguas románicas», en Luis Santos Río (coord.): Palabras, norma, discurso: en memoria de Fernando Lázaro Carreter, Salamanca: Ediciones Universidad de Salamanca.
Schmidely, Jack (coord.), Manuel Alvar Ezquerra y Carmen Hernández González (2001): De una a cuatro lenguas. Intercomprensión románica: del español al portugués, al italiano y al francés, Madrid: Arco/Libros.
Vez, José Manuel (2007): «La cultura europea de la intercomprensión», Cauce, Revista Internacional de Filología y su Didáctica, núm. 30.
Silvia Senz
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