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Oficios del libro y la cultura escrita/Oficis del llibre i la cultura escrita

Curso gratuito de «Corrección de estilo en castellano»

(COMPLEMENTARIO DEL CURSO DE «CORRECCIÓN TIPOGRÁFICA»)
Docente: Silvia Senz
Calendario y horario: 17/05/2010-23/06/2010, lunes y miércoles, de 18.30 a 21.30 h
Duración: 20 h presenciales
Lugar de realización: Editrain-Gremi d’Editors de Catalunya (Barcelona)

C/Comte Borrell 235-239 - 08029 Barcelona
Tel.: 93 488 08 84
Más información: Francisco Sierra <formacionbcn@editrain.com>.



I. CONCEPTOS BÁSICOS: CORRECCIÓN Y EDICIÓN DE TEXTOS Y CONTROL DE CALIDAD


II. NORMAS Y REGLAMENTOS EN LA EDICIÓN Y LA CORRECCIÓN DE TEXTOS

1. Conceptos de norma y reglamento

2. Reglamentos legales que afectan al trabajo de edición y corrección de textos

3. Normas que afectan al trabajo de edición y corrección de textos
3.1. Estándares no lingüísticos y ortotécnicos, y autoridades normativas
3.1.1. Conceptos básicos: estandarización
3.1.2. Normas ISO y normas del BIPM

3.2. Estándares lingüísticos (terminología y lengua general) y autoridades normativas
3.2.1. Conceptos básicos: lengua, variedad y estandarización lingüística
3.2.2. Estándares terminológicos
3.2.3. La norma académica: estado actual

3.3. La norma editorial (ortotipografía y tipografía) y autoridades normativas

4. Bibliografía y recursos en la Red



III. DIFICULTADES Y CRITERIOS NORMATIVOS Y ESTILÍSTICOS

1. Plano ortográfico (ortografía usual, ortografía tipográfica, ortografía bibliológica y ortografía técnica)

2. Plano gramatical

3. Plano léxico

4. Plano textual

5. Plano estilístico

6. Plano de transferencia (traducción y adaptación)


IV. LA CORRECCIÓN DE ESTILO

1. Conceptos preliminares

2. Perfil, competencias y atribuciones del corrector de estilo

3. Métodos, signos y técnicas de la corrección de estilo
3.1. Sobre papel (signos y fraseología)
3.2. Sobre pantalla
3.3. Mixta
3.4. Tecnología para la corrección de estilo

4. Taller práctico

El ojo experto de un corrector profesional

Decíamos en la nota anterior que no había ya más comentario que añadir al desolador panorama que presenta la corrección editorial en el mundo (al menos, en Europa). Bien, tal vez sí. En esta bitácora, al fin y al cabo, estamos en parte para eso: para reivindicar la necesidad que toda publicación de calidad tiene de someterse a la revisión de profesionales que verifiquen, en fases progresivas, si un texto que va a publicarse y comercializarse se acomoda a los estándares (no sólo lingüísticos) pertinentes.

La bondad de la corrección editorial puede constatarla cualquier productor con una idea más o menos clara de lo que implica corregir, simplemente cotejando el texto sin corregir con el texto corregido. Pero aunque quede persuadido de la conveniencia de aplicar procesos de corrección, es probable que no vea la diferencia entre encargarle esa tarea a un profesional afín y encargársela a un corrector formado y de oficio.

En este vídeo se muestra de manera bien gráfica, mediante el seguimiento del recorrido del ojo en la pantalla, el décalage en la atención, la eficacia, la concentración, el método y el rigor que hay entre una corrección en pantalla realizada por una experta en comunicación escrita y la corrección del mismo texto llevada a cabo por una correctora profesional. Tomen nota los editores que suelen cargar esta tarea a redactores o traductores con tal de ahorrarse al corrector:

 

 

Curso gratuito «Corrección tipográfica en castellano» del Gremi d'Editors de Catalunya

Curso gratuito «Corrección tipográfica en castellano» del Gremi d'Editors de Catalunya

PROGRAMA

I. LA CORRECCIÓN EN EL PROCESO DE PREIMPRESIÓN

1. Conceptos preliminares

2. Tipos de corrección y profesionales

II. NORMA Y FUENTES DE NORMATIVA EN EDICIÓN
1. Conceptos de norma y reglamento

2. Tipos de normas

3. Normas que afectan al corrector tipográfico

4. Bibliografía y recursos en red para la corrección tipográfica

III. TIPOGRAFÍA Y CORRECCIÓN TIPOGRÁFICA

1. Terminología tipográfica básica para la corrección

2. Norma tipográfica
– Normas de composición y compaginación: aplicación de blancos (sangrías, líneas de blanco, corondeles, espaciado, prosa, y páginas de birlí, de cortesía y blancas...), de tipos de párrafo a cada elemento textual y extratextual, de jerarquía tipográfica de los títulos, partes, párrafos y apartados y de la compaginación (distribución del contenido por páginas).

3. Norma ortográfica (ortografía general, ortografía tipográfica, ortografía bibliológica y ortografía técnica)
– Convenciones ortográficas y estándares normalizados: palabras que pueden escribirse juntas o separadas; alternancias acentuales, alternancias grafemáticas, grafía de grupos vocálicos, grafía de las palabras compuestas; formación, grafía y uso de abreviaciones (abreviaturas, siglas, acrónimos, símbolos, etc.); empleo de mayúsculas y minúsculas; grafía de antropónimos y topónimos; sistemas de medidas y tablas de equivalencias entre sistemas; grafía y uso de signos y símbolos; grafía de las cifras y cantidades; empleo de los signos de puntuación en tipografía; puntuación de diálogos y pensamientos; normas sobre alineación; sistemas de alfabetización; sistemas de división y separación de palabras; uso de las distintas variantes de letra (cursiva, versalita, negrita); normas de partición de títulos; etcétera.

IV. EL PROCESO DE CORRECCIÓN TIPOGRÁFICA

1. Tipos de corrección tipográfica

2. Perfil y competencias profesionales del corrector tipográfico

3. La corrección de primeras pruebas (galeradas o precompaginadas)
3.1. Objetivos de la corrección de primeras
3.2. Método y técnicas de la corrección de primeras en papel

4. La corrección de segundas pruebas (compaginadas)
4.1. Objetivos de la corrección de segundas
4.2. Método y técnicas de la corrección de segundas en papel

5. La corrección de terceras pruebas (de comprobación)
5.1. Objetivos de la corrección de terceras
5.2. Método y técnicas de la corrección de terceras en papel

6. La corrección de fotolitos y de ozálidas (plotters)
6.1. Objetivos de la corrección de fotolitos y de ozálidas
6.2. Método y técnicas de la corrección de fotolitos y de ozálidas

7. Taller práctico


Fecha de inicio:
18/01/2010

Fecha de finalización: 03/03/2010

Horario: lunes y miércoles de 18.30 a 21.30 h

Profesora: Silvia Senz

Duración: 36 h presenciales

Más información en: Editrain-Gremi d’Editors de Catalunya
http://www.editrain.com/content/seccionweb7.php

C/ Comte Borrell, 235. 08029 Barcelona

Tel.: 34 93 488 08 84

Fax: 34 93 487 50 75

Contra las autoridades lingüísticas arbitrarias. Métodos revolucionarios para el profesional de la lengua, 1: las recomendaciones de la Fundéu y el consultorio de la RAE

Contra las autoridades lingüísticas arbitrarias. Métodos revolucionarios para el profesional de la lengua, 1: las recomendaciones de la Fundéu y el consultorio de la RAE

Supe que ahora la lista de la Fundéu, Apuntes, puede seguirse en Internet sin necesidad de estar inscrito. Como estoy recopilando recomendaciones de la Fundéu y objeciones a ella, me interesa mucho poder leer lo que allí se dice.

Vi que estos días un suscriptor ponía en tela de juicio que la Fundéu dé algunas recomendaciones (normas light, pero normas de corrección al fin y al cabo) a la prensa exentas de una mínima argumentación (v. aquí el hilo «Recomendacion - emiratos»).

Está muy bien plantear este tipo de objeciones a los responsables de la Fundéu. Entiéndanme: no creo que haya que corregirles los errores que cometen en sus recomendaciones. De hecho, cuando se les ha corregido alguno (y sé por un buen amigo que se ha hecho más de una vez), nunca han publicado una rectificación reconociendo el error cometido primero y enmendándolo luego; eso pondría en evidencia sus limitaciones, mostraría su falibilidad y debilitaría su autoridad referencial. Lo que, en mi opinión, ha de exigirles el profesional (corrector, editor de textos, traductor, periodista...) que consulta sus recomendaciones o incluso quien plantea dudas en su consultorio es transparencia normativa siempre que le quepa alguna duda sobre los fundamentos de una recomendación o de una respuesta a una consulta. Para ello dispone de dos vías de acceso directo: e-correo y lista Apuntes.

De igual modo puede obrar el profesional que utilice el consultorio de la RAE, que por desgracia no ha dispuesto aún otras vías de contacto con el usuario. Cuando reciba una respuesta a su consulta, si está disconforme con ella o no le resulta clara, puede enviar una nueva consulta, identificándola como réplica a la respuesta de una duda anterior. De este modo, en no pocas ocasiones, muchos usuarios profesionales hemos acabado manteniendo una conversación fluida y en tiempo real con el amable, esforzado y creativo personal contratado en el departamento de Español al Día, que atiende este servicio.


Corolario y recomendación revolucionaria:

Siempre que tengamos modo de hacerlo, hay que exigir transparencia normativa, esto es:

1) las credenciales de quien da una norma/recomendación o responde a una consulta, y

2) una explicación sucinta de las bases de la norma en cuestión (a partir de qué criterios y conocimientos de la lengua se ha elaborado), que un profesional podrá entender fácilmente.

Es bueno para nosotros, los que trabajamos con la lengua, porque seremos en adelante capaces de aplicar esos mismos criterios (si los juzgamos válidos) y conocimientos a casos análogos, y porque de este modo la autoridad se reparte entre quienes emiten la norma y quienes tienen la opción de juzgarla antes de aplicarla.

Es bueno para la norma, porque si sabemos en qué se fundamenta, podemos contribuir a mejorarla, para bien de todo el que ha de aplicarla en su trabajo.

Por supuesto, no es bueno para el emisor, que con ello cede autoridad, es decir, poder, que en el caso de la codificación y normativización de una lengua es mucho más que poder estandarizador: es poder social, poder político y poder económico. (Que se lo digan, si no, al BBVA y a los patrocinadores corporativos de la RAE.)

Esta es una de las maneras de acabar con autoridades arbitrarias e inmerecidas. Seguiremos proponiendo otros métodos.


Silvia Senz

 

La (no) formación del corrector y editor de textos (en castellano) en España

La (no) formación del corrector  y editor de textos (en castellano) en España

 

Cuando, hace pocos días, en Infoedicat nos hacíamos eco de la sesión inaugural de la 10.ª edición del Postgrau de Correcció i de Qualitat Lingüística, la 5.ª del Postgrau d’Assessorament Lingüístic en els Mitjans Audiovisuals y la 4.ª del Màster en Correcció i Assessorament Lingüístic de la UAB a cargo del eminente lingüista Joan Solà (cuyo Tractat de puntuació, por ejemplo, me enseñó a mí a puntuar también en castellano), sentí una sana envidia. Cierto que ningún lingüista que trabaje como corrector o asesor va a tener un futuro dorado. Pero, al menos, un corrector y asesor lingüístico de catalán podrá tener la dignidad y la seguridad que le ofrece una formación reglada y de grado.

En esta bitácora hemos hablado muy a menudo de la precaria y desasistida situación del profesional del texto (en castellano) en el mundo de la edición de libros o de prensa, por centrarnos sólo en medios escritos (véanse especialmente las secciones «Oficios de libro», «Edición y calidad» o «Agonías profesionales»). ¿La razón? La adaptación del sector a un cambio tecnológico (la autoedición), que llegó de la mano de la irrupción de un modelo de explotación salvaje del negocio editorial. Durante el largo periodo de acomodo a la digitalización de la producción, los gremios de editores españoles que ofrecían formación continuada especializada prácticamente abandonaron la capacitación en el campo de la tipografía, la corrección y la edición de textos, para dedicarse a la formación de técnicos en autoedición. De los dos principales, diez años estuvo el Gremio catalán sin ofrecerla y no nos consta que el de Madrid haya reemprendido este tipo de formación. Desde hace más de 15 años, casi vacías las plantillas de correctores y editores de oficio, quienes aspiraban a esta clase de instrucción han debido conformarse con una oferta siempre insuficiente y a menudo deficiente de cursos privados impartidos en academias y asociaciones profesionales, o con la escasa atención que posgrados y másteres de edición han prestado a este importante campo, puntal básico del oficio de editor desde el momento en que el valor añadido que puede ofrecer un promotor editorial a todo texto que publica es una mejor lectura.

Para más inri, no se avista un futuro mejor. La urgencia de formar profesionales capaces de acometer el proceso de digitalización de toda la cadena del libro parece que vuelve a arrinconar la formación de correctores y editores de texto, pese a que lo que seguimos leyendo, en un e-book o donde sea, es fundamentalmente texto, y a que los modelos de trabajo textual canónicos siguen estando básicamente vigentes.

Esta situación, ya de por sí grave para la calidad de los textos en lengua castellana, empeora si tenemos en cuenta que, más allá de los valiosísimos libros de consulta que, durante años de brillante, solitario y meritorio esfuerzo, nos ha proporcionado José Martínez de Sousa, no hay a la vista dignos sucesores del maestro. ¿Cómo encarar ese vacío bibliográfico que nos espera? No lo sabemos. Quienes alguna vez nos hemos planteado la necesidad de continuar con la tradición de manuales de estilo generales y compendios ortográficos y tipográficos implantada por él, hemos topado con una cruda realidad: aun teniendo parte de la preparación y disposición necesarias, escribir obras de esta talla exige un sacrifico y un esfuerzo descomunal que, de hecho, el sector no pide. Al menos en España.

En algunos países latinoamericanos con más tradición formativa (caso especial de la región rioplatense), se toman las cosas un poco más en serio. Por poner algunos ejemplos, en Argentina existe oferta diversa de carreras de Corrector de tres años de duración (véase el caso no exclusivo del I. Mallea). Gracias a los esfuerzos de Pilar Chargoñia y un nutrido y perseverante grupo de correctoras uruguayas, la Universidad de la República cuenta ya con una tecnicatura de Corrección de dos años.

Mientras, en esta España que tanto se llena la boca con el valor económico del idioma, ese petróleo que no es siquiera carbonilla, correctores y editores de texto en castellano seguimos en caída libre.


Silvia Senz

 

Hacia el colapso de los oficios del libro, II: la sintomatología de la decadencia de la corrección editorial

Hacia el colapso de los oficios del libro, II: la sintomatología de la decadencia de la corrección editorial

Una de las muchas maneras de diagnosticar el estado de salud de una profesión es fijarse en la terminología sectorial que usan «los profesionales». Cuando, por ejemplo, ves que un autodenominado corrector habla de «abreviaturas sin puntos» para referirse a los símbolos o que se ofrece como «corrector ortotipográfico» [sic] y de estilo, y no digamos ya cuando esta terminología la emplean importantes portales del sector en sus clasificaciones profesionales, te das perfecta cuenta de que quienes se dicen representantes de este colectivo profesional no se han planteado un minuto la razón de ser de su oficio en cada una de sus especializaciones, y, por consiguiente, no tienen ni idea de a qué se dedican.

Que no la tengan es en buena medida consecuencia de que, durante más de una década de progresiva externalización profesional, los gremios —al menos en España y en español—  no se hayan encargado de capacitarlos; de que las empresas de formación que han ido ocupando el vacío gremial no hayan exigido niveles mínimos de acceso a los estudios de corrección; de que los másteres y posgrados de edición que han ido floreciendo dieran escasísima importancia a los procesos editoriales; y de que muchos aspirantes a correctores o editores de mesa no se hayan preocupado de ampliar debidamente su experiencia y formación básica, lo que significa leer y estudiar, hincar los codos, mantener una actualización continua, dirigida o autodidacta, pero siempre perseverante y bien orientada.

Que los interesados no quieran hacer ese esfuerzo se entiende, también: las fuentes dignas de estudio y consulta son costosas, y su densidad exige muchísimas horas de lectura y asimilación. Y además, en su carrera profesional —y la palabra carrera cobra todo el sentido en el aceleradísimo sector de la edición—, se las tendrán que ver con muchos superiores o clientes incapaces de entender, valorar y controlar la calidad y adecuación de su trabajo. Así que ¿qué más les da saber más o menos, llamarles ajos a las cebollas y pepinillos a los calabacines, poner el punto aquí o allá, consultar esta u otra fuente, si de lo que se trata es de producir a toda prisa? Sólo el pundonor (o la neurosis) personal y el más puro amor al arte justifican prácticas de estricto respeto al texto, al lector, al autor y, claro, a una profesión de larga tradición y perfecta vigencia.

La negligencia y la vacuidad profesional se comprenden perfectamente, pues. Pero no se sostiene que, en este caso, uno se llame a sí mismo «corrector». A esta categoría de nuevos correctores sempiternamente noveles habrá que ir buscándoles un nuevo nombre.

 

Hacia el colapso de los oficios del libro (y contra la pacatería de la biblioblogosfera)

Hacia el colapso de los oficios del libro (y contra la pacatería de la biblioblogosfera)

Para muestra de lo que decíamos ayer, este botón, del informe La traducción editorial en España publicado en diciembre del 2008 por el Centro de Documentación del Libro (Ministerio de Cultura de España), que «oficializaba» las conclusiones a las que ya había llegado el último estudio socioprofesional de ACETt.

Que esta situación —como la de otros trabajadores, aún más desprotegidos, que siguen a los traductores en la cadena de producción y control de calidad del libro— es insostenible no deberíamos decirlo tan a menudo. Tampoco habría que cansarse repitiendo que la responsabilidad es fundamentalmente de una deficiente legislación de consumo, que no facilita en nada al lector de libros la reclamación por productos mal elaborados y defectuosos —algo a lo que contribuye la precariedad laboral de los que los elaboran— y que permite al editor sin escrúpulos campar a sus anchas en el vacío legal. Y que quien necesita un código deontológico son los grandes conglomerados editoriales, y no los traductores, es una obviedad de tal tamaño que tener que subrayarlo nos deja ya sin aliento.

Pero habrá que llegar a un verdadero colapso (la edición sin oficios) —un colapso que permitirá a las improvisadas editoriales digitales y de autopublicación competir en superioridad de condiciones con las editoras tradicionales— para que este rumbo se rectifique, vista la indiferencia con que este asunto se trata en el sector y también en la tecnológicamente alucinada —y cada vez más insufriblemente pacata— biblioblogosfera.

 

PROBLEMÁTICA ACTUAL

Como se refleja en páginas anteriores, muchos de los derechos patrimoniales y, aunque en menor medida, de los derechos morales del traductor recogidos en la Ley, son objeto de importantes irregularidades:

►Por un lado, el escaso respeto al porcentaje de concesión en concepto de derechos de autor: sólo un 65 % de los encuestados en el estudio manifestaron la existencia de esta estipulación en contrato. Este dato refleja cierta mejoría respecto a al arrojado en el estudio anterior, que situaba en un 45 % los casos en que esto está estipulado. No obstante, aun existiendo este respaldo, el colectivo de traductores se queja de su frecuente incumplimiento y del impago de estos derechos, al establecerse en ocasiones un mínimo de ejemplares para que dicha remuneración se haga efectiva.

►En relación con este problema, se produce otro que afecta gravemente a este colectivo: la transgresión de su derecho a la información. La Ley de Propiedad Intelectual introduce algunas medidas para proteger su derecho a conocer cuáles son las cifras de venta, de tirada y de cesión a terceros; a pesar de que la situación ha ido mejorando (sobre todo en lo que respecta a los dos primeros apartados):

● Un 48 % declara no haber recibido nunca información sobre las ventas de la obra, frente al 6 % que afirma recibirla siempre.

● Un 38 % declara no haber recibido nunca información de tirada por parte de la editorial, frente al 19 % que dice haberla recibido siempre. Consideran por tanto muy necesario establecer medios que permitan un control de tirada.

● Finalmente, en lo que respecta a la cesión a terceros, es donde se plantean las mayores dificultades ya que, en muchos casos, el editor ejerce su derecho a cesión sin el consentimiento del traductor y, en consecuencia, sin liquidar al traductor las cantidades que le corresponden como titular de dichos derechos. En otros, aunque el editor comunique la cesión al traductor, se limita a retribuirle un porcentaje establecido por contrato pero sin realizar la liquidación anual a la que teóricamente tienen derecho también por este concepto. De los encuestados, sólo el 57 % reconoce haber tenido conocimiento de esta situación. Pero además, cuando no se respeta este derecho, muy pocos se atreven a reclamar a las editoriales (sólo un 10 % lo hace siempre que esto ocurre); en general  el porcentaje de reclamaciones ha ido disminuyendo por la habitual respuesta de las editoriales a prescindir del traductor.

►Aunque cada vez ocurre con menor frecuencia, muchos traductores se ven obligados a trabajar sin una relación contractual con las editoriales (en el año 2001 un 8 % se encontraban en esta situación), realizando trabajos “a tanto alzado” (un 28 % ha traducido siempre bajo este tipo de contrato); a esto hay que sumarle la desproporción entre la cantidad percibida y los datos de beneficio editorial (datos a los que, por otro lado, difícilmente tienen un acceso directo).

En este sentido, el establecimiento en 1999 de modelos de contrato tras las negociaciones mantenidas entre la Federación de Gremios de Editores de España y la Sección Autónoma de Traductores de libros de la Asociación Colegial de Escritores (ACEtt) ha supuesto un importante avance. Básicamente se determina un contrato tipo que se completa con cláusulas adicionales para el contrato a tanto alzado y el contrato mixto y que sirve de referencia a este colectivo.

►En cuanto a su derecho la integridad de la obra traducida, los datos reflejan cierta mejoría: un 63 % manifiesta que siempre se ha respetado este derecho.

►Otra de las quejas comunes es la escasa consideración del traductor en todos los ámbitos. En este sentido, reclaman su derecho a aparecer en la cubierta o en la portadilla del libro, algo que ya ocurre en un 85 % de los casos y que refleja cierta mejoría frente a años anteriores; indicar también la existencia actual de 6 editoriales que reflejan el nombre del traductor en la portada e incluso en similar tamaño que el autor. En general, a pesar de estos avances, se consideran una figura prácticamente invisible a escala social, hecho al que también contribuye especialmente la escasez de críticas relativas a la calidad de su trabajo en los medios de comunicación. Consideran que hay una tendencia manifiesta a creer que “los libros se traducen solos”. En este sentido, ACEtt lleva mucho tiempo solicitando a los críticos la inclusión del nombre del traductor, al menos en la ficha; ya lo hacen en los principales suplementos literarios de los periódicos. En cambio, no es habitual que se acuerden del traductor en la reseña.

►También consideran muy necesario el establecimiento de criterios equilibrados a la hora de definir la remuneración en cada caso, según el tipo de documento y el idioma original. En este sentido, desde distintas asociaciones se establecen recomendaciones relativas a las tarifas mínimas.

►En relación también con la remuneración, es muy controvertida la determinación del criterio que define la cuantía: lo normal es cobrar por página traducida, pero es muy común que las editoriales no respeten la “plantilla imaginaria” y computen únicamente caracteres escritos sin contar espacios en blanco. Esta práctica, además de repercutir en una importante disminución de ingresos, va en aumento. Sólo un 59 % de los encuestados ha visto siempre respetada la plantilla imaginaria.

►También consideran que es necesario revisar las tarifas actuales que, en muchos casos, se encuentran congeladas desde hace más de diez años y que están por debajo de la mayoría de países europeos. Según el citado estudio, la tarifa media por página traducida ha evolucionado desde los 7,75 € de los años 1995-1996 hasta los 10,19 € en 2001. Esta cifra supone una subida del 31,4 %, porcentaje que en comparación con la subida del IPC (30,2 %) representa sólo un ligero aumento. Los datos respecto a la renta media anual reiteran e incluso empeoran dicha situación: si en los años 1995-1996 la renta media anual era de 9875 €, en 2001 disminuyó hasta los 9315, lo que supone una reducción de 541 € sin tener en cuenta otros factores.

►Finalmente, también es importante la falta de aplicación de la Ley con carácter retroactivo; esto ha supuesto que muchos traductores no perciban ninguna remuneración (y en muchas ocasiones ninguna notificación) de obras traducidas con anterioridad a la entrada de la Ley. Cerca de tres cuartas partes de los consultados en el citado estudio (el 72 %) traducían con anterioridad a la Ley de Propiedad Intelectual de 1996.

 

Todos estos problemas son, a juicio de este colectivo, los principales causantes de que el traductor literario no pueda vivir de forma exclusiva de su profesión y se vea empujado a realizar otro tipo de traducciones (como las técnicas o jurídicas que están mejor retribuidas) o a compaginarlo con profesiones que le aporten cierta estabilidad. En este sentido, el Consejo Europeo de Asociaciones de Traductores Literarios (CEATL) ha redactado un Código Deontológico Europeo del Traductor Literario, donde se recomienda que el traductor debe, además de afrontar trabajos para los que esté realmente preparado, respetar las ideas o formas de expresarse del autor, guardar secreto profesional en caso necesario y conocer la legislación relativa a derechos de autor, velar por el respeto a sus derechos en contrato y no menoscabar la profesión rechazando aquellas ofertas cuyas condiciones no garanticen un trabajo de calidad.

Tras este breve repaso a los principales problemas manifestados por el traductor en España, pasamos a mencionar algunas de las propuestas realizadas por este colectivo con el fin de superar la situación en la que se encuentran:

►Contar con el asesoramiento legal y jurídico necesario y especializado que les permita enfrentarse con mayor conocimiento, seguridad y apoyo a estas dificultades.

►Agilizar las relaciones, comunicación y colaboración entre éstos y el mundo editorial.

►El establecimiento y actualización de unas tarifas de referencia.

►La unificación de datos e información especializada sobre y para este colectivo en una única entidad de referencia (Oficina del Traductor).

►La adecuación de los programas de estudio universitarios a las necesidades reales y la posibilidad de acceder a una formación especializada.

►La actualización de estudios e informes relativos a la situación del traductor en España.

►La creación de un Colegio de Traductores.

►El acceso a subvenciones para la adquisición de software, hardware y documentación.

►El acceso a bibliotecas de centros especializados a través de acuerdos.

►El establecimiento de bonificaciones en las cotizaciones del Régimen de Autónomos durante los primeros años de actividad. Otros proponen la creación de un régimen fiscal especial adecuado a la realidad del profesional de la traducción.

►El establecimiento de acuerdos con empresas de mensajería.

►El establecimiento de medios dirigidos al control de tirada.

 

Entrevista a l’Oriol Vergés, (bon) mestre i autor

Entrevista a l’Oriol Vergés, (bon) mestre i autor

Aquest no és un blog literari, però de tant en tant m’agrada donar-hi cabuda a gent del món de les lletres amb qui he tingut una especial relació personal.

L’Oriol Vergés va ser professor meu (d’Ètica i d’Història) i, ja fa una colla d’anys, quan em dedicava especialment a l’edició i la traducció de literatura per a infants i joves, vaig poder traduir al castellà el seu emblemàtic llibre Quin curs, el meu tercer! (encara en guardo exemplars). Podria explicar algunes anècdotes sucoses d’aquest mestre de gran bonhomia —que cada dia arribava a l’institut en una Vespa atrotinada— i tardana estrella de la LIJ, i dels tripijocs que alguns editors han fet per tenir-lo al seu catàleg... però això m’ho reservo per a les meves memòries (és conya).

 

Oriol Vergés, escriptor de literatura infantil i juvenil

«Crec molt en la narrativa com a difusora de la història»

 

Oriol Vergés (Barcelona, 1939) és un dels escriptors de literatura infantil i juvenil més populars i prolífics de les lletres catalanes. Llicenciat en Geografia i Història, va exercir de professor d’institut fins al 1999, any de la seva jubilació. Entre les seves obres destaquen La ciutat sense muralles (premi Folch i Torres), L’abat Oliva (premi Crítica Serra d’Or), Quin curs el meu tercer!, Mònica, la de COU o la col·lecció de novel·la històrica editada per l’Abadia de Montserrat.

 

Sergi Gallego (text) SG (fotos) Per què li ha interessat la literatura infantil i juvenil més que no pas la d’adults?
Bé, de literatura per a adults en vaig fer durant la Transició, quan era conseller en Max Cahner i quan en Tarradellas era president de la Generalitat. Aleshores vaig fer llibres de divulgació. Però, és clar, he estat professor d’història per a nois durant molts anys, i això marca. De vegades em trobo algú que em diu que va ser ex-alumne meu a l’institut Ausiàs March i que, gràcies a mi, va decidir estudiar història i que ara és professor en alguna banda. En definitiva, escric per a nens i joves perquè els vull transmetre la passió per la història, perquè el passat repercuteix en el present. D’altra banda, el que m’ha interessat de fer amb les novel·les juvenils és presentar als nois i noies una visió de la societat dels adults.

Durant molts anys va ser professor d’institut. De quina manera això va influir o va servir per inspirar les seves novel·les?
Va servir de molt. Recordo especialment nanos de 15 o 16 anys que havian viscut la separació matrimonial dels pares i això els trasbalsava. Aleshores, si jo n’era tutor, els deia que en parléssim; si no, li feia veure al seu tutor que aquell alumne ho estava passant malament. I jo veia aquells cops en els adolescents i els reflectia a les novel·les, sí.

Una de les seves novel·les més populars és Quin curs el meu tercer!, de la qual es va fer una versió per a la televisió. ¿Li fa la impressió que li deu alguna cosa a aquesta obra més que no pas a les altres?
No, no considero que li degui més a aquesta novel·la que no pas a les altres. D’altra banda, no en vaig quedar gaire satisfet de la pel·lícula perquè el productor deia que la gent volia que les coses acabessin bé, de manera que va retocar el final perquè fos de més bon pair. Però les coses no acaben tan bé a la novel·la.

Vostè hi apareixia, a la pel·lícula. Com va ser l’experiència d’actor?
(Riu) Ah, no res. Va ser una tarda de rodatge i prou. El meu paper era molt breu. Només li havia de donar la mà a un altre actor i donar-li l’enhorabona perquè li havian concedit una beca al seu nét per anar a estudiar als Estats Units. Res més. No es pot qualificar ni d’experiència.

A les seves novel·les dels 80 (Quin curs el meu tercer!, I de mi, ¿què en fareu?), la separació dels pares és un tema recurrent. ¿Era un recurs argumental o es devia al fet que observava aquest fenomen entre els alumnes?
Totes dues coses. Ara bé, encara que no hagués observat cap cas directe, ja he dit que una de les coses que més m’interessa d’escriure per a joves és oferir-los una visió de la societat dels adults. I la separació dels pares era i és un tema d’actualitat.

Vostè ha escrit un bon nombre de novel·les històriques. ¿Tenia la voluntat de donar-hi a conèixer un període històric o considerava que els fets mereixien una novel·la?
Principalment, volia donar a conèixer uns fets. Però d’una manera que pogués interessar els pre-adolescents o adolescents. Perquè un noi, per definició, no llegeix un llibre avorrit. Així que prenc uns fets, que són els que són, i hi aporto una dosi d’aventura. Però el que m’interessa per sobre de tot és donar a conèixer uns fets. Hem de pensar que els nois i noies no s’interessaran mai per la història científica, però sí la que se’ls serveix a través de la narrativa. No és el mateix servir la figura de Jaume I a través de la literatura científica que a través d’una novel·la. Jo crec molt en la narrativa com a difusora de la història. I sempre des d’una visió realista.

És autor, juntament amb l’il·lustrador Carlos Avallone, del llibre Els néts, són una propina?. Ho són?
(Riu) Els néts, primer de tot, són una gran satisfacció. I són realment una propina. El que passa és que sovint les propines poden ser escasses o massa generoses en funció de si els tens massa al damunt o no. (Riu). Aquest llibre, en qualsevol cas, va ser un divertimento que ha tingut molt poca divulgació.

El fet de tenir néts li inspira històries?
Sí. Per això ara escric la sèrie del Borinotman, que s’adreça a nanos de l’edat dels meus néts. És a dir, l’edat en què s’aficionen a la lectura.

L’any 1998 va començar a publicar la sèrie de novel·les protagonitzada pel superheroi Borinotman. El personatge ja va néixer amb la intenció de protagonitzar més d’una novel·la?
Sí, ja tenia la idea que fos una sèrie. Ja els ho vaig dir als editors de Baula. Ha estat així com he anat fent un llibre cada estiu.

La crítica considera que la literatura infantil i juvenil en català és d’una qualitat extraordinària. Per què se’n parla tan poc, doncs?
De vegades en parlem amb en Joaquim Carbó [escriptor de literatura per a nois i noies i autor de novel·les tan conegudes com La casa sota la sorra] i diem que els mitjans ens consideren els germans petits de la literatura. D’altra banda, quins són els best-sellers que generalment triomfen? Els que s’anuncien a la televisió. Si les editorials tinguessin diners per promocionar la literatura infantil i juvenil a la televisió, segur que aquesta mena de llibres es vendrien més. Molt més. Però no tenen ni un euro per a promoció televisiva.

Què li ha semblat el fenomen Harry Potter?
Bé, molt bé. Jo vaig llegir el segon volum de Harry Potter i trobo que és molt enginyós. Ara bé, jo sóc un autor més realista que fantàstic. És clar que els nanos també volen coses així, fantàstiques, i està bé que combinin la realitat amb la fantasia.

Escriu ara algun llibre?
Sí. Preparo un volum sobre les llegendes de Montserrat que m’ha encarregat el Pare Massot, el director de les edicions de l’Abadia de Montserrat. Hi reuniré totes les llegendes de la muntanya, com ara la de Fra Garí, la de les roques encantades, etcètera. Però hi vull posar un contrapunt. Al costat de cada llegenda, vull donar una versió realista dels fets. Sóc partidari de les llegendes, naturalment, però també del seu contrapunt, d’una visió realista.

OFICI D’ESCRIURE
Escriu a mà o amb ordinador?
Generalment faig un esquema de la novel·la a mà, sobretot si se m’acut una idea tot anant en metro o pel carrer. Però després escric a l’ordinador.

Té clar cap on anirà la novel·la o deixa marge per a la improvisació?
Sé més o menys cap on va la història, la línia mestra que ha de seguir. Però el final no el tinc tan clar. Pot canviar en funció d’una sèrie de factors. Però el gruix argumental, el tinc fixat.

Pot escriure a qualsevol lloc o només en una cambra determinada?
En qualsevol lloc. Com que escric amb portàtil, no tinc gaires problemes. A més, em fa la impressió que domino més el portàtil que no pas els altres ordinadors, perquè amb el portàtil tinc la sensació que el domino més, ja que si m’empipo el tanco i llestos. (Riu)