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Malas prácticas/Mala praxi

El lado oscuro del español como recurso económico (ERE): sentencia contra el Instituto Cervantes en Brasil por contratación irregular de profesores

El lado oscuro del español como recurso económico (ERE): sentencia contra el Instituto Cervantes en Brasil por contratación irregular de profesores

Que no es oro todo lo que reluce en la política de explotación del E/LSE (español como lengua segunda o extranjera) que el Instituto Cervantes practica en Brasil ya lo hemos señalado aquí en diversas ocasiones (1, 2, 3, 4, 5, 6...). Más recientemente, Xoán Carlos Lagares lo puso también en evidencia en este plecaro post (que trajo una nutrida cola de comentarios) en Libro de Notas: «El español en Brasil: negocio o educación».

Sabiéndolo, nos temíamos que tarde o temprano esta institución española de promoción exterior del idioma castellano cosecharía los frutos de su modus operandi. Y ha sido mucho más pronto de lo que esperábamos.

Hoy mismo nos han hecho llegar dos documentos recientes del Ministério Público do Trabalho que muestran que se ha dictado una dura sentencia contra el Instituto Cervantes en un proceso por contratación irregular de profesores, con ocultación fraudulenta de la relación laboral. Después de la sentencia, el IC firmó un Termo de Ajustamento de Conduta por el que se compromete a regularizar a todos sus trabajadores a partir del 1 de enero del 2010.

Por desgracia, la precaria situación de los trabajadores del Instituto Cervantes no es exclusiva de las sedes brasileñas y ha alcanzado un grado tal que no sólo ha dado pie a protestas como la de estos profesores de Londres (gracias, Miguel Ángel, por el aviso) , sino a todo un manifiesto conjunto de denuncia de la escandalosa situación de explotación laboral que se vive en los 73 centros del IC y que, evidentemente, revierte en la calidad de la enseñanza: «El Instituto Cervantes y el día del Español... explotado».

 


Tal vez no habría sido necesario alcanzar esos extremos, contando el IC con la mayor partida de financiación estatal (102,4 millones de euros en el año en curso sólo del Ministerio de Asuntos Exteriores [programa 144A Cooperación, promoción y difusión cultural en el exterior] sin contar las dotaciones procedentes del de Cultura y el de Educación) en política cultural y lingüística y habiendo iniciado el camino hacia la creación del Círculo de Amigos del Instituto Cervantes, que le servirá para canalizar un patrocinio privado de empresas españolas con intereses globales (como en su día hizo la Real Academia Española con la Fundación pro RAE), y acometer sus proyectos de expansión, especialmente su ambicioso proyecto de reglamentación del español en Filipinas, país al que se refiere ya como un «segundo Brasil».

 

Silvia Senz

 

Noticias relacionadas:

1) «RAE rica, trabajadores pobres»

2) «Cada centro del Cervantes es un cortijo privado»

3) «Unas 20 personas deciden crear el Trastero del Cervantes con el objetivo de informar sobre las ilegalidades que se cometen desde hace años»

4) «El Cervantes no se olvida de la cultura del mobbing laboral y la subcontratación»

 




 

Los correctores, el sector publicitario, la crisis y la competencia desleal de Fundéu-RAE

Los correctores, el sector publicitario, la crisis y la competencia desleal de Fundéu-RAE

Como enésima muestra de los acuerdos promovidos y los convenios suscritos por la Fundéu-BBVA (entidad presidida por el director de la RAE y de cuyo comité asesor forman parte diversos académicos de número) con diversos sectores que vehiculan sus productos en castellano, nos anuncian como gran logro que «casi una treintena de asociaciones e instituciones, entre ellas la Academia de la Publicidad Española, la Asociación Española de Anunciantes (AEA), la Asociación General de Empresas de Publicidad (AGEP), Asociación Española de Agencias de Publicidad (AEAP), la Asociación de Agencias de Medios (AM), la Asociación de Empresas de Estudios de Mercado y Opinión (ANEIMO), la Asociación de Productoras de Cine Publicitario (APCP), Asociación Española de Titulados y Profesionales de Comunicación (ATP) y la Asociación de Directivos de Comunicación, DIRCOM» han suscrito un manifiesto titulado «En defensa del uso correcto del español en la comunicación comercial y en la publicidad» que, supuestamente, compromete a la industria publicitaria a realizar un esfuerzo para mejorar el nivel lingüístico de sus producciones.

Cabe preguntarse en qué términos van a realizar ese esfuerzo, cuando las noticias que estamos recibiendo del sector de las empresas de servicios lingüísticos y de los correctores autónomos que ejercen su profesión en el campo publicitario es de recorte de gastos en apartados relacionados precisamente con el personal contratado y con los servicios externos, en un ámbito que ya nunca ha tenido muy presente el cuidado del lenguaje, en ninguna lengua.

Mucho nos tememos que, para variar, si en algún beneficio redundará esta inicativa es en la contratación del Sello de Calidad Lingüística de la Fundéu, que, para quien no lo sepa y según explicaba el coordinador general de la Fundéu:

Ese sello de calidad en el uso del español se dará a las empresas y medios de comunicación que contraten los servicios de la Fundéu para revisar y corregir sus publicaciones. Además ponemos a disposición de nuestros clientes el servicio de consultorio lingüístico, al que pueden acudir para resolver las dudas que se les planteen al redactar sus documentos; y junto con el sello de calidad elaboramos informes sobre el uso del español en los materiales que nos envían.

A lo que en la web de la Fundéu se añade:

[La Fundéu] [e]xpide un certificado de calidad idiomática a las publicaciones que se atienen a las normas de la Fundéu. Empresas, entidades e instituciones pueden contratar el servicio de control de calidad de la Fundación para sus memorias empresariales, folletos, manuales de instrucciones o soportes publicitarios en general.

De momento, han contratado el servicio de auditoría lingüística que permite obtener este sello las dos entidades que conforman esencialmente la Fundéu (la Agencia Efe y el BBVA), Red Eléctrica de España , Gómez-Acebo & Pombo Abogados, el Centro Español de Derechos Reprográficos (CEDRO), la Agencia Española de Cooperación Internacional (AECI) , McGraw-Hill , Iberia, Accenture y la revista Profesiones.

Con el manifiesto que «compromete» a los publicistas en el uso correcto del castellano se abre, pues, una suculenta perspectiva de nuevo negocio para Fundéu-BBVA. Como organismo parasitario de la autoridad de la Academia que ofrece su propio servicio de corrección y certificación idiomática, gozará de una clara ventaja para ocuparse del control de calidad lingüística de las empresas publicitarias representadas en ese documento, realizando su cometido de «vigía mercantilizado» del idioma en clara competencia desleal con los correctores y empresas que no pueden añadir a su trabajo (por excelente que sea) el valor pseudooficial de un producto con garantía RAE.

L’espanyolització de la feina i els creadors en llengua catalana

L’espanyolització de la feina i els creadors en llengua catalana

Ahir, el diari El País va anunciar que TVE endegava l’adaptació al castellà, per a tot l’Estat, del programa de TV3 Caçadors de Paraules. Per molt avesada que hi estigui, encara m’esvero quan, després de llegir-hi que «No hay que olvidar que España es un país plurilingüe» m’hi trobo que això ho «señala Francisco Escribano, ideólogo [sic] del formato».

Vejam: si la fitxa de l’Escribano a El País l’anomena pel seu nom, Francesc, i si representa que «No hay que olvidar que España es un país plurilingüe», ¿perquè al Francesc Escribano li diuen Francisco? ¿I perquè parlen de «Cazadores de palabras (Caçadors de paraules)», quan el títol del programa de TV3 era exclusivament en català, i el que pertoca, en aquests casos, es donar el títol original en primer lloc i en cursiva, i, tot seguit, la traducció literal (no el nom d’una versió castellana que mai no ha tingut), entre parèntesi, minúscula i rodona: Caçadors de Paraules (cazadores de palabras)?

Després no ens hauria d’astorar trobar notícies com «Las tres mellizas enseñarán español en Estados Unidos. [...] Las tres mellizas, que enseñarán a los niños vocabulario y nuevas expresiones, ya se emitía en inglés en Disney Channel y en catalán en TVC, así como en otros países como Francia e Italia. La serie, que se basa en las historias de la ilustradora española Roser Capdevila, cuenta las aventuras de Ana, Teresa y Elena, personajes inspirados en la infancia de sus hijas, que ahora alcanzan ya la treintena». Una sèrie basada en les històries escrites (sempre originalment en català) per la Mercè Company i il·lustrades per la Roser Capdevila, feta originalment en català, esdevé una sèrie espanyola i la «pica en Flandes de la expansión del español en Estados Unidos».

Encara més curiosa va ser l’espanyolització del Termcat i de la Secretaria de Política Lingüística de la Generalitat de Catalunya, que quan fa quelcom que afavoreix la imatge internacional d’Espanya, deixa de ser resultat de la «crosta nacionalista», per convertir-se en «motivo de honda satisfacción».

Aquesta gent encara no entén res. O potser som nosaltres que encara no acabem de copsar el que tenim al cantó.

 

 

Abusos laborales nada “Inéditos”: el caso de Miquel Salarich y sus traductores

Abusos laborales nada “Inéditos”: el caso de Miquel Salarich y sus traductores

Hace un par de días, en el boletín Infoeditexto que administramos en la RedIris, divulgamos entre nuestro ya casi medio millar de suscriptores esta entrevista con el editor de Inédita, Miquel Salarich, titulada «Los editores cargamos con la peor fama, pero arriesgamos más que nadie», en la que el entrevistado declaraba:

El editor carga con la peor fama pero arriesga más que nadie: gastos de informática, de local, de personal... pero tiene un producto que si no lo vende te lo devuelven y tan anchos. El editor pone la pasta, pone el libro en la calle, pero si no se vende el librero te lo devuelve, y pasa a un almacén donde de cara a Hacienda es un bien con valor que realmente tras seis meses no tiene. A menos que al autor le den el Nobel o se muera y se haga famoso... Este es un sector de buenos y malos, pobre autor, pobre traductor machacado por el editor que lo explota... Claro, no se ve cuando te pasan una traducción que es una piltrafa, y quieren cobrarla. Llevas el coche al taller y si no te lo arreglan reclamas. Pero si te niegas a pagar una traducción pésima, te quedas más negro que el betún.

 

Como reacción casi inmediata a las declaraciones de Salarich, la siempre activa y eficiente Sección Autónoma de Traductores de Libros de la Asociación Colegial de Escritores de España, ACE Traductores, nos ha hecho llegar este breve comunicado —que publicamos gustosamente—, firmado por los miembros de su junta en representación de sus socios, que arroja luz diáfana sobre las anteriores declaraciones del dueño de Inédita:

En respuesta a la entrevista al editor de Inédita, Miquel Salarich, publicada digitalmente en La Nueva España y enviada a los suscriptores de Infoeditexto, ACE Traductores desea manifestar que varios de sus asociados han tenido extraordinarias dificultades para cobrar su trabajo; algunos incluso tuvieron que reclamar con proceso monitorio. Otros, en cambio, todavía no han conseguido percibir lo que les correspondería por contrato (si este editor cumpliera la Ley de Propiedad Intelectual e hiciera contrato) meses después de la entrega de la traducción.
De modo que suscribimos parcialmente el titular, que debería reescribirse así: «Algunos editores cargan con la peor fama (merecida a pulso), pero deberán seguir buscando líneas de crédito en los bancos, no en los traductores».

 
Junta de ACE Traductores

El abecé elemental de todo editor con oficio dice que la primera y última responsabilidad de una obra es de quien la contrata y la publica, razón por la cual quien se mete en estos vericuetos sabe que ha de apechugar con ello y cubrirse las espaldas amparándose en la ley y en los propios controles procedimentales de calidad; Salarich no debería ignorarlo y seguramente no lo ignora. Pero se comprende que quien establece un acuerdo de coedición con la crême de la crême de la anticalidad editorial material (por «independiente» que sea) manifieste ese grado de cinismo.

Sólo un editor completamente bisoño, o que se haya topado con alguno de esos extra-rarísimos (y cotizados) traductores estrella que de vez en cuando echan mano de algún «negro» para mantener su volumen de producción, o que haya tenido la desgracia de confiar en una recomendación directa y aparentemente fiable, puede encontrarse con traducciones que no son de recibo ni de pago... y aun así tener que pagarlas si no media contrato o proceso judicial alguno que establezca lo contrario. Si no es el caso, cuando un trabajo de traducción no llega en las debidas condiciones —apreciación que requeriría la evaluación de un perito especializado en traducciones o un traductor jurado— generalmente se debe a que el editor ha encargado el trabajo sin pasar por el debido proceso de selección, ha impuesto condiciones laborales (plazos, tarifas...) draconianas, y, por supuesto, no ha redactado un contrato de traducción que reconozca y proteja los derechos de ambas partes (también los del editor a rechazar una traducción infame), no fuera a ser que con ello tuviera que pagar regalías al traductor; y parece que por ahí van los tiros en Inédita.

A este editor especializado en el género bélico le han salido, con toda justicia, unos colaboradores guerreros, que no están para cinismos cuando la precariedad de su colectivo es ya tan evidente y preocupante (pese a que mayoritariamente se sigue ignorando en la red sectorial, lo cual resulta igualmente deplorable).

 

Precariedad laboral y sector editorial

Todo lo que teníamos que decir en este blog sobre el tema ya lo hemos dicho aquí (en diversas secciones: 1, 2, 3, 4 y 5)  y en otros lugaresO lo han dicho más recientemente gente como María José Furió en el penúltimo Vasos Comunicantes, o Teresa Gallego, aprovechando para lo importante la publicidad que le ha brindado su galardón como Premio Nacional de Traducción.

Pero no queremos dejar de agradecer al responsable de «Opinión» de El País que últimamente nos brinde mensajes tan justificadamente reivindicativos. O es un periodista en precario, o es un alma generosa, o sencillamente es un temerario. Sea como sea, gracias.

Autónomos del sector editorial

JEAN-PIERRE PALACIO - y 10 firmas más - 13/11/2008

ELPAIS.com
Edición impresa
«Opinión»

Salvo los libros de autor, la producción de las grandes editoriales en el sector de no-ficción (fascículos, promociones de prensa, referencia, etcétera) depende en buena parte del trabajo de colaboradores autónomos: redactores, traductores, diseñadores gráficos y maquetistas, correctores y editores. Hace 30 años, este colectivo solía vincularse a las empresas editoras mediante un contrato laboral, indefinido o temporal, pero eso parece la prehistoria. A principios de los años ochenta, bendita modernidad, las principales editoriales, no hace falta citar nombres, descubrieron las virtudes de la concentración empresarial y de la reducción de plantillas. Encargaron la realización de las obras a pequeñas empresas subsidiarias, los llamados packagers. Había llegado la hora de los autónomos porque, como es lógico debido a la gran fluctuación del volumen de trabajo, los packagers no podían cargar su estructura con personal estable. Sin embargo, salvo en el caso de los correctores que siempre estuvieron muy mal pagados, los demás profesionales disfrutaban de retribuciones correctas, susceptibles de garantizar una vida digna a pesar de la precariedad laboral. Esto también ha pasado a la historia.

Desde mediados de los años noventa, las tarifas se han estancado nominalmente e incluso se han reducido a veces. Obsesionados por la reducción de costes, al parecer función ineludible de los ejecutivos para mantenerse en el cargo, las grandes editoriales han impuesto presupuestos de realización cada vez más raquíticos, lo cual repercute directamente en la retribución de los autónomos. Diversas causas refuerzan esta tendencia: proliferación de packagers e intermediarios, ausencia de una asociación defensora de nuestros intereses, miedo a quedarse sin trabajo si no se aceptan las condiciones dictadas, actividad menguante.

Últimamente, presionados por sus clientes, muchos packagers ya no se atienen, como solía ser costumbre, a una tabla de tarifas por tipo de trabajo: tenemos que participar en una especie de subasta a la baja para conseguir un encargo. ¿Hasta cuándo soportaremos esta situación, más propia del siglo XIX que del actual?

RAE rica, trabajadores pobres

RAE rica, trabajadores pobres

Curiosísima paradoja, claro signo de los tiempos: mientras la RAE aumenta exponencialmente sus ingresos, de las manos de una generosa y ciega financiación pública y de una interesada y avispada financiación privada, la precariedad y el abuso se extienden en el trato a sus trabajadores.

Lástima que estas cosas, que son vox pópuli, sólo salgan a la luz mediante cartas al director probablemente firmadas con seudónimo:

Trabajar en la RAE

MICHAELA MOORE - Madrid - 12/10/2008

Parece mentira que la Real Academia Española nos haga creer a todos los españoles incluido el Gobierno, y a parte del extranjero incluidos sus Gobiernos, que es noble, justa y que trabaja para el bien común, que es la lengua, y después trate a sus trabajadores tan miserablemente. Bueno, a decir verdad no a todos, claro. Parece mentira que sus ciento y pico trabajadores recuerden años pasados, incluso algunos, siglos pasados mucho mejores, en condiciones que nada se asemejan a las de este momento. Antes gozaban con su trabajo y la institución les correspondía, con sueldos dignos y descansos dignos.

En el siglo XXI, todo eso en la RAE se ha convertido en un lujo. De hecho, existen dos regímenes, el antiguo y el nuevo. Los antiguos tienen sus puestos de trabajo fijos y unos sueldos de alrededor de 2.000 euros, dependiendo del puesto, con jornadas de 35 horas semanales; los nuevos, algunos de ellos están contratados por empresas de servicios o temporales y tienen contratos de obra y servicio, aunque lleven cinco años o más en el mismo puesto, cobrando alrededor de 1.000 euros, da igual el puesto en el que estés, y sus jornadas son de 40 horas oficiales y todas las que vengan después. Y esto pasa cuando la RAE obtiene más beneficios que nunca y más ayudas que nunca.

Los exprimen hasta que los agotan; después los despiden si pueden o los relegan a puestos peores donde no les dan trabajo, para que terminen por cansarse y marcharse.

Para que se entienda el alcance de esta denuncia, sólo por vía pública, como ingresos constantes, la RAE lleva recibiendo desde hace años de los presupuestos generales del Estado del orden de 3,9 millones de euros anuales (véanse aquí los del 2008). También percibe del erario público partidas especiales para proyectos concretos, como es el caso de los 1,25 millones de euros destinados al Diccionario histórico en el ejercicio en curso (partida anual desde el 2005), o el presupuesto público (212 millones de pesetas = 1,27 millones de euros) destinado a los corpus CREA y CORDE.

De cada una de las 17 comunidades autónomas españolas (aquí, un solo ejemplo), tengan o no el castellano como lengua propia, recibe anualmente del orden de 30.000 euros, vía Fundación pro RAE (ergo, 0,510 millones de euros al año), al margen de ayudas destinadas a proyectos concretos. Y no contamos otras vías de sostén público menos constantes (aquí un ejemplo) ni los ingresos de patrocinadores privados, que son multimillonarios (algunos casos, como botón de muestra, en 1, 2).

Ni la RAE ni la ASALE, que también recibe anualmente fondos públicos españoles, están sujetas a auditoría ninguna, ni tienen la obligación de convocar concursos públicos para las contratas externas, ni publican memorias anuales donde se muestre el estado de sus finanzas, ni tienen obligación de rendir cuentas de la gestión de sus caudales públicos. Con los fondos privados parece que la actitud es bien distinta. Según manifestaba en el 2002 el director de la RAE, Víctor García de la Concha, en comparecencia informal en el Senado español:

[...] nuestros recursos económicos proceden de los Presupuestos Generales del Estado. Ha sido creciente el reconocimiento de los gobiernos. Cada Gobierno (y no lo digo como recurso fácil en estos momentos para que queden contentos los del Grupo Parlamentario Socialista y los del Grupo Parlamentario Popular, sino porque ha sido así) ha hecho en su momento lo más que podía. Por tanto, en nombre de la Academia no puedo más que dar las gracias al Grupo Parlamentario Socialista y al Grupo Parlamentario Popular. Concretamente estuvo el Presidente González en su momento y estuvo el Presidente Aznar en su momento, y sé que cada uno llegó adonde podía llegar, pero ahora, con el actual Gobierno hemos llegado ya a un nivel que nos permite, por lo menos, respirar con tranquilidad en lo básico. Pero, como es natural, debemos continuar hacia adelante.

[...] Nosotros recibimos una parte del presupuesto del Estado (lo sabe su señoría porque tienen que aprobarlo), que viene a ser menos de la mitad de lo que realmente gastamos. El resto lo recabamos de ayudas. El Director de la Academia es un continuo mendicante. Tenemos en este momento, como sabe, la Fundación pro-Real Academia Española, cuyo presidente de honor es Su Majestad el Rey. La idea era que se constituyera un capital fundacional importante cuyas rentas pudieran mantener las actividades pero, naturalmente, el bajón de los intereses ha hecho que esa ayuda, aunque considerable, se haya quedado corta, como ocurre en todas las fundaciones.
Por tanto, lo que estamos haciendo es buscar ayudas para cada uno de los proyectos que tenemos. Y vamos a hacerlo y estamos haciéndolo con rigor, es decir, si nosotros queremos reformar los americanismos vamos a Endesa, que tiene intereses en Hispanoamérica, y le decimos que vamos a hacer este trabajo, y vamos a hacerlo en tanto tiempo, y le ofreceremos a usted detallada cuenta de cómo gastamos su dinero.

Lo tremendo de todo esto, como de sobras es conocido por los especialistas y profesionales del lenguaje, no es sólo el comportamiento laboral y financiero de las Academias de la lengua, sino también la deficiente calidad y utilidad de los recursos tecnológicos y las obras académicas, especialmente escandalosa cuando se piensa que muchas obras de referencia y recursos lingüísticos del español están realizados con presupuestos incomparablemente inferiores o con el simple esfuerzo y sacrificio personal de sus autores.

En lo referente a su mano de obra, además de la extracción que la carta aparecida en El País señala, los trabajadores de la RAE suelen ser también becarios formados en la Escuela de Lexicografía Hispánica, con sede en Madrid, fundada en el 2001 a iniciativa de la Asociación de Academias de la Lengua Española y patrocinada por el Grupo Planeta (uno de los dos editores de la RAE y la ASALE) a través de la Fundación Carolina (FC), entidad creada para la promoción de las relaciones culturales y la cooperación en materia educativa y científica, de vocación iberamericana, financiada a su vez por el grueso de los grandes patrocinadores privados de la RAE.

Según se informa en la presentación del programa académico del 2008:

La Escuela de Lexicografía Hispánica de la Asociación de Academias de la Lengua Española tiene como objetivo primordial la formación de lexicógrafos desde los puntos de vista teórico y práctico, con el fin de que puedan dedicarse profesionalmente a esta actividad sobre todo en las Academias de sus respectivos países.

Está dirigida a licenciados de Hispanoamérica interesados en colaborar con las Academias en los proyectos promovidos por la Real Academia Española y la Asociación de Academias en el ámbito de su política lingüística panhispánica.

Las veintidós Academias de la Lengua Española se responsabilizan del programa de cada curso, orientado a la concesión de una “Maestría en lexicografía hispánica” avalada por la Asociación de Academias. Distribuido en dos ciclos, de iniciación y de especialización, se articula en cursos teóricos, seminarios, talleres prácticos y conferencias magistrales a cargo de académicos americanos y españoles especialistas en las distintas materias. Esta concepción esencialmente académica de la Escuela avala la excelencia de la formación impartida.

Pretende la Escuela conjugar una sólida formación teórica en las materias fundamentales para un lexicógrafo con una especial atención a la práctica directa en los proyectos y obras de la Asociación de Academias, como el Diccionario de la lengua española, el Diccionario académico de americanismos, el Nuevo Diccionario histórico de la lengua española, la Ortografía de la lengua española, la Nueva Gramática de la lengua española, el Diccionario panhispánico de dudas, el Diccionario del estudiante, el Corpus del Español del Siglo XXI o el Observatorio del Neologismo.

Como bien puede deducirse de su programa formativo, el objetivo de la Escuela de Lexicografía Hispánica es, efectivamente, buscar en la cantera latinoamericana mano de obra especializada (y parece que barata) para los proyectos académicos. En el año de su fundación, el Grupo Planeta aportaba 1200 euros al mes, vía Fundación Carolina, en concepto de becas de formación destinadas a la Escuela de Lexicografía Hispánica. En su plan de actuación para el 2008, ofrecía 18 becas (también financiadas por Planeta) para la Escuela. Hagan sus cálculos.


Actualización (16/10/2008): Nos han llegado estas dos ofertas de empleo (1 y 2) de la Fundación Instituto de Investigación Rafael Lapesa, que es la institución que se encarga de elaborar el académico Nuevo Diccionario Histórico de la Lengua Española (NDHLE). Ambos empleos concuerdan con el tipo de trabajo que describía la carta publicada en El País y arriba citada: contrato por obra renovable anualmente, remuneración mileurista (si se aplica al bruto ofrecido los cálculos que permiten extraer en neto mensual en 14 pagas anuales), y en calidad de becarios en prácticas.




 

Paradojas del españolismo lingüístico, 2. De cómo el alarmismo sobre los procesos de normalización del catalán acaba produciendo hilaridad

 

Vean el nuevo montaje que la televisión pública de la Comunidad de Madrid ha ofrecido a su audiencia, esta vez en apoyo de la (falaz: 1, 2, 3...) acusación de la Mesa del Turismo —cuya membresía habla por sí sola—, apoyada por la CEOE, según la cual la rotulación exclusivamente en catalán de Cataluña y Baleares perjudica económicamente la actividad turística.

¿A quién no le viene a la mente aquel famoso chiste: «Hay que ver lo raros que son los franceses. Que al pan lo llamen pain, bueno. Que al vino lo llamen vin, pase. Pero que al queso, que se ve tan claramente que es queso, ¡¡¡que le digan fromage...!!!»?

(En fin..., ya se sabe: cosas de la Marca España.)

Paradojas del españolismo lingüístico, 1. De cómo la negación del nacionalismo español impulsa las ventas editoriales de las tesis contrarias

Paradojas del españolismo lingüístico, 1. De cómo la negación del nacionalismo español impulsa las ventas editoriales de las tesis contrarias

El diálogo entablado en los comentarios de esta nota del estimado Llibreter me ha dado el pie para escribir esta serie sobre las (a veces hilarantes) paradojas a las que conduce el negacionismo (y la autonegación) del españolismo lingüístico.

Como ya saben los lectores de este blog, hace unos meses el catedrático de lingüística general de la Universidad Autónoma de Madrid, Juan Carlos Moreno Cabrera, publicó una obra de divulgación sociolingüística (El nacionalismo lingüístico. Una ideología destructiva) centrada especialmente en el españolismo lingüístico, que, por la categoría intelectual de su autor y por su potencial polémico, ha recibido una atención mediática (1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8...) y de público (va ya por su segunda tirada) extraordinarias para un trabajo que no deja de pertenecer a un campo de estudio especializado y un tanto agreste para el profano.

Si bien la mayor parte de los medios españolistas han pasado de puntillas sobre ella —en un silenciamiento que en su día auguró Màrius Serra—, paradojas de la vida, el suplemento cultural de El Mundo —diario que ya había osado entrevistarlo cuando se publicó la obra— se atrevió a dedicarle toda una señora reseña, salida de la pluma de Pilar García Mouton. Una reseña completa y bien ecuánime, a mi juicio, pero que, al ser difundida por un medio ideológico como es el periódico de P. J. Ramírez, no iba a poder eludir los tabús que su línea editorial impone.

Pilar G. Mouton podía hablar de la obra de Juan Carlos y hasta podía decir lo evidente: que iba sobre el nacionalismo lingüístico y particularmente sobre el español; pero siempre con el cuño de la casa. Porque el diario de Pedro Jota lleva demasiado tiempo evangelizando al lector para que una simple reseña ponga su doctrina en un brete. Un lector de El Mundo no puede abandonar su lectura sin habérsele inculcado en cada artículo las creencias de aquellos oráculos que marcan la esencia (no exclusiva) de este diario:

– que nacionalistas (¡y de lo peor!) sólo lo son los periféricos;

– que las personas como Pedro Jota no son nacionalistas: son simplemente españoles;

– que su lengua —la común, tan común como la financiación de su promoción— es tan generosa y tienen tan alto valor democrático que se ha convertido en la de todos;

– que se acepta y se extiende pacíficamente por sus cualidades intrínsecas, acompañando la imagen de España —que, efectivamente, antes ha sido roja que rota— allá donde va (y que donde va, triunfa [o no]);

– y que adherirnos a la hermandad panhispánica es el «único» camino posible hacia un progreso y una universalidad que la convertirán en el 2050 en la primera lengua global (por delante del idioma de la pérfida Albión), uniendo al orbe entero en la concordia, y sacando, como valiosísimo petróleo que es, de pobres a los pobres (ordenadores de todo a cien mediante).

Y así, en firme cumplimiento de este catecismo de la redacción, van y los editores de turno le enjaretan a la reseña de Pilar G. Mouton no la cubierta del libro reseñado (que sería lo preceptivo en toda reseña), ¡sino una foto de un señor no identificado, que (según el pie) había sido multado en Cataluña por rotular en castellano! Sin duda que los trabajadores de El Mundo son fieles a la línea editorial del amo, pero no les haría ningún daño consultar de vez en cuando su propia hemeroteca. De hacerlo, habrían leído estas declaraciones del reseñado: «Si en Cataluña no hay rótulos en catalán, ¿dónde los va a haber?».

En fin, no hay que lamentarse; todo lo contrario: como feliz consecuencia de la «rigidez» de la línea editorial de El Mundo, el libro de Juan Carlos Moreno habrá llegado a la morada de más de un lector/suscriptor despistado (y habrá provocado, sin duda, más de un soponcio).

Silvia Senz