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Malas prácticas/Mala praxi

Los voceros voceras de la Academia del Insulto

Los voceros voceras de la Academia del Insulto

 

Menuda la ha liado la ministra de Igualdad con su ocurrencia de llamar miembras a las miembras de no sé qué institución. Dicen los que dicen que saben de esto —nuestros queridos puristas y académicos de pro—, que a la miembra del gobierno se le ha notado la vena feminista en demasía, y que nadie puede hacer con la lengua su santa voluntad; que hasta ahí podríamos llegar; que para eso ya están ellos, los salvaguardas del idioma correcto y de la pureza lingüística tradicional.

El caso es que, aprovechando que la ministra ha pedido a la Real Academia que admita el nuevo palabro en su diccionario (ándese con ojo, ministra, que no sabe usted bien con quién se las gasta en estos asuntos), han sido varios los escritores y académicos de la lengua en acudir a los periódicos para negar la corrección del término miembra, al que, como poco, han calificado de «aberración» y «burrada». Así, y según recoge el diario El País, para Fernando Savater, Juan Manuel de Prada y Javier Marías, decir miembra es una «estupidez», una «sandez» y una «muestra de feminismo salvaje». Magnífica lección gramatical, sí señor; y elegante, sobre todo elegante.

Bastaría con haberle contestado a la ministra que la misión de la Academia no es establecer qué palabras pueden o no pueden entrar en el diccionario, sino que su labor consiste en recoger las que realmente se emplean: con esta declaración tan simple habría sido suficiente, y todo ello sin ni siquiera entrar en disquisiciones morfológicas, que esa es otra. Pero no, había que dejar claro con algún que otro improperio —dedicados sobre todo a las odiosas feministas y a las ministras incautas— que nadie puede cambiar la lengua a su antojo, y mucho menos sin contar antes con la aquiescencia de la Academia y la de sus oráculos de la corrección. Y aquí es justo donde se equivocan estos críticos; y lo hacen tanto en el fondo como en las formas.

Porque, guste o no, cualquiera, incluidos los ministros, puede usar las palabras que le resulten más adecuadas, incluso aunque estas voces sean un puro invento, como es el caso; de la misma forma que también cualquiera es libre de rechazar las que le parezcan absurdas o agramaticales. Vaya, que si yo estoy empleando la voz miembra en este artículo es porque no le veo nada malo a la palabra —salvo su novedad—, pero no por ello fuerzo a nadie a seguir mi ejemplo. Comprendo, además, que habrá quien se ría o se sonría (siempre lo nuevo resulta extraño e incluso chocante), pero de ahí a caer en la grosería, la ordinariez y la descalificación personal, como han hecho algunos académicos, escritores y periodistas, va todo un mundo.

Especialmente grosero con la ministra se ha mostrado el hasta hace poco vicedirector de la Real Academia Española, Gregorio Salvador, en su tiempo dialectólogo y hoy en día portavoz ideológico de la RAE. Siempre presto a la gresca lingüística, y haciendo gala de su habitual estilo guerrillero, Salvador también ha tachado de «estupidez» el uso de la voz miembra, a la par que ha llamado «estúpidos e ignorantes» a quienes osan emplear esta palabra. Para rematar tan moderada intervención ante la prensa, Gregorio Salvador ha recomendado a Bibiana Aído que «escriba a la RAE si quiere que el término se incluya en el diccionario»; que escriba y que luego espere bien sentadita, claro está, porque como ha enfatizado el propio Salvador, «siempre tenemos locos que escriben a la Academia pidiendo cosas peregrinas». En otras palabras, que la Real Academia Española admitirá a las miembras cuando las ranas críen pelo.

Lo curioso de esta historia es que no sería nada raro que los batracios acabaran luciendo melena (algo bastante común en asuntos lingüísticos), y bien podría ocurrir que Gregorio Salvador y compañía tuvieran que envainarse sus comentarios, tal y como hicieron los que en su día despotricaron contra médicas, arquitectas, juezas, presidentas, fiscalas, concejalas, modistos y azafatos; por poner sólo algunos ejemplos de voces inusuales en su momento, pero ya admitidas —aunque de muy mala gana— por la RAE, que comprueba con indisimulado enfado cómo la gente las emplea con normalidad, a pesar de que ella misma las condenara en un principio.

Así parece reconocerlo el segundo Salvador de nuestra historia, el también lingüista y académico Salvador Gutiérrez, quien —admitiendo el matiz feminista del término miembra, pero recordando el abecé de la profesión lingüística— ha afirmado que «la última palabra la tiene siempre el pueblo», y que si alguien introduce un cambio y el cambio es admitido por el pueblo, pues sanseacabó. Bien dicho: así es como dirime este tipo de disputas un verdadero estudioso de la lengua; y este es el mensaje de sensatez y mesura que divulga un auténtico lingüista para fomentar el respeto mutuo entre todos los hablantes. De ahí que sea tan necesario que el concepto de corrección lingüística no quede en manos de puristas gruñones, periodistas malhablados y escritores oportunistas.

Quizás les parezca curioso que dos lingüistas como Salvador Gutiérrez y Gregorio Salvador puedan abrigar ideas y actitudes tan diferentes sobre el mismo tema, especialmente si tenemos en cuenta que ambos son, además, miembros de la Real Academia Española. Pero todo se torna diáfano si recordamos que Salvador Gutiérrez es un científico de prestigio que lleva sólo unos meses en la institución; al contrario que Gregorio Salvador, que es uno de los miembros más veteranos de la RAE. Se hace evidente que el virus academicista todavía no ha tenido tiempo de dañar el intelecto de Salvador Gutiérrez, mientras que el sistema neuronal de Gregorio Salvador está ya irremediablemente perdido, y de ahí que pierda su objetividad científica con la misma asiduidad con la que pierde la educación y los modales.

Porque, no satisfecho con tachar de ignorantes, locos, tontos y estúpidos a quienes tengan la osadía de usar su lengua como mejor les venga en gana, (por cierto, ministra, infórmese un poquito mejor antes de meterse en estos berenjenales), el vocero más voceras de la RAE ha llegado incluso a recriminar la labor gubernamental de Bibiana Aído, a quien ha pedido que «se deje de bromas y se ocupe de resolver problemas de desigualdad preocupantes que hay en España, como las dificultades que tienen los padres en algunas comunidades para que sus hijos estudien castellano». Y chúpate esa, ministra; que nada hay mejor para cosechar aplausos en el ruedo ibérico que mezclar churras feministas con merinas catalanistas.

Sin embargo, y ya puestos a exigir responsabilidades, la ministra de Igualdad debería hacer eso mismo con la RAE, un organismo pagado con el dinero de todos cuyas señas de identidad son el conservadurismo, el machismo y la endogamia (y ahora también la chulería y el mal gusto, por lo que hemos podido leer en la prensa). Quizás ha llegado ya el momento de que el Estado tome medidas para evitar que en la institución estatal encargada de recoger los usos más habituales de nuestra lengua, científicos del lenguaje de la talla de Salvador Gutiérrez tengan que compartir asiento con escritores pepesabidillos metidos a gramáticos, filólogos trasnochados con delirios ultras y algún que otro amiguete despistado y suertudo que pasaba por allí. Alguna excepción hay entre tanta medianía lingüística, caso de Salvador Gutiérrez, Manuel Seco, Ignacio Bosque o Francisco Rico; pero eso es lo irónicamente grave, que los lingüistas sean las excepciones en una academia de la lengua.

Por lo tanto —y en vez de pedirle a la RAE que incluya tal o cual palabro en el diccionario—, lo primerito que debería hacer la ministra de Igualdad es exigirles a los académicos que expliquen y aclaren cuáles son los méritos necesarios para convertirse en tales. Quién sabe, quizás así los estúpidos, los locos y los ignorantes que creemos que otro mundo y otra Academia son posibles llegaríamos a entender que en una institución lingüística compuesta por 46 miembros sólo haya tres mujeres, tres solitarias miembras que además ni siquiera son lingüistas. Y esto último es lo que hace que la bancada académica resulte definitivamente grotesca.

Resumiendo, que el Estado financie corporaciones patriarcales y endogámicas como nuestra Real Academia del Insulto es tanto o más bochornoso y denunciable que el que a una ministra bisoña le dé por decir miembra, cancillera o ujiera. Esto último puede provocar la risa floja durante algunos días, pero lo primero causa una vergüenza tan permanente y un sonrojo tan duradero que uno se pregunta cuándo tendremos un gobierno con la sensatez necesaria para modificar de una vez los Estatutos de la Real Academia Española. Porque ya va siendo hora de que en la principal institución normativa de nuestra lengua estén sentados los verdaderos estudiosos del idioma —sean hombres o mujeres—, y no cualquier sobrino de su tío elegido por el igualitario método del dedazo: y esta sí que es una tarea digna de un ministerio de Igualdad. Ya les digo, ojalá ese gobierno llegue algún día y ojalá sepa devolverle a la Academia de la Lengua el cariz científico que nunca ha tenido. Los lingüistas lo celebraríamos; y las lingüistas imagino que todavía más.

Luis Carlos Díaz Salgado (sociolingüista)

Sevilla, 12 de junio del 2008

Eleccions de llengua

Eleccions de llengua

En unes eleccions que a tots els territoris catalanoparlants —però especialment a Catalunya— es van plantejar en clau de guerra lingüística segregacionista, on s’ha dut aquesta batalla (basada en la màxima estratègica «Divideix i venceràs») fins al manual per als membres de les meses electorals, la CAL va instar «l’electorat a reflexionar sobre les actuacions que els diversos partits polítics han dut a terme en l’àmbit social, cultural i lingüístic durant la darrera legislatura a l’hora de decidir el seu vot».

Vistos els resultats d’ahir, sembla ser que l’electorat —assabentat de la crida o no— li va fer una mica de cas i va optar per un vot de defensa de l’amenaça política més clara per a la llengua i la cultura catalanes d’arreu.

Ara, ¿la tria és l’encertada? Per a qui fa anys que segueix els subtils avenços de l’espanyolisme de centre-esquerra (dit català, dit espanyol) —amarat d’un discurs bon-rotllista que no el fa menys manipulador, essencialista, excloent ni negacionista que el discurs del nacionalisme espanyol de dretes, però sí més barater— és prou clar que no.

De què parlem? Aquí en teniu algunes pistes, que revelen, per cert, les raons subjacents de les polèmiques entorn a la presència de la cultura catalana com a convidada a la Fira de Frankfurt 2007:

1) Marca España: el Gobierno potencia la internacionalización de las empresa mediante su impulso
El ministro de Industria, Turismo y Comercio, José Montilla, presentó hoy el Plan Estratégico de Marcas Renombradas para el período 2006-2010, que potenciará la internacionalización de las empresas españolas mediante el impulso de la marca ‘España’. [...]

 

2) Economía/Empresas.- El Gobierno potencia la internacionalización de las empresa mediante el impulso de la marca ‘España’ 15:05 - 22/03/2006

Montilla presenta el Plan Estratégico de Marcas Renombradas para el período 2006-2010

MADRID, 22 (EUROPA PRESS)

El ministro de Industria, Turismo y Comercio, José Montilla, presentó hoy el Plan Estratégico de Marcas Renombradas para el período 2006-2010, que potenciará la internacionalización de las empresas españolas mediante el impulso de la marca España. [...]

 

3) Informe Proyecto Marca España

La iniciativa del Proyecto Marca España responde a la necesidad de coordinar las distintas actuaciones públicas y privadas sobre la marca España, de transmitir a las empresas e instituciones la importancia de tener una buena imagen de país, y de informarles sobre cómo comunicar y “vender” la nueva realidad de España. El Instituto Español de Comercio Exterior (ICEX), el Real Instituto Elcano, el Foro de Marcas Renombradas Españolas y la Asociación de Directivos de Comunicación (DIRCOM), contando con el apoyo institucional del Ministerio de Asuntos Exteriores, están trabajando conjuntamente en la puesta en marcha de esta iniciativa.
[...] Este informe corresponde a las tres fases programadas: Jornadas internas sobre Marca España, elaboración del informe y, finalmente, presentación del Informe Proyecto Marca España cuyo resultado es este libro:

4) El Proyecto Marca España, la identitat espanyola i les polítiques cultural, lingüística, comercial i exterior de l’Estat espanyol:
«1. El Proyecto Marca España nace por iniciativa de la Asociación de Directivos de Comunicación (Dircom), Instituto Español de Comercio Exterior (ICEX), Foro de Marcas Renombradas Españolas (FMRE) y Real Instituto Elcano de Estudios Internacionales y Estratégicos, con la participación del Ministerio de Asuntos Exteriores, con el objetivo de trabajar conjuntamente por la proyección de los logros de España en el exterior, dado que se estima que con frecuencia nuestra imagen no hace justicia a la realidad, e incluso, distorsiona ésta. Este documento recoge las propuestas concretas de estrategias e instrumentos para poder conocer y gestionar la percepción y la imagen de España en el exterior, propuestas que surgen de los trabajos emprendidos a lo largo de los últimos meses.» (P. 100)

«16. La pujanza del idioma y la cultura en español, sobre todo en Estados Unidos, es una de las grandes oportunidades para España, si se sabe aprovechar bien. Así, puede afirmarse que la lengua española es “su más exquisita marca renombrada”. La lengua es un activo formidable no sólo en términos culturales, sino también económicos. La presencia e importancia dada hoy a España en el mundo no es entendible sin su dimensión latinoamericana.» (P. 16.)

«31. La estrategia de imagen de España debe ser un proyecto a largo plazo, un esfuerzo sostenido en el tiempo cuya gestión y responsabilidad se sitúe por encima de la legislatura política. Debe ser un proyecto de Estado, a partir de una estrategia definida que diseñe las distintas acciones a desarrollar, tanto en el aspecto político y comercial como en el cultural. Se ha destacado en este sentido la importancia estratégica de coordinar el esfuerzo de todas las instituciones públicas y privadas mediante un ente que tenga responsabilidad al más alto nivel, que actúe como “Guardián de la marca”, con responsabilidad total y absoluta sobre estas cuestiones. En esta misma línea se ha subrayado la necesidad de actuar en el ámbito diplomático sobre las instituciones multilaterales, mediante la creación y desarrollo de lobbies específicos que representen los intereses de la marca España. La coordinación institucional de la imagen de España debe ir acompañada, además, de una estrategia común con el ámbito empresarial, y en especial, con aquellas empresas que ejercen de importantes embajadores de la marca España. La estrategia de marca España debe basarse, según se ha sugerido, en una idea dominante (como, por ejemplo, el concepto de prestigio) que pueda ser utilizada por todos los públicos objetivos de la marca España, tanto en el sector turístico, el empresarial, el cultural o el político. Pero sobre todo, debe establecerse una relación importante entre la marca España y el concepto globalizador de la lengua española, como uno de los principales atributos de la marca España.» (P. 31.)

«Por otro lado, hay que delimitar qué elementos o variables de la marca en cuestión se quieren potenciar: el capital político, el elemento histórico, el capital comercial y económico, etc.

Desde la óptica de la política exterior, el objetivo de posicionamiento sería el prestigio, que es más fácilmente extraíble del patrimonio histórico y cultural y no tanto de la realidad empresarial. Esta idea de prestigio debe estar basada en un nuevo concepto de diplomacia pública. Éste debe ser el eje de toda la política exterior, coordinando de una forma coherente la comunicación internacional de la marca España. [...]

Este concepto de prestigio estaría centrado en tres grandes áreas de actuación:

La proyección cultural

Desde la perspectiva de los representantes diplomáticos, ésta es el área que más prestigio ofrece al país. Lo que más prestigio produce a largo plazo es la cultura. Hay que buscar la esencia y la realidad de un país y comunicarla. Es decir, crear la identidad de la marca a partir de su propia esencia. Esta idea es defendida, también, por otras instituciones como el Instituto Cervantes e incluso por el ICEX, al centrarse en el idioma español, como uno de los principales activos para posicionar la marca España en los mercados internacionales.

En este sentido, también se amplía la idea de la lengua española más allá del concepto de España.

El español y la cultura en español es el activo más importante para el prestigio de una imagen de España en el mundo, teniendo en consideración que el español se diluye a escala internacional en el concepto más genérico de hispánico. La creación de la marca España es inseparable de la relación cultural que nos liga a Iberoamérica y, por tanto, la creación de una marca España debe dejar una puerta abierta a la asociación de una marca hispánica. Por ejemplo, la imagen en Estados Unidos del español está más ligada a lo hispánico que a España. Como idioma, el español es el gran competidor del inglés.

El inglés es hegemónico pero ligado a uno o dos países. El español se encuentra ligado a dos continentes y está convirtiéndose en una gran lengua internacional de comunicación. Va acotando distancias frente al inglés, gracias a su relativa homogeneidad y unidad de normas entre países. También la concentración del idioma (Latinoamérica, España, California y Florida), son factores que favorecen el español frente a la fragmentación del inglés, tanto geográfica como lingüística. En estos momentos, la percepción de la imagen de la lengua y cultural del español es muy buena, por no decir excelente.

El problema subyace en que no existe una estrategia definida y coordinada para aprovechar esta coyuntura propicia. Esta estrategia no existe, aunque sí la voluntad de coordinar esfuerzos. En este sentido, se hace de nuevo énfasis en la necesidad de una mayor coordinación con otros organismos afines, como por ejemplo el Ministerio de Educación.» (Pp. 42-43.)

«15. Deseamos igualmente resaltar que la cultura y la lengua españolas son activos de primer orden que están infrautilizados. Es urgente reforzar y coordinar la acción cultural exterior, en especial las instituciones públicas y los programas de apoyo a la enseñanza privada de la lengua y cultura españolas. Cuando sea necesario, porque no haya los suficientes recursos propios, habrá que fortalecer la acción del Instituto Cervantes con alianzas estratégicas, como la lograda con México en Estados Unidos.

Una medida a tener en cuenta son los programas de subvención a traducciones y libros de texto de español o en español (sobre historia, etc.), que cumplan unos requisitos de imagen, por ejemplo que recojan aspectos positivos de la cultura e historia españolas.» (P. 103.)

5) César Antonio Molina: «Debemos ser el motor de todas las personas que hablan en español» 10/07/2007
El nuevo ministro de Cultura, César Antonio Molina, anunció al tomar posesión de su cargo su intención de trabajar para convertir la cultura española en «el motor de todas aquellas personas que hablan y se expresan en español en todo el mundo». [...]


6) La vicepresidenta Fernández de la Vega invita a empresas e instituciones a sumarse a la defensa del español 09/08/2007
La vicepresidenta primera del Gobierno español, María Teresa Fernández de la Vega, consideró «indudable» la apuesta del Ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero por defender y extender el español, e invitó a que se sumen a ella agentes sociales, instituciones, empresas y medios de comunicación. [...]


7) 10.11.06 El Gobierno pondrá en marcha un programa para fomentar la creación de contenidos digitales en castellano

El ministro de Industria, Turismo y Comercio, Joan Clos, ha anunciado en el Pleno del Senado que el Gobierno tiene previsto poner en marcha próximamente un programa para fomentar la creación de contenidos digitales en castellano y así superar “la brecha existente” en contenidos culturales en relación con la industria anglosajona. El ministro afirmó que el Ministerio está trabajando para presentarlo próximamente y pueda estar en marcha en 13 meses con el apoyo de las Comunidades Autónomas, ya que permitirá “crear y animar a crear” grupos de capital riesgo que fomenten el desarrollo de industrias y empresas que elaboren contenidos digitales en castellano. Asimismo, insistió en que se debe tomar ventaja de que el castellano sea un idioma “muy hablado en el mundo” para incrementar su presencia en el mundo de las tecnologías de la información y la comunicación, de manera que se produzcan contenidos digitales culturales “capaces de ser transmitidos en todo el mundo”. Clos señaló que en estos momentos la industria anglosajona y japonesa son las que dominan de forma absoluta la producción de contenidos audiovisuales y digitales, de ahí que la intención del Gobierno sea promocionar una industria en castellano “creativa y competente” que se instale en España e Iberoamérica. [...]


8) El gran encuentro de la industria cultural expañola cierra sus puertas con la asistencia de más de 730 profesionales

“Aprendiendo a Exportar: Contenidos Culturales para el Mundo”, organizado por el ICEX, tuvo como objetivo sensibilizar a las empresas sobre la importancia de su internacionalización

18/01/2008

El Instituto Español de Comercio Exterior (ICEX) celebró ayer, bajo el nombre “Aprendiendo a Exportar: Contenidos Culturales para el Mundo”, un gran encuentro con los representantes de la Industria Cultural Española en el hotel Puerta América de Madrid.
[...]
El evento fue inaugurado por el ministro de Industria, Turismo y Comercio, Joan Clos, y con él, el ICEX ha iniciado una nueva etapa en su apoyo a las empresas del sector, ofreciéndoles las herramientas necesarias para actuar en el nuevo marco de competencia global.
En España, las industrias culturales aportan el 3,2 % de la riqueza nacional y la propiedad intelectual contribuye en un 4 % (El Valor Económico de la Cultura en España. Ministerio de Cultura, 2006). Además, dan empleo directo a más de 375.000 personas.

La Industria Cultural, un sector estratégico
En la actualidad, este sector tiene una gran trascendencia económica, social y política. Su capacidad para crear imagen-país se ha revelado decisiva para las economías de los países desarrollados. Además, la actual conyuntura internacional está ligada a la expansión del idioma español —verdadero activo económico— y a la aparición de nuevas tecnologías. Por todo ello, el ICEX pretende convertir las posibilidades que ofrece Internet y las nuevas tecnologías en oportunidades para las empresas culturales españolas, así lo manifestó en su intervención el vicepresidente ejecutivo del Insituto, Ángel Martín Acebes. [...]

9) Tiempo de ser creativos (El Exportador Digital, n.º 116, febrero/2008)
Producciones audiovisuales, contenidos musicales, servicios educativos y actividad editorial forman parte del conglomerado de las industrias culturales, un sector del que apenas existen datos al no estar todavía desagregado en las estadísticas comerciales internacionales. No obstante, colabora directamente no solo en el equilibrio de la balanza comercial, sino también en la difusión y creación internacional de una imagen-país.

Según informes del Banco Mundial, las industrias culturales representan el 7% del PIB mundial. No obstante, esta cifra resulta difícil de cuantificar. Para el caso español, en palabras del ministro de Industria, Turismo y Comercio, Joan Clos, la actividad cultural representa un 4% del PIB, lo que sitúa a España tres puntos por debajo de la media mundial. Este resultado, unido a la escasa representatividad del comercio exterior de bienes culturales en la exportación (0,76% sobre el total nacional), obliga a nuestro país “a tomar medidas para cambiar la situación a lo largo de los próximos años y lograr, así, que nuestras industrias culturales den un salto cualitativo”.

Más que un apoyo
El Plan ICEX de Apoyo a la Internacionalización de las Industrias Culturales nace con el propósito de reforzar la imagen de las mismas en el exterior y potenciar su internacionalización”, apunta Juan Miguel Márquez, director de la división de Promoción de Servicios del ICEX. El programa para este año, se circunscribe “a cuatro áreas del conocimiento muy definidas: el sector editorial, el audiovisual, el musical y el encargado de los servicios educativos”. Así mismo, esta iniciativa cuenta con unos mercados objetivo caracterizados por una alta capacidad adquisitiva y con un claro perfil de consumidores de productos de valor añadido. [...]

Para lograr sus objetivos, a lo largo de 2007 se ha invertido ya un total de 6 millones de euros, mientras que para el período 2008-2009, la cifra alcanzará los 14 millones de euros. [...]

10) Programa de ayudas a la internacionalización de las empresas culturales
El encuentro empresarial “Aprendiendo a exportar: contenidos culturales para el mundo”, organizado por el ICEX, el Instituto Español de Comercio Exterior, el pasado 17 de enero en Madrid, inicia una nueva etapa en la internacionalización de las industrias culturales.

El evento, que contó con la participación de prestigiosos ponentes en un completo programa, tuvo como principal objetivo definir los retos a los cuales se enfrentan las empresas españolas de contenidos audiovisuales, musicales, editoriales y educativos en esta nueva dimensión empresarial.

El Instituto Español de Comercio Exterior, consciente de la necesidad de crear un tejido empresarial competente en este nuevo marco internacional, desea ofrecer a las empresas españolas un conjunto de herramientas que impulsen su proyección global. La reconocida capacidad creativa de las empresas de contenidos, unida al potencial del idioma español como activo económico, sitúa a España en una coyuntura privilegiada que debe aprovecharse.

Le presentamos, a continuación, el programa de ayudas que ICEX le ofrece para su internacionalización y el formulario de solicitud para acogerse a las mismas.

11) Francesc Cabana, Avui: La llengua dels negocis

12) Cultura / Exteriores: primer asalto

Los dos ministerios pugnan por controlar el Cervantes y la acción en el extranjero

JESÚS RUIZ MANTILLA - Madrid - 01/02/2008

La guerra está abierta. Los contendientes son el ministerio de Cultura y el de Asuntos Exteriores. Luchan por lo que será una gran estrategia de Estado en la próxima legislatura: la acción cultural exterior. Los espacios de poder dependen, en gran parte, de Exteriores. Pero César Antonio Molina quiere pilotar las iniciativas en el extranjero. José Luis Rodríguez Zapatero decide. Las partes implicadas sólo conocerán la respuesta si los socialistas ganan las elecciones.

[...]

Hay grandes presupuestos e instituciones en juego que no dependen directamente de la cartera que dirige César Antonio Molina. “Son espacios que nadie quiere, ni conoce, que podríamos ocupar, como hicimos en el Cervantes”, aseguran el ministro y sus colaboradores. Es ahí donde surgen los recelos. Sobre todo en Exteriores, el ministerio que tradicionalmente ha organizado los eventos culturales fuera. Son varias instituciones las implicadas, el Cervantes y sociedades estatales: la de Conmemoraciones Culturales (SECC), la de Acción Cultural Exterior (Seacex), la de Exposiciones Internacionales (SEEI), partes del Ministerio de Educación, sobre todo los que tiene que ver con el ámbito universitario, y organismos de otros ministerios, como el Instituto de Comercio Exterior (ICEX), dependiente de Industria, Turismo y Comercio. De hecho este organismo, todo un referente en la presencia exterior, ya ha entrado en liza. Con iniciativas como las que se han llevado a cabo el pasado enero cuando se han analizado los contenidos culturales para el mundo.

La pieza más jugosa es, sin duda, el Cervantes. Por dicha institución, Zapatero ha hecho una gran apuesta demostrable en cifras: si en 2004 tenía 60 millones de euros de presupuesto, en 2008 cuenta con 100, mientras que los alumnos han pasado de 93.000 a 142.000 (un 53% más) y se han abierto 25 centros nuevos. Desde Exteriores, la secretaria de Estado de Cooperación, Leire Pajín, es determinante: “El Cervantes depende principalmente de Asuntos Exteriores”. Y de Educación, y de Cultura. Por eso, César Antonio Molina, que fue director del principal instrumento de la promoción de la cultura y la lengua españolas en el extranjero, cree que hay que ampliar su autonomía, “reforzarla”, comentan él y su equipo de confianza.

[...]

La fijación de Cultura por el Cervantes levanta los recelos de Exteriores. Más cuando Molina ha afirmado alguna vez, que la acción en el extranjero es la piedra angular de su gestión. No es para menos. De todos los logros culturales, Zapatero resaltó en el último discurso del estado de la nación, la gestión del Cervantes. Si ha hecho ministro al que era su director, no es de extrañar que en el futuro le haga responsable de esa estrategia. Por tanto, una gran cuota de poder actualmente en manos de Exteriores pasaría a Cultura. Ambos políticos coinciden en la equiparación de la gestión artística como una industria más y conocen la fuerza del español para abrirse puertas. [...]


13) ARTISTES A FAVOR DE LA CANDIDATA

Serrat es deixa veure en un acte de suport a Chacón

La candidata del PSC a les properes eleccions generals, Carme Chacón, ha presentat, en un acte al Palau de la Música, les directrius del seu partit respecte al món de la cultura. L’acte ha aplegat diverses personalitats com ara el cantant Joan Manuel Serrat —de qui la ministra versiona el tema Hoy puede ser un gran dia en un anunci de campanya—, l’escriptora Gemma Lienas, l’exdirector de l’ICIC Xavier Marcé, o els actors Lluís Marco o Enric Majó.
Chacón ha destacat que “avui és un gran dia per la cultura d’aquest país”, atès l’Òscar obtingut per Javier Bardem, i ha celebrat que “15 anys després la democràcia torna a tenir un debat televisiu”. La candidata socialista ha apostat per “una potenciació de la llengua pròpia” que no exclogui el castellà. “Catalunya ha de ser el primer editor en català i castellà”, ha remarcat la ministra d’Habitatge, que considera també que “el català no ha de suposar un fre”.
[...]

Silvia Senz (Sabadell)

La riqueza de las lenguas, 3: el cambalache de la lengua y la cultura españolas

La riqueza de las lenguas, 3: el cambalache de la lengua y la cultura españolas

El cambalache de la lengua y la cultura españolas —y de la edición en español— ha tenido que alcanzar cotas de auténtica desfachatez para que empiecen a sonar —al menos en Latinoamérica— voces críticas. En este blog, que lleva dos años difundiendo noticias y análisis sobre los intereses y beneficiarios de la política lingüística y cultural panhispánica, no podemos dejar de destacar dos de las más recientes y señaladas réplicas al discurso oficial del valor y porvenir de la lengua española, «patria común y tierra de promisión».

La primera, en la prensa independiente (los enlaces, con fines documentales, son nuestros):

Cultura, política y negocios

El imperio de la lengua (*)

(Por Marina Garber).- Desde hace algunos años y por diversos motivos, la lengua española –a la que convendría, según la opinión de muchos, seguir denominando castellana– es noticia. Su enorme riqueza, su valor económico, sus 400 millones de hablantes, su incesante crecimiento y su venturoso futuro son temas de frecuentes artículos periodísticos, y también de congresos que convocan a personalidades del mundo cultural y político –congresos financiados, invariablemente, por grandes empresas de capital español–, mientras nuevos eslóganes, logotipos y avisos publicitarios la promocionan como si se tratara de un producto más del mercado. ________________________________

3 de marzo de 2008

Desde Buenos Aires (Argentina)

En los medios de comunicación, en ministerios, empresas y universidades de uno y otro –pero sobre todo del otro– lado del Atlántico, se repite que el español está en expansión, que es la lengua del futuro, que se impone en Internet, que conquista día a día nuevos territorios. Claro que –esta vez– lo hace sin violencia. Basta con hojear las páginas de cualquier diario de España o América latina para comprobar que la lengua es el epicentro de un fenómeno a cuya trascendencia, sin dudas, han contribuido el Estado español y sus agencias lingüísticas: la Real Academia Española y el Instituto Cervantes, con la ayuda de los medios de comunicación. «Estamos viviendo –señalaba un editorial de El País de Madrid en marzo de 2007– un momento de plenitud en las previsiones sobre la pujanza del español; las estadísticas conceden a este idioma el mayor crecimiento entre los globales, que podría tener una difusión equiparable a la del inglés hacia mediados del siglo actual.»

La mayoría de los discursos políticos y periodísticos que se ocupan del tema suelen describir a la lengua como un fenómeno natural que se expande y reproduce por sus propios medios, en función de sus leyes internas. O que crece, en cambio, gracias a la elección, libre y democrática, de los hablantes. Esta última perspectiva fue expresada con claridad por el rey Juan Carlos cuando, en marzo de 2001, le entregó el premio Cervantes al escritor Francisco Umbral, con un discurso que despertó tanta polémica como su célebre «Por qué no te callas»: «Nunca fue la nuestra –aseguró el rey–, lengua de imposición, sino de encuentro; a nadie se le obligó nunca a hablar en castellano: fueron los pueblos más diversos quienes hicieron suyo, por voluntad libérrima, el idioma de Cervantes».

Las de vascos, gallegos y catalanes, a quienes el franquismo intentó «castellanizar» compulsivamente, prohibiendo la enseñanza de sus lenguas nacionales y relegándolas a los espacios domésticos, fueron las voces que más airadamente se alzaron contra las palabras de Juan Carlos. No hay dudas de que, a lo largo de la historia, tanto en España como en el continente americano, el avance del español se produjo a costa de otras lenguas y gracias a formas, más o menos explícitas, de violencia [1, 2...]. Esta circunstancia fue remarcada hasta por reconocidos intelectuales de derecha, como el escritor peruano-español Mario Vargas Llosa, quien aseguró, a raíz del discurso del rey, que las lenguas «han sido siempre el corolario de las colonizaciones, invasiones, conquistas, guerras», que dejaron «un reguero de tragedias y traumas». De hecho, no es necesario más que un poco de sentido común para advertir que la desaparición de las incontables lenguas que se hablaban en América «fue consecuencia de la acción de los conquistadores, de la evangelización forzosa o del etnocidio desembozado», como señala la lingüista Leila Albarracín, de la Asociación de Investigadores en Lengua Quechua.

La expansión actual del español, está, sin dudas, lejos de la violencia conquistadora de otros siglos, pero también de las imágenes algo ingenuas según las cuales este crecimiento obedecería a la fuerza del «espíritu» o del «genio» de la lengua, o sería pura obra del azar. Detrás, o antes, del tan promocionado boom del español, hay muy precisas estrategias de política cultural [1, 2, 3, 4 y 5] emprendidas por España, país que ha convertido a la lengua en una cuestión de Estado. La creación del Instituto Cervantes en 1991 y la multiplicación de sus sedes (ya suman 68) en todo el mundo, los Congresos Internacionales de la Lengua (Zacatecas, México, 1997; Valladolid, España, 2001; Rosario, Argentina, 2004 y Medellín, Colombia, 2007) son algunos de los hitos de las políticas de promoción del idioma.

Tanto la Real Academia Española como el Instituto Cervantes han recibido gran impulso en los últimos años, y en alianza con empresas y medios de comunicación, han conformado un verdadero holding lingüístico. «La RAE declara tener como misión principal la preservación de la unidad del idioma, y el Instituto Cervantes, su promoción internacional como lengua extranjera –señala el lingüista gallego José del Valle, catedrático de lingüística hispánica en la Universidad de Nueva York–. Sin embargo, detrás de estos obvios objetivos hay proyectos más ambiciosos. La renovación de la RAE [1993]y la creación del Cervantes [1991]coincidieron con la expansión de empresas de capital predominantemente español, muchas de las cuales escogieron América Latina como destino. En un contexto de expansión comercial como el que se iniciaba a fines de los ochenta, los sucesivos gobiernos españoles, socialistas y populares, en colaboración con el empresariado y con importantes sectores del mundo de la cultura, movilizaron una serie de agencias para que le ofrecieran cobertura cultural al proyecto de expansión económica: es decir, para que produjeran una visión del español al servicio de un proyecto: la comunidad panhispánica como hermandad-mercado y el español como producto comercial en torno al cual se debe organizar y controlar una industria.»

Mientras crecían la participación de España en los principales foros de la política internacional (la Otan, la Unión Europea) y el poder económico de sus multinacionales, empresas como el BBVA, el Banco Santander, Telefónica y, más tarde, Repsol empezaron a interesarse por cuestiones vinculadas con la lengua. Es que, en términos de rentabilidad, la existencia de un idioma común era percibida como una ventaja por parte de los ejecutivos de las empresas inversoras.

Se calcula que el castellano representa para España más del 15 % del Producto Nacional Bruto. Gran parte de su potencial está vinculado al mercado de su enseñanza como lengua extranjera, sobre todo en países como Brasil y Estados Unidos. Se estima que los estudiantes de español ya son 14 millones en todo el mundo y también la Argentina ha empezado a participar, en los últimos años, de en este mercado floreciente. Está claro, sin embargo, que la porción más grande de la torta se la lleva España. «Las políticas lingüísticas respecto del español –señala Elvira Narvaja de Arnoux, directora del Instituto de Lingüística de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA– no son encaradas por los países hispanoamericanos, sino por España, que lo hace, obviamente, en función de sus intereses nacionales y los de la integración de la que forma parte.»

Un incidente ocurrido hace poco más de un año en Brasil, donde en función de los acuerdos del Mercosur, que Argentina no respeta, la enseñanza del español es obligatoria en las escuelas primarias, sirve para ilustrar el modo algo prepotente en que España lleva a cabo sus políticas lingüísticas (prepotencia que triunfa, además, gracias a la indiferencia de nuestro país en la materia). A fines de 2006, profesores y estudiantes de la Universidad de San Pablo se movilizaron contra un proyecto del Banco Santander y el Instituto Cervantes para formar 45 000 profesores de español mediante un curso de 600 horas a través de Internet, al que consideraban «un golpe a la educación nacional» y a las universidades que vienen formando docentes desde hace más de cincuenta años, en carreras que requieren al menos 2800 horas. Para la argentina Maite Celada, investigadora de la Universidad de San Pablo, «tratar a la lengua española como un “tesoro” y tratar a Brasil y a sus 170 millones de habitantes como un mercado promisorio a consolidar es algo que nos pega fuerte a muchos latinoamericanos». En este contexto se inscribe también la preocupación que viene manifestando desde hace años el Instituto Cervantes por establecer un sistema unificado de certificación del español como lengua extranjera –a la manera del First Certificate o el TOEFL para el inglés–, que finalmente fue aprobado en marzo de 2007 en Medellín.

En la Argentina y otros países hispanoamericanos se están oyendo cada vez más voces críticas hacia la pretensión española de hegemonizar el mercado de la enseñanza del idioma. Se advierte, además, el peligro de que un sistema internacional de certificación termine imponiendo un modelo ajeno, que atente contra la diversidad del castellano americano y contra la supervivencia de las lenguas vernáculas. El español, asegura Leonor Acuña, investigadora del Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano de la UBA, «no es solamente un recurso económico y no tiene por qué ser la lengua que triunfe sobre todas las demás: indígenas, de inmigración, extranjeras, cooficiales, minoritarias, ágrafas. No necesita ser defendida de nadie y no tiene por qué ser promocionada».

Cuestión de imagen

Como los candidatos presidenciales, las modelos o las marcas de cigarrillos, las lenguas pueden cambiar de imagen gracias a operaciones de publicidad y prensa. La expansión mundial de español ha sido acompañada, según el especialista Del Valle, por nuevas ideologías lingüísticas. «Desde el gobierno de Madrid y desde las instituciones investidas de poder lingüístico se iba sintiendo la necesidad de proyectar una imagen del español –de su relación con la propia España, con los países hispánicos y con el resto del mundo– que complementara los esfuerzos de construcción nacional y los planes de modernización, crecimiento económico y ampliación de la presencia política y económica del país en el mercado global.» La nueva imagen del español prescinde de cualquier connotación nacionalista y aspira, en cambio, a presentarlo como una lengua global, moderna y democrática, que acoge formas locales, gracias a los aportes realizados por las Academias Nacionales de todos los países hispanohablantes, y se expande gracias a la libre elección de los hablantes. Una lengua, en palabras de Gregorio Salvador, vicedirector de la RAE, «sólida, hablada por cuanta más gente mejor». Se la presenta «como lengua global en el contexto, por un lado, de su promoción como producto de mercado y, por otro, de la pugna simbólica que sostiene con el catalán, el euskera y el gallego», agrega del Valle.

Mayúsculas y minúsculas

El académico Gregorio Salvador encarna una de las posiciones más extremas de esta concepción universalista, que desprecia tanto las lenguas que él denomina «minúsculas» (entre las que se cuentan las lenguas vernáculas americanas) como los planteos que vinculan el idioma con la identidad de un pueblo o una nación. Así lo expresó él mismo cuando en el III Congreso de la Lengua de Rosario respondió a una intervención del poeta Ernesto Cardenal en defensa de las lenguas en peligro de extinción. Salvador aseguró que es cierto que muchas de esas lenguas «minúsculas» se van extinguiendo, pero «no hay que lamentarse, porque eso quiere decir que sus posibles hablantes, los que las han ido abandonando, se han integrado en una lengua de intercambio, en una lengua más extensa y más poblada que les ha permitido ensanchar su mundo y sus perspectivas de futuro». Unos meses después, en el diario ABC, el vicedirector de la Real Academia reafirmaba su postura: «Una lengua desaparece cuando muere la última persona que la hablaba y lo único triste de ese suceso es la muerte de esa persona. En América y en África quedan bastantes de esas lenguas minúsculas y todo esfuerzo por mantenerlas no es más que una aberración reaccionaria. Esas pobres gentes tuvieron que padecer, históricamente, a conquistadores, encomenderos, exploradores y colonos. Y, por si no hubieran tenido bastante, hay quien pretende mantenerlas, desvalidas, en su exigua prisión lingüística, ajenas e ignorantes del mundo que con nosotros habitan, con todo lo bueno o lo malo que este les pueda ofrecer, para regalo acaso de obstinados antropólogos, entretenimiento de gramáticos imaginativos y orgullosa satisfacción de políticos desnortados y pusilánimes».

La argentina Leila Albarracín, autora de numerosos trabajos sobre las lenguas vernáculas de la Argentina y América y sobre las distintas formas de discriminación de la que son objeto los 300 mil ciudadanos de nuestro país que tienen como lengua materna el quichua, podría, a pesar de ser lingüista, integrar el equipo de los «obstinados antropólogos» que denuesta Salvador. «A nivel internacional –señala Albarracín– la protección de los derechos lingüísticos de las minorías ha adquirido las características de una problemática de tanta importancia como la conservación del medio ambiente. Esta preocupación contrasta con la marcada indiferencia en la Argentina por esta temática. Así como el inglés ejerce una suerte de imperialismo lingüístico, consecuencia de la globalización, que amenaza a otras lenguas, hacia el interior de nuestro país es la imposición del español como lengua nacional lo que amenaza a nuestras lenguas vernáculas.»

En 1996, representantes de ONGs de todo el mundo, con el apoyo de la Unesco, suscribieron en Barcelona la Declaración Universal de los Derechos Lingüísticos, con la finalidad de «propiciar un marco de organización política de la diversidad lingüística basado en el respeto, la convivencia y el beneficio recíprocos». «Todas las lenguas son la expresión de una identidad colectiva –se asegura en la declaración– y de una manera distinta de percibir y de describir la realidad, por tanto tienen que poder gozar de las condiciones necesarias para su desarrollo en todas las funciones.»

Un punto de partida y unos propósitos similares son los que dieron origen, en nuestro país, al Congreso de LaS LenguaS, cuya primera edición se desarrolló en Rosario, en forma paralela al Congreso oficial de la Real Academia Española. «Sin dinero, lejos del poder del Estado pero muy cerca del de la gente», aseguran los organizadores, entre quienes se encuentra el Premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel, el Congreso de LaS LenguaS pretende «dar cuenta de la pluralidad y rescatar las voces y reclamos de los pueblos y las culturas minorizadas. Porque creemos que un auténtico diálogo intercultural y multilingüe no se genera subordinando el discurso propio a la voz hegemónica pretendemos interpelar el discurso oficial para ser protagonista reales de nuestras vidas».

No es ninguna novedad que las lenguas son, además de vehículos de comunicación, objetos de lucha e instrumentos de poder. Los «obstinados antropólogos» y los «gramáticos imaginativos» de los que el [entonces] vicedirector de la Real Academia preferería prescindir, pero sobre todo los hablantes, los hablantes de lenguas grandes o pequeñas, perseguidas, ignoradas, relegadas u olvidadas, lo saben, y quizás por eso siguen hablando, empeñados en que, al menos en esta materia, la única ley que rija no sea la del más fuerte (ANC-UTPBA).

(*) Nota publicada por la revista Acción 996, segunda quincena de febrero 2008.

La segunda réplica reciente a toda esta fanfarria (entonada también por los grandes grupos editoriales de España) en torno a la expansión de la lengua que ampara la pretendida hermandad panhispánica, tiene especial contundencia viniendo de quien viene: la directora de la Feria del Libro de Guadalajara (FIL), Nubia Macías:

¿España le da la espalda a la literatura latinoamericana?

Más allá del relativo número de escritores latinoamericanos festejados en la madre patria, una brecha separa los dos continentes. La directora de la Feria del Libro de Guadalajara (FIL), Nubia Macías, se pregunta las razones del fenómeno y acusa a España de haber abandonado a sus socios naturales.
«UNA RESPONSABILIDAD MAYÚSCULA» tiene España por el anonimato generalizado del que gozan sus autores en América Latina, dijo la directora de la segunda Feria del Libro más importante del mundo después de la Frankfurt.

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foto = new Galeria( document.images["Foto"], Array(’/2008/02/18/thumb/nubiamacias.jpg’), document.getElementById("FotoEpigrafe"), Array(’"UNA RESPONSABILIDAD MAYUSCULA" tiene España por el anonimato generalizado del que gozan sus autores en América Latina, dijo la directora de la segunda Feria del Libro más importante del mundo después de la Frankfurt.’), document.getElementById("vinculoFoto"), Array(’834373’), document.getElementById("numeroFoto") ); foto.setFoto(0); Voz autorizada, la responsable de la Feria del Libro más grande del mundo hispánico, reflexionó el último fin de semana en la conferencia «¿Divididos por el español?», organizada por la Universidad de Zaragoza, en España, sobre los límites de la lengua que comparten más de 400 millones sólo en Iberoamérica.
Para Macías existe una barrera insoslayable entre el mercado literario español y el latinoamericano, que justifica que de un lado del Atlántico pase inadvertido el nombre de Miguel Delibes y del otro los escritores sudamericanos presenten libros en un auditorio español con no más de veinte personas.
«¿Por qué nos hemos distanciado tanto de los pueblos que nos son tan afines histórica y culturalmente?», se preguntó la directora de la FIL, que adjudicó a España «una responsabilidad mayúscula» en este cuadro de situación.
Para Macías, los editores españoles suelen ir a las ferias latinoamericanas «a vender y no a comprar», porque históricamente perciben el mercado latinoamericano únicamente como consumidor de sus títulos, y no como fuente de nuevos autores para sus catálogos.
A esta situación se suma el agravio de la venta de derechos de autor, puesto que las editoriales españolas suelen comprar los derechos universales de distribución de una obra en español, es decir, que tienen potestad sobre la distribución de un título escrito en español en todos los países hispanohablantes.
Según la especialista, esto sólo sucede con las obras escritas en español, ya que, por ejemplo, la venta de derechos de obras en inglés se negocia con las diferentes editoriales de cada país.
En este sentido, la directora de la FIL resaltó la «necesidad» de impulsar la regionalización de los derechos de autor en español, un extremo en el que la cita literaria mexicana trabaja desde hace años, con iniciativas como la creación de un Salón de Derechos o la formación de profesionales latinoamericanos en este sector.
Esta suma de circunstancias hace que las más de 400 millones de personas que hablan español en los países iberoamericanos no tengan acceso a las obras de los escritores contemporáneos más importantes de otros países. Y citó, por ejemplo, el caso de Javier Marías o Antonio Muñoz Molina, dos auténticos «desconocidos» en México.
Este desconocimiento es para Macías una gran «tragedia», sobre todo cuando se supone que la cultura debería ser la «gran interlocutora» entre España y el resto de países latinoamericanos, lamentó la responsable de la feria que acoge cada año a 600.000 visitantes y 17.000 editoriales, que exhiben 350.000 libros nuevos.
A pesar de esta situación, la directora de la FIL resaltó el esfuerzo realizado por editoriales españolas como Tusquets, Anagrama o Páginas de Espuma, que incorporan con frecuencia autores latinoamericanos a su catálogo.

Silvia Senz (Sabadell)

Juan Carlos I, el otrora rey León

Juan Carlos I, el otrora rey León

Toda una lección de por qué el abandono del edificante y sosegado hábito de la lectura puede conducir a la voluntad despótica de control de la palabra (de la edición de ayer de Rebelión, con adición nuestra de documentación afín):

 

 

 

El día que Juan Carlos de Borbón dijo algo que no le habían escrito
Pascual Serrano

Rebelión

 

El pasado sábado 10 de noviembre, en la Sesión Plenaria de la XVII Cumbre Iberoamericana, asistimos a una bronca sin precedentes entre el presidente venezolano Hugo Chávez, el español José Luis Rodríguez Zapatero, el nicaragüense Daniel Ortega y el rey de España Juan Carlos I. «¿Por qué no te callas?», le espetó el rey español al presidente venezolano, que había calificado de «fascista» a José María Aznar por su apoyo al golpe de Estado en Venezuela en abril de 2002. Borbón, visiblemente alterado, abandonó el acto de clausura de la Cumbre Iberoamericana que se ha celebrado en Santiago de Chile para no escuchar las críticas que el presidente nicaragüense, Daniel Ortega, dirigió a la multinacional española Unión Fenosa. Por su parte, Rodríguez Zapatero reclamó a Chávez «respeto» para Aznar, destacando que «fue elegido por los españoles».

Repasemos el comportamiento de cada uno de los protagonistas.

Hugo Chávez

Se ha dicho que no tenía sentido criticar a Aznar en una cumbre que abordaba la cohesión social de la comunidad iberoamericana, pero pocos informaron de que la intervención de Chávez previa al incidente era en respuesta a las palabras recién expresadas de Zapatero, quien afirmó que un país nunca podrá avanzar si busca justificaciones de que alguien desde fuera impide su progreso. El presidente venezolano mostró su desacuerdo y respondió que «no se pueden minimizar» el impacto de los factores externos, en referencia al apoyo de Aznar al golpe de Estado en Venezuela en el año 2002.

Se le acusa a Chávez de recurrir al insulto para dirigirse a Aznar y no respetar las formas y la educación. Pero no debemos olvidar cuál es el motivo de la indignación de Chávez: un gobierno quiere derrocar a un presidente legítimo y apoya un golpe de Estado y frente a eso la reacción es acusar al presidente de insultar al golpista. El mundo al revés.

También se ha vuelto a afirmar que no era el lugar ni el momento adecuado para la acusación. Eso mismo le dijo la derecha al ministro de Asuntos Exteriores español Miguel Ángel Moratinos cuando recordó en un programa de televisión la implicación del gobierno de Aznar en el golpe contra Chávez. ¿Cuándo es el momento para decirlo? No hay cumbres iberoamericanos bajo la temática «los golpes de Estados que se quisieron dar en América Latina y quiénes estaban detrás de ellos», de modo que habrá que explicarlo en algún momento que los presidentes se reúnan y debatan.

Rodríguez Zapatero

El presidente español reaccionó molesto a las críticas de Chávez al ex presidente Aznar y recordó que fue elegido democráticamente. Un presidente puede tener la obligación de defender las instituciones de su país ante críticas extranjeras, pero no las políticas de otros gobernantes. Si el presidente de Venezuela hubiera embestido contra el Parlamento español, el Tribunal Supremo o cualquier otra institución la reacción de Zapatero habría estado justificada, pero lo que afirmaba Chávez sobre la participación española en aquel golpe, además de ser verdad, fue también reconocido y revelado por el ministro de Exteriores español primero en un programa de televisión y posteriormente en el Congreso de Diputados. No debería molestar nunca la verdad.

El presidente español se permitió también la impertinencia de afirmar ante los periodistas tras la cumbre que advertía al venezolano que esperaba que fuese «la última vez» que en un foro como la cumbre iberoamericana alguien actúa como lo hizo él con sus críticas al ex mandatario José María Aznar. ¿Por qué no puede un presidente denunciar en una cumbre el apoyo de un país a un golpe de Estado?

Zapatero volvió a estar desafortunado poco después en un mitin en Buenos Aires, donde dijo que en una reunión internacional, si alguien ataca y descalifica a tu compatriota, aunque éste sea un rival y adversario, «tú sales a defenderle». ¿Debemos defender a Franco?, ¿también a los españoles que participaron y fueron condenados por los atentados de Atocha?, ¿deben los alemanes defender a Hitler?, ¿qué hacemos en Iraq con los iraquíes que defienden a su compatriota Sadam Hussein?, ¿qué haríamos con un saudí que defendiera a su compatriota Bin Laden?

Si Zapatero quiere defender a compatriotas lo que debería hacer es pedirle al fiscal general que apoye a los abogados de la familia Couso, que está pidiendo justicia por el asesinato del periodista José Couso por militares estadounidenses en Bagdad. Ahí es donde se debe ver la defensa de un presidente a sus ciudadanos.

Juan Carlos de Borbón

El rey de España por primera vez dijo algo espontáneo que previamente no había sido escrito por ningún asesor, ni Casa Real ni miembro del gobierno. Los españoles pudimos ver su capacidad analítica, nivel intelectual, conocimiento geopolítico, dotes diplomáticas y respeto a un gobierno legítimo en su expresión: «¿Por qué no te callas?». Numerosos medios y analistas comentan que el rey perdió los nervios; estoy convencido de que no los perdió, simplemente, por única vez, ha hablado por su propia boca y no repitiendo lo previamente indicado por nadie. Ya sabemos por lo tanto lo que puede dar de sí el Borbón cuando se lo deja solo. A algunos nos pareció estar oyendo en ese «¿Por qué no te callas?» el «Se sienten, coño» de otro militar español [1] . Aunque quizás lo que alarmó a Juan Carlos de Borbón fueron los detalles secretos del golpe de Venezuela que estaba contando Chávez. ¿Pensó quizás que se acercaba a alguna revelación peligrosa?

Vayamos ahora a ver las reacciones

 

Partido Popular

A través de su secretario de comunicación, Gabriel Elgorriaga, aseguró que el incidente ha sido consecuencia «de la imprevisión, de la negligencia y de la falta de capacidad de actuación» del presidente Zapatero. ¿Creía Zapatero que defender el golpismo de Aznar frente a las verdades de Chávez le iba a granjear aplausos de la derecha?

 

Gaspar Llamazares

El coordinador de Izquierda Unida ha demostrado gran sensatez admitiendo que «puede discutirse la oportunidad de las formas», pero subrayó que «lo que no es discutible es lo dicho por Chávez sobre la implicación y el apoyo» del Gobierno de Aznar «a la intentona de derrocarlo en 2002».

Para Llamazares, «lo que hace Chávez es decir la verdad», y que «a estas alturas alguien se escandalice» por censurar aquella maniobra «es, cuando menos, hipócrita».

 

Editoriales de El País y El Mundo

«También don Juan Carlos estuvo en su papel, puesto que el presidente venezolano cruzó con sus descalificaciones la línea de lo tolerable en una relación entre países soberanos», decía el editorial de El País. Años criticando la mala educación y la ausencia de formas del presidente de Venezuela y aparece Juan Carlos de Borbón diciéndole «¿Por qué no te callas?» al presidente de otro país en el plenario de una cumbre y dicen los del diario global que «estuvo en su papel». La sintonía con el editorial de El Mundo es absoluta: «al matonismo político del presidente venezolano, Hugo Chávez, que está contagiando a otros presidentes, como el nicaragüense Daniel Ortega. Y fue el Rey de España quien paró los pies al caudillo venezolano en presencia de todos los mandatarios iberoamericanos, diciéndole lo que hace mucho alguien le tenía que haber dicho». «¿Por qué no te callas?», eso es lo que hay que decirles a los presidentes latinoamericanos cuando no nos gusta lo que dicen, según el criterio de este periódico. Además, entre un rey no elegido y un presidente elegido en las urnas, El Mundo reserva la consideración de «caudillo» para el segundo.

 

Diario Público

Dicen en portada que «Daniel Ortega también ataca a España» y lo vuelven a repetir en la página 2: «Los representantes de Nicaragua y Cuba también critican a España». No es verdad, nadie atacó a España, Chávez criticó a Aznar y Daniel Ortega a Unión Fenosa [como Público rectifica en noticias posteriores]. Ni Aznar ni esa empresa privada son España. Uno de sus analistas, Jesús Gómez, escribe: «Lo último que necesita la izquierda latinoamericana es una dosis extraordinaria de mesianismo y desprecio por la democracia y sus formas». Lo preocupante es que no se refería a los golpistas de Estado contra Venezuela, sino a su presidente democrático.

El amotinamiento de los países dignos contra golpismos y abusos procedentes de presidentes y multinacionales españolas en esta cumbre nos debe hacer reflexionar a todos que ha llegado la hora de cambiar las relaciones entre la antigua metrópoli y América Latina. Las expresiones y avances hacia la unidad latinoamericana deben conllevar el alejamiento de una ex metrópoli que, con un jefe de Estado no electo que manda callar a los presidentes democráticos de América Latina y abandona las reuniones cuando no le gusta lo que oye, demuestra que no ha entendido que las cosas han cambiado. Si el gobierno de España va a esos encuentros a representar y defender a las multinacionales y a presidentes golpistas, este país europeo sobra en las cumbres latinoamericanas.

Cuando un joven se hace adulto e independiente, llega el momento en su vida en que debe dejar de invitar a sus cumpleaños y fiestas sociales a aquel compañero del colegio violento y bestia que le molestaba en el recreo. América Latina debe elegir entre unidad y soberanía o metrópoli que le dice que se calle.

www.pascualserrano.net


[Bibliografía y noticias relacionadas:

Patricia Sverlo: Un rey golpe a golpe. Biografía no autorizada de Juan Carlos I. (Versión en catalán, aquí.)

Víctor Ego Ducrot: «Los embustes de El País sobre Venezuela y Bolivia».

Centro Vicente Cañas: «El poder económico buscar mantener poder político comprando el poder mediático. La confabulación de los medios masivos».

M. J. Alegre: «Las empresas españolas temen cambios en las reglas de juego en Sudamérica».]




[1] Esa fue la expresión utilizada por el teniente coronal Antonio Tejero dirigida a los diputados en el intento de golpe de estado del 23 de febrero de 1981.

Correctores cazados: ¿un caso UniCo?

Correctores cazados: ¿un caso UniCo?

El día 27 de este mes se celebró el día del Corrector. En esta fecha señalada, una asociación española que desde el 2005 aglutina a algunos correctores —no a las que suscribimos esta nota— ha organizado por las calles de Madrid y Barcelona un fotosafari de erratas y errores de lo que Martínez de Sousa denomina «ortografía a la intemperie» (rótulos, firmas comerciales, paneles indicadores, avisos, etc., expuestos al aire libre).

Los correctores no suelen intervenir en este tipo de textos publicitarios y comerciales, que a menudo no pueden quedar ortográficamente presentables con auxilio de un mero corrector automático. Pero, si aspiran a hacerlo, estaría bien que demostraran que están capacitados para enmendarlos con propiedad. Y eso pasa por cuidar lo que ellos mismos producen y por aplicar la regla de oro del corrector: «No tocar el texto original si su redacción es tan correcta que no lo necesita» (Martínez de Sousa: Manual de edición y autoedición, Madrid, Pirámide, 1994. p. 189, ¶ 7.2.2).

El diario El País reseñaba así la convocatoria: «A la caza de la “paella mista” y el “rebuelto”», sin advertir quizá que con este titular ponía en evidencia los errores que los propios cazadores de gazapos y promotores de la actividad habían cometido.

Como bien han señalado algunos observadores (gracias, Marta, por la información), la palabra misto (en su segunda acepción del DRAE) no es error ortográfico, sino forma paronímica de mixto menos usada que esta:

misto2, ta. 

(Del lat. mistus). 

1. adj. p. us. mixto. U. t. c. s.

 

mixto, ta. 

(Del lat. mixtus). 

1. adj. Formado por varios elementos que se mezclan para componer otro. U. m. c. s. m. 

2. adj. Dicho de un animal o de un vegetal: mestizo. 

3. m. cerilla ( varilla con cabeza de fósforo). 

4. m. Mezcla inflamable que se usa para los artificios incendiarios, explosivos o de iluminación. 

5. f. P. Rico. Servicio de un solo plato hecho de arroz, habichuelas y carne. 

 

 

Una de las imágenes comentadas en la nota de El País.

 

El País subraya también como errores comunes «La ausencia generalizada de tildes en carteles escritos en mayúsculas; la confusión entre b y v o entre g y j; “la manía” de poner mayúsculas en mitad de frases que no las precisan (“Madrid Recicla Todo Tipo de Vidrio”)», sin percatarse tampoco de que el propio nombre de la asociación de correctores que ha promovido esta cacería de erratas contiene este último error: UniCo es un acrónimo formado a partir de un sintagma español (Unión de Correctores) siguiendo este uso anglicista de mayúscula intermedia:

«Grafía de los acrónimos. Los acrónimos se escriben según el tipo de palabra que formen: con mayúscula inicial si es nombre propio, y con minúsculas si es común; ningún diacrítico los distingue de las demás palabras.»
José Martínez de Sousa: Diccionario de ortografía de la lengua española, Paraninfo, 1996, entrada Acrónimo,
3.

«
Mayúscula intermedia o intercalada. En español no es idiomático escribir una palabra con una letra mayúscula intermedia, esto es, en situación interior, del tipo CrediModa, CrediHogar, SuperMolina, EnaGas, TeleVisión, etcétera, aunque, por influencia del inglés, se vean grafías semejantes. Ya se dan ejemplos, aunque todavía no en español, de escritura en un solo término de tres nombre TotalFinaElf, empresa petrolera francobelga.»
J. Martínez de Sousa, Ortografía y ortotipografía del español actual, Trea, 2004, p. 286,
6.9.

«Hay también formaciones acronímicas de firmas y productos comerciales, asociaciones, etcétera, como Aviateca (de Aviación Gualtemalteca) Banesto (de Banco Español de Crédito), Sonimag (de Sonido e Imagen), Pryca (de Precio y Calidad), persil (de perborato silicato).»
J. Martínez de Sousa, Ortografía y ortotipografía del español actual, Trea, 2004, p. 255,
5.10.2.11.

Vistos estos deslices, hemos acabado por dedicarnos a ojear directamente las fotos de esta «Gincana de erratas» —título con el que se recogen las imágenes captadas, a pesar de que la RAE da por incorrecto el término gincana por no ajustarse a lo que juzga su pronunciación general—. Verá el lector que, en varias ocasiones más, lo que se califica de error y los propios comentarios de los autores de las fotos revelan un evidente problema de percepción y una alarmante falta de formación profesional.

A modo de ejemplo, la fotografía titulada «Cómete tus errores» parece malinterpretar una pintada que bien podría leerse como «Comete tus errores» (del verbo cometer), donde la única ausencia ortográfica reseñable es la de un más que disculpable (en una frase aislada) signo de exclamación de apertura.

Otrosí: la foto titulada «Autopista» contiene esta nota del autor:

Nota del autor: De las tres palabras del letrero en español (Parking de compartición), dos no existen (“parking” y “compartición”). Corresponde a la zona de acceso a uno de los estacionamientos para vehículos particulares.

Es inadmisible que un corrector diga que una palabra de uso común no existe. Por supuesto que parking existe; lo que ocurre es que no es palabra española, y por ello varios autores (y la propia RAE en su DPD) han propuesto una adaptación gráfica basada en su pronunciación española —mucho nos tememos que no compartida por buena parte de la Latinoamérica de habla hispana—. Sobre compartición le daremos la razón al autor de la imagen: aunque existe —como todo lo que se escribe y pronuncia— sería mejor el uso de compartido.

Huelga decir que este tipo de descuidos entre los propios profesionales hacen un flaco favor a su imagen pública, amén de promover la idea de que el corrector profesional es un simple (y a veces chapucero) cazador de erratas y un talibán de la ortografía que expone vergüenzas ajenas —buena parte de las presas de esta cacería son grafitis y carteles de particulares, y mostrarlos sólo contribuye a su humillación pública, no a la mejora de la situación del corrector—, siendo como es la suya una profesión complejísima y básicamente respetuosa, y el hecho mismo de la corrección escrita, un asunto tan delicado.

Ya se ha dicho aquí otras veces por qué entendemos en A&C que los golpes de efecto —sobre todo si están mal asestados— no ayudan en nada a mejorar la situación del oficio de corrector. Comentaremos ahora qué es lo que sí le ayudaría.

Mejoraría mucho la profesión con una formación pública de calidad y una titulación oficial de nivel universitario, similar a la que otorgan algunos centros universitarios de Argentina. Al mismo tiempo, la investigación teórica que supondría tal reconocimiento académico ampliaría el actual equipamiento de recursos para la corrección y edición de textos.

Mejoraría también con una definición competencial clara y actualizada de las tareas de cada tipo de corrector, en la que expertos destacados y profesionales capacitados estuvieran básicamente de acuerdo.

Mejoraría con leyes de consumo que favorecieran la queja de los usuarios por productos donde se haga un mal uso (demostrable) de la lengua escrita.

Y mejoraría aún mucho más con un cambio de praxis empresarial que asociara calidad productiva con beneficios empresariales (y, para ello, una norma de calidad para empresas editoriales, que las distinguiera por la aplicación de procedimientos de control de calidad a sus productos, podría ser el medio).

Montse Alberte (Barcelona) y Silvia Senz (Sabadell)

Sobre la SGAE, el canon, la libertad creadora y Henry James

Sobre la SGAE, el canon, la libertad creadora y Henry James

Hace tiempo que se viene cociendo la movida, impulsada por el paladín principal del capitalismo salvaje, de que de algún modo el arte, las ideas y la creación artística es algo que debe protegerse como si se tratara de un cubito de hielo en la playa de Maracaná y, además, de que el arte debe ser, sólo, única y exclusivamente, de quien lo paga.

Según esta teoría, el artista, un ser tocado por los dioses, las musas y vaya usted a saber qué más, debería ser mimado por la sociedad que, no se sabe muy bien por qué, tiene muchísimo dinero y le paga siempre que haga algo con su obra.

A la vez la obra, esa etereidad maravillosa que extrajo el artista divino no se sabe muy bien por qué, se ha convertido también en un bien de consumo por obra y gracia de las fuerzas del mercado y obras de artistas que llevan muchísimo tiempo muertos (algunos en la más absoluta pobreza) se venden por millardos y millardos que para sí los quisiera algún país de esos llamados «en vías de desarrollo» (desarrollo hacia qué, nos preguntamos algunos).

Las churras se nos están mezclando con las merinas, el cine español se muere, el teatro hace aguas, los músicos mueren de hambre y el apocalipsis ya comenzó ayer.

El absurdo ha llegado a grados tan... absurdos que ahora se atreven a decir en público (en la tele, nada menos y sin el mínimo rubor ni sonrojo en las mejillas) que la música que se compra no se puede compartir, porque tu hermana (un decir) no ha pagado el derecho de autor.

Yo me pregunto para cuándo lo de no compartir colonia con las amigas, no dejarle el bolso a la vecina para la boda de su hermana, no compartir coche (¡ese canon!) o no hacer fiestas de intercambio de ropa.

Las ideas básicas del cobro de cánones varios que nos abruman se basan en varios supuestos falsos, entre ellos el pensar que quien escucha la canción, quien ve la película, habría pagado la entrada en el cine o el alquiler de ese DVD, se hubiera comprado ese CD y demás. En realidad, probablemente ese disco que te han pasado te pueda hacer descubrir al artista, de quien comprarás algún otro disco, algún otro libro, irás a escuchar a alguna conferencia o, sencillamente, comentarás para que otros hagan la compra.

¿Quién nos devuelve el canon por publicidad, me pregunto?

Los artistas, mientras tanto, los creadores (que se llaman así, recuerdo, porque CREAN, no porque crearon hace mucho tiempo) dan conciertos, dan ciclos de conferencias, escriben en suplementos dominicales... algunos sirven mesas, hacen tatuajes o montan muebles; en definitiva, se ganan la vida y continúan hablando, comunicándose, absorbiendo de la sociedad y devolviéndole algo de lo que la sociedad les dio en forma de libro, de música, de creación que deben pagárseles de forma digna para que puedan para vivir, para alimentar a sus hijos, para pagar la hipoteca, para poder disfrutar de días libres, para pagar la cuota de autónomos... pero no para vivir del cuento, a no ser que sean cuentistas, claro ;-).

Una de las últimas vueltas de tuerca (gracias, Henry James) la da la SGAE, que además de intentar recaudar lo irrecaudable, pedir lo impedible y no dar gran cuenta de nada (me he pasado por su página y no habla de cómo hacen sus cálculos varios, al menos muy visiblemente), ahora además dedica parte de ese dinero recaudado... a perseguir a los propios creadores que se supone que es su deber defender: léase a Trebor Escargot, en Quimera.

Mientras tanto, algunas obras de arte siguen vendiéndose muy, pero que muy bien, a precios elevadísimos. Sus creadores, por supuesto, están muertos.

 

Mar Rodríguez

Corre, corre, que te pillo. Peri Rossi y sus persecuciones lingüísticas

Corre, corre, que te pillo. Peri Rossi y sus persecuciones lingüísticas

Después de muchos días sin ojear ni prensa ni red ni ningún otro medio, me doy de bruces con la polémica lingüística de turno (el caso Peri Rossi, tratado ampliamente en diversos lugares, desde puntos de vista bien dispares: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9...) y observo con especial asombro el entusiasmo con el que algunas de las bitácoras que suelo frecuentar se suman o promueven la hábil campaña de denuncia de «persecución lingüística» (recogida en este blog, que no admite comentarios y sólo muestra adhesiones y notas de prensa favorables, por cierto) de esta escritora uruguaya afincada en Barcelona y tan políglota como renuentemente no catalanohablante.

No voy a comentar cómo esas páginas pasan de puntillas sobre uno de los aspectos más turbios de este asunto: la propia actitud y estrategias desplegadas por la intelectual uruguaya. Cada cual es libre de mirar las cosas desde el lado del espejo que prefiera o según le brote el sentimiento solidario.

Pero me llama, eso sí, la atención que, queriendo o sin quererlo, se contribuya en todas ellas a la expansión de las habituales falacias pseudolingüísticas que la llamada brunete/yijad/kaleborroka mediático-política —versión nacionalista española, de la que algunos de los propios partidarios de Peri Rossi dicen querer desmarcarse— suele desplegar en torno a la vida de las lenguas y a las aspiraciones de los hablantes, especialmente cuando se trata de cargar contra las políticas lingüísticas de las zonas catalanohablantes.

Los tópicos de esta facción, además de por su retórica cargada de connotaciones despectivas y criminalizadoras del contrario —porque lo que plantean es una guerra abierta por la hegemonía lingüística—, se caracterizan por no someter nunca a consideración aspectos tan básicos en la valoración de una política lingüística como el tipo de trato político y legal que requiere cada lengua —todas las lenguas en un entorno político estructurado lo tienen, y cada lengua y situación social requieren su política— y el que necesita la catalana en concreto, que es, en casi toda su área, una lengua minorizada, a veces minoritaria, en plena indefensión o en constante amenaza de recesión y sustitución lingüística, que convive con muchas otras lenguas, oficiales o no, en muy diversas, cambiantes y trascendentales situaciones de comportamiento sociolingüístico y uso por parte de sus hablantes.

Esos tópicos no se paran jamás a pensar en que la normalización de esta lengua —cuyo proceso de planificación implica, entre otros agentes normalizadores, a los medios de comunicación audiovisual públicos, que tienen el catalán como lengua vehicular de sus trabajadores en antena— es y ha sido, al menos en Cataluña, ampliamente demandada por su sociedad civil, que está supuestamente amparada por acuerdos (1, 2, 3, 4...) ratificados por el Reino de España —acuerdos que los diversos responsables de PL de las lenguas minorizadas de España han de ir recordando—, y que su situación, hoy, exige fórmulas de acomodación a circunstancias de convivencia mucho más complejas de lo que se quiere mostrar: la lengua catalana, como tantas otras, ha de enfrentar en el siglo XXI los retos culturales de la globalización (que ponen en juego los derechos lingüísticos de centenares de comunidades inmigrantes, en Cataluña y en todo el mundo); ha de habérselas para salir adelante con una de las principales lenguas francas del mundo, con todas las enormes desventajas que eso le supone, y en un entorno de política lingüística estatal muy hostil y completamente favorecedora de una identidad española marcadamente fundamentada en la lengua castellana, esa «patria común».

Estos tópicos, además, jamás atienden a la manera en que las personas viven sus lenguas y a la manera en que esperan vivirlas; algo que incluye la difícil, pero igualmente respetable aspiración de mucha gente a vivir plenamente en catalán (lo que no implica renunciar al plurilingüismo, algo imposible aunque sea por meras razones pragmáticas). Una aspiración que, vista la miope y mercantilista actitud de medios, industrias (también editoriales) y servicios, y de la propia política lingüística y cultural estatal, requiere por parte de la administración catalana medidas que garanticen esos servicios y esos medios en catalán que el mundo empresarial no quiere suministrar en la debida medida a los ciudadanos. Para el capital privado (cuya principal patria es el dinero), el mercado en español (en UN español, que no es la historia glotopolítica de esta lengua amiga de su intradiversidad, ni siquiera en el Uruguay natal de Peri Rossi; o lo es sólo como medida diplomática) siempre le resulta mucho más amplio y lucrativo que el catalán. Puesto a hacer apuestas productivas, siempre primará la vehiculizada en la lengua hegemónica más a mano. Y por esto, qué curioso, nadie se rasga las vestiduras.

Silvia Senz (Sabadell)

Luis Fernando Lara rectifica a la prensa

Luis Fernando Lara rectifica a la prensa

Desde hace años, dos de los miembros de este blog (Montse Alberte y Silvia Senz) gestionamos en la RedIris un boletín informativo y repositorio documental (Infoeditexto) sobre lenguaje, traducción y edición. Para cumplir con nuestra cita diaria, leemos y seleccionamos, entre otras muchas informaciones, noticias de todo el mundo (mayoritariamente en español) sobre los temas mencionados, que enviamos en bruto a nuestros 400 suscriptores.

A través de esa experiencia hemos ido constatando un hecho penoso, por lo que se refiere al tratamiento que dan los medios a los temas lingüísticos: no sólo cuesta horrores encontrar periodistas capaces de tratar temas de lenguaje superando sus propios y abundantes prejuicios lingüísticos, sino que aún cuesta más hallar cronistas con la mínima capacidad de reflejar fielmente en sus crónicas o entrevistas el pensamiento de sus reseñados o entrevistados. Ni que decir tiene que, a menudo, lo único que puede el lector llevarse a la boca son artículos de opinión carentes de todo cientifismo, que blanden argumentaciones completamente demagógicas e interesadas sobre temas espinosos del lenguaje.

En las últimas semanas nos hemos encontrado con dos claros ejemplos de estas prácticas, que nos han afectado muy directamente por el hecho de estar implicados en ellos lingüistas cuyo trabajo y pensamiento conocemos bien y con los que mantenemos una relación cordial y constante. En el último de ellos (esta reseña de una conferencia dictada por el lingüista y lexicógrafo Luis Fernando Lara, retitulada y republicada así en la página de la Fundéu), hemos recibido una petición expresa del afectado para que elaboráramos esta nota aclaratoria, con el fin de restituir su imagen pública, que los medios citados han dejado, a decir suyo, tan maltrecha:

Una vez, en un curso de John Lyons nos dijo a los asistentes que podíamos usar todas sus ideas con libertad, siempre y cuando no se las atribuyéramos. Ese recuerdo me brota cuando leo la noticia que me acabas de mandar, bajo el título de «El académico mexicano Luis Fernando Lara pronunció una conferencia sobre el arte de hablar y escribir una lengua», tomada seguramente de alguno de los periódicos de la ciudad de Monterrey. Ya estoy acostumbrado a la mínima capacidad de los periodistas mexicanos para, no digamos apropiarse de alguna idea, sino siquiera para hacer un resumen de una conferencia que sea veraz. Al leer lo que asienta la nota periodística me invade verdadera vergüenza, pero por todo lo que el periodista me atribuye falsamente.

Para comenzar, no soy «académico» de la lengua; lo soy en otro sentido, el de «universitario». La conferencia que ofrecí se llamó «Paradigmas normativos» [y no «El arte de hablar y escribir correctamente una lengua»] y tenía por objeto reseñar el modo en que los conceptos de corrección verbal han venido cambiando en español a lo largo de los siglos. Propuse tres valores que definen esos paradigmas, cuya importancia ha variado en la historia del español: el del entendimiento, el de la identificación social y el de la unidad de la lengua; con ayuda de ellos expliqué las ideas de Alfonso el Sabio, de Nebrija, de la primera Academia Española, del siglo XIX hispanoamericano y de la actualidad. A partir de ellos puse en cuestión las ideas de corrección; y para responder a algunas preguntas del auditorio aludí al papel del inglés y a la necesidad de reconocer que la corrección va más allá de los dictados de la Academia.

Puntualización hecha, pues. Tomen nota los lectores y los medios responsables.

 

Silvia Senz (Sabadell)

 

 

 

Actualización (26/09/2007, 18.00 h): después de ser avisados de la escasa fiabilidad de la noticia sobre Luis Fernando Lara escrita por la periodista mexicana Esperanza Armendáriz, que la Fundéu retitulaba y republicaba ayer en la sección «Noticias y comunicados» contribuyendo así a su más amplia difusión, la dirección de la Fundación de Español Urgente ha tenido la gentileza de retirarla de su página, gesto que agradecemos.