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Habemus innecesaria ortografía

Habemus innecesaria ortografía

Con la ausencia del director de la RAE, el cónclave de los máximos representantes de las academias de la lengua española concluyó ayer en Guadalajara, con fumata blanca. Por fin, habemus ortografía oficial.

Las polémicas novedades anunciadas se echaron casi en su totalidad atrás: los nombres de las letras sobreviven según su uso nacional; simplemente se le dan al hablante propuestas de unificación sin justificar la utilidad de tal cosa. Ch y ll se siguen considerando dígrafos y, a efectos de alfabetización (no de escritura), quedan incorporadas en las letras c y l respectivamente. La eliminación de tildes diacríticas continúa siendo como en la ortografía anterior: opcional. Sólo hay una novedad que se mantiene: pese al carácter minoritario de la pronunciación diptongada, los vocablos con vocal débil átona (i, u) + vocal fuerte tónica (á, é, ó) se considerarán monosílabos a efectos de tildación, incluso cuando se intercala una h, con lo que el criterio fonetista desaparece por completo de la norma de acentuación de los grupos vocálicos:

Lo que no han suavizado las Academias en la nueva Ortografía es la supresión de la tilde de los monosílabos con acento ortográfico, como sucede en "guión" y "truhán". Según le dijo hoy a Efe Salvador Gutiérrez, director de esta obra, esas palabras no llevarán tilde, aunque se pronuncien con hiato.

"Con estas propuestas las Academias intentan fortalecer la unidad de la lengua", aseveró Moreno de Alba en la multitudinaria conferencia de prensa que tuvo lugar en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, en México.

Visto que no hay prácticamente reforma ortográfica en este nuevo volumen académico, lo que ahora las academias presentan como gran novedad es su extensión y su carácter explicativo. ¿Es este un rasgo realmente novedoso? Sí en la ortografía, pero no en el modelo que sigue la nueva política panhispánica académica, cuyos contornos dibujan un perfil estandarizador borroso, a caballo entre el polimorfismo, el unitarismo y el eurocentrismo, según el caso, con sólo cuatro rasgos nítidos:

1) el carácter mancomunado de la nueva obra académica, pese a que el texto básico se siga redactando en Madrid;

2) la elitista base social de la norma, por la que se sigue manteniendo como criterio de corrección (cuando se da) el prestigio asociado al uso culto;

3) una clara tendencia hacia la laxitud prescriptiva, es decir, hacia la omisión de juicio de valor alguno sobre muchos aspectos de la lengua en uso;

4) la aspiración de legitimidad científica de la obra académica mediante una abundante justificación descriptiva de lo que se dice, a pesar de lo cual las obras académicas siguen obviando la bibliografía empleada, faltando a un principio fundamental (el rigor) del trabajo científico.

Recordemos que los dos primeros volúmenes de la Nueva gramática de la lengua española ya habían iniciado ese camino hacia la prolijidad y el descriptivismo, ignorando con ello la función que les es propia a las academias: la normativa, y prestando al hablante común, al profesional de la escritura y al enseñante un servicio bien magro.

El hablante común necesita obras normativas coherentes y sistemáticas, con explicaciones sencillas y enunciación clara de la norma. Pese al escaso equipamiento con que cuenta el castellano, el docente de primaria y secundaria y el profesional de lo escrito pueden formarse en el conocimiento del español actual con los diccionarios integrales del español de España, de México y de Argentina (y con otros de mayor alcance); con un buen manual de ortografía y ortotipografía razonadas como el de Martínez de Sousa (sin duda, saqueado por esta Ortografía académica), y con las gramáticas descriptivas existentes, alguna de las cuales se reeditará en breve. De las academias sólo precisan norma clara y explícita, restringida a los campos que requieren regulación (que no son muchos; ortografía, básicamente), con explicación sucinta de la razón por la que se regulan. Luego, cada cual decidirá si la acata o no. Pero este mamotreto de ortografía (¡más de 800 páginas!), que aporta, al fin, sólo una novedad normativa, les es por completo innecesaria, y nadie debería adquirirla. Si se comercializa y algún hablante poco avisado cree que debe comprarla, al menos esperamos que pronto llegue a la red la versión «pirata» y se ahorre ese gasto inútil.

Por cierto: ante el porcentaje que recibirán por las ventas, las academias están ya frotándose las manos, a sabiendas de que las expectativas generadas por la polémica de estas últimas semanas redundarán en un mejor resultado comercial, como ya nos hemos hartado de decir aquí. Lean lo que dice al respecto el director de la Argentina:

Con el trabajo hecho, incluso hubo académicos que se mostraron complacidos con la polémica generada alrededor de la obra.

«Esto va a hacer vender más el libro. Al lado de informaciones como las de violencia, los periodistas han colocado a la ortografía. Se ha hecho un gran favor a la lengua», razonó a la AFP el presidente de la Academia Argentina de las Letras, Pedro Luis Barcia.

 

En definitiva: no hay, en rigor, gran novedad ni gran necesidad de esta nueva ortografía que intentarán sacar en campaña navideña, contra todas las leyes de la lógica y de la física; porque, insistimos, no es posible publicar en 15 días lo que se acaba de aprobar, salvo que ya estuviera, en realidad, aprobado y salvo que su producción anduviera muy avanzada mientras los académicos jugaban al debate y el consenso:

Felipe Garrido, miembro de la Academia Mexicana de la Lengua, advirtió que no ha existido tal consenso, especialmente en el caso de la nueva ortografía del español, dado que la “Real Academia Española conserva una superioridad con (respecto) a las demás academias”, lo que se debe en gran medida al respaldo que tiene de su gobierno: “Es la única que tiene el presupuesto suficiente y tiene dinero para publicar los diccionarios”.

Lo que queda al final de esta polémica es una recomendación que Garrido ha hecho a los usuarios de la lengua respecto a no ponerse nerviosos por las decisiones de las academias, ya que la lengua es de la gente y, “si las personas quieren que la ‘y griega’ sea ‘y griega’, será así”.

Si sale en diciembre, que todo ha sido una pura y cínica representación de la pretendida armonía panhispánica es lo único que cabrá concluir.

Comedias de enredo al margen, lo verdaderamente novedoso y destacable de esta ortografía para los miembros de este blog de correctores, traductores y editores, no es, señores, nada de lo que ha generado ríos de tinta. La auténtica noticia de hoy es que el anunciado nuevo capítulo sobre ortotipografía, al que este blog había tenido acceso y que, partiendo de obra ajena, añadía un peligroso grado de arbitrariedad y embrollo al hasta ahora bien ordenado campo de la escritura y de la composición tipográficas (pues hasta ahí se metía), se ha desgajado del volumen principal y se publicará aparte... si llega a publicarse. Así lo anunciaba José G. Moreno de Alba, director de la Academia Mexicana de la Lengua:

Finalmente, el filólogo precisó que para este trabajo quedó pendiente agregar un apartado que está prácticamente terminado, referente a ortotipografía (el uso de las versales, redondas, etc.), y se publicará en un folleto aparte el próximo año.

Nos felicitamos por ello. Los profesionales de la edición podremos respirar un poco más tranquilos.

[Actualización (30/11/2010): aquí tienen el nuevo índice de la obra que la RAE acaba de publicar, sin el capítulo de ortotipografía que se incluía antes de aprobarla. Está claro que, si la tenían ya acabada, van a tener que recompaginarla, lo que imposibilita su salida en diciembre. No obstante, ellos insisten, erre que erre, en que saldrá el día 17. Esto es más intrigante que el misterio de Fátima.]

 

Silvia Senz

The New York Times contra la RAE, y el timo de la preventa de la nueva Ortografía

The New York Times contra la RAE, y el timo de la preventa de la nueva Ortografía

El barullo de la llamada «ortografía yeyé» ha trascendido ya las fronteras hispanas. Las precipitadas e imprudentes filtraciones de los directivos de la RAE sobre las novedades normativas de la próxima Ortografía, que han ocasionado publicitadas disensiones internas en el seno de la Española y de sus asociadas (véanse, p. ej., 1 y 2) y una auténtica revolución popular en la red, han merecido una reprobatoria reseña en el diario The New York Times:

Push to Simplify Spanish Gets Complicated

[Traducción en elcastellano.org]

Out go “ch” and “ll,” along with lots of annoying accents and hyphens.

The simplified spelling from the academy, a musty Madrid institution that is the chief arbiter of all things grammatical, should be welcome news to the world’s 450 million Spanish-speakers, not to mention anybody struggling to learn the language.

But no. Everyone, it seems, has a bone to pick with the academy — starting with President Hugo Chávez of Venezuela.

If the academy no longer considers “ch” a separate letter, Mr. Chávez chortled to his cabinet, then he would henceforth be known simply as “Ávez.” (In fact, his name will stay the same, though his place in the alphabetic order will change, because “ch” used to be the letter after “c.”)

An editorial in the Mexican daily El Universal declared the new rules to be an affront to the national identity: “Spelling is not just an imposition; it serves to maintain a minimum of coherence and sense to what is written and said. Can this be dictated from a conference room abroad? A country that is proudly independent would not accept this.”

The editorial went on to ask, “Would the United States accept dictates from England over the use of English?”

They are just as upset on the European side of the Atlantic. Comments have poured forth on the Web — 1,450 of them as of Thursday night — after the first article on the changes appeared in the Spanish newspaper El País at the beginning of the month. The word “absurdo” pops up a lot.

“It’s kind of a magic realist moment. They decide that 2 of 29 letters will disappear,” said Ilan Stavans, a Mexican who is a professor of Latin American and Latino culture at Amherst College. “All the dictionaries will have to be remade, which is good for selling the Royal Academy’s dictionary, which they keep producing as though it’s the Bible.”

Professor Stavans compared it to the authority that English-speakers turn to, the Oxford English Dictionary, which stresses common usage rather than imposing it from above.

The Spanish academy needed 800 pages to explain the new simplified rules. Among other changes: letters with different names in different countries get just one name (which is rather like telling Americans that the last letter of the alphabet should be called “zed”). Iraq becomes Irak and quásar is now written as cuásar.

The spelling rules will go on sale by Christmas in Spain. Latin Americans will have to wait a bit longer.

There have long been complaints about Spanish spelling. At the first international congress of the Spanish language in Zacatecas, Mexico, in 1997, the Colombian writer and Nobel laureate Gabriel García Márquez declared, “Let’s retire spelling, the terror of all beings from the cradle.” But he admitted that his pleas were little more than “bottles flung to the sea in the hope that they would one day come to the god of all words.”

That god remaining silent, the Royal Spanish Academy has been filling the void since it was founded in 1713. “They have an oracular way of presenting things, like Moses coming down from Mount Sinai,” Professor Stavans said.

“In my mind, it’s a relic of the 18th century,” he added. “We have to wait for Spain to say how we speak.”

For those who live and breathe Spanish, the academy’s priorities seem a little off. “We are a language in debate,” said the Mexican writer Paco Ignacio Taibo II. “Unfortunately, the academy isn’t ahead of the debate, it’s behind.”

To its credit, the academy takes pains to emphasize that it works collaboratively with its associated academies in 21 other Spanish-speaking countries, including in the United States. Early meetings on the new spelling rules were held in Chile; the text was completed this month in Spain; and it will be ratified by the academy and its sister branches at the Guadalajara Book Fair in Mexico on Sunday.

In an e-mail, Juan Villoro, a Mexican writer living in Barcelona, was philosophical about one change that seemed to strike at the core of Spanish speakers’ poetic souls on both sides of the Atlantic. Under the old rules, the word “solo” takes an accent when it means “only” and has no accent when it means “alone.”

The academy rubbed out the accent, arguing that the meaning would be clear from the context. “Sometimes, the law has nothing to do with justice,” Mr. Villoro wrote.

Luis Fernando Lara, a scholar at the Colegio de México who coordinates the preparation of a Spanish dictionary used in Mexico, waved off the academy’s new rules: “We’re free in this world not to listen to them.”

As for the changes in the names of letters, Mr. Lara resorted to a line from a classic American song to describe the spat:

“I like tomato, you like tomahto,” he said.

Although he did not say it, the title of that tune, written by George and Ira Gershwin, was understood:

“Let’s call the whole thing off.”

 

Inmunes a las críticas, ni estas instituciones ni su casa editora retroceden en sus planes de publicarla para la campaña de Navidad, aunque parezca evidente que el texto original de la obra requiere retoques antes de recibir el visto bueno definitivo, lo que descuadra por completo el calendario de edición previsto. Fíjese el lector: el mismo fin de semana (hoy 27 y mañana 28 de noviembre) en que el pleno de la Asale, formado por los directores de las 22 academias [actualización: de las 21, porque el director de la RAE no ha asistido, excusando su ausencia por razones médicas], se reúne en la FIL de Guadalajara para debatir y consensuar el borrador definitivo de esta nueva Ortografía, la FNAC pone la obra en preventa, anunciando una fecha de expedición surrealista: 1 de diciembre.

Ortografía de la lengua española

Articulo en preventa, expedición prevista para el 01 dic 2010

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Ya me contarán con qué clase de poderes paranormales cuentan las academias y Espasa para tener impresa a inicios de diciembre una obra que a finales de noviembre ni siquiera está aprobada y sobre cuyo consenso se han proyectado constantes sombras.

Desde el punto de vista técnico, es materialmente imposible que esta Ortografía, una obra de 800 páginas con ilustración, se publique en diciembre (ni el 1 ni antes de Navidad) cuando su borrador se va a aprobar a finales de noviembre, sencillamente porque no hay editores, impresores, encuadernadores y distribuidores capaces de tal maravilla, y prueba de ello es que en el acelerado panorama editorial actual no se ha dado nunca un caso así.
Si para principios o mediados de diciembre esta Ortografía está impresa y distribuida, se habrá confirmado la espectacular tomadura de pelo de los académicos, su cinismo y su extraordinario don para el márquetin viral. Si tal cosa ocurre, una no podrá por menos que concluir que esta obra estaba ya impresa antes de que se anunciaran las polémicas reformas normativas; que las sucesivas apariciones en prensa de diversos académicos americanos anunciando que no las acatarían eran comedia para alimentar las expectativas comerciales; y que incluso el reciente artículo en ABC del académico de la Española Rodríguez Adrados diciendo que el pleno de la RAE había dado marcha atrás en sus reformas ante el clamor general no era más que una manera de engatusar al hablante, haciéndole creer que las academias son simples notarios del idioma mientras que el pueblo es su verdadero propietario... incluso cuando se trata de la elaboración de su código escrito.

En definitiva: si esta Ortografía está impresa en diciembre y se vende en campaña navideña, habremos recibido una lección magistral sobre quién manda en la lengua española y qué clase de ilusos somos.

 

Silvia Senz


La nueva Ortografía académica: the show must go on

La nueva Ortografía académica: the show must go on

Tomando ABC —que es como su casa— como propicio escenario, el académico de la Española y filólogo helenista Francisco Rodríguez Adrados nos ha dedicado un «delicioso» monólogo en el que tiene a bien tranquilizar al inquieto españolito (e inquietar a sus colegas), haciendo público que el Pleno de la RAE ha echado atrás las reformas ortográficas imprudentemente anunciadas en prensa antes de ser aprobadas, atendiendo al enorme revuelo causado. Mientras, como me comentaba un asiduo de los juegos de palabras, García de la Concha ha hecho mutis por el forrae. Ay, Felisa, pero qué risa da este vodevil prenavideño. Ni un Pastorets de barrio es tan divertido.

 

Esa desgraciada letra griega - ABC.es

«La Academia ha tomado nota, se inclina a una actitud de mayor libertad. Hay que agradecérselo. La norma es a veces necesaria, pero la libertad es sana. Además, a las imposiciones innecesarias los hombres suelen responder con la inobservancia. En casos como este, con el caos ortográfico»

ME refiero, claro, a la y griega. No exactamente la Real Academia Española, pero una serie de instituciones en conexión con ella querían llevar a una reunión de Academias de la Lengua Española que va a celebrarse en Guadalajara (Méjico) una propuesta para la reforma ortográfica del español en la que figuraba, entre otras cosas, una propuesta para declarar extinto el nombre de esa letra desgraciada. Se llamaría en adelante ye, algo que, dicen, ya propuso en su día un gramático del siglo XIX y que, además, dicen que se dice en algunos lugares de América.

Tontería, eso no es reforma ortográfica, es reforma de una nomenclatura.

Y es alentador en estos tiempos que la posible eliminación del nombre de la y griega ha suscitado una rebelión popular en diversos lugares de España: ¡una rebelión desinteresada contra una agresión a nuestra tradición! Y ello en conversaciones a pie de tierra, a todo lo largo y ancho de España.

Y en internet también. Alguien había de darles las gracias. Nos ha animado a los demás a intentar salvar a esa letra, como símbolo de la defensa de nuestra tradición cultural.

Y el pleno de la Academia también ha tomado nota, ha debatido la propuesta e innecesaria reforma ortográfica, que iba, parece, adelante. Yo no puedo dar detalles sobre cosas internas, no lo creo correcto, pero todo hace esperar que la reforma, tal como nos la traían, no saldrá adelante. Aunque todo depende de la reunión de Méjico.

Las guerras lingüísticas son muy duras y es mejor evitarlas. Recuerdo la que hubo, en la Academia, entre los defensores de psicología, la ciencia del alma, y la sicología, la ciencia del higo, ya saben.

A nuestra y griega la llamaríamos ye, ya digo. A mí, la verdad, me parece risible, me suena a los yeyés y las yeyés de otro tiempo. Dicen que de ye salió la palabra yeísmo, se refiere a una mala pronunciación de la ll. Pero más bien es al revés, del yeísmo (imitado de leísmo) salió la ye. Es una especie de invento de tebeo, completamente innecesario.

¿No es conmovedor que es estos tiempos haya quienes defienden el honor de una letra griega frente a una usurpación? Se llama griega por su origen, como yo me llamo Rodríguez por mi padre (aunque ahora parece que también esto está en peligro). Esa defensa habla bien de la Humanidad, yo creo. Aunque no se trata sólo de esa letra griega, son también otras letras griegas y latinas las que están amenazadas. Y tildes sobre las vocales a las que llaman acentos, pero son aclaraciones para bien comprender un texto. Yo leí en la Academia un pasaje de la última obra de Vargas Llosa que sólo deja claro, solo dejaría confuso.

Pues bien, reunió el pleno de la Academia y debatimos. Esto es, pienso, lo correcto. Y no ese moderno sistema de las comisiones, propuestas, viajes, debates, «no se preocupe, solo es un proyecto» y al final, el hachazo. No: la Academia ha intervenido, quizá tarde, pero espero que a tiempo.

¿Qué ha hecho la desgraciada y griega, que nos ha servido fielmente durante más de 2.000 años? Pues eso, su pecado es ser griega. Ciertas palabras griegas con esa y pasaron al latín. La y sonaba diferente de la i, pero al fin su sonido se hizo igual y a veces, en español, la y griega se sustituyó, ortográficamente, por la i, así en latín Cyclops, que en español es cíclope. Y, como se usaba poco, se utilizó para necesidades que surgían, por ejemplo, la de denotar los sonidos iniciales de yo o yacer. Es, diríamos, una letra de lujo.

Llamarla ye, ese invento, ¿qué ventaja tenía? Que sepamos, era tan solo un modo de zaherir a los griegos, bastante maltratados, en España, por los planes de estudios desde 1970. También en Europa, que lleva camino de negarse a sí misma. ¡Zaherir a los griegos, que están en el centro de nuestra cultura! En un asunto mínimo, pero significativo de un cierto fanatismo.

Ni más ni menos que otros detalles de la supuesta reforma. Resulta que a la c habría que llamarla ceta, un engendro nacido del contubernio con otra letra griega, la zeta. Resulta que el quorum latino habría que llamarlo cuorum o ponerlo en el lazareto de la letra cursiva. Igual destino les cabría a latinismos como deus ex machina, casus belli o ex cathedra, que se han incorporado en nuestro repertorio de expresiones léxicas y usamos normalmente, igual que usamos giros franceses o ingleses.

Menos mal que, magnánimamente, toleraba aquel anteproyecto que alguien a veces siguiera escribiendo la tilde de éste o que escribiera guión en vez de guion, que por lo visto les gustaba más. No tenía tanta suerte la desgraciada y griega.

¿Vds. creen que merece la pena, para esto, tanta reunión, anteproyectos, dinero en hoteles y aviones, para los tiempos que corren? Claro que es una migaja al lado del día a día de la política.

En fin, ahora la Academia ha tomado nota, se inclina a una actitud de mayor libertad, propone dejar vivir a la y griegay a otras cosas más. Hay que agradecérselo. La norma es a veces necesaria, pero la libertad es sana. Además, a las imposiciones innecesarias los hombres suelen responder con la inobservancia. En casos como este, con el caos ortográfico.

Y, francamente, estoy cansado de las hostilidades frente a la lengua griega y a su impacto en la lengua española. Sin el griego, las demás lenguas se habrían quedado en mantillas. Nuestro alfabeto es griego, griegas son las palabras para hablar de la lengua: fonética, morfología, sintaxis, léxico, también poesía, historia, tragedia, comedia, química y demás. Y las latinas que traducen o modifican las griegas, tales acento, nombre, adjetivo, verbo, diccionario, ciencia y las demás. Y desde luego Academia, que era el jardín sagrado en que se daba culto a Apolo, las Musas y el héroe Academo, a la salida de Atenas, a poca distancia del Cerámico, es allí donde enseñaba Platón. Tras el debate, surgía la iluminación, nos dice en la República.

Época desgraciada la nuestra, en que la cultura declina, en España y Europa. En que los sucesivos planes de estudio, desde el 70, son antigriegos, antihumanísticos en general. Parecido en Europa (a veces, no tan malos). Y en que, pese a todo, seguimos siendo una potencia internacional en el estudio del griego, tenemos alumnos que lo aman, seguimos adelante.

Si es que realmente va a haber un cambio, convendría que los políticos tomaran nota de este tema. Hay un impasse, se dice que la enseñanza va mal, esto era esperable desde hace muchos años. Y las Humanidades, entre otras cosas, sufren. Y no solo la economía —también es una palabra griega— es importante. Pero otras varias cosas también.

Y, mientras tanto, se gasta tiempo y energía en cosas irrelevantes, como esta innecesaria reforma ortográfica de que hablo. ¡Pequeñas pataditas a inocentes letras griegas!

FRANCISCO RODRÍGUEZ ADRADOS ES DE LAS REALES ACADEMIAS ESPAÑOLA Y DE LA HISTORIA

El corrector y otros activistas editoriales

El corrector y otros activistas editoriales

En alusión a la antológica errata que ha llevado al partido españolista-unionista Ciutadans/Partido de la Ciudadanía a pedir en su panfleto electoral la independencia de Cataluña, decía Quim Monzó en La Vanguardia de hoy (20-N, a la sazón):

¿De verdad Ciudadanos quiere la independencia de Catalunya? ¿Y cómo es que, hasta ahora, no nos lo habían dicho? ¿O lo que pasa es que no tienen mucha idea de ortografía? (Y no sólo de la catalana, porque los textos en castellano también cojean.) Quizá hay entre ellos un enano infiltrado, un saboteador, como aquel linotipista que, hará tres décadas, en el diario Avui, en el artículo de una conspicua escritora que loaba las proezas del grupo de Bloomsbury, tecleó voluntariamente mal el nombre de Virginia Wolf y lo convirtió en Vagina Wolf; simplemente para fastidiar.

«Para fastidiar» es una análisis simplista de esta tradicional práctica de los muchos dedos invisibles que intervienen en la cadena de (re)producción de un texto para convertirlo en impreso o publicación. Amparados en el anonimato o en la libertad que da ser cada vez menos supervisados, traductores, escritores por encargo, correctores, teclistas, linotipistas, compositores, editores de mesa... no han dudado en convertirse en la mano negra que enmiende lo que consideran un desatino. Bien visto está cuando liberan el texto de un desliz tipográfico o de lo que se les antoja un atentado contra el estilo. Pero el bienpensante defensor de los derechos de autor no suele ver tan bien las «morcillas», omisiones, remociones o cambios no accidentales de letras que muchos de ellos realizan cuando obedecen a su ideología, a sus gustos, a su sentido de la justicia o a sus deseos de venganza ante el abuso de un editor o de un impresor. Y eso que estas prácticas son pan de cada día en el mundo de las artes gráficas y la edición. Yo misma, traduciendo uno de esos delirantes libros de autoayuda que las editoriales publican sin haber leído siquiera la cubierta, suavicé las indicaciones de un llamado «experto en Feng Shui» al lector para que, con el fin de lograr el ansiado equilibrio doméstico, fuera más allá de la mera reorientación del mobiliario y enviara a sus hijos a un internado. Estaba convencida de que mi pequeña maldad se vería compensada por los trastornos que podía ahorrar a muchos niños.

Historias de intromisiones textuales como la mía las hay a miles, aunque no se confiesen. Y la trascendencia del pequeño gesto de modificar ex profeso lo que otro dice ha sido perfectamente captada por algunos creadores. Recordemos, por ejemplo, cómo, en un rapto de rebeldía, Raimundo Silva, el corrector de pruebas de la novela de Saramago Historia del cerco de Lisboa, añade en el relato de este episodio un deliberado no que modifica significativamente la aseveración de que los cruzados ayudaron a los portugueses a recuperar Lisboa de manos de los moros, y con ello introduce un vórtice en la comprensión de la propia identidad portuguesa que lo arrastra a la recreación de la historia.

El poder de la letra, como ven, es innegable e irresistible.



Silvia Senz

El Manual de la gramática académica, ¿pirateado?

El Manual de la gramática académica, ¿pirateado?

En las últimas semanas han corrido ríos de tinta sobre la amenaza que los indiscriminadamente llamados «piratas de libros» suponen para la industria editorial. Particularmente atento a este tema, José Antonio Millán se ha hecho eco de la polémica en varios de sus últimos posts; por ejemplo, «Las cifras de la piratería» y «¿Por qué hay personas que “suben” libros a la Red?». Justamente en esta última entrada, Millán comentaba:

 

Está muy claro qué razones pueden empujar a uno a bajarse una copia sin pagar, pero ¿qué impulsa a hacer lo contrario? La persona que sube un libro a un sitio de intercambio o lo pone en un red P2P podría tratarse o bien de un enemigo del editor, o del autor, o bien de un benefactor de los lectores, con ganas de hacer un regalo al mundo.

 

Hoy, buscando en la red una obra de ciencia ficción que cuesta encontrar en papel, di por fortuna con uno de esos «piratas» que bien podrían aunar las tres cualidades, pero que sin duda pensaba sobre todo en convertirse en un benefactor de la comunidad de usuarios —en la que me incluyo— que se ven obligados a conocer la norma del castellano, para lo cual, debido a la abusiva política editorial de autores y editores académicos, deben pasar periódicamente por caja. A Millán, reseñador, por cierto, de la producción de la RAE (y la Asale) en el diario global, le gustará saber que esa alma caritativa ha puesto a disposición del «orbe panhispánico» el pdf de la versión manual de su última gramática. En esta web, que envía, entre otras, a esta página de descarga.

Bienaventurados los justos...

 

Silvia Senz

 

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Eleccions d'errates

Eleccions d'errates

Fa temps que els partits polítics saben que les confrontacions lingüístiques donen, a Espanya o a Catalunya, bons resultats a les urnes, de manera que cada comici s’acaba convertint en una elecció de llengua. Tanmateix, farta de ser instrumentalitzada, la llengua (qualsevol llengua) a voltes es revenja i juga als seus manipuladors veritables males passades. Vegeu el cas dels "bilingües" Ciutadans, poc atents al potencial d’una simple lletra capgirada (l’Anna Llisterri afegiria: "I poc conscients, a més, de la importància d’un corrector"):

 

Especial eleccions al Parlament

per Bertran Cazorla/ACN
Bertran Cazorla/ACN | Actualitzat el 18/11/2010 a les 18:41h

Ciutadans demana la independència per error

"Volem la independència" afirma l’opuscle de propaganda que envien els unionistes a les llars

Ciutadans independentistes? Foto: ACN

"Volem la independència", proclama el fullet que Ciutadans està enviant als domicilis dels votants catalans. Es tracta, és clar, d’un error de conjugació. No és l’única errada. Una altra, d’ortogràfica, es comet quan s’empra en català l’eslògan amb el qual el partit es presenta a la campanya: " Rebélate" . El redactor del pamflet oblida l’ela geminada quan conjuga el verb català. Però els errors no es cometen només en la llengua pròpia de Catalunya. Seguint la política bilingüe d’un partit molt crític amb la política lingüística de la Generalitat i que defensa que el català no corre perill, el fullet està redactat en les dues llengües oficials del país. I un verb en castellà també està mal conjugat.

"Ens rebelem per la convivència en front als que volem la independència" (sic), comença l’opuscle que Ciutadans envia als votants i que conté, com a mínim, cinc errors (obviant, això sí, la insistència d’escriure malament el seu lema, tot prescindint fins a tres cops de la ela geminada quan exhorten el lector a "rebel·lar-se").

El document també s’equivoca en castellà quan afirma "por la convivencia, la libertad y para que la política está a tu servicio" (sic). 

D’altra banda, els redactors de la propaganda d’aquest partit amb representació parlamentària també dubten quan es tracta d’emprar la locució prepositiva "enfront de". En tots els casos escriuen erròniament "en front". En el primer intent es decanten per usar la preposició "a", en lloc de "de", tot errant de nou. En el segon opten per prescindir de la preposició, i escriuen que es rebel·len "en front la corrupció política".

El corrector no es ni un policía ni un abogado del lenguaje

El corrector no es ni un policía ni un abogado del lenguaje

Andrés Ruiz, contra la idea del corrector de estilo como guardián del idioma y normalizador. En pocos trazos, el contralor del diario La Jornada dibuja un concepto de la corrección textual como actividad intelectual que va mucho más allá de la mecánica aplicación de las “tablas de la ley”, que otorga autonomía y criterio al corrector, dignifica su profesión y la pone al servicio no de una norma simplista, restringida y restrictiva, que lo ata de pies y manos, sino del lector y del autor. Un concepto, por otra parte, que va contra la misma idea (de origen mítico, base socioeconómica y finalidad política) de la corrección idiomática y que reclama una redenominación de la profesión. Proponemos las denominaciones que le dan unas miras más amplias: asesor lingüístico o editor de textos.

 

Andrés Ruiz, contralor de este diario, en el Día Internacional de la Corrección de Estilo

Tomarle el pulso a un texto debiera ser parte de respeto a la sensibilidad del lector
 
Ángel Vargas
 
Periódico La Jornada
Domingo, 7 de noviembre de 2010, p. 4

Que los diferentes textos que se producen en un periódico sean tratados de manera homogénea es un aspecto con el cual está en desacuerdo Andrés Ruiz González, contralor de estilo de La Jornada.

Cada género y casi cada nota tiene o debería tener un ritmo interior, una cadencia, y tomarle el pulso al texto debiera ser parte de respeto al redactor, pero sobre todo a la inteligencia y la sensibilidad del lector, sostuvo ayer el periodista.

“Cada vez es menos frecuente, pero resulta una delicia trabajar en el escrito de un redactor con estilo, un cronista de largo tiempo, o un giro idiomático que nos atrape en la entrada de un reportaje.

Así que cuando me hablan de homogeneidad, me siento como un aplanador de pechugas o bisteces, que de forma inclemente le quita el jugo a la carne. No creo que un corrector o un editor deba ser policía del lenguaje, guardagujas de vidas públicas, leguleyo de barandilla código en mano.

Durante una mesa redonda, la cual formó parte de la conmemoración del Día Internacional de la Corrección de Estilo, Andrés Ruiz se refirió al papel que un corrector de estilo desempeña o debería desempeñar dentro de la prensa escrita.

De forma crítica, subrayó cómo desde la última década del siglo XX algunos medios impresos han prescindido de sus mesas de redacción, cuando éstas fueron motivo de orgullo y hasta de competencia durante varias décadas del siglo pasado.

Afirmó que detrás de esa medida, retomada de periódicos estadunidenses, prevalece una visión mercantil, al tratar de abatir costos de producción, sin reparar las graves consecuencias que esto tiene, pues con ello, sostuvo, se atenta contra la calidad y el contenido de la información, contra el deber social del periodismo.

Este es un esquema que ha sido copiado por varios medios en México, y los resultados, literal y tristemente, están a la vista, agregó el periodista, quien dentro de La Jornada se ha desempeñado asimismo como jefe de la sección cultural.

Entre los factores que hoy día inciden en el manejo de la información y el estilo en la prensa escrita y, en general, de todo medio de comunicación, Andrés Ruiz puso el dedo en la llaga y sostuvo que cada vez es más evidente la mala preparación profesional con la que llegan los jóvenes a las redacciones.

Atribuyó esto a un modelo político y educativo corrupto, que a raíz del movimiento estudiantil de 1968 no está dispuesto a preparar a quienes pretendían bajarlo del pedestal.

Los nuevos profesionales que se integran a los medios son jóvenes que fueron estafados por un sistema educativo calamitoso. De manera que su preparación, como demuestran en la mayoría de los casos, es francamente deficiente. Su capacidad crítica y de análisis, deplorable, y su redacción es muy peculiar: profusa, difusa y confusa, sostuvo. Pero, adicionalmente, llegan a periódicos carentes de mesas de redacción: la suma de calamidades se aproxima al desastre.

En su intervención, la cual tuvo lugar en el Auditorio de la Biblioteca de México José Vasconcelos, el periodista evidenció cómo la prensa escrita del país, en contracorriente con lo que ocurre en varias partes del mundo, donde se han impuesto los géneros interpretativos: reportaje, crónica y entrevista de semblanza, busca competir con los medios electrónicos en el encapsulamiento de la información. Esto es, el mundo al revés.

Sobre el quehacer propiamente del corrector de estilo, destacó que es un trabajo en el que hay reglas, pero no recetas; no existe un sólo modelo de abordaje, e incluso los manuales deben, a mi juicio, tratar sólo las líneas generales, las grandes coordenadas en las cuales enmarcar los textos. Como en todo, el criterio, el contexto y la bastedad de la formación cultural hacen la diferencia.

Para finalizar, Andrés Ruiz confesó que la elección de su oficio como corrector de estilo responde al amor por el lenguaje que le fue inculcado desde muy pequeño en el seno familiar y luego en su educación básica.

Pero también, cerró, el amor por mi gente, a la que quisiera que se le informara de manera lúcida y justa; el amor por el lenguaje, que al ser pensamiento nos permite aproximarnos a lo material y a lo intangible, y a veces acariciar el paraíso de la creación estética. Quizá digan que esto es una utopía; tal vez, pero en ella trabajo todos días.

Mitos del castellano, 3: la inquebrantable unidad de la norma (o cómo la Academia Argentina de Letras declara su insumisión ortográfica)

Mitos del castellano, 3: la inquebrantable unidad de la norma (o cómo la Academia Argentina de Letras declara su insumisión ortográfica)

Para ir desmontando este mito, que ya la propia ortografía chilena descompuso en su momento y que otros conatos de segregación hicieron tambalear, nada mejor, en este convulso momento de la armonía y el consenso interacadémico, que las palabras del director de la Academia Argentina de Letras, Pedro Luis Barcia, sobre el papel de la institución que dirige en los destinos normativos del español. Entenderán mejor ahora los lectores que el panhispanismo, y la unidad normativa de la lengua española, es una quimera sólo mantenida como realidad material por la prensa, las transnacionales y los capitostes de la política lingüística panhispánica, que quedará desvanecida a medida que las necesidades divergentes de cada nación y de sus muy diversas culturas y sociedades (e incluso de legitimación, en sus respectivos países, de las diversas academias) salgan a la luz pública:


12-11-2010 /  Pese a que el coordinador de la Nueva Ortografía de la Real Academia Española adelantó que la “be” dejará de llamarse larga y la “ve” corta pasaría a llamarse uve, el presidente de la Academia Argentina de Letras, Pedro Luis Barcia, advirtió que en el país se mantendrá la denominación actual. Además, reclamó a la RAE que “fue imprudente anunciar cambios que todavía no hemos votado”.

Pese a que el coordinador de la Nueva Ortografía de la Real Academia Española adelantó que la “be” dejará de llamarse larga y la “ve” corta pasaría a llamarse uve, el presidente de la Academia Argentina de Letras, Pedro Luis Barcia, advirtió que en el país se mantendrá la denominación actual. Además, reclamó a la RAE que “fue imprudente anunciar cambios que todavía no hemos votado”.

Barcia advirtió que el vocero de la Academia de las letras de España hizo afirmaciones “sobre cosas que dieron por aceptadas cuando todavía no lo están, debido a que el 28 de noviembre, en Guadalajara, recién votaremos estas enmiendas”.

“La declaración del vocero es que íbamos a unificar en todo el mundo panhispánico el nombre de la ve corta y la be larga, es decir, que se iban a llamar la b, be, y no be larga o alta como dicen en Colombia y la v corta iba a llamarse uve, como dicen los españoles, y no corta o baja”, detalló el profesor en declaraciones a la prensa.

Según Barcia, causaron confusión  porque “este hábito designativo que usa España fue refrendado por México, por Cuba y por Chile que, al parecer, en sus campañas pedagógicas  han comenzado a llamarlas be y uve”.

Sin embargo, detalló que  en Argentina “llevamos 100 años, al igual que en Uruguay, de designación  habitual en la enseñanza de v corta y be larga”, por lo que escribió una carta al  director de la Real Academia Española, Víctor García de la Concha, “para decirle que no teníamos ninguna intención de adoptar eso, ni pensamos hacerlo y que me pareció una decisión torpe anunciarlo antes de decidirlo”.

YE, CHE Y ELLE. El presidente de la Academia Argentina de Letras, Pedro Luis Barcia, es Doctor en Letras graduado de la Universidad Nacional de La Plata, donde también ejerció la docencia y actualmente se desempeña en la Universidad Austral. Según este emérito vecino de la ciudad, el vocero que anunció los cambios en España y que el diario El País publicó el 5 de noviembre pasado, “dio como novedad el cambio de nombre de la ch, la ll y pifió de nuevo”.
“El nombre ‘i griega’ es un mamarracho designativo. A partir de 1994 se reformó el nombre de la y, el de la ch, y se las llamó por el sonido: ye y che”, aclaró.

Por otra parte resaltó el planteo de la exclusión de la che y elle. “En rigor, esas letras no tuvieron independencia hasta 1803”, explicó. Y aclaró: “son dos dígrafos, es decir, dos grafemas que significan un solo sonido, que además es variadísimo en nuestro país donde tiene hasta cuatro pronunciaciones. Pero en realidad no son letras, por lo tanto ya después de 1994 los diccionarios de la RAE incorporan la che en la ce y la elle en la ele”, explicó el doctor.

CÓNCLAVE. En definitiva, los cambios en el idioma no serán revolucionarios, pero si difíciles de pelear en la reunión de las 22 academias que se llevará a cabo a fin de mes en la ciudad mexicana, donde una de las que tiene más peso es, justamente la que juega de local.

“Cuando usted está coincidiendo con casi todo el mundo en un punto, México le hace descender sobre la mesa 110 millones de ‘chamaquitos’, que son cuatro naciones americanas, entonces, tiene un peso por ese lado. El segundo peso es monetario: México compra desde hace 20 años un millón quinientos mil ejemplares de cada libro que publica la Academia Española o la unión de academias. No obstante, hemos tratado de mantener el equilibrio y la independencia, de manera que mantendremos en Argentina la b larga y la v corta”, argumentó.

Para ir a pelearla, el presidente de la Academia Argentina llevó su propia propuesta: “Yo propuse que las dobles vocales las quiten, por ejemplo ‘relección’ y ‘contralmirante’, pero no sé si será aceptada o no”.

Más allá de las discusiones por los nombres, Barcia desdramatizó: “La ortografía es una cuestión social, porque si alguien escribe bueno con ve corta lo descalifican; pero cuando hablamos cometemos cantidad de faltas de ortografía desde el punto de vista de la locución y no pronunciamos ni la ve larga ni la ve corta, ni todas esas pirondangas que se utilizan en la fonética exclusiva”.